Combatiendo en el Bocage - Julio de 1944

Descripción: En el sector estadounidense, los alemanes encontraron la forma de utilizar la orografía normanda como la mejor barrera defensiva imaginable.

Etiquetas del tema: Combatiendo en el Bocage

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guscano
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Combatiendo en el Bocage - Julio de 1944

Mensaje por guscano » 12 03 2011 00:39

Les paso otro artículo mio que, aunque forma parte de una batalla que todos conocemos bien y de la que existen varios hilos en el foro, creo que aporta un ángulo que no se había tocado con suficiente detalle y que sin embargo fue crucial en la batalla de Normandía.


Los primeros días del verano de 1944 vieron el estancamiento de los esfuerzos aliados en su intento de liberar Francia con la rapidez imaginada por los planificadores de la invasión. Los buenos augurios del Día D se convirtieron en frustración cuando Montgomery no pudo progresar hacia Caen mientras que en el sector estadounidense, los alemanes encontraron la forma de utilizar la orografía normanda como la mejor barrera defensiva imaginable.

El estancamiento

En los días siguientes al 6 de junio de 1944, las fuerzas aliadas en Normandía luchaban por consolidar y expandir las cabezas de playa del desembarco para luego avanzar por la península de Contetin y alcanzar Cherburgo. Fue en esos días cuando muchos soldados escucharon por primera vez la palabra bocage, sin adivinar que este término francés estaría asociado a una de las peores experiencias de combate de toda la guerra. Se denomina bocage al sistema de delimitación de las pequeñas fincas normandas mediante la utilización de vallas de piedra entramadas con árboles y vegetación que, bordeando en muchas ocasiones estrechos caminos semihundidos, forman una excepcional línea de fortificación natural. En su conjunto, el bocage ofrecía a los defensores las mejores ventajas imaginables. Facilitaba la ocultación y la emboscada, y permitía que pequeños grupos de soldados, armados con poco más que armas ligeras mantuvieran a raya durante largo tiempo a fuerzas muy superiores, y todo ello con un bajo coste en pérdidas. En suma, era perfecto para los propósitos de los alemanes y muy perjudicial para los atacantes aliados, que además no habían sido instruidos en las tácticas de infiltración adecuadas para superar esta clase de obstáculos. La razón de ello era simple: no pensaban estar allí mucho tiempo, y no se les había informado siquiera de las dificultades que el bocage entrañaba.

Imagen aérea del Bocage en la península de Cotentin, Francia, 1944Imagen aérea del Bocage en la península de Cotentin, Francia, 1944
Los comienzos del combate en el bocage resultaron agobiantes para los inexpertos soldados estadounidenses. Tenían que localizar a los bien ocultos alemanes pero sin atraer el fuego de sus morteros y su artillería. Era como jugar al gato y al ratón intercambiando constantemente los papeles. Como describe el mayor G.S. Johns, de la 29 División, la rutina del combate en los setos era casi siempre igual: Podía ocurrir que el líder de la fuerza más fuerte (ya fuera la alemana o la estadounidense pero usualmente la atacante) decidiera que ya había debilitado lo suficiente a sus oponentes para emprender un asalto coordinado, precedido por la concentración de todo el fuego de artillería y mortero que pudiera conseguir. O también podría ocurrir que el líder de la fuerza más débil decidiera retroceder por temor a verse sobrepasado por el enemigo. En cualquiera de los dos casos la batalla se desarrollaba de la misma forma: un asalto, algunos hombres arrastrándose, unos pocos disparos aislados, un poco de fuego artillero, otro poco de mortero, humo, más gente arrastrándose, otra pausa, silencio mortal... y de repente una fuerte concentración de fuego y un nuevo asalto desde distintos puntos. Si se conseguía expulsar a los alemanes de esa posición, unos metros más allá un nuevo seto anunciaría un nuevo combate. Y así, el avance proseguía exasperante, lento y costoso.

