Jacques d'Andurain: 'Yo disparé el primer tiro de la resistencia francesa'

Descripción: Cuando le expulsaron del PC por ser hijo de su madre, rompió a llorar". Marga d'Andurain y sus dos hijos fueron espías para británicos, franceses.

Banco de noticias de actualidad sobre la Segunda Guerra Mundial

Moderador: abhang

Responder
kuroikaze
Soldat de 1ére Classe
Soldat de 1ére Classe
Mensajes: 34
Registrado: 18 05 2009 20:05
Zona/Región: Con la Nueve, tomando el Ayuntamiento de París

Jacques d'Andurain: 'Yo disparé el primer tiro de la resistencia francesa'

Mensaje por kuroikaze » 31 05 2009 14:43

"Tienes que ayudarme a matar a una vieja que tiene seis millones de francos". "Cuando le expulsaron del PC por ser hijo de su madre, rompió a llorar". Marga d'Andurain y sus dos hijos fueron espías para británicos, franceses...

Jacques DAndurainJacques D'Andurain
Jacques d'Andurain alza su trémula mano derecha, empuña cuatro dedos y encoge, mirada imperturbable y recuerdo fresco, su índice. ¡Bum! Frente a 'Crónica', Jacques no sujeta una Browning 6.35 mm., como aquel 13 de agosto de 1941, cuando pegó el primer tiro de la Resistencia organizada (dícese comunista) en la Francia ocupada. Los libros, y también Jacques, habrían preferido que un oficial de la Gestapo y no un obrero francés encajase aquella bala conmemorativa en su vientre. Pero la Historia, la de verdad, la que no aparece en Wikipedias ni diplomas, es imperfecta e injusta. Y está llena de personajes como Jacques... y su madre, Marga d'Andurain, propietaria de aquella pistola.

Ese día, Jacques, Maurice Le Berre, Pierre Georges y otros decidieron dar su primer golpe: incendiar una fábrica que producía aislantes para submarinos alemanes en Vitry, localidad arrabalina de París. Lanzaron varios cócteles molotov y se dieron a la fuga, pero los trabajadores les persiguieron. Jacques d'Andurain, 23 años, se vio aislado por un muro, sacó su Browning y ya sabemos lo que hizo su índice: "Sólo podía disparar. Luego me giré y, no sé ni cómo, salté y conseguí trepar el muro". Lo dice con 93 años y alma de mimo, en Madrid, mientras levanta los brazos, imitando el brinco. De todos aquellos héroes de la Resistencia sólo queda uno vivo. Él. Pero Francia lo ha olvidado por lo único contra lo que Jacques nunca ha podido luchar: el peso de su apellido.

Como él mismo reconoce en 'Cautiva en Arabia' [biografía de su madre, escrita por Cristina Morató y recién publicada por Plaza & Janés], toda su vida fue 'el hijo de Marga d'Andurain'. Una vascofrancesa espía, aventurera, promiscua, falsa condesa, rebelde, vanguardista, feminista, ambiciosa, lenguaraz y, para los diarios de la época, una asesina a la que sobrenominaban 'La condesa de los 20 crímenes', 'La Mata-Hari del desierto' o 'La amante de Lawrence de Arabia'. Ya le costó trabajo desprenderse del apelativo de 'pequeñoburgués de Neuilly', abrevadero pijo de las clases pudientes de París y donde residía en aquella época con su madre -aunque aquel palacete con membrete del cuerpo diplomático argentino no era suya, la había conseguido Marga d'Andurain con sus habituales artes-.

'Un agitador'

D'Andurain empezó a ser Jacques cuando se enteró de que en los sótanos del Palacio de Justicia, en la isla de la Cité que desvirga al Sena en el centro de París, moraban 20 camaradas suyos, detenidos el 22 de junio de 1941, un día antes de que estallara la guerra germano-soviética. Cuando planteó al Partido Comunista una posible evasión, desconfiaron de él y le avisaron de que, si fracasaba, la hoz y el martillo se desmarcarían de la acción aislada de 'un agitador'.

Ya en la posguerra, Jacques escribía para 'Le Patriote', diario del Partido Comunista en Niza, cuando despertó el enésimo escándalo materno: la Policía había detenido a Marga d'Andurain por el presunto asesinato de su sobrino (y amigo de infancia de Jacques), Raymond Clérisse d'Alincourt. Un escándalo para el Partido Comunista: ¿cómo podía firmar en uno de sus periódicos un noble [en realidad no lo era, pero su madre pregonó a los cuatro vientos el título], hijo de una asesina que se sospechaba había colaborado como espía nazi?

"Cuando llegué a la permanencia del partido para protestar contra mi despido me encontré con el dirigente de la federación, amigo mío. Me dijo: "Te echamos. No puedes conservar tu carné de comunista". Rompí a llorar. Mis compañeros me propusieron declararse en huelga por mí. Me negué. Simplemente hice las maletas y me fui a dar la vuelta al mundo". Los ojos de Jacques se humedecen en una casa bien del Barrio de Salamanca. Esta vez no es mimo.

Agente triple

Los D'Andurain comparten un gen viajero. Jacques llegó a España esta semana para presentar la biografía de su madre. Debía haberlo hecho en avión. Pero cuando fue a mirar sus documentos en la residencia de ancianos donde vive, a las afueras de París, vio que estaban todos caducados. Poca cosa para un D'Andurain. Taxi que te crió. ¿A dónde le llevo? "A Madrid".

Su madre le inculcó ese espíritu aventurero. Marga d'Andurain fue una chiquilla -nacida en 1893 en Bayona, bajo el nombre de Jeanne Amélie Marguerite Clérisse- a la que expulsaban de todos los colegios religiosos del País Vasco francés. Con 18 años se casó con Pierre d'Andurain, un primo lejano 12 años mayor que ella, para ser libre de su familia. Encontró un hombre que no hacía preguntas, lo que le permitió cultivar sus varias vidas secretas. Entre ellas la de espía.

