Al cabo de 60 años, aborígenes han convertido aquellos trágicos acontecimientos en un negocio.
Por un paquete con huesos se piden de 2 a 24 dólares. Turistas de EEUU, Australia y el Japón los compran, para rendir tributo a sus gloriosos antepasados. Para cruzar la frontera con esa carga, ellos primero queman los huesos.
Según el ex jefe de la provincia, Newman Mongagi, los extranjeros incitan a los aborígenes a vender restos mortales y son ellos los culpables del florecimiento de ese sacrílego negocio.
En particular, dos habitantes de la aldea de Magufo han reconocido que ellos exhumaron y vendieron 53 esqueletos de soldados nipones a un estadounidense que trabajaba en la compañía de petróleo local, quien afirmaba que lo hacía por solicitud de sus amigos del Japón.
Vender los restos de soldados de Estados Unidos, Australia y Japón caídos durante la Segunda Guerra Mundial se ha convertido en un negocio lucrativo en Papúa Nueva Guinea, donde un esqueleto humano se ha adquirido por 20.000 dólares (unos 14.100 euros), informaron los medios locales.
El periódico Post-Courier del archipiélago del Pacífico Sur dijo que el esqueleto se vendió el mes pasado, y que también se habían pagado entre 1,5 y 17 euros por bolsas de plástico llenas de huesos.
Sanananda y las zonas de alrededor registraron cruentas batallas con muchos muertos entre los japoneses y los soldados de Estados Unidos y Australia entre noviembre de 1942 y enero de 1943 y fue considerado un punto clave para expulsar finalmente a los japoneses de lo que era Nueva Guinea.
Albert Awai, jefe de la localidad de Sanananda, dijo que las autoridades gubernamentales estaban fracasando en su empeño de detectar la venta de los restos, que se ha convertido en una auténtica industria, dijo el periódico en su edición online.
Los restos recuperados de miles de soldados australianos están enterrados en cementerios de Papua Nueva Guinea, pero otros muchos de australianos que murieron durante los combates nunca se recuperaron.