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Testimonios de Combatientes

Publicado: 02 02 2008 12:01
por Bertram
Testimonio de Ambrosio A. Solano el Día D
Ambrosio A. SolanoAmbrosio A. Solano
Con 19 años de edad, Ambrosio Antonio Solano fue parte de la segunda oleada de tropas que invadieron la playa Omaha en Normandía. Solano estuvo en el peor lugar en el peor momento del Día D.

El ex combatiente, nacido en Nuevo México, sobrevivió ese día y siguió combatiendo en Normandía hasta que fue herido. Y regresó al frente alemán, para ser herido otra vez.

Durante 47 años desde el fin de la guerra no contó a nadie sus experiencias, ni siquiera a sus familiares.

Una vez conocida su historia, se pudo investigar que Solano merecía 13 medallas por sus esfuerzos en la Segunda Guerra Mundial, las que recibió en 2002.

Éste es su testimonio.

Nos dijeron que no fuéramos a ninguna parte, porque íbamos a salir ese mismo día para Francia, a Omaha Beach. Fuimos en estas lanchas, íbamos ochenta en una lancha. Pero en Omaha Beach, estas lanchas no llegaban a la orilla del mar, llegaban como a una milla (1,6 km), nos dijeron que nos bajáramos.

Brincamos, y el agua nos pegaba a la cintura. Oía yo las balas que zumbaban a los costados. Había como una milla, con el agua a la cintura, había matorrales que creaban una barrera natural como de un metro y medio de altura. Vi los cuerpos de soldados nuestros. Otros estaban nadando en el agua. Pero yo alcé mi rifle para arriba, a mí no me importaba que me mojara yo, pero el rifle no se mojó. Y dije yo entre mis pensamientos 'si Dios me da la vida y salud para llegar a esos matorrales'... Yo me decía que si llegaba a los matorrales, ya no era más peligroso.
Ambrosio A. Solano
Caminamos toda la noche, todo el día, casi 25 millas. Había muchos enemigos. Caminamos hasta que cayó la noche y nos dijeron que hiciéramos trincheras individuales. Yo oía al enemigo hablar, ellos estaban como a dos matorrales de nosotros.

Cuando nos levantamos en la mañana, caminamos todo el día, y todo el día estuvimos peleando con el enemigo. Avanzamos muy cerca de 15 millas. Y llegamos a este lugar, Saint Lo. Agarrábamos la placita de Saint Lo y luego nos la quitaban. Ahí estuvimos como cinco días peleando.

Y vino el general y nos dijo, "agarren a los paracaidistas". Y le dijeron que no había, que todos estaban en África. Y dijo, "pues agarren voluntarios". Y yo me presenté como voluntario. La idea era que nos soltaran en el aeroplano detrás del enemigo. Me decían mis amigos que me iba a matar en el aire. Pero yo lo que quería era saber cómo saltar de un aeroplano.

Para brincar no tuvimos problema, porque el sargento estaba en la puerta del aeroplano, y al que no quería saltar él lo empujaba. La gente gritaba, no quería brincar. Cuando yo brinqué, había ocho soldados antes que yo. Cuando bajamos y estaba ya en el suelo, había detrás de mí un tanque de Alemania, que me tiró una bala muy gruesa. Saltaron todos los pedacitos y una bala me pegó atrás, con tan buena suerte que tenía mi impermeable doblado atrás, porque sin él habrían pasado pedazos de esquirlas.
Imagen del desembarco
Yo todavía iba andando con la sangre de esa bala que se me enterró, yo sentía muy caliente (la herida), pero seguía andando hasta que me vi con el sargento, que vino a llamar a los médicos, y ya no seguí más con los paracaidistas.

Nos atendieron en una carpa, y ahí estuve un mes, y cuando me dijeron que me iba ir de regreso, yo dije que quería seguir con mi compañía, que ya estaba en Alemania. Y en el Día de Acción de Gracias, me pegó otro tanque en la mano derecha en medio del dedo chiquito y el otro, y luego en los pies y la rodilla, que estaban llenos de pedacitos de bala. Me hirieron otra vez y fui al hospital. Cuando volví, ya no fui a la frontera, ya Alemania se entregó.

