Mi primer encuentro con Kilroy. Cuádruple .50-Caliber M2 Heavy Barrel Air Cooled Machine Gun
Existen muchas teorías del origen de esta frase que se hizo popular durante la Segunda Guerra Mundial dentro de los Aliados. Kilroy ha sido identificado como un mito o como un ser humano de carne y hueso. Pero que es Kilroy was here? Es solo un grafiti? Un súper soldado que estuvo presente en todas las batallas y operaciones en la WWII?
¿Qué es Kilroy was here?
Existen muchas leyendas, unas dicen que fue un inspector de Boston, otras dicen que fue un Almirante, una mas dice que es la copia de un grafiti de la WWI creado por los australianos y algún otro dice que fue creado por los británicos. Bueno en muchas de mis visitas a museos y monumentos he visto y he oído hablar de Kilroy Was Here, pero nunca he oído la misma versión, aunque algunas puedan sonar similares, siempre se cambia la ciudad o el cargo de este personaje.
En mi visita a los museos de Battleship Cove y el Ropkey Armor Museum, el primero localizado en Massachusetts y el segundo en Indiana pude encontrar las versiones que más se pueden ajustar a la realidad y que para poder contárselas a ustedes me he valido de algunas fuentes en Internet.
En una porcion del Muro de Berlin conservado en el Museo Newseum en Washington DC. Autor de la foto Dudemanfellabra
Todo empezó con James J. Kilroy (Sep 26 de 1902 – Nov 24 de 1962) oriundo de la ciudad de Boston, Massachusetts. El era un simple inspector en el astillero Fore River en Boston, que había sido contratado el 5 de diciembre de 1941, con el simple trabajo de contar los remaches en las estructuras de las Liberty Ships y dejar una marca de tiza y de esa manera poder contabilizar sus jornadas de trabajo. Algunos de los remachadores borraban esa marca de tiza y así su trabajo podía ser contabilizado dos veces y recibir la paga doble por el mismo trabajo.
El inspector Kilroy decidió que eso debía cambiar de alguna manera y empezó a poner su marca Kilroy Was Here adicionando una pared a un hombre observando el trabajo sobre esta. Se reporta que dejo su marca en el USS Massachusetts, cosa que no pude confirmar debido a que ese día esa sección supuestamente estaba cerrada por trabajos de restauración, ¿o será que no existe esa marca? También se dice que su marca estaba en el USS Lexington (II) y el crucero pesado USS Baltimore y en muchos de los transportes de tropa y carga Liberty Ships.
Fue en estas naves que miles de esos hombres, vieron que Kilroy había estado ahí primero. Estos hombres empezaron a regar el grafiti en todos los puntos donde ellos llegaban o combatían.
Es tanto el mito que se ha creado alrededor de este graffiti, que se cuenta que la inteligencia germana le comentó a Hitler que el tal Kilroy podría ser el nombre clave de un espía de alto nivel de los americanos. También se comenta que Stalin vio el grafiti en un baño durante la conferencia de Potsdam en 1945, y de inmediato preguntó a los Aliados acerca de quién era ese famoso Kilroy.
En el Monumento de la Segunda Guerra Mundial en Washington D.C.
Otra curiosidad que me ha gustado. Desconocía el dato.
Saludos y gracias por el interesante aporte.
"Aunque el engaño sea detestable en otras actividades, su empleo en la guerra es laudable y glorioso, y el que vence a un enemigo por medio del engaño merece tantas alabanzas como el que lo logra por la fuerza."
Nicolás Maquiavelo.
Un breve cuento de Isaac Asimov que explica de una vez por todas este misterio:
El mensaje.
Bebieron cerveza y se entregaron a sus recuerdos, como hombres que se encuentran tras larga separación. Rememoraron los días expuestos al fuego del enemigo. Evocaron a sargentos y muchachas, ambos con exageración. En retrospectiva, las cosas mortales se convirtieron en humorísticas, y se airearon trivialidades arrumbadas durante diez años.
