La amante de Josef Goebbels revela secretos del nazismo
Publicado: 08 09 2009 07:39
Hitler ordenó el fin de la relación. El romance fue uno de los más dramáticos que hubo en el Tercer Reich. El Führer temía que perjudicara la imagen nazi. Le prohibió el divorcio a su ministro de Propaganda.
LONDRES.- Su relación amorosa fue una de las más dramáticas y peligrosas que hubo en el Tercer Reich. Una encantadora actriz checa, que se convirtió en la amante de Josef Goebbels y que huyó de Alemania después de que la esposa de éste la delató ante el propio Hitler, reveló por primera vez aspectos de su turbulenta relación con el ministro de Propaganda nazi.
En su autobiografía, titulada "La dulce amargura de mi vida", que será publicada de manera póstuma en Alemania el mes próximo, Lida Baarova narra la vida en las altas esferas nazis.
En el libro, la actriz checa, que murió sola y en la pobreza en noviembre último a los 86 años, revela que la esposa de Goebbels, Magda, propuso un triángulo amoroso para salvar su matrimonio, pero que Hitler ordenó poner fin a la relación extramatrimonial, que llevaba dos años, puesto que podría perjudicar la imagen nazi de custodios de los valores familiares tradicionales.
Fue Hitler quien primero quedó atrapado por la belleza de Baarova, que en ese entonces tenía 20 años, durante una visita que hizo en 1934 a un estudio cinematográfico de Berlín. Tres días después, la actriz fue invitada a tomar el té a la cancillería. Hitler decía que le recordaba a una persona "tan hermosa como trágica" en su vida.
Horrorizada, Baarova más tarde se dio cuenta de que esa persona había sido la ex amante y media sobrina de Hitler, Angela Raubal, que fue encontrada muerta en su departamento de Munich en 1931, a los 23 años, después de pegarse un tiro en el corazón.
Hubo varios encuentros más entre ellos, a pesar de las protestas de Gustav Frohlich, un actor celoso con quien Baarova vivía. Pero el Führer prefirió no insistir.
Lida Baarova y Josef Goebbels se conocieron en 1936, durante los Juegos Olímpicos de Berlín, en el opulento suburbio de Schwanenwerder, donde Goebbels había alquilado una casa quinta cerca de la vivienda de Frohlich.
Baarova se sintió atraída por él inmediatamente. "Su voz parecía calar hondo dentro de mí", señaló la actriz.
Llegaron a verse también varias veces en el yate de Goebbels, quien además la invitó a escuchar uno de sus discursos en un congreso nazi. Presa del pánico, Baarova decidió abandonar la ciudad. Pero en la estación, mientras la actriz esperaba el momento de subir al tren, un mensajero se presentó ante ella con un ramo de rosas y la fotografía del ministro. "Josef fue un experto en cacerías. No se le escapaba nada, ni nadie", recordó la actriz.
Durante meses, Goebbels la persiguió implacablemente. Hasta que un atardecer invernal la besó por primera vez y le dijo:"Jamás en mi vida estuve tan enardecido de amor por una mujer".
Se encontraban cada vez que Goebbels podía escabullirse de su hogar y de su esposa.
Sus dudas
Baarova recordó que Goebbels experimentaba dramáticos cambios de ánimo. A veces la divertía con sus impresiones sobre Hitler, y en oportunidades expresaba sus dudas sobre la ideología nazi.
El rumor sobre su relación amorosa corrió después que Goebbels dio su aval a una de las películas de Baarova. Cierto día, Frohlich llegaba a su casa y descubrió a la pareja en camino hacia la casa quinta alquilada por Goebbels. Reprendió vehementemente al ministro nazi y poco después abandonó a Baarova.
La impertinencia de Frohlich no quedó impune. Goebbels se vengó después anulando las causas que lo exceptuaban del servicio militar y lo envió al frente de batalla.
Sin embargo, en el otoño de 1938, Goebbels había llamado por teléfono a Baarova para decirle que le había confesado todo a su esposa y que deseaba que las dos mujeres se reunieran. Magda Goebbels estaba tan perturbada en el momento en que fueron presentadas que sugirió compartir a su esposo.
"Soy la madre de sus hijos. A mí sólo me interesa la casa en la que vivimos -le dijo a Baarova-. Lo que suceda fuera de ella no me importa. Per debe prometerme una cosa: que nunca tendrá un hijo de él."
Goebbels apareció con joyas de regalo para las dos mujeres como para consolidar el triángulo amoroso. Pero Magda le contó todo a Hitler y Goebbels fue citado ante el Führer. "Mi esposa es el diablo en persona", le dijo telefónicamente Goebbels a Baarova.
A la mañana siguiente, muy temprano, la volvió a llamar por teléfono, entre sollozos. Le comentó que Hitler había rechazado su pedido de divorcio y que le prohibía seguir viéndola. Y antes de cortar, le dijo: "Te amo, Liduschka. No puedo vivir sin ti".
Los engranajes de la propaganda se pusieron en marcha. Los diarios publicaron fotografías de la familia Goebbels, y el propio ministro de Propaganda se rehabilitó ante Hitler al organizar la Kristallnacht (la noche de los cristales), la orgía de violencia registrada en 1938, cuando fueron destruidas las propiedades judías en toda Alemania.
Baarova fue perseguida por la Gestapo y se le prohibió aparecer en películas o en obras de teatro, e incluso asistir a reuniones sociales.
Baarova vio a Goebbels una vez más. Fue en 1942, en el Festival de Cine de Venecia. El ignoró su presencia. Goebbels y su esposa permanecieron junto a Hitler en su búnker, y se quitaron no sólo su vida sino las de sus seis hijos el 1º de mayo, mientras las tropas rusas entraban en Berlín.
