Macintyre rescata al espía Garbo

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Macintyre rescata al espía Garbo

Mensaje por Volkssturmmann » 12 03 2013 17:22

El español Juan Pujol ''Garbo'', un ''héroe no glorificado'' que creó un falso mundo virtual que los alemanes creyeron a ''pies juntillas''
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Ben Macintyre
Cinco agentes dobles llevaron a cabo una obra maestra de engaño, crucial para la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, entre ellos el español Juan Pujol "Garbo", un "héroe no glorificado" que creó un falso mundo virtual que los alemanes creyeron a "pies juntillas", cuenta el autor Ben Macintyre.

Macintyre, columnista del periódico The Times, desvela los detalles de esta operación desarrollada por la conocida como "Doble Cruz" en su libro "La historia secreta del Día D. La verdad sobre los superespías que engañaron a Hitler", publicado en castellano por Editorial Crítica.

"Estamos acostumbrados a una historia sobre la Segunda Guerra Mundial que habla sobre bombas, tácticas y militares y muchas veces se nos olvidan las personas que lucharon en esa guerra secreta, individual y muy solitaria" del espionaje, que tuvo un "efecto tremendo" sobre el destino del continente, dice el autor en una entrevista.

Tras la desclasificación de los archivos secretos de la inteligencia británica, Macintyre ha dedicado muchas horas a estudiar estos documentos que "fueron escritos con la idea de que no iban a ser leídos, y por eso el tipo de verdad que cuentan es mucho más honesta".

"Hay una barbaridad de historias por contar a partir de esos documentos, lo suficiente como para mantenerme escribiendo durante toda la vida", confiesa el periodista.

Macintyre, autor de varios libros sobre espionaje, se centra en esta obra en los agentes de la "Doble Cruz" y la operación que llevaron a cabo para que los alemanes desviaran su atención de Normandía, donde se produciría el desembarco aliado, y encadenaran sus fuerzas en el paso de Calais.

Los documentos del Servicio Secreto británico "tienen una magnitud gigantesca y solo sobre 'Garbo' hay un millón de páginas", explica el escritor, que recuerda que, además del español, este núcleo estaba integrado por una mujer de mundo, bisexual y de nacionalidad peruana; un pequeño piloto de caza polaco; una francesa voluble y un seductor serbio.

"Juan Pujol fue un personaje excéntrico con una imaginación fantástica y salvaje. Es el único espía dentro del grupo que decidió desde el principio ser agente doble. Quiso ser reclutado por los alemanes y espiar para Gran Bretaña. Se lo denegaron, pero igualmente decidió hacerlo y por eso se hizo 'freelance' y se empezó a inventar historias", recuerda.

Desde una biblioteca pública de Lisboa "creó una sarta de mentiras" para los alemanes y simuló vivir en Gran Bretaña, un país en el que nunca había estado, a partir de la información que sacaba de los libros.

Después de que los servicios secretos británicos reconocieran su labor, Pujol "pasó toda la guerra en una pequeña casa en el norte de Londres creando toda esta información falsa".

Así, se inventó una red de 27 subagentes que trabajan para Alemania "totalmente ficticios, todos con sus vidas, familias... La muestra más fehaciente del éxito rotundo del trabajo de espionaje de 'Garbo' es que seis días después del día D los alemanes confiaban tanto en él que le condecoraron con la Cruz de Hierro".

El español fue en su época una especie de "hacker" sin internet, y un "novelista brillante nunca publicado, con una fantasía sin límites", considera el periodista.

"Lo que 'Garbo' hizo fue crear un mundo virtual que no existía, y eso es lo que se puede hacer hoy en día en la red. ¿No será exactamente eso lo que está pasando en la actualidad en el espionaje en internet?", se pregunta Macintyre.

A pesar del papel determinante de estos agentes dobles, el autor destaca que el día D "fue una victoria de unos soldados muy valientes que lucharon en las playas de Normandía y nada de lo que yo escriba debe desviar la atención de esa verdad principal".

