El enigma de Enigma: cuando las matemáticas ganaron la guerra

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El enigma de Enigma: cuando las matemáticas ganaron la guerra

Mensaje por abhang » 02 12 2013 01:56

Una biografía de Alan Turing arroja nuevos datos sobre la historia del desciframiento de la máquina
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Alan Turing
Un monumento en Londres rinde homenaje a los héroes de la Batalla de Inglaterra. En él figuran aviadores, soldados, el pueblo bombardeado, las mujeres en las fábricas... Al pie se recoge la frase de Churchill, «nunca en la historia del conflicto humano, tantos debieron tanto a tan pocos». Pero hay una grave carencia, la de los científicos y el personal de Bletchley Park, una mansión reconvertida en instalación militar que albergó la supersecreta GC&CS (Escuela de Códigos y Cifrados del Gobierno), encargada de descifrar las comunicaciones de la red alemana «Enigma».

Un reciente libro («Alan Turing. «El pionero de la era de la información», de B. Jack Copeland, Turner) ofrece un relato preciso de una contribución decisiva a la victoria aliada. Existe consenso en que, sin ella, el curso de la guerra habría cambiado: Inglaterra podía haber sucumbido, el desembarco de Normandía haberse retrasado o fracasado, y el conflicto alargado dos o tres años, con consecuencias imprevisibles.

Inventada en 1918

«Enigma» había sido inventada en 1918 por Arthur Scherbius, y mejorada en 1930. Era una especie de máquina de escribir a la que se añadían tres rotores (cuatro desde 1942) de un total de cinco (posteriormente ocho). La clave dependía de qué rotores se escogían, el orden en que se colocaban, y en qué posición. Los operadores (en los despachos de Berlín, los puestos de mando, en el interior de los tanques, en los submarinos, en los bombarderos, donde fuera, porque «Enigma» era portátil) llevaban con ellos las instrucciones de cómo debían colocarse los rotores, y estas posiciones cambiaban cada pocos días.

"Enigma" llegó a convertirse en indescifrable

Los polacos habían hecho avances penetrando una primera «Enigma», la misma que fue facilitada por Alemania a Franco en la Guerra Civil y que permitió a Berlín espiar sus comunicaciones. Pero inmediatamente antes de la invasión de Polonia, los alemanes añadieron otro elemento de seguridad, un clavijero de configuración también variable. «Enigma» se volvió indescifrable, aunque eso era matizable: mientras la red de la Luftwaffe fue penetrada justo a tiempo de revelar el inminente inicio del «Blitz», la de los submarinos, con medidas de seguridad adicionales, se resistía.

Pionero de la computación

Uno de los principales cerebros de Bletchley Park era Alan Turing. Cuando se hizo evidente que descifrar «Enigma» sería, ante todo, una labor matemática, los responsables de inteligencia no dudaron en contratar a un joven que ya descollaba como un pionero de la computación. Sin embargo, los militares desconfiaban de los matemáticos por su difícil relación con la disciplina. Uno de los méritos de Churchill fue comprender desde el primer momento que la capacidad para combinar su labor con las acciones militares sobre el terreno sería la única forma de actuar.

Con paciencia, ecuaciones e intuiciones para aprovechar ocasionales fallos de seguridad, el equipo capitaneado por Turing encontró pautas en los mensajes que permitieron entender detalles del funcionamiento, pero el grueso permanecía impenetrable. Para conseguir un avance significativo, pronto resultó evidente que la Marina debería capturar «pellizcos»; es decir, elementos físicos de «Enigma».

El valor de un marino

Era una labor ímproba, porque los alemanes tenían órdenes de deshacerse de todo al ser abordados. Pasaron largos meses sin resultados, hasta que, el 26 de abril de 1940, un marino inglés logró rescatar del agua una bolsa arrojada desde un buque alemán tirándose al mar. La información allí encontrada, aunque fragmentaria, permitió confirmar las ideas de Turing sobre cómo funcionaba la máquina, pero aún faltaba para penetrarla por completo.

