Terror y miseria del III Reich
Nº de páginas: 192 págs.
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
Editorial: ALIANZA EDITORIAL
ISBN: 9788420637082
Terror y miseria del tercer Reich (en alemán «Furcht und Elend des Dritten Reiches»), también conocida como The Private Life of the Master Race (La vida privada de la Raza Superior), es una famosa pieza teatral de Bertolt Brecht estrenada en el exilio en 1938. Construida con una sucesión de 24 cuadros o escenas independientes entre sí, muestra y analiza la vida en la Alemania Nacionalsocialista de los años 30, sometida al régimen de humillación, persecución y terror, esencia de la psicología del nazismo.3 Con una reunión de tramas tan tópicas como estremecedoras, se ha considerado uno de los primeros ejemplos de Brecht utilizando el Verfremdungseffekt para distanciar al público de la obra. El propio autor explicó que aquellas historias conformaban “un catálogo de actitudes, las actitudes de guardar silencio, mirar por encima del hombro, sentirse asustado, etc.: el comportamiento en una dictadura.”
Aquí les dejo un fragmento de la obra. Sinceramente les digo que merece bastante la pena leerse entero este pequeño fragmento. Si lo leen, verán que he introducido, entre corchetes, algunas aclaraciones del texto.
Como pequeño resumen del texto, les digo: se desarrolla en la Spandau (Alemania) de 1937, en plena Guerra Civil Española, y será en torno a esta guerra en el que el eje de la historia se establece: LA MUJER (Martha Fenn) recibe la noticia de que su hermano, Franz, un piloto de bombardero, ha muerto en Stettin durante unas maniobras. A partir de aquí, LA VECINA (Señora Dietz), comenzará a "meter baza" en contra del Gobierno Nazi del III Reich y de su participación el la Guerra Civil Española, que intentan ocultar por todos los medios.
A esto, EL HOMBRE (Herbert Fenn), trabajador en una fábrica de motores para bombarderos, intenta apaciguar a su vecina, pero entonces su mujer comienza a criticar a voz en grito al Tercer Reich.
Un pequeño punto a tener en cuenta es que el autor, Bertolt Brecht, demuestra en esta obra un valor envidiable, teniendo en cuenta que está escrita en 1937, en pleno apogeo del Tercer Reich.
NOTA BIOGRÁFICA: Bertolt Brecht fue un dramaturgo y poeta alemán, uno de los grandes renovadores del teatro del Siglo XX. Nació en 1898 y estuvo influido por el expresionismo y por los espectáculos de Cabaret, y dio cabida en sus obras a ingredientes diversos (canciones, pantomimas, carteles, proyecciones, discursos...).
Fundó en 1949 la famosa compañía teatral "Berliner Ensemble". Entre sus obras dramáticas destacan: "La ópera de Cuatro Cuartos" (1928), "Terror y Miseria en el Tercer Reich" (1938), "Vida de Galileo" (1938), "Madre Coraje y sus Hijos" (1939), "La Evitable Ascensión de Arturo Ui" (1942), "El Círculo de Tiza Caucasiano" (1945), etc.
Murió en 1956.
FRAGMENTO DE LA OBRA:
CONTRATACIÓN DE MANO DE OBRA
Vienen los que dan trabajo.
Un hombre es un escarabajo
Que ellos pinchan sin pudor.
Ha de fecundar la tierra
Y su máquina de guerra
Con su sangre y su sudor.
Spandau, 1937. Un obrero, al volver a su vivienda, encuentra a su vecina.
LA VECINA: Buenas noches, señor Fenn. Quería pedirle prestado a su mujer un poco de pan. Ha salido un instante.
EL HOMBRE: Con mucho gusto, señora Dietz. ¿Qué le parece el empleo que he conseguido?
LA VECINA: Sí, ahora todos tienen trabajo. Está usted en las nuevas fábricas de motores ¿no? ¿Allí fabricarán bombarderos?
EL HOMBRE: Cada vez más y más.
LA VECINA: Los necesitan en España.
EL HOMBRE: ¿Por qué precisamente en España?
LA VECINA: Se dicen tantas cosas sobre lo que se envía allí. Es una vergüenza.
EL HOMBRE: Tenga cuidado con lo que dice.
LA VECINA: ¿Está usted también con ellos?
EL HOMBRE: Yo no estoy con nadie. Hago mi trabajo. ¿Dónde se habrá metido Martha?
LA VECINA: Ah, quizá tendría que prepararlo [el pan]. Es posible que sea algo desagradable. Cuando entré, estaba aquí precisamente el cartero, y había dado una carta a su mujer que la había trastornado. Pensé si no sería mejor que pidiera pan a los Schiemann.
EL HOMBRE: Vaya. (Llama) ¡Martha!
Entra su mujer. De luto.
EL HOMBRE: ¿Qué te pasa? ¿Quién ha muerto?
LA MUJER: Franz. Ha llegado una carta.
Le da una carta.
LA VECINA: ¡Santo Cielo! ¿Qué le ha pasado?
EL HOMBRE: Ha sido un accidente.
LA VECINA: (Desconfiada.) ¿Era aviador, no?
EL HOMBRE: Sí.
LA VECINA: ¿Y tuvo un accidente?
EL HOMBRE: En Stettin [Pomerania Occidental, actual Polonia]. En un ejercicio nocturno en el campo de maniobras, dice aquí.
LA VECINA: ¡No ha sido un accidente! No me pueden venir con esa historia.
EL HOMBRE: Sólo le digo lo que dice aquí. La carta es del Estado Mayor del Campo.
LA VECINA: ¿Y él les escribía últimamente? ¿De Stettin?
EL HOMBRE: No te pongas así Martha [de luto]. No sirve de nada.