Cuando llegué aquí a Estados Unidos, le di gracias a Dios que me cuidó, y a los rezos de mi tía y mi hermana. Me dio mucho gusto ver que Dios me había cuidado. Pero al mismo tiempo, tres de mis compañeros sí no volvieron, y me sentí muy mal de ver que no volvieron. Yo dormía con ellos en su casa y nos cuidábamos los unos a los otros.

De una vez me acosté, no quería pensar, pensaba en muchos de ellos, yo fui el único que volví. Como por seis meses, no quería nada. Siempre pensando en mis amigos. No he ido a Normandía, yo quería ir, pero ya no.


Fuente http://news.bbc.co.uk

Publicado: 02 02 2008 12:34
por archer
Muy interesante xoom, la verdad es que da pena la los últimos parrafos y le hirieron muchas veces gracias a Dios que no le paso nada grave...

Lo que me ha llamado la atencion es esto:
Brincamos, y el agua nos pegaba a la cintura. Oía yo las balas que zumbaban a los costados. Había como una milla, con el agua a la cintura, había matorrales que creaban una barrera natural como de un metro y medio de altura. Vi los cuerpos de soldados nuestros. Otros estaban nadando en el agua. Pero yo alcé mi rifle para arriba, a mí no me importaba que me mojara yo, pero el rifle no se mojó. Y dije yo entre mis pensamientos 'si Dios me da la vida y salud para llegar a esos matorrales'... Yo me decía que si llegaba a los matorrales, ya no era más peligroso.
Ahi que tener mucho coraje y valor para hacer lo que este hombre hizo.

Saludos

Publicado: 02 02 2008 20:08
por Danix!
Que horrible a la distancia que los soltaban, como si fuera muy sencillo moverse en el agua mas encima cargando el equipo de combate, pero no solo a el, también les toco este martirio a muchos mas...
Por su forma de comentar los echos se le nota mucho lo Mexicano!!! =D
Igual porque mereció 13 medallas que recién le fueron entregadas el 2002, no entiendo acaso hubo discriminación, sino no entiendo porque esperar tanto para entregarle algo netamente simbólico...

Publicado: 02 02 2008 21:18
por Bertram
En el foro de noticias hay una noticia sobre el Escuadrón 201 (Mexicanos). Explican como el trato durante su entrenamiento en Texas dejó mucho que desear.

Publicado: 06 06 2008 21:10
por albertoa
Impresionante testimonio Durand. Este señor, Franz Gockel, sale en un documental de National Geographic titulado "El Día D. Hombres y máquinas en el Desembarco de Normandía".
Ni el mejor historiador del mundo puede narrar los hechos como alguien que los vivión en primera persona.
Saludos.

Relato de la interceptación de B-17

Publicado: 09 11 2008 12:03
por archer
Relato de la interceptación de B-17

Junio 25 de 1943

Hoy en la mañana, al ir arrastrando los pies en dirección al punto de dispersión, me sentí medio muerto. Los demás pilotos y yo estuvimos bebiendo en la cantina hasta el amanecer. La barra quedó totalmente cubierta con un regimiento de botellas vacías.

El cielo está cubierto de nubes y esperamos que los yanquis nos dejen hoy en paz.

En la sala de operaciones del escuadrón no hay informes de actividad del enemigo. A las siete suena el teléfono: hay concentraciones enemigas en el sector Dora-Dora del mapa. ¡Como si no pudieran haber escogido otro día!

Los pilotos duermen todavía, no los despierto, sino que me dirijo al sitio donde están los aparatos.

El ingeniero jefe me informa de que todos los aviones han sido revisados y están en condiciones de servicio.

Voy al comedor y trato de comer, el alimento parece estar insípido. Por primera vez no me siento contento al pensar en la próxima misión. Tengo una peculiar sensación en la boca del estómago. ¿Es miedo? No, no creo que sea miedo, más bien un poco de indiferencia y animadversión.

De la comandancia llega la orden para estar listos en caso de alarma. Los pilotos salen bostezando y después de comer algo se ponen los trajes de vuelo.