Marga fue agente triple. Pasó informaciones, indistintamente, a franceses, británicos y alemanes. Su don de gentes, sus lazos con la alta sociedad y su magnética belleza, más cubista que armónica, más cantábrica que dulce, hicieron el resto:

-¿Usted cree que su madre, agente triple, se sintió más cercana ideológicamente a alguno de los bandos?

-Mi madre sólo era fiel a ella misma.

En la herencia genética, Marga también dejó a sus hijos el arte del espionaje. Si Jacques fue un importante miembro comunista y se casó, años más tarde, con una espía soviética, su hermano mayor, Peio, en cambio, prefirió la extrema derecha colaboracionista del mariscal Pétain. Ambos crecieron bajo la influencia, bajo el vendaval sin escrúpulos, de una madre como Marga d'Andurain. Jacques lo capeó como pudo. A Peio le costó más. Enfermó cuando la familia se encontraba en Argentina y los médicos le avisaron de que su crecimiento se vería retardado y quizás definitivamente estancado. "Mi madre, en ese momento, lo abandonó. Dejó de hablarle. Todo fue para mí. Hasta el nombre de su primer hijo. Porque en realidad era mi hermano quien se llamaba Jacques. Pero mi madre le retiró el nombre para dármelo a mí", recuerda el pequeño de la familia.

En 1925, en Egipto, comenzó la vida de espía para los británicos de Marga d'Andurain. Cinco años más tarde, en un viaje al desierto sirio, se quedó prendada del lugar y decidió instalarse allí. Compró un hotel, lo bautizó Zenobia, como la reina del desierto, y se construyó su paraíso entre las dunas.

La Primera en La Meca

Un buen día decidió ser la primera mujer en entrar en La Meca, se convirtió al islam y se casó con un paisano desdentado llamado Soleiman. Se calzó un burka y se puso en dirección a la tierra santa islámica. Sólo sus más altos contactos la salvaron de morir lapidada en Arabia Saudí, aunque no de entrar en un harén. Allí asesinó a su propio marido, para después volver a desposarse con Pierre d'Andurain, que la había esperado en Zenobia. Él también apareció asesinado a escasos centenares de metros del hotel, sin que nunca se supiese de los culpables. Sin que nunca nadie dejase de sospechar de Marga d'Andurain.

Su muerte no podía ser normal. Fue un antiguo agente nazi el que acabó con su vida en Tánger, aparentemente para robarle un barco, cuando Marga d'Andurain pensaba dedicarse al contrabando de oro. Acabó con ella a botellazos y tiró su cuerpo al mar. Nunca se encontró el cadáver. Jacques siente admiración por el coraje de su madre y su espíritu indomable. Pero el mito se engaña al hijo.

-Su madre podría agotar un libro de adjetivos, ¿pero qué es aquello que mejor la define?

-La avidez de dinero.

Traficante de opio

Nadie sería capaz de olvidar el día en que su madre le pidió que matase a alguien. Pero claro, no todos tienen una madre como Marga d'Andurain. Con el bolsillo familiar dando sus últimos aullidos, Marga, entonces estraperlista y traficante de opio para los comandantes nazis entre otras ocupaciones, no se anduvo con circunloquios: "Tienes que ayudarme a matar a una vieja sorda que tiene seis millones de francos en joyas".

"Mamá, no puedo. ¿Y mi honor?". Su madre le repudió y le achacó lo mismo que siempre criticó a su marido, Pierre d'Andurain: no saber ganar dinero. Tal era el poder de convicción de esta Mata-Hari vascofrancesa que, horas después, Jacques volvió a casa con la cabeza gacha y aceptó el encargo.

La sempiterna Browning 6.35 mm. en el bolsillo derecho del gabán y un martillo en el izquierdo -"con el martillo haríamos menos ruido", aclara hoy Jacques-. "Cuando entramos vimos a una ancianita adorable que me recordaba a mi abuela, el mismo moño, las mismas gafitas metálicas, pero con un gesto menos severo. Nos sentamos a tomar el té y mi madre, cuchicheando, me impelía a matarla. '¡Venga. Acaba con ella!'. Yo le decía que no podía. Llegó a exigirme que le diera el martillo, que ella lo haría. De repente, la viejecita nos cortó con una sonrisa, y dijo: 'Ah, ya lo entiendo todo. Es al fondo a la derecha del pasillo, Jacques".

La 'barra libre'

Al final sí hubo un primer disparo para aquella Browning, y no fue para acribillar a una amable viejecita. Fue la salva que abrió la barra libre de la Resistencia. Aquel Lala detonación, el 13 de agosto de 1941, no mató al obrero francés, como pensó el hijo menor de Marga d'Andurain. Tras disparar, fruto de la juventud y el miedo, una bala que no quería lanzar, Jacques espetó al grupo de trabajadores que le perseguía: "Hatajo de idiotas. No íbamos a por vosotros, sino a por esos malditos alemanes". Él trepó el muro y escapó. Los obreros volvieron a la fábrica. Y le prendieron fuego a lo que quedaba en pie. Cuando Jacques llegó a su señorial morada de Neuilly, le temblaba hasta el aliento. Creía haber asesinado a aquel obrero inocente. Marga, su madre, se le acercó y le abrazó.

-Eres realmente mi hijo... Tienes mucho de mí... En fin, siempre te creí un miedoso.

-Pero ¿no te das cuenta, mamá, de que estoy temblando?

-No, no es nada, te has atrevido a matar a alguien, ya eres todo un hombre, estoy orgullosa de ti...

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/05/1 ... 50241.html



Responder