Incluyendo, claro está, el perenne misterio.
¿Cómo te lo explicas? ?preguntó el primero?. ¿Quién comenzó?
El segundo se encogió de hombros.
Nadie comenzó. De repente, todo el mundo se encontró haciéndolo, como una enfermedad. Tú también, supongo.
El primero rió entre dientes.
El tercero intervino suavemente:
Nunca vi nada divertido en eso. Acaso porque tropecé con el primero durante mi bautismo de fuego. En África del norte.
¿De verdad? dijo el segundo.
La primera noche en las playas de Orán. Trataba de ponerme a cubierto, buscando alguna choza indígena cuando lo vi al resplandor de un fogonazo...
George se sentía delirantemente feliz. Dos años de expedientes y por fin el regreso al pasado. Ahora podría completar su informe sobre la vida social del soldado de infantería de la segunda guerra mundial con algunos detalles auténticos.
Saliendo de la insípida sociedad sin guerras del siglo XXX, se halló inmerso, por un glorioso momento, en el drama tenso y superlativo del bélico siglo XX.
¡África del norte! El teatro de la primera gran invasión por mar de la guerra. Los físicos temporales habían escudriñado el área para determinar el punto y el momento perfectos. Señalaron la sombra de un edificio vacío de madera. Ningún humano se aproximaría durante un número conocido de minutos. Ninguna explosión lo afectaría seriamente en aquel tiempo. George no afectaría a la historia por estar presente. Sería el ideal del físico temporal, el «mero observador».
Resultó aún más terrorífico de lo que había imaginado. El perpetuo restallar de la artillería, el desgarrón invisible de los aviones sobre su cabeza. Y luego, las líneas periódicas de las balas trazadoras estallando en el firmamento, y el ocasional fulgor, ígneo y fantasmal, descendiendo en serpentinas curvas.
¡Y él estaba allí! Él, George, tomaba parte en la guerra, parte en una forma de vida intensa, desaparecida para siempre del mundo del siglo XXX, que se había tomado manso y apacible.
Imaginó que veía las sombras de una columna de soldados avanzando, que oía los monosílabos que se murmuraban unos a otros en voz cautelosamente baja. ¡Cómo anhelaba ser en verdad uno de ellos, y no un intruso momentáneo, un «mero observador»!
Cesó en su tarea de tomar notas y contempló su estilográfica, hipnotizado por un instante por su micro-linterna. Le asaltó una súbita idea y miró el madero contra el cual apoyaba el hombro. Aquel momento no debía pasar inadvertido para la historia. El hacerlo no la afectaría en nada. Emplearía el antiguo dialecto inglés. Así no habría sospecha alguna.
Lo hizo a toda prisa, y luego espió a un soldado que corría desesperadamente hacia el edificio, escabulléndose de una terrible ráfaga de balas. George se dio cuenta de que su tiempo había pasado y, al tomar conciencia de ello, se encontró de nuevo en el siglo XXX.
No importaba. Durante aquellos pocos minutos, había tomado parte en la segunda guerra mundial. Una pequeña parte, pero parte al fin y al cabo. Y otros lo sabrían. Tal vez no supieran que lo sabían, pero quizá alguien se repitiera a sí mismo el mensaje.
Alguien, acaso aquel hombre que corría a refugiarse, lo leería y sabría que, entre los héroes del siglo XX, estuvo también el «mero observador», el hombre del siglo XXX, George Kilroy. ¡Él estuvo allí!
Camarada Zukovsky, Isaac Asimov usó el personaje para este relato de ficción, donde un tal George Kilroy sería el autor de la inscripción al viajar en el tiempo desde el siglo XXX a la época de la IIGM.
El relato es de 1955 y el Kilroy es anterior a esta fecha. Es solo una explicación ideada por el genial Asimov.