Pero sin la gran mentira que montaron estos agentes hubiera sido mucho más difícil que los aliados ganaran la guerra.

Por eso, se encuentra inmerso en una campaña para convencer al alcalde de Londres con el fin de que se coloque una placa en el pequeño inmueble en el que vivió "Garbo", en la que diga: "Esta casa de los suburbios ganó la Segunda Guerra Mundial".
Fuente de la noticia
Imagen: http://www.7dias.com.do


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Re: Macintyre rescata al espía Garbo

Mensaje por Gualtier Malde » 12 03 2013 21:57

Siempre he tenido la sensación que a partir de los documentales que daban a conocer al gran público la existencia de Pujol su repercusión sobre la SGM se ha sobrevalorado. Independientemente del verdadero peso específico de este doble agente y de su trabajo, no hay nada más fácil que predicar a un converso. Convencer a Hitler de lo que a estaba convencido no era ningún logro. Conseguir lo contrario si que era casi imposible.
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Re: Macintyre rescata al espía Garbo

Mensaje por Currahee » 13 03 2013 00:22

Habría que ver que sería de la imagen de este hombre si hubiese sido americano. La de películas que habría sobre su vida.
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Re: Macintyre rescata al espía Garbo

Mensaje por abhang » 16 03 2013 11:56

Y como guinda por ser agente doble, condecorado por ambos bandos;
desde luego, el apodo le venía como anillo al dedo por su papel, y curiosamente, ninguno de ellos siguió en el espionaje después de la guerra.

Saludos.
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Nunca tan pocos (y tan raros) engañaron tanto a Hitler.

Mensaje por Basilon » 29 03 2013 06:13

Ben Macintyre rastrea la increíble historia de los superespías que desorientaron a los nazis el Día D.
No eran soldados, sino un abigarrado grupo de personas extravagantes y exasperantes, en su mayoría de moralidad escasa y de lealtad dudosa, y costaban mucho dinero. Pero se jugaron la piel y contribuyeron decisivamente a ganar la guerra. La alambicada historia de los agentes dobles empleados por el servicio secreto británico para engañar a los alemanes en la II Guerra Mundial y distraer su atención de las playas de Normandía ha sido contada muchas veces, pero nunca hasta ahora de manera tan completa y apasionante (y con tanto sentido del humor) como lo hace en su nuevo libro el notable especialista en el espionaje en esa contienda Ben Macintyre.

Considerado por su popularidad como el Antony Beevor de la II Guerra Mundial librada en las sombras, el autor de otros títulos de referencia sobre el tema como El agente Zigzag y El hombre que nunca existió publica ahora en España, también en Crítica, La historia secreta del Día D, subtitulado La verdad sobre los superespías que engañaron a Hitler. El libro está dedicado especialmente a los cinco espías que formaron el núcleo de la Doble Cruz, un alambicado sistema de agentes dobles creado para confundir a los alemanes y que fueron los que consiguieron que los nazis creyeran a pies juntillas que la verdadera invasión de Europa se realizaría en Calais y no en Normandía.