Lentamente atravesamos el campo hasta llegar a los aviones. De un momento a otro sonará la alarma. Los mecánicos llegan antes que nosotros. Ardnt me sujeta el equipo mientras me pongo el casco y me da la extensión del teléfono de tierra. La comandancia desea saber si estamos todos listos. Los comandantes de escuadrilla contestan todos por turnos: el teniente Sommer, el capitán Falkensamer y yo. El enemigo se aproxima a la costa, y al parecer, hoy se dirige nuevamente a Wilhemshaven.

Son las 8:11 horas cuando despegamos.

Una a una, las escuadrillas se elevan; en total son cuarenta y cuatro aparatos. Tenemos un cielo de 6.000 pies; lo cruzamos al llegar a la línea de costa y ocasionalmente distinguimos tierra por entre los claros de las nubes.

15.000 pies. Cruzamos otra capa de nubes.

20.000 pies. No se escuchan conversaciones en la radio, solamente el anuncio de las posiciones del enemigo.

22.000 pies. Debemos esperar encontrarnos con el enemigo en cualquier momento.

Reviso mis armas; la máscara de oxigeno está demasiado apretada, la aflojo y me la acomodo.

Estamos volando entre cúmulos, allá, en las alturas, se extiende otra capa de nubes de hielo, Atravesamos valles y cavernas en forma de nubes, nuestro aviones se ven absurdamente pequeños en medio de la majestuosidad que nos envuelve.

- ¡Allí están!

Las fortalezas vuelan casi 3.000 pies bajo nosotros, no están organizadas en formación en masa, sino que avanzan , ya sea solas o en grupos de tres o cuatro por entre el magnífico paisaje de nubes.

Descolgándonos, caemos en picado.

-¡Sobre ellos!

La sorpresa es perfecta.

Nuestro ataque provoca un estado de completa confusión entre los americanos.

Se abren, dan la vuelta y se clavan en busca de abrigo entre las nubes. Es imposible calcular el número, parece como si se hubiera volcado un colmenar. Por radio nos avisamos unos a otros la mejor posición para disparar.

Por parejas nuestros pilotos atacan a las fortalezas. Hoy llevo a mi lado a un joven sargento que sale por primera vez, esta es su primera misión de combate y hay una buena oportunidad para que también logre su primera victoria... si no pierde la cabeza.

Escojo dos bombarderos pesados, aislados, que vuelan ala con ala y descendemos atacándolos desde atrás.

- Doelling, toma tú el de la izquierda –aviso al sargento, pero sigue volando muy a la derecha y no hace caso a mi llamada-. ¡Ciérrate más , hombre! ¡Del otro lado, sobre la izquierda! ¡Entra al ataque!

Abro fuego a corta distancia y los proyectiles dan precisamente en el centro del fuselaje.

El artillero de retaguardia contesta persistentemente a mi ataque; con toda calma me acerco, disparando sin interrupción; aparecen agujeros en mi ala derecha. ¡Ese maldito artillero no me deja en paz!

Acercándome todavía más, sigo disparando contra la fortaleza, concentrando el fuego sobre la torre de retaguardia, que se desintegra con las descargas de mi cañón; otra andanada más pone fuera de combate la torre dorsal.

Estamos entre las nubes, en un hondo barranco con enormes muros de leche que se alzan a ambos lados. Doelling, sigue todavía en su posición, a mi derecha, contemplando con toda calma el combate. ¿Por qué no se lanza tras el segundo bombardero pesado? Me hace perder la calma y vuelvo a gritarle:

- ¡Ataca, estúpido, ataca! Pero a pesar de todo Doelling no se mueve.

¡Uumf! ¡Uumf! ¡Uumf!

Estoy a merced del nutrido fuego lateral de la fortaleza, mi posición me coloca bastante cerca, al lado del bombardero, y el artillero superior también me está disparando con sus cañones múltiples, los proyectiles pasan, rozándome la cabeza.

