«Fortaleza Volante» B-17: la colosal máquina de destrucción que aplastó los sueños de Hitler

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«Fortaleza Volante» B-17: la colosal máquina de destrucción que aplastó los sueños de Hitler

Mensaje por Bertram » 06 07 2017 08:59

Este 2017 se cumplen 80 años de la entrada en servicio de una de las naves más robustas de las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos (USAAF). Los diferentes modelos del B-17 «Flying Fortress» arrojaron miles de toneladas de bombas sobre la vieja Europa y el Pacífico contra objetivos concretos y a plena luz del día.
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Fue más que un avión. El B-17 se convirtió en un símbolo de los EE.UU. Una representación de su resistencia ante el enemigo. Robert Morgan, capitán de uno de estos mastodontes aéreos, los definió así: «Fue el bombardero de la Segunda Guerra Mundial. Ni los británicos, ni los rusos ni los japoneses tuvieron algo parecido». No le faltaba razón. De una gigantesca envergadura, el mencionado aparato arrojó unas 640.000 toneladas de explosivos sobre objetivos europeos, el 40% de todos los bombardeos realizados por los Estados Unidos en la región (una cifra que varía atendiendo a las fuentes).

A su vez, el estar equipado en sus últimos modelos con hasta 13 ametralladoras de calibre .50 le permitió convertirse en un auténtico búnker aéreo capaz de repeler los ataques de los cazas de la Luftwaffe. O más bien una «Fortaleza Volante», apodo por el que se hicieron conocidos durante el enfrentamiento los casi 13.000 aparatos ensamblados.

Los B-17 (cuya entrada en servicio se produjo en 1937, hace 80 años) fueron ideados para llevar a cabo unas misiones nunca vistas hasta entonces: lanzar bombardeos de precisión sobre objetivos militares industriales específicos durante el día. De esta forma asfixiaron a la industria nazi e impidieron que Albert Speer (ministro de armamento de Hitler) suministrara suficientes cazas a la Luftwaffe como para mantener la supremacía aérea en Europa. Sus vuelos, además, destrozaron la moral del enemigo y redujeron la presión que la Kriegsmarine (la armada germana) ejercía sobre los aliados en el Atlántico. Aunque es cierto que los tripulantes corrían un grave riesgo (tanto que se ofreció a aquellos que completaran 25 misiones regresar a sus casas) los 314.000 dólares que se invirtieron en ensamblar cada B-17G (la versión más moderna y popular al sumar 8.860 aviones construidos) dominaron los cielos y se convirtieron en un auténtico quebradero de cabeza para los nazis.

Los inicios

Explicar el origen del B-17, el colosal aparato que dejó caer toneladas de explosivos sobre Europa y Asia, requiere retroceder en el tiempo hasta 1926. Fue ese año cuando el Estado Mayor del Ejército entendió que sus antiguas fuerzas aéreas necesitaban una modernización en lo que a bombarderos se refiere. Así lo afirma, al menos, William N Hess (historiador de la «American Fighter Aces Association» y miembro de la tripulación de una de estos aparatos en la Segunda Guerra Mundial) en su libro «B-17 La Fortaleza Volante»: «En 1930, el Cuerpo Aéreo del Ejército invitó a los fabricantes aeronáuticos de los EE.UU. a que le enviaran ofertas para la construcción de un moderno bombardero pesado».

Hasta media docena de empresas respondieron a este llamamiento. O más bien, a esta tentativa previa del ejército para conocer si el mercado podía responder a sus expectativas. Sabedores de que era posible dar el salto tecnológico que las fuerzas aéreas necesitaban, los mandamases del Estado Mayor dieron luz verde al proyecto y seleccionaron únicamente a dos compañías para enfrentarse por el privilegio de ensamblar el bombardero definitivo de los EE.UU. Estas fueron la Boeing y la Martin. En una reunión posterior (secreta, eso sí, pues no les gustaba la idea de gritar a los cuatro vientos sus planes) les explicaron a las competidoras las directrices a las que debían someterse durante el diseño.

