El Proceso a Pietro Kock (3ª Parte)
6. PIETRO KOCH ANTES LOS JUECES
"Señor presidente: Los fascistas me liberaron el 25 de abril, a las 6 de la tarde. Me encontraba encarcelado hacía dos meses por orden de Farinacci, por cuyo encargo había realizado una investigación. Me dirigí a pie hacia Como. Había mucha confusión aquellos días y a nadie se le ocurrió registrarme. Llevaba encima mis documentos auténticos y una pistola. Pasé de Como a Morbegno, pero en seguida me fui de allí porque me enteré de que había llegado un telegrama con mis datos y la orden de captura. En Novara los ingleses me dieron un permiso de circulación a nombre de Ariosto Ballarin. Luego marché a Florencia. Los periódicos —¡oh, estos periódicos!— han escrito muchas inexactitudes sobre mi captura: la amante, la trampa, el amor... Todos inventos. Tamara Cerri no tuvo nada que ver con mi detención. La detuvieron por casualidad porque se parecía a una mujer buscada por la policía. Como dicen los alemanes, también la gallina ciega encuentra su grano de trigo. Supe que mi madre había sido detenida y que querían que dijera dónde me había escondido. Entonces yo, señor presidente, me presenté voluntariamente. Pero para convencer al comisario de policía de que yo era Pietro Koch, hijo de Reinaldo y de Olga Politi, nacido en Benevento el 18 de agosto de 1918, ¡tuve que contárselo con música dos o tres veces!...".
7. ¿ES POSIBLE QUE ESE MUCHACHO SEA UN MONSTRUO?
Es lunes, 4 de Junio de 1945, en la vieja universidad de Roma, en la gran sala de la Sapienza, se acaba de abrir el proceso contra Pietro Koch. Es acusado de los delitos que trata el articulo 5 del Decreto-Ley del Lugarteniente de Italia, de 27 de julio de 1944, número 159, con relación al articulo 51 del Código Militar de Guerra "por haber cometido en Roma hasta el 3 de junio de 1944, y en otras ciudades de Italia del norte después del 8 de septiembre de 1943, crímenes contra la fidelidad y la defensa militar del Estado, colaborando con el alemán invasor y prestándole ayuda y apoyo".
Pensión Jaccarino. Actualmente este edificio no existe
El proceso durará poquísimas horas, tres exactamente, pero el público es abundantisimo y —como escribirá el más detallado biógrafo de este personaje de la RSI, el periodista Aldo Lualdi— se ven famosos como la actriz cinematográfica Isa Pola y el realizador Augusto Genina, que está con su mujer, la escritora Paola Masino (entre los testigos ha sido citado también Luchino Visconti). En el fondo del salón, tras la larga mesa recubierta con un paño rojo, se sienta el tribunal, cuyo nombre exacto es "Alto Tribunal de Justicia para las sanciones contra el fascismo". Lo preside un magistrado de gran prestigio. Lorenzo Maroni, que es asistido por otros tres jueces de carrera: Carlizzi, Arena y Profeta. Con ellos hay cinco representantes designados por la "Alta Comisaria para el castigo de los delitos fascistas", y uno de ellos es el futuro senador comunista Cario Celeste Negarville, alcalde de Turín y conocido como "el marqués rojo". Otro magistrado, Luigi Granate, lleva la acusación pública.
Cario Celeste Negarville
Según las crónicas de los periódicos de la época, "protegido por un grupo de carabinieri, Pietro Koch,jefe del 'destacamento especial de policía' durante la ocupación nazi de Roma, hace su entrada en la sala del Alto Tribunal de Justicia poco después de las nueve horas, caminando engallado sin que su rostro revele ninguna particular emoción. El numeroso público mantiene ante su presencia una actitud bastante calmada. Cuando los carabinieri de la escolta le liberan de las esposas, Koch va a sentarse en el rincón extremo del recinto y trata de hurtarse a las miradas". La gente, desde el otro lado de las barandillas, le observa curiosa. Este mocetón alto, vestido de azul, con camisa blanca de cuello abierto vuelto sobre el de la chaqueta, con los cabellos lustrosos de brillantina y perfectamente peinados, ¿es el torturador, el sádico, la "bestia" de las pensiones de Roma y de "Villa Triste" de Milán? ¿Es posible?.
