El propio jefe de las SS, Heinrich Himler, había advertido de que “el mayor peligro al que nos enfrentamos en París es a la incontrolada presencia de prostitutas, que captan clientes en los bares, salas de baile…”.
Ante esta situación, Himler aseguraba que “es nuestro deber el prevenir a los soldados de los peligros para su salud que conlleva el tener una rápida aventura”, según recoge el diario británico The Sun.
Es por ello que, para lograrlo, Hitler tuvo la feliz idea de encargar un modelo de muñeca hinchable aria, con un tamaño pensado para que sus tropas pudieran llevarlas en la mochila y hacer uso de ella en sus ratos muertos.
El invento fue probado durante la ocupación alemana de Jersey, donde Himler quedó tan impresionado que decidió encargar medio centenar para sus propias tropas.
Pero la ‘gran’ idea de sus líderes no fue recibida con demasiado entusiasmo por las tropas, que se negaron a llevar consigo las muñecas por la vergüenza que podrían pasar en caso de ser atrapados por los británicos.
El responsable del descubrimiento de este plan, que Hitler bautizó como ‘Operación Borghild’, ha sido el autor Graeme Donald, que dio con ello mientras investigaba acerac de la historia de la muñeca Barbie, que está basada en una muñeca hinchable alemana posterior a la gran guerra.
Donald explicó que finalmente la idea fue desechada y que la fábrica donde se producían todas las muñecas fue destruida durante el bombardeo aliado a la ciudad de Dresden.