Fusileros estadounidenses sondean el bocageFusileros estadounidenses sondean el bocage
La habilidad táctica germana para la defensa ya se había mostrado sobradamente en Italia, pero en los setos de Normandía tuvo una nueva oportunidad para brillar. Desdeñaban las posiciones rígidas, y si tenían que retirarse, lo hacían flexiblemente a posiciones previamente preparadas, desde las que hacían converger el fuego de morteros y de artillería sobre la zona que acababan de abandonar, sin importarles ni siquiera que aún quedaran allí soldados propios. El bombardeo se coordinaba con asaltos bien organizados destinados a recuperar el terreno perdido, sin dar tiempo al enemigo a consolidar su conquista.

Los alemanes contaban con la experiencia de muchos de sus oficiales y suboficiales, veteranos del frente del este, ante a la inexperiencia de sus recién llegados oponentes. Pero en este punto hay que señalar que los alemanes contaban con la ventaja reservada a quienes corresponde defender un terreno de esas características. Cuando atacaban y eran los estadounidenses los que se defendían, no mejoraban sustancialmente los resultados de éstos. Así, el 11 de julio la División Panzer Lehr lanzó su mayor contraataque de la campaña y cosechó un 25 por ciento de bajas frente a las mínimas pérdidas de la 9ª y 30ª Divisiones norteamericanas. La lucha tuvo lugar, por descontado, en pleno bocage.

Por otra parte, contaban con armamento y equipo de la mejor calidad, y en cantidad adecuada. Para la lucha en los setos, los fusiles tenían escasa utilidad frente a un enemigo que apenas se divisaba. Era necesario saturar la zona de combate, y en esa tarea las ametralladoras eran las reinas del campo de batalla. Las MG 34 y sobre todo las MG 42 alemanas, con sus 1.200 disparos por minutos doblaban la cadencia de fuego de las estadounidenses. Además, los alemanes contaban con 16 ametralladoras por compañía frente a las 11 estadounidenses, aunque estos últimos disponían de las poderosas Brownings del calibre .50 para equilibrar esta desventaja. Tampoco los subfusiles aliados podían competir con las MP alemanas, y hasta la munición de éstas últimas utilizaba pólvora que producía menos humo y fogonazos. Sus granadas de mano eran superiores en calidad, ligereza y sencillez, y en lo que se refiere a las granadas de mortero, su bajo vuelo conseguía que cayeran con muy poco ruido, destrozando los nervios de los soldados aliados. La contribución del mortero al número total de las bajas de los aliados alcanzó el extraordinario porcentaje del 75%, y aunque éstos disponían de un amplio stock de esta arma, nunca alcanzaron la maestría en su manejo que consiguieron los alemanes. Por si ésto fuera poco, contaban con los preciados lanzaproyectiles multitubo Nebelwerfer, los "Stukas sobre ruedas" de efecto devastador, un arma que carecía de contrapartida norteamericana.

Lo mismo puede decirse de la artillería, arma en la que la superioridad numérica aliada no sirvió, sin embargo, para poner en juego una pieza equivalente al 88 alemán, así como de las armas antitanque, en las que no pudo superarse la combinación de simplicidad y eficacia del panzerfaust. Finalmente, poco que no se haya dicho ya puede decirse acerca de la abrumadora superioridad técnica y táctica de los carros alemanes sobre sus contrarios aliados. Y aunque el bocage no era un terreno abierto y despejado, idóneo para el uso de los medios acorazados, los carros de combate tuvieron un papel sumamente importante. Los estadounidenses consiguieron poner en acción muchos más Shermans que los alemanes Panthers y Tigers (aunque, de hecho, cerca de la mitad de los carros alemanes en Normandía eran Panzer IV), y con la ventaja de que consumían menos gasolina, eran más rápidos y más maniobrables, y más fáciles de reparar. Pero estas ventajas no podían equilibrar las de los carros alemanes, mucho mejor diseñados para el combate en los setos. Precisamente, uno de los mayores inconvenientes del Sherman para la lucha en el bocage era su desprotegido bajo vientre, lo que lo hacía especialmente vulnerable al disparo del panzerfaust en el momento en que, intentando saltar sobre un seto, exponía su parte inferior. Estaba claro que cuando la batalla se tornase móvil los Sherman tendrían su oportunidad, pero ésta no se daría en el bocage si no se inventaba algo rápidamente.