¡Uumf! Siento que me han tocado nuevamente. Se está empañando el parabrisas y abro la ventanilla lateral. La fortaleza que voy atacando se halla envuelta en llamas, tanto en la cola como en el motor interior izquierdo, y a pesar de que los dos artilleros del otro bombardero me siguen disparando, a solo unos 100 metros de distancia, continuo la persecución que a de hacer caer a mi víctima, aunque con ello me juegue la vida. Permanezco a 150 ó 200 metros de mi bombardero, tras su cola, hasta ver como las llamas se extienden abarcando toda el ala derecha.

Por un momento suelto el bastón y trato de llamar la atención de Doelling, haciéndole señales con la mano y apuntando a la segunda fortaleza.

Surge un relámpago ante mis ojos. Siento que mi mano golpea violentamente contra el lado derecho del cristal.

Alarmado, extiendo la mano para agarrar el bastón, pero lo vuelvo a soltar inmediatamente. Mi guante derecho está hecho trizas y la sangre brota sin que sienta ningún dolor.

Una vez más, empuño el bastón con la mano herida, apunto la mira sobre mi enemigo y vacío el cargador de una sola andanada. Por fin, después de tanto, la fortaleza pierde altura y cae entre las nubes como una antorcha encendida.

Entonces empieza a dolerme la mano. Empuño el bastón con la izquierda y me doy cuenta de que todo está manchado de sangre. La carne cuelga en tiras del guante rasgado.

Hace rato que estoy desorientado. Es un milagro que no me hayan averiado el motor. Me sigue doliendo más y más la mano, he perdido mucha sangre y no hay señales de la maldita línea costera.

Difusamente distingo la isla de Norderney, en siete minutos estaré en Jever.

Utilizo las dos manos para aterrizar. El jefe de la cuadrilla de tierra se horroriza al verme, los mecánicos rodean el avión.
¡El jefe está herido!

Hasta el mediodía no regresa el último avión. La escuadrilla se anota dos victorias más.

Relato de: Heinz Knoke, Piloto de la Luftwaffe Jagdgeschwader 11

Imágenes y Videos
Relato de la interceptación de B-17
Relato de la interceptación de B-17
Relato de la interceptación de B-17
Relato de la interceptación de B-17
Relato de la interceptación de B-17
Relato de la interceptación de B-17
Relato de la interceptación de B-17
Fuente: taringa.net

Re: Relato de la intercepción de B-17

Publicado: 09 11 2008 12:57
por albertoa
Formidable relato!!!! Una pasada!!!!!!!!!!!! Genial aporte Archer.

Re: Relato de la intercepción de B-17

Publicado: 09 11 2008 13:02
por LARRY
Coincido con Albertoa, Archer, un gran aporte, ayuda a hacerse muy bien a la idea de cómo eran los duelos aéreos.

Saludos

LARRY

Re: Relato de la intercepción de B-17

Publicado: 09 11 2008 14:20
por omahautah
Increible relato,

mientras lo leia me lo imaginaba como si estuviera yo en el avion de Heinz Knoke...

muy bueno archer!

Saludos!


Omahautah

Re: Relato de la intercepción de B-17

Publicado: 10 11 2008 16:20
por archer
Muchas gracias a todos :oops:

Saludos

Re: Relato de la intercepción de B-17

Publicado: 10 11 2008 17:21
por Bertram
Estupendo archer, siempre me han gustado los relatos en 1ª persona

Relato de Adolf Galland

Publicado: 26 04 2009 20:53
por Gerhard Barkhorn
la Luftwaffe tuvo los mejores pilotos de la historia, y estos seguro pudieron haber hecho mucho mas de lo que hicieron, para mi el problema no fue del todo Hitler sino el problema fue Goering, no era un buen estratega.

Dejo el relato de Adolf Galland...


Adolf Galland no fue unos de los mejores ases de la Luftwaffe, con un poco mas de 100 victorias se vio superado por docenas de pilotos, pero fue unos de los personajes mas renombrados de la Luftwaffe incluso hoy en día.

Adolf relata como fue y que sintió al anotar su primera victoria.

