Shigeyoshi Hamazono

Descripción: Piloto kamikaze japonés en la segunda guerra mundial. Logró la distinción única de sobrevivir a tres misiones kamikaze.

Etiquetas del tema: Shigeyoshi Hamazono

Los protagonistas de la Segunda Guerra Mundial

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Tomy
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Shigeyoshi Hamazono

Mensaje por Tomy » 16 03 2012 23:49

Shigeyoshi Hamazono

Shigeyoshi HamazonoShigeyoshi Hamazono
Shigeyoshi Hamazono es el típico anciano ex-militar que te puedes encontrar en cualquier lugar. Su espalda erguida y sus zapatos negros pulidos y traje impecable nos recuerdan a un uniforme. Su piel está curtida por el sol del sur del Japón, y aparenta más un hombre de 70 años, a pesar de los 81 que ya tiene.

Incluso viendo sus viejas quemaduras en las cejas y los fragmentos de metralla en el brazo, nunca se imaginaría uno la extraordinaria historia del sr. Hamazono. Porque él fue un piloto kamikaze, destinado a morir a los 21 años.

El Sr. Hamazono decidió morir, orgulloso de ello, como un sacrificio en nombre de su madre patria, y viajó a la frontera entre la vida y la muerte. Estando en ella, sorprendiéndose a si mismo, optó por la vida.

Nos habla de la historia de hombres jóvenes como él, absorbidos como voluntarios para una guerra sin futuro, que no obstante se mostraban muy ambivalentes sobre el sacrificio de sí mismos y de sus compañeros, y corrían grandes riesgos para salvar a otros de la muerte.

Vi a muchos de estos nuevos jóvenes pilotos, recién entrenados, llegando a la base aérea en sus uniformes nuevos, al día siguiente, se habían ido.

Superficialmente pensaban que no tenían más remedio que ser pilotos kamikazes. Pero en el fondo de sus corazones, no era lo que querían.

El Sr. Hamazono nació en una familia de pescadores en el sur de Japón. Después del bombardeo de Pearl Harbor, en diciembre de 1941, se ofreció como voluntario, tan pronto como pudo.

Mi madre no sabía leer, pero ella me escribió una carta con las pocas palabras que sabía escribir: "Que no te venzan" y "No te mueras".

Mala suerte la del joven sr. Hamazono, a las órdenes de comandantes para los cuales estas dos máximas eran mutuamente excluyentes.

Tan pronto como el inicial éxito de Japón se fue diluyendo, Hamazono se escapó muchas veces “por los pelos” de ser derribado como piloto de combate de la Armada. En octubre de 1944, se encontraba en Filipinas cuando los primeros escuadrones especiales de ataque “Viento Divino” fueron organizados.

Los servicios en estos escuadrones de ataque iban a ser totalmente voluntarios, y así, a un centenar de pilotos del grupo de Hamazono les fue entregado un pedazo de papel, teniendo que marcar su nombre con un círculo si se ofrecían para el servicio o con una cruz si declinaban a ello.

Tres hombres marcaron la cruz, dice, Y se vieron obligados a ir de todos modos. Algunos de ellos volvieron diciendo que no podían encontrar al enemigo, o que su combustible se estaba agotando. Fueron enviados de nuevo. Siento odio hacia los oficiales que les hicieron ir así.

Un día, fui llamado ante el comandante, y me dijo, -Lo siento pero ¿iras tú mañana?- Supe inmediatamente lo que significaba.

Como piloto militar, no había manera de decir que no. Yo estaba agradecido por mi formación, y la responsabilidad que me habían dado, y de mi caza "Zero". Era mi deber. Esa noche todo lo que pensé fue en mi misión.

Junto a otros dos pilotos, el sr. Hamazono despegó a la mañana siguiente, rumbo a su objetivo, un crucero británico. En dos años volando en un caza "Zero", no había tenido un problema técnico, pero ese día, de repente, el petróleo empezó a gotear de su hélice, ennegreciendo su cabina y dificultando su visión. Lo transmitió por radio a su comandante, en la aeronave de delante, y le ordenó regresar a la base. Inmediatamente, le dio otra orden: No ir a Manila, desde donde había despegado, sino a Taiwan.