Por si todo esto fuera poco, a las dificultades del bocage se sumó un factor climatológico bastante insólito como fue el hecho de que el mes de julio de 1944 fuera el más lluvioso en cuarenta años. Este dato explicaría en parte la relativa facilidad con la que, libres del agobio de la interceptación aérea, los alemanes consiguieron hacer llegar refuerzos y provisiones a la línea del frente.

Los estadounidenses comprendieron que si querían desbloquear su empantanado avance a través del bocage deberían, entre otras cosas, inventar algo que facilitase la acción de los Shermans en los setos. Y en esta ocasión volvió a mostrarse en todo su esplendor el sentido de iniciativa individual y la habilidad para las soluciones prácticas que de una manera un tanto tópica, pero fundamentada, se acostumbra a atribuir a los estadounidenses. Las soluciones pasaban por colocar en los Sherman artificios frontales capaces de desbaratar los setos. Primero fue un teniente de carros de la 29, Charles Green, quién colocó un parachoques, usado para destruir los raíles de tren que Rommel había ordenado colocar como obstáculos en las playas. Era increíblemente fuerte y permitió a los carros atravesar los setos más resistentes. Pero fue el sargento de la 2ª División Acorzada Curtis Culin, un taxista de Chicago, quien se llevó la fama al diseñar y supervisar un destructor de setos construidos con hojas de acero que se asemejaban a los cuerno de un rinoceronte: había nacido el "Rhino Tank", un Sherman al que se le añadía el "Culin device".

La foto muestra el invento de Culin, un gigantesco cortasetos que permitió a los estadounidenses atravesar el BocageLa foto muestra el invento de Culin, un gigantesco "cortasetos" que permitió a los estadounidenses atravesar el Bocage

El sargento curtis CulinEl sargento curtis Culin

Imaginación e iniciativa

Pero esta mejora no seria la única. Se mejoraron las comunicaciones de los carros instalando en ellos una toma de interfono que permitía conectar a las tropas de infantería con la tripulación sin necesidad de que el comandante corriera el riesgo de salir al exterior. Ahora, el soldado de infantería podría colocarse detrás o debajo del carro y actuar con más tranquilidad como observador avanzado de la artillería, y comunicarse con los carristas mientras éstos permanecían a cubierto en el interior del carro.

Las mejoras técnicas abrieron el paso a las mejoras tácticas. A la vanguardia de las mismas estuvo la 29ª División, que introdujo la constitución de equipos de ataque ("attack teams") formados por un carro de combate, un equipo de ingenieros, un pelotón (doce hombres al mando de un sargento) de fusileros, una ametralladora del .30 y un mortero de 60mm. Los equipos de ataque actuaban de la siguiente manera: El Sherman abría el ataque, perforando el seto con su "cuerno de rinoceronte", e introduciendo el cañón por el boquete disparaba proyectiles de fósforo contra las esquinas del seto opuesto, allí donde solían ocultarse los pozos de ametrallador de los alemanes. Los daños del fósforo blanco eran espantosos, pero su eficacia era letal contra los nidos de ametralladoras.

Inmediatamente después, la ametralladora del .50 barría la base del seto enemigo, mientras que el mortero lanzaba sus granadas por encima de aquel. Por su parte, pelotón de infantería avanzaba tras el Sherman desplegado en línea, utilizando métodos estándar de disparo y movimiento hasta acercarse lo suficiente a la posición alemana y arrojar allí una buena cantidad de granadas. Mientras tanto el carro atravesaba el seto por sus propios medios o bien después de colocar explosivos en los boquetes abiertos previamente.

Las tácticas implementadas por la 29 División fueron imitadas por las demás unidades y utilizadas con numerosas variantes en todo el Teatro Europeo de Operaciones (ETO).

