Bengalas y uniformes de la época, en la conmemoración del 73º aniversario del Levantamiento contra los alemanes
El Gobierno ruso ha advertido al polaco de que si procede a desmontar los monumentos responderá con sanciones a personas concretas de su élite política. Serían “medidas asimétricas”, según han asegurado funcionarios del Ministerio de Exteriores. Dichas medidas podrían ir en dos direcciones: o bien retirar los visados a altos funcionarios y políticos polacos que desarrollen esta Ley, o bien reducir las relaciones comerciales entre ambos países.
El pasado 22 de junio el Sejm, la Cámara Baja del Parlamento polaco, aprobó una enmienda sobre la Ley que prohíbe la propaganda del comunismo o de cualquier otro régimen totalitario en los nombres de edificios o monumentos, lo que implica el derribo de estatuas, placas u otros objetos conmemorativos del ejército soviético. El Presidente de Polonia, Andrzej Duda, ratificó esta decisión el 17 de julio.
El Ejército soviético derrotó a las fuerzas de la Alemania nazi en suelo polaco en 1944 y 1945. Tras la operación "Barbarroja", con la que Hitler invadió la URSS, al Ejército Rojo le tocó resistir el avance alemán en una guerra que le costó millones de vidas. Esa defensa y la posterior contraofensiva y avance hasta llegar a Berlín se entiende en Moscú como una lucha de liberación.
Según Konstantín Kosachov, un político próximo al Kremlin y Presidente de la Comisión de Exteriores del Consejo de la Federación (el Senado ruso), esta decisión no es consecuencia de un nuevo fascismo en Polonia sino simplemente de la “rusofobia” de la clase política polaca.
Kosachov asegura que la decisión de Polonia incumple dos acuerdos firmados en el pasado por los dos países. Se trata del acuerdo de Amistad y buena Vecindad de 1992 y del acuerdo para proteger las tumbas y los lugares de recuerdo a las víctimas y la represión de 1994. Él cree que las relaciones sobre esta materia estaban claras hasta el año 2014, cuando estalló la crisis ucraniana y Rusia se anexionó la península de Crimea. “Entonces Polonia cambió de posición. Entiendan –dijo el legislador a un grupo de periodistas polacos– que estos monumentos no les pertenecen únicamente a ustedes. Son parte de nuestra historia común, cuando cientos de miles de soldados rusos murieron para salvar a Polonia y a los polacos. Su Ejército, con todos los respetos, no era suficientemente fuerte como para hacer frente al nazismo alemán. La ayuda soviética desempeñó un papel fundamental en la victoria final y la salvación de los habitantes de Polonia”, afirmó, insistiendo en la narrativa oficial rusa de hoy, que ensalza a las tropas soviéticas como salvadoras del continente europeo.
En Varsovia, sin embargo, muchos las consideran otro Ejército de ocupación. El motivo se encuentra en el pacto Ribbentrop-Mólotov de 1939, en el que los cancilleres de Adolf Hitler y Iósif Stalin firmaron un acuerdo de No Agresión entre las dos dictaduras cuyo efecto directo sobre Polonia fue que ambos Ejércitos extranjeros ocuparon el país en septiembre de ese año. Luego las relaciones volvieron a tensarse y, en 1941, la Alemania de Hitler desatendió lo acordado y lanzó su Ejército contra la Unión Soviética de Stalin.
Rusia cree que en suelo de la actual Polonia murieron más de 600.000 soldados soviéticos y sus restos aún permanecen allí. “Cientos de miles de prisioneros de guerra soviéticos, que fallecieron en campos de concentración nazis, también descansan en tierra polaca”, ha dicho el Ministerio de Exteriores, que calificó la nueva Ley aprobada en Varsovia de “provocación indignante”.
Polonia ha asegurado que los restos mortales de los soldados soviéticos no van a sufrir ningún daño. “Vamos a cuidar de los cementerios, pero no vamos a ocuparnos de los monumentos levantados y construidos por la Polonia comunista tras la Segunda Guerra Mundial para inmortalizar al Ejército Rojo”, aseveró el Ministro de Exteriores polaco, Witold Waszczykowski.
Según sus palabras, la legislación internacional no les responsabiliza de los monumentos. También señaló que estos se encuentran muy repartidos, en grandes ciudades o municipios pequeños, y que dependerá de las autoridades locales lo que quieran hacer con ellos. “Si quieren tirarlos, es su responsabilidad. Y estos monumentos no están protegidos ni por las leyes internacionales ni por los acuerdos bilaterales entre Rusia y Polonia”, añadió.
Según la prensa rusa, sólo en Polonia hay 500 monumentos dedicados a los soldados soviéticos, aunque el Instituto para la Memoria Nacional de Polonia rebaja la cifra a 230.
Como referencia, hay que recordar que en el 2007 la ex República soviética de Estonia, hoy integrada en la Unión Europea y en la OTAN, decidió retirar del centro de la capital, Tallin, una estatua del Ejército Rojo conocida como ""El soldado de bronce", lo que provocó violentas protestas de ciudadanos rusohablantes de Estonia, además de un ciberataque masivo a las páginas web del Gobierno.
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