El día de partida, y tras planear la ruta de vuelo cuidadosamente, el destino quiso que ese día, una enorme tormenta les impidiera llegar hasta Islandia para reabastecerse. Razón por la cual decidirían que lo único que podían hacer era volver. Pero prontamente descubrirían que las condiciones de vuelo los habían dejado sin combustible suficiente y su visibilidad era literalmente nula. Volando a ciegas en mitad de la tormenta, el escuadrón encuentra un claro entre las nubes. Apenas les queda combustible para veinte minutos más. Su única esperanza es aterrizar sobre el hielo al este de Groenlandia, no saben dónde se encuentran, únicamente que están a dos horas de vuelo del aeropuerto más cercano.
Sólo quedaba intentar una maniobra audaz y desesperada: aterrizar en una planicie de hielo. Tras una acalorada y rápida discusión de radio, uno de los pilotos de los P-38, Brad McManus, de sólo 24 años, en un acto temerario se arrojaría en picado e intentaría aterrizar mediante un descenso en parábola. Su inexperiencia hizo que no escuchara a los pilotos mas viejos, quienes le rogaron que no baje el tren de aterrizaje, ya que en el hielo, era mejor aterrizar de emergencia utilizando la panza del avión a causa de la mayor fricción ofrecida por esta. Después del aterrizaje forzoso, y tras la maniobra, quedando su P-38 clavado de punta en la nieve, Brad, milagrosamente, salió vivo de la cabina llena de humo.
Tras esto los demás pilotos se animan, ya que comprobaron que el suelo era de hielo y no nieve blanda, el segundo en intentar aterrizar utilizaría una elaborada maniobra, apagando el combustible a 50 metros de altura y planeando durante el resto del aterrizaje. Logró aterrizar de panza convirtiendo su avión en “un gran trineo metálico que se deslizó por más de 200 metros”.
Uno tras otro, los seis aviones prueban suerte sin saber si la espesura del hielo aguantará su peso. Aterrizan sin desplegar el tren de aterrizaje, caen sobre la panza y se deslizan en la nieve con alguna dificultad, nadie resulta herido grave, sólo leves hematomas. Los dos bombarderos "B-17" aguantan en el aire durante cuarenta minutos más, descargan todo el combustible hasta que el peso sea mínimo para disminuir el riesgo de quebrar el hielo. Una hora más tarde, tras una difícil maniobra, los dos bombarderos se encuentran junto a sus compañeros sobre el hielo de Groenlandia.
La misión de rescate de los aviones, empezó en 1981, les costó muchos años de trabajo, mucho dinero y varias expediciones fallidas (temporales) y que sólo utilizaban al principio detectores de metales. Para la localización de los aviones enterrados bajo el hielo, usaron un sofisticado radar, junto a un taladro diseñado por ellos mismos, junto a la ayuda de un geofísico de Islandia. En el año 1988, el radar había localizado ocho enormes formas bajo del hielo.
Mediante una pequeña sonda de vapor, comenzaron a hacer agujeros en el hielo, y los miembros de la expedición se miraban boquiabiertos unos con otros mientras más extensiones eran añadidas al tubo de la sonda, aproximadamente unos 75 metros, antes de llegar al primer avión. Epps y Taylor se dieron cuenta que sería imposible agujerear a través de esa asombrosa cantidad de hielo sólido que se había formado en menos de 50 años. El problema, es que ahora no sabían cómo lo iban a sacar.
Tras meses de negociaciones, asociarían a "Bobby" Bailey, quien con su empresa creada a tal efecto, "Greenland Expedition Society", quien se uniría a la expedición interesado en el valor comercial de las máquinas, y quien les suministraría un enorme taladro térmico llamado "Super Gopher" que, mediante agua caliente, les permitiría hacer un agujero lo suficientemente grande como para sacar los aviones por partes. Un proceso extremadamente lento, pero a la vez su única oportunidad.
En el año 1990, volvieron al lugar con el taladro, que según ellos sería más eficaz para realizar la tarea. El "Ardilla de tierra"(Super Gopher), de un metro y medio de altura, envuelto con espirales de cobre, a través de los cuales era bombeada agua caliente, derritió un pozo de más de un metro de ancho, hasta que tocó el ala de un bombardero B-17. Un expedicionario bajó por el agujero hasta llegar al avión, y usó una manguera de agua caliente para hacer una caverna alrededor del mismo. Una vez bien visible la aeronave, el expedicionario informó que el enorme bombardero B-17 estaba aplastado y despedazado, y no tendría ninguna posibilidad de volver a ser utilizado. Encontraron algunos más, pero eran ya chatarra.
Epps y Taylor, emprendieron el regreso a casa desanimados. Al cabo de un mes se dieron cuenta que el avión P-38 "Lightning", mejor construido, tendría la posibilidad de sobrevivir al peso del hielo. El 31 de mayo del 1992, volvieron a las andanzas, con otra nueva inyección económica de un "salvador" del proyecto, Roy Shoffner, quien puso 250.000 dólares, y con nuevas ganas. El P-38 que habían localizado, parecía estar en excelentes condiciones bajo el hielo.
Por cierto, los aviones fueron encontrados bajo el hielo en la posición exacta en que aterrizaron, salvo que se habían desplazado (por la corriente glaciar) más de tres kilómetros desde su ubicación original.
La tarea de restauración se tornó muy complicada, ya que las partes del avión estaban muy dañadas por el aplastamiento del hielo, más de lo que se podía ver a simple vista. Una vez finalizada la restauración total del aparato, se puede decir que casi un 80% de sus piezas son las originales de fábrica.
El 22 de junio de 2007 volvió a sobrevolar el Océano Atlántico a fin de completar el vuelo que había iniciado 65 años atrás.
Hoy en día, el P-38, "Glaciar Girl", este avión, que pasará a la Historia, fue comprado por el Museo de la Aviación de Texas, por 5 millones y medio de dólares.
FUENTES
http://www.fogonazos.es/2006/05/el-escu ... do_24.html
http://www.anfrix.com/2008/03/la-odisea ... n-perdido/
http://www.taringa.net/comunidades/2-gu ... rdido.html
https://www.google.es/