En esta búsqueda se están empleando las tecnologías más avanzadas gracias a la colaboración de instituciones como el Instituto Scripps de Oceanografía. "En la última expedición", cuenta Eric Terrill, responsable científico de la misión, "hemos utilizado dos robots submarinos, además de dos aviones no tripulados que rastrean en busca de restos entre los manglares". Los robots han explorado ya cerca de 20 km. cuadrados del lecho del arrecife, mientras que las aeronaves que cayeron fuera, en aguas profundas, se dan de momento por pérdidas.
En cuanto se localiza posibles restos humanos, el asunto pasa a manos del Departamento de Defensa de EE. UU., quien sigue el protocolo para repatriarlos. En 2004, el equipo localizó los restos de un bombardero B-24 a una profundidad de 21 metros y los restos de ocho tripulantes tan bien conservados que el ADN pudo ser analizado para su identificación. "Estas personas murieron defendiéndonos", asegura Scannon, "y merecen ser honrados y, si es posible, devueltos a casa".
Aunque se están empleando todo tipo de medios, uno de los hallazgos más importantes fue hecho por pescadores locales. En el 2012 sus redes se toparon con los restos del caza F4U-1 "Corsair" que se ve en la imagen superior, prácticamente intacto en el arrecife. En este caso, el capitán McCullah se estrelló en el lugar y pudo escapar con vida antes de que el avión se hundiera, al día siguiente regresó a la batalla con otro avión. la localización exacta del lugar es confidencial.