Camarada Rossi.
En primer lugar, decir que me llama la atención realizar una entrada exhalante en el Foro para esgrimir, como primera participación, un examen de fuentes a otro miembro del mismo. Se podría incluso considerar una grosería, como lo puede ser entrar en una tienda y pedirle al dependiente, sin conocerle de nada, que ponga su curriculum encima de la mesa. No obstante, debo decir que, en mi caso, no me doy por ofendido, a pesar de que específicamente en esa petición desmedida se habla de “anécdotas superficiales” o se exigen respuestas que no procedan de “articulitos de poco calado”. Un tono desafortunado para un recién llegado que no ha tenido la deferencia de presentarse siquiera.
En segundo lugar, insisto en que lo que hice fue una matización. Nada más ni con mayores pretensiones. He releído mi intervención y no he hallado en ella nada que se pueda considerar categórico, sino simples llamadas de atención, bastante ligeras, sobre aspectos que, como dije, me parecieron excesivamente terminantes en la exposición de otro camarada, con el cual creo haber llegado a un entendimiento al respecto de lo que intentaba hacerle ver. Por ello me choca doblemente esta exagerada exhortación repentina.
En tercer lugar, ni soy ni pretendo ser un experto en Historia de Argentina, especialmente en el siglo XX. No creo haber jamás dicho tal cosa, aunque recuerdo haber dicho en alguna ocasión en el Foro todo lo contrario: que no estoy demasiado versado en Historia de América Latina. Entre otros motivos, porque la materia es suficientemente compleja como para dejarla prudentemente en manos de auténticos expertos, como lo es, por ejemplo, la árida y compleja Historia de España del siglo XIX. Mis conocimientos al respecto son generales, aunque sí puedo presumir de conocer a varios expertos y de tener la suerte de vivir muy cerca de una de las mejores bibliotecas americanistas del mundo.
Expuesto lo anterior, no acabo de entender la petición. Máxime cuando se exige un vaciado de bibliografía científica por parte de alguien que no ha aportado tal cosa: su única cita es precisamente un artículo periodístico en internet (procedente de Página 12) que, por no haber sido adecuadamente enlazado, no puede siquiera visionarse. ¿Qué autores de rigor ha citado usted? ¿Cree razonable exigir a otros lo que usted mismo no ofrece? Si usted aportase “algo” tangible, crítica incluida, estaría encantado de leerlo, debatirlo e, incluso, aprender de lo que pueda usted compartir con los demás miembros de esta comunidad. Pero se limita a señalar sin dar nada constructivo a cambio, labor muy cómoda y tremendamente sencilla. Incluso, en varias partes de su intervención, se permite el lujo de emplear un tono más propio de un examen escolar que de un Foro entre iguales: “¿podría describir en pocas palabras las tendencias ideológicas de los tres presidentes neutrales y de los integrantes de sus gabinetes?”.
¿Quiere usted examinarme de la materia, camarada?
Pues antes de ello argumente “algo”. Y revise su fuente [única].
Para empezar, Raanan Rein es un autor especializado en Historia Latinoamericana. Su tesis doctoral versó sobre el Peronismo y el Franquismo, de manera que la matización que él hace (y usted cita) es perfectamente lógica cuando se habla de un tema doctoral. Habitualmente los doctores tienden a “enamorarse” de su materia doctoral, suavizando o matizando sus lecturas. Con ello no digo que la frase de Rein que usted cita sea un falsa, ni mucho menos, sino que no es categórica, como no puede serlo. De hecho, el profesor Rein saca este mismo tema a colación siempre que puede. Aquí le cito otro ejemplo, fácil de encontrar en internet, donde se puede leer completa la opinión que usted ha dado sesgada:
“P) ¿Hasta que punto la Argentina se transformó en un santuario nazi?
R) Es cierto que llegaron criminales de guerra, simpatizantes con el III Reich o colaboracionistas con los países del Eje. Sin embargo, Argentina no fue el único país de refugio para los criminales de guerra. Los que llegaron acá eran, principalmente, grupos católicos que colaboraron con el III Reich en Croacia y en distintos países del centro y este de Europa. Criminales de guerra llegaron algunas decenas y no en el marco de un esfuerzo coordinado por el gobierno peronista, sino con documentos de la Cruz Roja Internacional, con una identidad falsa, y entraron sin provocar mucha atención por parte de las autoridades o de la sociedad. Me parece que hay un mito un poco exagerado acerca de la Argentina como “el refugio” de criminales de guerra nazi. Eso no es para justificar la entrada ni de uno solo, pero yo me siento un poco incomodo con este mito algo exagerado acerca de la Argentina de Perón como el país que abrió sus puertas sin distinción a cualquier criminal de guerra.”