«Los ingenieros de Boeing se pusieron inmediatamente a trabajar en el nuevo diseño», explica Hess. La empresa, por entonces una compañía bastante pequeña, ideó un aparato de cuatro motores y más de 45 metros de envergadura que llamó XBLR-1. La idea cautivó a los militares, que pusieron sobre la mesa un contrato a la compañía para impulsar la creación de este ingenio aéreo (todavía un embrión que solo estaba sobre planos) bajo el nuevo nombre castrense de XB-15. Aquel sería el germen del futuro B-17, la mítica «Fortaleza Volante».

Un nuevo coloso

Con todo, el diseño del XB-15 se ralentizó cuando la Boeing recibió una nueva propuesta del ejército en la que se le proponía un «concurso» con otro tipo de especificaciones. Movida por las ventajas que ofrecía construir cuantos más aviones mejor para las fuerzas aéreas, la compañía aceptó el reto y empezó a trabar en un modelo diferente: el 299. Un híbrido entre el XB-15 y el ya popular avión de pasajeros Boeing 247 (cuyo primer vuelo se había hecho en 1933). Este, como ya podrá suponerse, sí fue el futuro B-17. En este caso, los militares buscaban un bombardero de largo radio de acción (con la capacidad de recorrer miles de kilómetros de forma autónoma) y que pudiese ser construido rápidamente, algo que no sucedía con el XB-15. El objetivo: defender Alaska y Hawai.

«Inmediatamente comenzaron los trabajos sobre el Modelo 299 de la Boeing. Un avión tetramotor totalmente metálico. Con un diseño estilizado, una envergadura de 31,40 metros y una longitud de 20,72 metros, sus cuatro motores Pratt and Whitney de 200 caballos se impulsarían por el aire a la velocidad de 376 kilómetros por hora. El alcance sería de 4.800 metros. Ya estaba en construcción el prototipo del B-17», añade el experto en su obra. La nave se diseñó y se ensambló bajo absoluto secreto y sus piezas fueron transportadas ocultas bajo gigantescas lonas. Lógico. Al fin y al cabo había mucho dinero en juego, y un espía de una compañía ajena podía dar al traste con semanas de investigación.

El proyecto se mantuvo encubierto hasta el 28 de julio de 1935, cuando el aparato resultante hizo su primer vuelo. Posteriormente, el 20 de agosto de ese mismo año, el todavía B-299 levantó el vuelo para dirigirse hacia Wright Field, donde competiría en una especie de «carrera de obstáculos» contra las naves ideadas por las compañías Martin y Douglas. En este trayecto batió todos los récords. «No había allí nadie para recibirle porque los oficiales del Air Corps no se imaginaban que pudiera llegar hasta por lo menos dos horas después», añade Hess. Aunque las pruebas no salieron precisamente a pedir de boca (un fallo humano provocó que se estrellase el 30 de octubre), el ejército solicitó un total de 13 aviones a la Boeing. Un número, con todo, bastante inferior a los 70 que se habían barajado en un principio.

Para entonces un periodista ya lo había apodado la «Fortaleza Volante», y el sobrenombre fue bien acogido. Algún tiempo después la prensa se empezó a hacer eco de sus bondades y las difundió mediante mensajes como el de Graham McNamee en el boletín Universal Newsreel: «El bombardero más veloz, de mayor tamaño y autonomía que se haya construido efectúa sus primeros vuelos de prueba hoy en Seattle. Cinco hombres tripulan el avión, y una torreta de disparo de nuevo diseño permite que el artillero dispare en todas direcciones. Como arma de destrucción, es casi increíble que con una tonelada de bombas pueda cubrir 4.800 kilómetros sin repostar. Se realizarán más pruebas antes de que se acaben los otros 12 aviones encargados». El mismo reportero también hizo referencia en dicha noticia al accidente, aunque rebajando la tensión que -en principio- provocó.

Tras la entrega del último de los B-299 (bautizado por el ejército como YIB-17 -y luego B-17-), el ejército aumentó a 39 aparatos más. Aunque le exigió a la empresa que incluyera varias mejoras como el aumento de la altura a la que podía volar y la velocidad operativa. Así nació el B-17B. A su vez, ese fue el comienzo de la que sería, a posteriori, una práctica habitual: la mejora de las capacidades de este avión a lo largo de los años y la sucesiva llegada (por tanto) de nuevos modelos. Acababa de nacer una leyenda. Y de destruirse otra. Y es que, el desarrollo paralelo del XB-15 quedó relegado y como algo marginal.