Después de dos matrimonios truncos, la carrera de Baarova se apagó mientras los checos se negaron a perdonarla. Siguió desmintiendo la relación con Goebbels hasta que, en los años 90, Richard Kettermann, un editor alemán, la estimuló para que escribiera al respecto.
Por Peter Conradi
De The Sunday Times
En su autobiografía, titulada "La dulce amargura de mi vida", que será publicada de manera póstuma en Alemania el mes próximo, Lida Baarova narra la vida en las altas esferas nazis.
En el libro, la actriz checa, que murió sola y en la pobreza en noviembre último a los 86 años, revela que la esposa de Goebbels, Magda, propuso un triángulo amoroso para salvar su matrimonio, pero que Hitler ordenó poner fin a la relación extramatrimonial, que llevaba dos años, puesto que podría perjudicar la imagen nazi de custodios de los valores familiares tradicionales.
Fue Hitler quien primero quedó atrapado por la belleza de Baarova, que en ese entonces tenía 20 años, durante una visita que hizo en 1934 a un estudio cinematográfico de Berlín. Tres días después, la actriz fue invitada a tomar el té a la cancillería. Hitler decía que le recordaba a una persona "tan hermosa como trágica" en su vida.
Horrorizada, Baarova más tarde se dio cuenta de que esa persona había sido la ex amante y media sobrina de Hitler, Angela Raubal, que fue encontrada muerta en su departamento de Munich en 1931, a los 23 años, después de pegarse un tiro en el corazón.
Hubo varios encuentros más entre ellos, a pesar de las protestas de Gustav Frohlich, un actor celoso con quien Baarova vivía. Pero el Führer prefirió no insistir.
Lida Baarova y Josef Goebbels se conocieron en 1936, durante los Juegos Olímpicos de Berlín, en el opulento suburbio de Schwanenwerder, donde Goebbels había alquilado una casa quinta cerca de la vivienda de Frohlich.
Baarova se sintió atraída por él inmediatamente. "Su voz parecía calar hondo dentro de mí", señaló la actriz.
Llegaron a verse también varias veces en el yate de Goebbels, quien además la invitó a escuchar uno de sus discursos en un congreso nazi. Presa del pánico, Baarova decidió abandonar la ciudad. Pero en la estación, mientras la actriz esperaba el momento de subir al tren, un mensajero se presentó ante ella con un ramo de rosas y la fotografía del ministro. "Josef fue un experto en cacerías. No se le escapaba nada, ni nadie", recordó la actriz.
Durante meses, Goebbels la persiguió implacablemente. Hasta que un atardecer invernal la besó por primera vez y le dijo:"Jamás en mi vida estuve tan enardecido de amor por una mujer".
Se encontraban cada vez que Goebbels podía escabullirse de su hogar y de su esposa.
Sus dudas
Baarova recordó que Goebbels experimentaba dramáticos cambios de ánimo. A veces la divertía con sus impresiones sobre Hitler, y en oportunidades expresaba sus dudas sobre la ideología nazi.
El rumor sobre su relación amorosa corrió después que Goebbels dio su aval a una de las películas de Baarova. Cierto día, Frohlich llegaba a su casa y descubrió a la pareja en camino hacia la casa quinta alquilada por Goebbels. Reprendió vehementemente al ministro nazi y poco después abandonó a Baarova.
La impertinencia de Frohlich no quedó impune. Goebbels se vengó después anulando las causas que lo exceptuaban del servicio militar y lo envió al frente de batalla.
Sin embargo, en el otoño de 1938, Goebbels había llamado por teléfono a Baarova para decirle que le había confesado todo a su esposa y que deseaba que las dos mujeres se reunieran. Magda Goebbels estaba tan perturbada en el momento en que fueron presentadas que sugirió compartir a su esposo.
"Soy la madre de sus hijos. A mí sólo me interesa la casa en la que vivimos -le dijo a Baarova-. Lo que suceda fuera de ella no me importa. Per debe prometerme una cosa: que nunca tendrá un hijo de él."
Goebbels apareció con joyas de regalo para las dos mujeres como para consolidar el triángulo amoroso. Pero Magda le contó todo a Hitler y Goebbels fue citado ante el Führer. "Mi esposa es el diablo en persona", le dijo telefónicamente Goebbels a Baarova.
A la mañana siguiente, muy temprano, la volvió a llamar por teléfono, entre sollozos. Le comentó que Hitler había rechazado su pedido de divorcio y que le prohibía seguir viéndola. Y antes de cortar, le dijo: "Te amo, Liduschka. No puedo vivir sin ti".
Los engranajes de la propaganda se pusieron en marcha. Los diarios publicaron fotografías de la familia Goebbels, y el propio ministro de Propaganda se rehabilitó ante Hitler al organizar la Kristallnacht (la noche de los cristales), la orgía de violencia registrada en 1938, cuando fueron destruidas las propiedades judías en toda Alemania.
Baarova fue perseguida por la Gestapo y se le prohibió aparecer en películas o en obras de teatro, e incluso asistir a reuniones sociales.
Baarova vio a Goebbels una vez más. Fue en 1942, en el Festival de Cine de Venecia. El ignoró su presencia. Goebbels y su esposa permanecieron junto a Hitler en su búnker, y se quitaron no sólo su vida sino las de sus seis hijos el 1º de mayo, mientras las tropas rusas entraban en Berlín.
Después de dos matrimonios truncos, la carrera de Baarova se apagó mientras los checos se negaron a perdonarla. Siguió desmintiendo la relación con Goebbels hasta que, en los años 90, Richard Kettermann, un editor alemán, la estimuló para que escribiera al respecto.
Por Peter Conradi
De The Sunday Times