LA MUJER: No, lo sé.
LA VECINA: Era tan simpático su hermano. ¿Les preparo café?
EL HOMBRE: Sí, si no le importa señora Dietz...
LA VECINA: (Buscando un cacharro.) Una cosa así es siempre de golpe.
LA MUJER: Puedes lavarte tranquilamente, Herbert. A la señora Dietz no le importará.
EL HOMBRE: Para eso hay tiempo.
LA VECINA: ¿Y él les escribía desde Stettin?
EL HOMBRE: Sus cartas venían siempre de Stettin.
LA VECINA: (Mirándolo significativamente.) Ah, ¿Pero estaría en el Sur?
EL HOMBRE: ¿Cómo que en el Sur?
LA VECINA: Lejos, en el Sur, en la hermosa España.
EL HOMBRE: (Al ver que su mujer vuelve a sollozar.) ¡Cálmate, Martha! No debería hablar así, señora Dietz.
LA VECINA: Sólo quisiera saber qué dirían en Stettin si fuera usted a buscar el cadáver de su cuñado.
EL HOMBRE: No iré a Stettin.
LA VECINA: Todo lo tapan muy bien. Consideran una heroicidad que no se sepa nada. Uno de la alcaldía se jactaba de lo inteligentemente que ocultan su guerra. Cuando derriban a un bombardero de esos y los de dentro saltan en paracaídas, los de los otros bombarderos les disparan en el aire con ametralladoras, a los suyos, para que no puedan decir a los rojos [los Republicanos españoles] de donde vienen [Alemania].
LA MUJER: (Poniéndose mala.) Dame agua, Herbert, quieres, me siento muy mal.
LA VECINA: La verdad es que no quería trastornarla más, pero ¡cómo lo tapan todo! Saben muy bien que es un crimen y que tienen que ocultar su guerra. Incluso aquí. ¡Un accidente en unos ejercicios! ¿Qué ejercicios? ¡Ejercicios de guerra!
EL HOMBRE: Por lo menos no hable tan fuerte. (A su mujer.) ¿Te sientes mejor?
LA VECINA: También usted es de los que callan como un muerto ¡En esa carta tiene la prueba!
EL HOMBRE: ¿Quiere callarse de una vez?
LA MUJER: ¡Herbert!
LA VECINA: Sí, ¡qué me calle de una vez! ¡Porque ha encontrado trabajo! ¡Pero su cuñado también! Precisamente ha tenido un "accidente" con una cosa de esas que producen en la fábrica de motores.
EL HOMBRE: Eso es demasiado, señora Dietz. ¡Dice que trabajo en cosas de esas! ¿Y en qué trabajan los otros? ¿En qué trabaja su marido? ¿En lámparas, no? ¿Y eso no es para la guerra? ¡Es sólo para iluminación! Pero ¿para qué es la iluminación? ¿Qué es lo que ilumina? ¿Se iluminan los tanques? ¿O los buques de guerra? ¿O una cosa de esas? ¡Él sólo hace lámparas! Dios Santo, ¡no hay nada ya que no sea para la guerra! ¿Dónde voy a encontrar trabajo si me digo: ¡pero que no sea para la guerra!? ¿Tendré que morirme de hambre?
LA VECINA: (Apocada.) Yo no digo que tenga que morirse de hambre. Naturalmente que tiene que aceptar el trabajo. Hablo sólo de esos criminales. ¡Es una bonita contratación de mano de obra!
EL HOMBRE: (Seriamente.) Y tú tampoco debes andar por ahí de negro. No les gusta.
LA VECINA: Lo que no les gustan son las preguntas que hacen.
LA MUJER: (Tranquila.) ¿Crees que debo quitarme el luto?
EL HOMBRE: Sí. Si no, me quedaré sin trabajo en seguida.
LA MUJER: Pues no me lo quitaré.
EL HOMBRE: ¿Qué quieres decir?
LA MUJER: Que no me lo quitaré. Mi hermano ha muerto. Llevaré luto por él.
EL HOMBRE: Si no tuvieras ese vestido, porque lo compró Rosa cuando murió mi madre, no podrías vestirte de luto.
LA MUJER: (Chillando.) ¡Nadie me impedirá que lleve luto! Si ellos lo han sacrificado, yo debo poder llorar al menos. ¡Nunca ha habido nada parecido! ¡Nunca se ha visto en el mundo algo tan inhumano! ¡Son unos verdaderos criminales!
LA VECINA: (Mientras el hombre, mudo de espanto, sigue sentado.) ¡Señora Fenn!
EL HOMBRE: (Roncamente.) Si hablas así, nos pasará algo peor que perder mi puesto.
LA MUJER: ¡Que se me lleven! También tienen campos de concentración para mujeres. ¡Que me metan en uno, porque a mí no me da igual que maten a mi hermano! ¿Qué se les ha perdido en España?
EL HOMBRE: ¡Deja de hablar de España!
LA VECINA: ¡Se va a buscar un disgusto, señora Fenn!
LA MUJER: ¿Vamos a tener que callar para que no te quiten el puesto? ¿Porque moriremos si no fabricamos sus bombarderos? ¿Y para morirnos luego de todos modos? ¿Como Franz? A él también le han buscado un puesto. A un metro bajo tierra. ¡También aquí hubiera podido tener ese puesto!
EL HOMBRE: (Quiere cerrarle la boca.) ¡Cállate! ¡Eso no sirve de nada!
LA MUJER: ¿Qué sirve entonces? ¡Haz algo que sirva!
Bertolt Brecht: "Terror y Miseria del Tercer Reich"
Traducción de Miguel Sáenz.
Fuente: Lengua Castellana y Literatura, 4º ESO, AKAL Editoriales.