Fuente
Lo que dice, como se puede leer, es que Argentina no fue “el único” refugio de criminales del Reich, que se ha exagerado “un poco” la imagen de la acogida peronista a nazis y criminales de guerra. Esta apreciación es básicamente razonable y totalmente discutible. ¿Por qué? Por algo tan simple como que Raanan Rein “olvida” que Argentina está muy lejos de Alemania. En la cita que usted aporta menciona a otros países donde entraron simpatizantes nazis: Estados Unidos, la URSS, Canadá y Australia. No menciona ninguno más, porque no resistiría la comparación. Tampoco niega que la Argentina peronista fuese refugio de criminales nazis, sino que señala (acertadamente) que no fue “el único”. Tampoco dice que en estos países la entrada de nazis fuese mayor que en Argentina porque estaría mintiendo. Tampoco explica que en Estados Unidos, Canadá y la URSS se acogió a nazis con misiones estratégicas y que, por tanto, es inexacto hablar de “criminales ocultos” sino más bien de la extracción de algunos nazis relevantes tecnológicamente, moralmente reprobable pero muy diferente desde el punto de vista político.
La postura básica de todo esto no es nueva, sino una simple copia de lo ya dicho por Ronald Newton en
The "Nazi" Menace in Argentina, 1931-1947 (1992). En resumen, se trata de asentar la idea, perfectamente razonable, de que la maquinaria estadounidense infló la importancia del nazismo en Argentina como arma antiperonista. Pero en ningún momento los autores que han defendido esta postura han podido explicar las grandes fallas en su razonamiento: lo enormemente significativo que es el brote de simpatía con el Tercer Reich en Argentina cuando en su contexto geográfico y político inmediato no se observa nada remotamente comparable.
La neutralidad argentina en la 2GM es tan discutible, apasionante y debatible como la neutralidad española, con la cual hice la comparación en mi intervención anterior. Así lo describe el propio Raanan Rein en la entrevista anteriormente citada, con palabras que valen, casi literalmente, para el caso español:
”P) ¿Cuál fue el significado de la neutralidad argentina en la Segunda Guerra Mundial?
R) Muchos factores jugaron en la formación de la política de neutralidad. Estar tan lejos de los campos de batalla significó que lo que se desarrollo en Europa no tenía influencia tan directa en la vida diaria de los argentinos; además, la neutralidad en la Primera Guerra Mundial con Irigoyen y la UCR en el poder, también jugaron un papel. Argentina pudo aprovechar ambas guerras para sus intereses, sobre todo económicos: vender sus productos en el mercado internacional.
No cabe la menor duda que ciertos sectores de la sociedad argentina simpatizaban con el III Reich: grupos en la iglesia católica, en el ejército argentino, entre los nacionalistas. Sin embargo, la neutralidad argentina sirvió a los intereses de Gran Bretaña, ya que mientras Estados Unidos presionaba para que la deje, los ingleses estaban a favor de mantenerla, porque solamente de esta manera los barcos podían salir de los puertos argentinos con carne y cereales para la población sitiada de la ciudad de Londres o para los soldados británicos que estaban en los campos de batalla.”
Fuente
Nuevamente, como se puede observar, los autores que defienden esta postura relativizan la importancia de los apoyos pronazis en Argentina, sin entrar a analizar las causas del sorprendente florecimiento de esa ideología a tantos kilómetros de distancia y en un país que no encaja en absoluto con los parámetros del Eje. Estos argumentos, científicos y serios, deben entenderse en el contexto de una reconciliación argentina con la sociedad hebrea, intentando mitigar la imagen, sin duda exagerada (pero no por ello falsa), de que Argentina era un nido de nazis en la Posguerra. Se trata de un argumentario que ha encontrado, además, un eco interesado en posiciones peronistas actuales, como es lógico.
Como supongo que es comprensible, la elaboración de una bibliografía exhaustiva sobre el tema es un trabajo muy serio. Por otro lado, no se me ha solicitado de forma educada sino más bien como una exigencia que encuentro bastante absurda.
Camarada Rossi, si usted no entiende el convulso clima político derivado de la
Década Infame y no comprende el gran poso social que supuso el periodo entre 1930 y 1943 en su país, obviando la gran significación del hecho de que Uriburu se convierte en el primer militar que alza un gobierno de corte fascista en América, tres años antes del triunfo del propio Hitler y apenas cinco después de Mussolini, lamento decir que debe ser usted el que nos convenza a los demás, ya no con bibliografía sino, como mínimo, con algún argumento. De momento, maneja usted dos ideas parciales, tergiversando a los dos autores de origen y citando sólo dos enlaces de internet (que son los primeros que ofrece Google al buscar a los autores citados). Pero a cambio me exige que le presente una tesis doctoral… Un poco de medida, por favor.
Puede empezar por los clásicos más difundidos como Potash o dedicarle una lectura detenida a la monografía de José Luis Torres sobre el periodo en cuestión, que ya tiene unos añitos (1972, creo) pero sigue siendo recomendable. Serán lecturas que le aprovecharan mucho en ese “periodo de ausencia” suya que tan grandilocuentemente nos anuncia. Entrar, tirar la piedra y salir corriendo.
Camarada Stephen Maturin, muy adecuada puntualización a algo que obvié por no considerar que fuese el momento de entrar en explicaciones: la neutralidad española, sin duda, da para mucho hablar. Esa “no beligerancia” es uno de los temas en el ojo de la disputa, por la interpretación que tradicionalmente se le ha dado que choca directamente con la lógica histórica y política.
Espero ese artículo que anuncias, que cubrirá una laguna del Foro y será, sospecho, lugar de calurosas y enriquecedoras polémicas.
Saludos