Esa singular “arma secreta” de agentes que trabajaban para unos (los británicos) haciendo creer a los otros (los nazis) que lo hacían para ellos eran, describe Macintyre, Elvira Chaudoir (peruana bisexual, jugadora e inestable), Roman Czerniawski (ex piloto de caza polaco, fervorosamente patriota e inconsciente), Lily Sergeyev (francesa voluble), Dusko Popov (serbio seductor) y Juan Pujol (catalán excriador de pollos). ¿Fueron realmente tan decisivos? “No hay duda de que marcaron la diferencia. Es difícil calcular cuántas vidas aliadas salvaron, pero fueron muchas”, explica en Madrid Macintyre, un hombre tan inteligente y simpático como sus libros. “Eisenhower, Montgomery, los propios mandos alemanes, todos admitieron la relevancia de esos agentes en el éxito de la invasión del Día D”.
Le pregunto cuál es su personaje favorito de los cinco agentes dobles. Sonríe encantado. “Diré dos: Chaudoir, alias Bronx, es la más intrigante y fascinante, playgirl, bisexual, se mete en el espionaje por accidente y luego casi traiciona los planes por la muerte de su perrito. El otro, por supuesto, es Pujol, alias Garbo, por su bravado y por su uso de la inteligencia y de la palabra como armas, es un loco genial que decide por sí solo aplastar a los alemanes con el engaño”. Las técnicas de espionaje de la II Guerra Mundial, con sus palomas (Macintyre dedica un capítulo inolvidable a su uso), radiotransmisiones, túneles y tintas invisibles, “nos pueden parecer ahora algo amateurs y hasta inocentes”, continúa el autor. “Pero los británicos, Churchill el primero, se tomaban el asunto muy en serio. Estaban muy interesados en la contrainteligencia y el uso de gente con mentalidades retorcidas como sacacorchos que pudieran mirar al otro lado de la esquina”.

Los servicios secretos ingleses, señala Macintyre, se dieron cuenta de que la inteligencia alemana era muy vulnerable al contraespionaje. “Los alemanes eran muy literales, pensaban en línea recta y era fácil engañarles, tendían a aceptar datos de sus agentes sin cuestionarlos”. Había, continúa, otras razones por las que era fácil que los alemanes creyeran las mentiras. “Había una enorme corrupción en el seno de muchas de las secciones de la Abwehr, el servicio secreto militar alemán. Por otro lado, parte de la Abwehr trabajaba también contra Hitler”. Macintyre considera que los británicos contaban con otras ventajas para el contraespionaje: el sentido del humor y la capacidad de asimilar a gente extravagante en sus filas. “Definitivamente, algo muy peculiar de la inteligencia británica es su virtuosismo para reclutar y aprovechar a gente sin aparente valor y hasta muy rara. Eso tiene que ver con el gusto británico por la teatralidad y lo melodramático. Además, nos encanta la mentira. Es muy británico vivir vidas dobles”.

El escritor recuerda que muchos de los personajes del servicio secreto británico eran novelistas frustrados y grandes espías fueron novelistas: Graham Greene, Somerset Maugham, Ian Fleming… “En Madrid en 1941 los agentes británicos eran dos novelistas con obra publicada, tres no publicados y un poeta”.

El investigador está de acuerdo en que las grandes batallas —Stalingrado, El Alamein, Kursk, Midway— han dejado en segundo plano la historia del espionaje en la II Guerra Mundial. “Pero hay una nueva corriente de estudios que está sacando a la luz mucha nueva información de esa guerra secreta librada lejos de los tanques y los cañones. Sin menospreciar a los hombres del frente, la batalla del espionaje es apasionante y está llena de difíciles decisiones morales, es muy humana en ese sentido”.

Macintyre se muestra muy comprensivo con la inmoralidad de esa guerra. “A mí me enseñaron que Gran Bretaña ganó la guerra porque éramos nobles y buenos. Actualmente sé que ganamos en buena medida porque éramos malos y mentíamos”.

¿Llevamos todos un espía dentro? “Todos somos dobles agentes, unos más que otros. Todos tenemos una sombra, y amamos la idea de estar en medio de la gente escondiendo un secreto. Por eso nos gustan las historias de espías”.

El libro subraya la belleza del engaño. “Adoro el ensamblaje de una mentira complicada como la que se tejió para desviar la atención de Hitler de Normandía, hay una estética indudable en una buena mentira”.

En las historias de los cinco superespías, como en general en ese mundo, el espionaje va de la mano con las relaciones amorosas. “Son experiencias muy similares. Un doble agente en el fondo es como un amante infiel, traiciona a su controlador con otro secreto, es igual que un amor adúltero. La traición, la lealtad, la honestidad, la conveniencia, son temas que se pueden aplicar a los dos mundos, el amor y el espionaje”.
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/ ... 82991.html

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