Gracias por los generosos elogios, aunque totalmente inmerecidos.
albertoa escribió:Y yo pregunto: ¿qué tendrá de peligroso el arte para estos dictadores?
Es una pregunta eterna.
Veamos.
Por un lado, el Arte ha sido y sigue siendo el medio principal por el que los poderes políticos se traspasan a la posteridad. No conocemos apenas a Numa Pompilio, segundo rey de la Roma antigua, pero todos sabemos quiénes fueron Julio Cesar y Augusto, dos personajes que supieron consolidar su fama más allá de los siglos a través de potentes programas de patrocinio artístico. Lo mismo sirve para el resto de la Historia, habría mil ejemplos. Un faraón menor como Tut-anj-Amón (Tutankamón) es más conocido que la mayoría de los faraones, mucho más importantes que él. Las catedrales o los castillos medievales han hecho permanecer nombres de gobernantes. De igual manera recordamos más a Luis XIV que a Luis XIII o Luis XV en gran parte gracias a Versalles o conocemos mejor a Felipe IV que a Felipe III porque el primero de ellos es el rey que pintó Velázquez. Como digo, los ejemplos son inifinitos.
El problema es que el recurso natural del gobernante (y por tanto también de los dictadores) es
usar el arte para sus fines. Y los creadores más brillantes suelen ser muy reacios a dejarse "usar". Más bien, generalmente van un poco por libre, lo cual pone nerviosos a los poderes, que preferirían tener a esos artistas volcando su talento en su propio beneficio.
Por supuesto, esto es una generalización que da lugar a muchas excepciones: Miguel Ángel, Tiziano, Velázquez, Rubens, Haydn y Wagner, por citar a unos pocos, pusieron su arte sin mayor problema al servicio de patronos poderosos, engrandeciendo sus nombres para la posteridad. Pero también porque esos artistas, anteriores al siglo XIX (menos Wagner) vivieron en épocas en que un artista necesitaba una buena financiación para poder subsistir.
A partir del siglo XIX los artistas van a ser cada vez más libres, porque ya no hay un puñado de clientes ricos, sino que la sociedad burguesa les permite ir viviendo de multitud de clientes que, si bien no son tan ricos como un emperador o un rey, sí pueden, con su demanda, permitir que los artistas de éxito puedan sobrevivir.
Así nacerá el artista libre, el que crea lo que quiere y no lo que le gusta a su patrón.
Todos los artistas que puse en el listado anterior destacan por su libertad. Cuando hacían arte político, hacían el arte político con la inclinación que
ellos querían, como artistas libres, y no la orientación que le ordenaba un gobernante. Por eso eran muy peligrosos.
Además, a todo esto hay que sumar que estos artistas estaban en la vanguardia del arte en su momento, lo que resultaba muy frustrante para gente como Hitler, que tenía un muy mediocre criterio artístico. Tanto Hitler como Stalin preferían que fuese su criterio personal el que rigiese las artes en sus países.
Para terminar, hay que tener en cuenta que esos artistas odiados por Hitler o Stalin tenían, en muchos casos, opiniones políticas contrarias al nazismo o al comunismo y no dudaban en plasmarla en su arte. En el caso de Hitler es, hasta cierto punto, razonable que no le gustasen artistas muy próximos a los movimientos obreros, pero no deja de resultar chocante que Stalin vetase a artistas que eran mucho más de izquierdas que él (que, en el fondo, era un carca de los buenos). Cosas de la política dictatorial.
Bertram escribió:Además en la línea de cualquier dictadura, conseguir un encelafograma plano en la población y el arte "complicado" invitaba precisamente a todo lo contrario.
Este sería el tercer factor.
Entender un arte "nuevo", abrirse a nuevas fórmulas creativas, implica pensar. Implica libertad, sensibilidad y formación. Todo ello son conceptos que las dictaduras no suelen apreciar mucho precisamente. Si a eso sumamos que este arte de vanguardia estaba relacionado con las élites intelectuales, que no eran precisamente del agrado de los dictadores, tendremos un cóctel perfecto para que gente como Hitler o Stalin aborreciesen este arte y a sus creadores.
albertoa escribió:Lo lamento por genios como Wagner que fueron usados por tan nefasto régimen.
Esto es especialmente gracioso.