El General Quesada

Si importantes fueron las mejoras tácticas ensayadas por la infantería, una auténtica revolución estaba en marcha en la búsqueda de una mayor eficacia del arma aérea. La doctrina del la Fuerza Aérea del Ejército USA acerca del apoyo aéreo cercano (Close Air Support, CAS) lo situaba como subsidiario de las otras dos grandes misiones aéreas: el mantenimiento de la superioridad aérea y la interdicción de las líneas de comunicación enemigas. Se consideraba que la aviación no debería ser la "artillería volante" y por tanto el apoyo a tierra no tenía un interés primordial en el diseño de las operaciones aéreas.
Foto del General Quesada tras la guerraFoto del General Quesada tras la guerra
Pero en Normandía, el uso de la artillería terrestre de gran calibre era arriesgado, por el peligro de provocar bajas propias en un combate librado con el enemigo a tan corta distancia como ocurría en el bocage. Los cazabombarderos podían ser más precisos en la tarea de castigar las posiciones enemigas, aunque volando a 483 kilómetros por hora tenían problemas para localizar los señuelos colocados por la infantería. Y en este caso las soluciones fueron aportadas por un General de origen español, Elwood "Pete" Quesada, que tenía el mando de la Novena Fuerza Aérea Táctica. Las bajas en Normandía y la lentitud del avance le convencieron de que los cazabombarderos tenían que hacer una contribución a la batalla mucho más directa.

Quesada expuso a Bradley sus razonamientos: si la artillería disponía de observadores avanzados para dirigir su tiro usando la radio, ¿por qué no podía hacerse lo mismo con la aviación? La intercomunicación entre artillería y aviación no sólo era posible, sino que incluso podía incorporarse a los carristas a esta función. Todos estarían conectados entre sí. El sistema funcionó tan bien que a finales de julio los operadores de radio que operaban desde tierra podían situar a los P-47 sobre objetivos ubicados a menos de 500 metros. Si se tiene en cuenta que los P-47 llevaban dos cohetes bajo cada ala, más dos bombas de 500 libras y 6.400 cartuchos del calibre .50, se puede imaginar la potencia de fuego que podía arrojarse sobre una posición bien localizada.

La consecuencia de todo ello fue un cambio sustancial en el desarrollo del combate en el bocage. En el momento en que un soldado alemán accionaba su panzerfaust , todos los carros, la artillería, los morteros y los aviones del área concentraban su fuego sobre él hasta que la posición era pulverizada. Los testimonios recogidos en las fuentes oficiales alemanes muestran el devastador efecto que tuvo en la moral de sus tropas la sensación de absoluta desprotección ante la potencia de fuego estadounidense, ahora eficazmente ordenada.

La batalla del bocage tuvo un punto de inflexión cuando el 19 de julio, tras un dramático combate, Saint Lô fue tomado y se alcanzó la línea que discurría entre esta población y Caumont. Se trataba de una línea que los planificadores aliados habían calculado tomar el Día D + 5, nada menos que un mes antes.

Había llegado por tanto la hora de romper definitivamente el frente alemán y salir del bocage al campo abierto. La ofensiva tomaría el nombre de Operación "Cobra" y significó el desbloqueo de la situación en Normandía. Los setos quedaron atrás. Comenzaba la cuenta atrás para el colapso total del ejército alemán en Francia.

FIN

Fuentes / Para saber más:

6 June 1944, Soldiers in Normandy – VV.AA. Histoire & Collections, 1994

The U.S. Army 1941-45 – C.L. Doughty y P. Katcher – Men at Arms nº 70, Osprey, 1981

Soldats de la Seconde Guerre Mondiale – Laurent Mirouze - Histoire & Collections, 1990

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Re: Combatiendo en el Bocage - Julio de 1944

Mensaje por Senador Plutarski » 01 02 2017 23:43

Un artículo muy ilustrativo. Desconocía el empleo de la 9 fuerza aérea de manera coordinada con unidades terrestres.

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