El golpe más espectacular fue la captura del submarino U-110

Otros «pellizcos» se consiguieron asaltando buques meteorológicos, que al viajar muy hacia el norte llevaban las claves para períodos más largos. Pero el golpe más espectacular fue la primera captura de un submarino, el U-110, tras sus ataques contra un convoy el 9 de mayo, y que tenía su «Enigma» aún conectada cuando fue registrado. La única explicación es que su capitán, Julius Lemp, un héroe de guerra caído en desgracia ante Hitler, y que desapareció en el agua en algún momento del rescate, pensó erróneamente que el submarino se hundiría.
Máquinas de cálculo

Para entonces, ya estaban en funcionamiento las «bombas» de Turing, enormes máquinas de cálculo analógicas, que rastreaban la riada de mensajes interceptados en busca de configuraciones de los rotores que dieran textos legibles. Para entonces, 9.000 personas trabajaban en Bletchley Park. Dos mil de ellos estaban asignados a la tarea de supervisar los resultados.

Pronto todo el ejército alemán fue transparente para unos ingleses que leían los comunicados al poco de ser emitidos. Con consecuencias demoledoras: los submarinos fueron fácilmente cazados y esquivados; Rommel fue derrotado al conocerse sus problemas de combustible; y los soviéticos vencieron en Kursk al darles los británicos información sobre los blindados alemanes. Durante el contraataque que les llevaría hasta Berlín, los rusos se hicieron no sólo con las redes de «Enigma» que se fueron encontrando, sino también con las de «Tunny», una máquina aún más perfeccionada, que entró en pleno funcionamiento en 1942, y que elevaba los rotores a 12, además de tener un método de encriptamiento automático distinto a «Enigma».

Comunicación reventada

Lo más fascinante de «Tunny» es que los criptoanalistas de Bletchley Park consiguieron penetrarla sin ver la máquina. A partir únicamente de la señal recibida, el coronel John Tiltman, con una prodigiosa capacidad intuitiva, logró reventar una comunicación de 4.000 caracteres. Posteriormente, un matemático, Bill Tute, dedujo el funcionamiento completo de la máquina. Unido a los métodos de Turing, eso permitió que Tommy Flowers construyera en enero de 1944 «Coloso», el primer gran ordenador, que terminó de vencer definitivamente a «Tunny». Tiltman, Tute y Flowers son otros nombres que deberían acompañar a Turing en el monumento londinense.

Gracias al dominio de «Tunny», Churchill tuvo acceso a información sobre los planes de Stalin cuando los rusos se hicieron con ella. En la Guerra Fría continuó la batalla por la encriptación, por lo que los trabajos de Bletchley Park permanecieron clasificados. Hoy sabemos que marcaron un hecho sin precedentes: por primera vez, la victoria se inclinó hacia el bando que, junto a hombres y equipo, fue capaz de sumar a sus fuerzas las mejores mentes matemáticas (en el caso de Turing y el equipo de Bletchley Park) y los mayores físicos (en el del proyecto Manhattan).

Un auténtico genio del siglo XX

Alan Turing (1912-1954) fue un genio del siglo XX. En 1936 desarrolló su «máquina universal», antecedente del ordenador. Tras la guerra, participó en la creación de las grandes computadoras británicas. Teorizó sobre la inteligencia artificial, y estableció un test para detectarla. Condenado a un tratamiento hormonal por su homosexualidad, fue encontrado muerto el 7 de junio de 1954. Se dictaminó suicidio por arsénico. Sin embargo, Copeland lo considera un caso abierto, y no descarta el asesinato por razones de inteligencia. En 2009, Gordon Brown leyó una disculpa pública del Gobierno: «Su tratamiento fue injusto, y me agrada tener la oportunidad de decir cuánto siento, cuánto sentimos todos nosotros, lo que le ocurrió».

james Bond, a la caza de "Enigma"

La operación Ruthless («Despiadada») fue una de las más curiosas historias relacionadas con el desciframiento de «Enigma». Ante la dificultad para obtener resultados, la inteligencia naval decidió poner en marcha una operación especial con el fin de hacerse con un equipo completo de la máquina, y encomendó a sus oficiales su diseño. La prioridad fue máxima, porque los continuos bombardeos, sumados al bloqueo de los submarinos alemanes, estaba llevando al límite la resistencia británica, y el tiempo se agotaba.

La más atrevida propuesta vino de la mano del joven capitán de corbeta Ian Fleming, quien años más tarde se convertiría en el célebre creador de James Bond, el agente especial 007 al servicio de Su Majestad, y que en septiembre de 1940 describió una operación que permitía entrever la poderosa imaginación que luego aplicaría a las aventuras de su personaje.