Nunca había llorado antes, era la primera vez, dijo el sr. Hamazono. Él sabía que si aterrizaba en Manila me enviarán de nuevo al día siguiente. Podría haber desobedecido su orden, pero el comandante reconoció que no había decidido si vivir o morir. El reconoció mi sentimiento, y me salvó la vida.

Shigeyoshi Hamazono nunca recobró la voluntad de morir. Se quedó en Taiwán, donde los ingenieros “amablemente” se demoraron en la reparación de su avión. Con una creciente escasez de aviones en condiciones de vuelo, fue enviado de vuelta a Japón.

En esos momentos, en cualquier caso, las posibilidades de sus desvencijadas y sobrecargadas aeronaves de penetrar las defensas antiaéreas estadounidenses para acercarse a un barco, eran casi nulas. Dos mil aviones kamikaze fueron enviados a la muerte durante la guerra, pero entre todos ellos sólo lograron hundir 34 buques.

En las misiones kamikaze, se cargaba a los aviones sólo con el suficiente combustible para llegar al objetivo. En su segunda misión, el ingeniero de Hamazono tuvo el detalle de llenarle el depósito al completo. Pero mucho antes de llegar a su objetivo, él y sus compañeros fueron literalmente “despedazados” por los Grumman estadounidenses:

Ellos salieron de las nubes desde arriba y los vi demasiado tarde.

El combate, que duró 35 minutos, dejó su avión gravemente dañado y a él con quemaduras y cortes graves en la cara.

Al final del combate, pude ver que venían hacia mí de nuevo desde lejos. Estaba seguro de que me iban a matar en cuestión de segundos. Pero antes de alcanzarme viraron. Todavía no puedo comprender por qué lo hicieron.

Al anochecer, Hamazono volaba de vuelta hasta territorio japonés, hasta que pudo ver las luces de Chiran, una base kamikaze en Kyushu. Se me quemó todo, sólo había cinco de mis dientes en la parte izquierda de mi boca.

Restando sólo unas semanas más de guerra, se quedó para formar a jóvenes pilotos que, a diferencia de su maestro, emocionalmente agotado, todavía estaban dispuestos a morir como héroes.

Nos decían que las últimas palabras de los pilotos eran ¡Viva el Emperador!, Pero estoy seguro de que era una mentira. Ellos gritaron lo que yo hubiera gritado. Llamaban a sus madres.

Paseando junto al entrevistador por el museo de su ciudad, donde es una celebridad, Hamazono se detiene ante su viejo uniforme y sus gafas de piloto.

Cuando veo a mi uniforme, me siento como si volviera a meterme en ese avión. Pero también creo que el tiempo de los pilotos ha pasado. Ahora sólo se trata de lanzar bombas contra la población civil desde una gran altura. Eso es terrible.


Para más información: Pilotos kamikazes japoneses


Fuentes:

El artículo está basado en una entrevista de los ángeles times (Wallace 2004)
http://www.timesonline.co.uk
http://www.guardian.co.uk

Imágenes:

http://wgordon.web.wesleyan.edu/



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Re: Shigeyoshi Hamazono

Mensaje por Tercionorte » 24 03 2012 14:51

Un escrito muy humano sobre un combatiente y es que éstos también tenían corazón y obedecían órdenes, pues el ejército no es una democracia.
Me ha encantado leerlo.
Saludos cordiales Tomy.
"Los viejos soldados nunca mueren, sencillamente se desvanecen."
General MacArthur.

Tomy
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Re: Shigeyoshi Hamazono

Mensaje por Tomy » 24 03 2012 19:52

Hola Tercionorte,
Sentí lo mismo en cuanto lo leí. Por eso decidí compartirlo en el foro.
Como bien dices, el ejército no es una democracia (no funcionaría si lo fuera) y mucho menos el japonés en aquellos días.
Por razones obvias, testimonios que nos muestren las experiencias y sentimientos de aquellos hijos del "viento divino" como el del señor Hamazono, no sobrevivieron a la guerra, así que creo que es un documento excepcional.
Un saludo.

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