No carecen de razón quienes afirman que la primera victoria aérea lograda por un piloto de caza, puede determinar el curso de toda su actuación posterior. Muchos pilotos a quienes la mala suerte o circunstancias desgraciadas vedan la victoria en el combate aéreo, sufren, como consecuencia de ello, inhibiciones y complejos que a veces persisten durante toda su vida. Por mi parte tuve suerte, pues mi primera victoria realizada el día 12 de mayo de 1940, tercer día de la campaña occidental, fue un juego de niños.

Para esa época veíamos muy pocos aviones de RAF y rara vez nos encontrábamos con bombarderos Blenheim. Los belgas volaban en Hurricanes anticuados que no eran rivales para nuestros modernos Me-109 E. los superábamos considerablemente en velocidad, capacidad de subida, armamento y , sobretodo, en experiencia de combate.

No fue por este motivo, ningún acto de heroísmo el que mi escuadrilla y yo nos abalanzáramos, a unos 10 kilómetros al oeste de Lieja y desde una altura de 3600 metros, sobre una formación de ocho Hurricanes belgas que pasaban a unos 1000 metros por debajo nuestro. Habíamos ensayado infinidad de veces lo que había que hacer en tal situación. Los Hurricanes no nos habían advertido aun y por mi parte no sentí excitación ni fiebre de caza. «¡Defiéndete, hombre!», le dije mentalmente cuando tuve a uno de los ocho adversarios en la mira de tiro y me acercaba cada vez mas, sin que mi adversario se enterara.«En realidad, habría que avisarle», pensé para mis adentros, pero semejante acción hubiera sido mas tonta aun que todas mis cavilaciones de aquel momento. Dispare La primera ráfaga desde una distancia superior a la debida para no denunciar mi presencia. Sin embargo, los proyectiles dieron en el blanco. Entonces, el desgraciado advirtió lo que sucedía y efectuó una maniobra evasiva, con tal mala habilidad, que fue alcanzado también por el fuego de mi compañero. Los otros siete Hurricanes no hicieron ninguna tentativa de cubrir a su camarada en peligro y se espantaron a todos los vientos. Tras otro ataque, el Hurricane entro en barrena y cayo, ya sin el gobierno de su piloto. Perdió trozos de una ala y cualquier disparo mas hubiera sido un desperdicio de munición. Inmediatamente me enfrente con otro de los Hurricanes dispersos. Que intento escapar en picado. Me hallaba cien metros detrás. Su piloto efectuó un viraje picado atravesando las nubes por un claro, pero no lo perdí de vista y volví atacarlo nuevamente desde muy corta distancia. Hizo una subida brusca y luego cayo a tierra, casi verticalmente, desde una altura de solo 500 metros. La tarde de aquel mismo día derribé, durante un vuelo de patrulla, el tercer Hurricane de entre una formación de cinco que volaban en las proximidades de Tirlemont.

Todo esto había sucedido para mi con la mayor naturalidad. No tenia nada de particular. No había experimentado la tan mentada embriaguez de triunfo y ni siquiera me sentía muy feliz por mi éxito; esas sensaciones las conocí mas tarde cuando tuvimos que vérnoslas con adversarios mas duros y todo combate aéreo se redujo a la alternativa «¡Tu o yo!», Aquel día, por el contrario, sentí algo así como un cargo de conciencia y no halle sabor a las felicitaciones de mis camaradas y superiores. Había tenido suerte, suerte y una arma excelente o sea lo que el piloto de caza mas capacitado necesita para obtener el éxito.

Fuente: Adolf Galland. Los primeros y los ultimos

Re: Relato de Adolf Galland

Publicado: 26 04 2009 21:15
por LARRY
Muchas gracias por el aporte, camarada Barkhorn.

He disfrutado mucho con su lectura, que deja dilucidar que Galland no era ni un ardiente nazi ni un anti-belicista.

Era un simple soldado: vivir o morir, nada más.

Saludos

LARRY

Re: Relato de Adolf Galland

Publicado: 26 04 2009 21:41
por Gerhard Barkhorn
De nada kamerad, me alegro que te haya gustado.

un abrazo

Re: Relato de la intercepción de B-17

Publicado: 22 05 2009 19:44
por archer
Gracias a todos!