Características del Modelo 299, el primer B-17
-Podía portar hasta 8 bombas de 270 kilos. Un total de 2174 kilos.

-Podía transportar 8 tripulantes (además de las bombas).

-Disponía de 4 torretas para ametralladoras (una a cada costado, otra en la parte superior y la última, en la inferior). Podían ser del calibre 7,62 mm (.30) o 12,7 mm. (.50). Una quinta podía ser instalada en el morro.

-Tenía una velocidad máxima de entre 320 y 400 km/h a 3.000 metros de altura.

-Tenía una velocidad de crucero de 272-320 km/h a 3.000 metros de altura.

-Su techo operacional era de 7.600 metros.

-Podía permanecer en el aire de 6 a 10 horas.

-Sus motores eran cuatro Pratt and Whitney R-1600-E Hornet radiales, de hasta 750 h.p. en el despegue cada uno.

-Su peso vacío/cargado era, respectivamente, de 10.872 y 19.026 kilogramos.

-Su envergadura era de 31,5 m.

-Su longitud era de 20,82 m.

-Su altura era de 5,58 m.

Con la RAF y en el Pacífico
Mientras la Boeing sudaba para mejorar las prestaciones de los B-17, al otro lado del Atlántico Adolf Hitler inició su campaña de conquista. En principio algunos líderes internacionales como Chamberlain (Primer Ministro del Reino Unido y conocido por sus políticas pacifistas) pensaron que cediéndole territorios como los Sudetes conseguirían detener sus ansias de conquista. Pero nada más lejos de la realidad. Con todo, el nazi no engañó a los Estados Unidos ni a su presidente, Franklin D. Roosevelt, quien firmó un nuevo contrato para aumentar, todavía más si cabe, las «Fortalezas Volantes» solicitadas a la Boeing. El proyecto estuvo a punto de anularse por motivos económicos, pero finalmente siguió en pie. Para entonces la compañía ya había diseñado dos modelos más: el B-17C y, posteriormente, el D. Cada uno, con más mejoras que el anterior.

A pesar de ello, el comienzo de la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939 sí cogió por sorpresa a Estados Unidos. La rapidez con la que Alemania inició su campaña contra Europa gracias a la «Guerra relámpago» (la «Blitzkrieg», el avance masivo y a toda velocidad de las unidades mecanizadas germanas) impidió que el país pudiera enviar sus «Fortalezas Volantes» al viejo continente en ayuda de sus aliados. Así fue hasta el año siguiente. «En 1940 [...] fueron entregados al Air Corps cuarenta B-17 más. Conforme a la Ley de Préstamos y Arriendos de marzo de 1941 se llegó a un acuerdo por el que se enviaron a la Royal Air Force veinte B-17C», añade el experto. Además de ser un refuerzo interesantes para la RAF, llevarlas hasta tierras «british» permitiría a los americanos descubrir la verdadera efectividad de estos aparatos y saber, de una vez por todas, si podían enfrentarse solas y sin escolta a los cazas de la Luftwaffe.

Los B-17 fueron entregados a la RAF en 1941 bajo la premisa de ser idóneos para bombardear objetivos específicos durante el día. Una idea revolucionaria, pues lo habitual era aprovechar el abrigo de la oscuridad para evitar ser cazados por los aparatos enemigos y arrojar en masa cientos de bombas sin importar dónde diantres caían. Por desgracia, las primeras operaciones fueron totalmente desastrosas para las «Fortalezas Volantes» que volaron bajo bandera inglesa. Los bombardeos iniciales fallaron, las ametralladoras se congelaron al ascender a una altura de más de 9.000 metros (donde se llegaba a temperaturas de -40 grados) y los aviones nazis pudieron atacar a placer a los gigantes del cielo. Aunque no cayó ningunos, fue todo un varapalo.


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Re: «Fortaleza Volante» B-17: la colosal máquina de destrucción que aplastó los sueños de Hitler

Mensaje por abhang » 06 07 2017 10:07

Pues feliz cumpleaños de ese famosísimo bombardero;

gracias por la noticia.
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