El plan consistiría en aprovechar un bombardeo nocturno sobre Londres para, al alba, hacer despegar un bombardero alemán capturado y pilotado por personal de la RAF. Los británicos irían vestidos con uniformes alemanes, cubiertos con vendas y sangre («para que quede bien», según acotó Fleming), y el avión volaría con un motor apagado y una columna de falso humo para hacerse pasar de forma convincente como un avión alcanzado.

El piloto («fuerte, soltero, que sepa nadar») debía hacer caer al mar el avión sobre el Canal de la Mancha, a la vista de algún barco alemán. Al ser rescatados, los británicos matarían a todos los alemanes y los tiraría por la borda, se haría con el barco y llevarían el buque «y su botín» a un puerto inglés. En suma, una operación que contravenía todas las normas de combate, pero que era muy del agrado de Turing.

Fleming llegó a trasladarse con su equipo a Dover a mediados de octubre para localizar el barco más adecuado para la operación, pero los vuelos de reconocimiento de la RAF no dieron resultado, y finalmente la operación fue suspendida. Frank Birch, responsable de la sección dedicada a la marina alemana, dejó anotado cómo «hace dos días, Turing y Twinn (su asistente) vinieron a mí como dos enterradores a los que les hubieran privado de un bonito cadáver, totalmente alterados por que se hubiera cancelado la operación Ruthless».
Foto y fuente.


El sudor ahorra sangre, la sangre ahorra vidas, y el cerebro, las dos cosas. (Erwin Rommel)
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Re: El enigma de Enigma: cuando las matemáticas ganaron la guerra

Mensaje por abhang » 24 12 2013 19:24

AMPLIACIÓN DE LA NOTICIA
Gran Bretaña saldó una deuda histórica el martes al «perdonar» a Alan Turing, descubridor del secreto de Enigma, la máquina codificadora de los nazis, que se suicidó hace 60 años tras ser condenado por homosexual.

La reina Isabel II concedió el perdón real a Turing por «una sentencia que ahora se consideraría injusta y discriminatoria», anunció el ministro de Justicia, Chris Grayling.

«El perdón de la reina es un tributo a la altura de un hombre excepcional», agregó Grayling en un comunicado.

En 1952, Turing fue detenido y juzgado por homosexualidad, que fue considerada un delito en Gran Bretaña hasta 1967. Para evitar ir a la cárcel, aceptó recibir inyecciones de estrógeno para anular su libido, lo que se conoce como castración química. En 1954, a los 41 años, murió tras ingerir cianuro, aunque la versión de su muerte ha sido cuestionada.

Precursor de la informática

Turing se sumó al equipo de criptoanalistas de la escuela gubernamental de códigos y cifrado (GC&CS) de Bletchley Park que acabaría descrifrando el funcionamiento de Enigma, la máquina de cifrado que los submarinos alemanes del mar del Norte usaban para sus comunicaciones.

Un descubrimiento que acortaría la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) pero del que los británicos se enterarían tarde porque los detalles fueron mantenidos en secreto hasta 1974, veinte años después de la muerte de Turling.

El primer ministro británico, David Cameron, dijo que aquel hito salvó «innumerables vidas».

«Alan Turing fue un hombre remarcable que jugó un papel clave en la victoria de este país en la Segunda Guerra Mndial rompiendo el código Enigma alemán», afirmó.

«También dejó un legado nacional reseñable con sus importantes logros científicos, siendo a menudo señalado como el padre de la computación moderna», agregó.

«Su vida se vio ensombrecida luego por su condena por homosexualidad, una sentencia que ahora se consideraría injusta y discriminatoria», concluyó.

Peticiones de perdón

En los últimos tiempos se intensificaron las demandas para rehabilitar al matemático. En 2009, el entonces primer ministro, Gordon Brown, presentó sus excusas reconociendo que fue tratado «horriblemente».

En 2012, cuando se cumplían 100 años de su nacimiento, el físico Stephen Hawking y otros diez signatarios, en su mayoría figuras del mundo científico británico, enviaron una carta al diario «The Daily Telegraph» reclamando el perdón.

La carta le describía como uno de «los matemáticos más brillantes de la era moderna» y calificaba el descifrado de Enigma como un «logro extraordinario». «Y sin embargo, los sucesivos gobiernos parecen incapaces de perdonar su condena por el antaño delito de ser homosexual», lamentaron.

«Pedimos al primer ministro que ejerza su potestad y perdone formalmente al emblemático héroe británico», exigieron.

Fuente.
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