Mensaje
por tigerwittmann » 27 06 2009 19:47
Saludos.
Encontré el fragmento del libro al que referí en el mensaje anterior. Ahora escribiré textualmente:
Otra matanza de características poco corrientes tuvo lugar a mediados de noviembre de 1941 en la ciudad de Konin, en la zona occidental de Polonia. En octubre de 1941, tres mil judíos de la localidad fueron fusilados en fosas de ejecución, en el bosque de Kazimierz, a las afueras de Konin. Una Aktion de mayor envergadura, de mediados de noviembre fue descrita en detalle por un veterinario polaco, Mieczyslaw Sekiewicz, en un testimonio que prestó ante el tribunal local de Konin, en 1945. Lo infrecuente es el método utilizado en aquellos asesinatos:
A mediados de noviembre de 1941, a las 4 de la madrugada, hombres de la Gestapo entraron en mi celda de la prisión y me dijeron que me dispusiera hacer un viaje. Me esposaron y me condujeron hasta un coche privado donde me encontré con otros dos compañeros de prisión, camaradas míos en la desgracia. Se hallaban sentados en la parte trasera del coche, con las manos y los tobillos esposados el uno al otro... Me senté junto a ellos y los hombres de la Gestapo me esposaron los tobillos. Entraron en el coche y partimos... Pasada la aldea de Kazimierz Biskupi a cinco millas a noroeste de Konin, entramos en el bosque, el giró a la izquierda penetrando por un camino, cruzando un claro había dos fosas. La primera, la más próxima al camino tenía ocho metros de largo y unos seis de ancho, por dos de fondo. Casi en paralelo a ésta, en el otro extremo del claro había una segunda fosa de la misma profundidad, seis metros de ancho y quince de longitud. Entre las dos quedaba un espacio abierto. Alrededor del claro había grupos de judíos de pie o sentados... No sé cuantos había, puesto que estaban entre los árboles.
En aquel gentío había mujeres, hombres, niños, madres con sus hijos en brazos. No sabría decir si todos eran judíos polacos. Me dijeron después que habían llegado desde Zagorow. Reconocí entre ellos a un sastre y a un tendero de Konin, pero no sé sus nombres. Todo el bosque, los caminos, los senderos, el claro hervía de alemanes. Además de nosotros tres habían traído otros treinta polacos. Al fondo de la fosa más larga vi una capa de cal viva. No sé como era de gruesa. Em la fosa más pequeña no había cal. Los hombres de la Gestapo nos advirtieron que el bosque estaba rodeado y vigilado y que si tratábamos de escapar, nos dispararían a la cabeza. A continuación ordenan a los judíos allí reunidos que se desnudaran, primero aquellos que se encontraban cerca de la fosa más larga. Ordenaron a los que ya estaban desnudos que saltaran dentro de la más grande de las fosas. Soy incapaz de describir los gemidos y los lloros. Algunas madres saltaban con sus hijos de la mano, algunas arrojaban a los hijos, otras se echaban dentro con sus hijos junto a ellas.
Algunas más, lanzaban primero a sus hijos y a continuación saltaban. Algunas se arrastraban a los pies de los hombres de la Gestapo y les besaban las botas, las culatas de los fusiles o hacían cosas parecidas. Se nos dijo que fuéramos donde estaban los judíos de pie y recogiéramos la ropa y los zapatos. Vi cómo hombres de la Gestapo venían donde estábamos amontonando relojes, anillos, joyas y otros objetos y se llenaban los bolsillos con ellos. Al verlo, algunos de nosotros, yo entre ellos, dejamos de hacer montones y nos dedicamos a tirar relojes y anillos al bosque. De repente, los hombres dela Gestapo ordenaron a los judíos que dejaran de desnudarse, pues la fosa estaba llena, Cuando mirabas hacia allí solo veías cabezas, de quienes se encontraban hacinados en la fosa. Y mientras tanto, nosotros teníamos que recoger y seleccionar ropas, calzado, paquetes, comida, edredones y cosas por el estilo. Esta operación duró hasta el mediodía y entonces llegó un camión que se detuvo en el camino junto al claro. Me di cuenta de que traía cuatro recipientes. Los alemanes pusieron en marcha un pequeño motor, probablemente era una bomba, lo conectaron con tubos a uno de los recipientes y dos de ellos llevaron los tubos desde el motor hasta la fosa. Arrancaron el motor y dos hombres de la Gestapo comenzaron a rociar con líquido a los judíos. Pensé que era agua,pues realmente lo parecía. A continuación, fueron conectando el tubo a los otros recipientes. En realidad , y a causa de la reacción con la cal, quienes estaban en la fosa se estaban cociendo vivos ( cuando la cal viva que es óxido de calcio , está apagada -hidratada con agua-, se convierte en hidróxido de calcio, un poderoso caustico.) Los gritos eran tan terribles que quienes estábamos sentados junto a los montones de ropa comenzamos a rasgar trozos para metérnoslos en los oídos. A los gritos de quienes se abrasaban en la fosa se les unieron los lloros y los lamentos de los judíos que esperaban su turno. Cuando se hizo de noche, nos llevan por un camino de bosque hasta la carretera, en el límite del bosque y allí nos ordenaron que nos detuviéramos. Nos dieron café y cuarto de kilo de pan a cada uno. En el límite del bosque había seis o siete camiones cubiertos con lonas. Nos metieron en los vehículos de taql forma que quedamos echados uno junto a otro boca abajo y sin poder movernos. Nos dijeron que nos durmiéramos en esa posición. Seguí oyendo gritos hasta que me quedé dormido. A la mañana siguiente, los hombres de la Gestapo nos ordenaron cubrir la fosa más larga con tierra. Parecía como si sobre la fosa hubieran esparcido una capa de arena, Parecía que la masa humana que había en su interior se hubiera hundido y cubierto el fondo. Los cuerpos estaban tan apretados unos a otros que parecía como si se encontraran de pié y sólo las cabezas colgaran en todas direcciones. No llenamos la fosa por entero, y las manos de algunos de los cadáveres seguían sobresaliendo todavía, porque comenzaron a llegar los camiones y nos dijeron que nos detuviéramos. Se nos ordenó que arrojáramos en ellos todo el material seleccionado: la ropa por separado, el calzado por separado, y así con todos los demás artículos.
En un momento en que las tecnologías destinadas a facilitar las matanzas están aún desarrollándose en Auschwitz y en otros lugares, este insondable horror parece haber sido un intento- y dado su ubicación, lo más probable es que estuviera tras el algún subordinado de Odilo Globocnick- por combinar en una sola operación el asesinato y el tratamiento de los cadáveres: la cal apagada disuelve la materia orgánica, incluido el tejido humano, y ahí está la explicación de que esa "masa Humana" que el veterinario vio la mañana posterior a la matanza parecía haberse "Hundido y cubierto el fondo".
Literalmente, las víctimas no se habían cocido vivas, aunque el proceso de apagado de la cal libera una enorme cantidad de calor; se habían quemado vivas químicamente hasta morirse y disolverse, en parte, al verse inundadas por el calcio equivalente al de la cal que se utiliza concentrada para blanquear casas.
Este es el horripilante relato.
Unidad: Division Großdeutschland