Los dos grandes ídolos musicales del nazismo eran Beethoven y Wagner.
Tanto Beethoven como Wagner sufrieron, como compositores de vanguardia de su tiempo, el mismo tipo de críticas hacia su música que los nazis hacían hacia la música de los genios del siglo XX. Es decir, que los gobernantes "chapados a la antigua" que escuchaban la música de Beethoven pensaban que era incomprensible y absurda, caprichosa e inapropiada. Incluso se llegó a prohibir en ocasiones que la música de Beethoven o Wagner fuese escuchada por mujeres porque la consideraban inmoral.
La historia se repite, especialmente cuando aflora la intolerancia ante la propia incomprensión.
Currahee escribió:Pues aunque por supuesto desprecio la política nazi en general y la de esta catalogación de "arte degenerado" en particular, muy a mi pesar he de decir que seré un ignorante, pero algunos de estos estilos y artistas "degenerados" no me gustan nada de nada, como por ejemplo Kandinsky o Picasso, y no digo otros porque si no se me comen.
Tranquilo. Aunque lo parezca a veces, no como carne humana.
Bromas aparte. Creo que en arte hay que diferenciar dos conceptos: gusto y calidad.
El gusto, en mi opinión, no es debatible, pero no lo es precisamente porque es algo muy personal. Se puede
educar el gusto, acostumbrándose a ciertas cosas y entendiendo lo que uno tiene delante, pero fundamentalmente es algo personal y subjetivo. Puedes discutir con una persona sobre tus gustos y los suyos, pero debe ser muy respetable: o gusta o no gusta.
La calidad, en cambio, es objetiva. En una obra de arte, la calidad técnica de su ejecución, o la importancia creativa que supone, se debe valorar por encima de si gusta o no gusta. Y, lógicamente, para poder valorar esa calidad hay que tener un conocimiento, de la misma manera que un ebanista sabe qué mesa es buena y qué mesa es mala porque entiende el procedimiento de fabricarlas.
Pero esto no significa que todo el arte "bueno" (para entendernos) tenga que gustar, porque sí, sin más. No creo que sea así. A mi, por ejemplo, Kandinsky no me encandila, pero su arte es fundamental para el siglo XX. En cambio, Paul Klee, un artista que para muchos sería muy similar, me alucina. Eso es cuestión de gusto: a mi me gusta más Klee que Kandinsky, pero si tuviera que decir cuál me parece más importante o relevante, aunque en este caso está apretado, quizás diría que Kandinsky.
El caso de Picasso es singular. A mi me encanta. Pero es que además es, probablemente, uno de los tres o cuatro artistas más importantes de la historia y, me atrevo a decir, el más importante de todo el siglo XX. Pero eso no significa que tenga que gustarle a todo el mundo. Más todavía si hablamos de Dadá: lo importante de ese movimiento ni siquiera son sus obras en sí mismas, sino su pensamiento y lo que supuso en su momento.
Otro ejemplo. A mi los impresionistas, personalmente, no me interesan. Incluso diría que su importancia en la Historia del Arte me parece un poco sobrevalorada (sin desmerecer lo que supuso el Impresionismo). Sin embargo, me parece una pintura muy agradable para ver y contemplar, me
gusta mucho y, seguramente, me encantaría tener un Monet en mi casa, aunque
intelectualmente hablando no me aporte nada especial.
Dicho esto, creo que el problema es que no se enseña ni se explica el arte adecuadamente a la gente. Se coge al personal, se le pone delante de un Picasso en un museo y se le dice poco menos que "mira, esto te tiene que gustar, sí o sí, o de lo contrario eres un ignorante". Sin explicar por qué Picasso fue tan grande y por qué es tan importante, sin enseñar al ciudadano a entender y ser sensible al arte, se espera que aplauda lo que a los "expertos" les parece que debe aplaudir. Y, por otra parte, no se permite al individuo que plasme su gusto artístico, es algo que en nuestra sociedad, desgraciadamente, sigue siendo poco menos que un tabú.
En todo caso (y concluyo) el problema de los nazis o de Stalin no es que su gusto artístico o estético fuese desfasado o mediocre, sino que perseguían y vetaban el arte que no les gustaba. Y eso ya es grave. Una forma repugnante de censura extrema. Preferían masas vociferantes en lugar de ciudadanos con criterio.
Saludos