"En febrero morían unas 3.500 personas cada día. La gente escribía en sus diarios: 'Dios mío, ojalá sobreviva hasta que salgan las yerbas", dijo Granin recordando la terrible hambruna que sufría la gente en la ciudad bloqueada sin posibilidad de llenar su reservas ni de cultivar las plantas para su sustento.
"Un hijo de una mujer murió. Tenía tres añitos. Ella lo colocó entre las ventanas y cada día cortaba un trozo para alimentar a la hija viva. Hablé con las dos. La niña no tenía ni idea. La madre la salvó, logró sobrevivir y no se volvió loca", contó Granin. Según el escritor, lo que ayudó a la gente a sobrevivir fue la capacidad de intentar a ayudar a los demás pese a su propio sufrimiento. "Lograron salvarse los que salvaban a los otros", subrayó.
El 27 de enero se conmemoró el 70º aniversario del fin del asedio.
Los diputados del Bundestag escucharon con la respiración contenida el discurso de Granin, que habló de pie pese a sus 95 años. Entre el auditorio se encontraba el presidente Joachim Gauck y la canciller Angela Merkel, que vino a escuchar a Granin con muletas, ya que la mandataria se lesionó en un accidente de esquí.