La Villa Fossati, sede milanesa de la Banda Koch
Es posible. Bastará leer algunos nombres de los infelices que pasaron por sus celdas para darse cuenta: la portera Carolina Crippa. la profesora Giulia Ferrario, el cartero Angelo Ferrari, el empleado Ernesto Gianini, el abogado Aldo Gallo, el ingeniero Vittorio Guzzoni, el ceramista Luigi Marenghi, el obrero Luigi Magnoni, el carpintero Battista Milesi, el abogado Paolo della Giusta, el abogado Renzo Cantamessa, el ingeniero Eugenio Dugoni, los comandantes partisanos Giuseppe Fregoni y Giuseppe Pagano, muerto luego en un campo de concentración: el abogado Guglielmo Ghislandi, que luego sería alcalde de Brescia; el químico Alberto Marchesi, los bomberos Roveda y Martinelli, el vigilante urbano Mario Luraschi, Ramella della Montecatini, el abogado Martini de la CGE, el editor Giuseppe Bocea, Luigi Montagna, Francesco y Egidio Razzaboni. Bastará escuchar la declaración de un periodista, Augusto C. Dauphiné, que fue detenido en "Villa Triste" de Milán y que recuerda el encuentro con Koch: "Me hizo salir de la celda y me ofreció un cigarrillo. Tuve que hacer un esfuerzo para rechazarlo, pero lo rechacé. 'Tutéame', dijo. 'También yo en tiempos tuve ambiciones periodísticas. Seamos un poco colegas, ¿quieres? Ah, verdaderamente me detestas, pero eso es estúpido. ¿De qué te quejas? Hoy estás en un cuarto de tres metros de ancho. ¿Sabes qué cuarto me darán cuando me pillen? Cuarenta centímetros de ancho', y rió, 'y dos metros de largo porque soy alto'. Y siguió riendo". Bastará leer el pasaje de un folleto editado en Milán después de la liberación que describe el primer tratamiento reservado en "Villa Triste" a todos los recién detenidos.
"Los prisioneros llegaban con los ojos vendados, y apenas bajaban del coche eran asaltados a puñetazos en los costados, en el vientre, en la cabeza. Aturdidos así, eran conducidos a la planta baja. y luego se les arrojaba a patadas por la escalera de caracol, sin barandillas, hasta el sótano inferior. Con la caída los desgraciados se lastimaban incluso gravemente la cabeza, los brazos y las piernas, se rompían los dientes y por algún tiempo yacían en tierra inmóviles".
Todo esto lo ha declarado ya Koch aun antes de entrar en la sala de la Sapienza vigilado por los carabinieri (uno de los cuales quiso la casualidad que fuera el citado Angelo di Pietro, que Koch había hecho torturar en la pensión Jaccarino). Antes de que comience el proceso, esperando la entrada del tribunal, Koch conversa con los periodistas, especialmente con su ex compañero de armas Marco Cesare Sforza (y Koch le saluda, desenvuelto, diciéndole: "Hola. Qué alegría verte. Aunque volvemos a vernos en circunstancias un poco movidas. Movidas para mi, se entiende"). El acusado no se hace ilusiones sobre su suerte, aunque no sabe que, como a todos los criminales fascistas que le han precedido, el tribunal ha decidido procesarlo por un solo delito, colaboracionismo con el enemigo (que comporta la pena de muerte), a fin de no extender el sumario a los otros delitos —a pesar de ser tantos y tan graves— porque ello significaría prolongar las diligencias judiciales varios meses mientras que así han sido cerradas en dos días.
Koch, sin embargo, intuye perfectamente cómo irán las cosas. Y cuando un periodista le muestra un semanario con su fotografía, que le representa de muchacho con su madre y su hermana, se ensombrece y murmura: "Se debería tener respeto a un hombre que vivirá lo más hasta mañana a las dos" (Koch será fusilado a las 14.20 del martes 5 de junio).
Hay todavía un cambio de frases con los periodistas. "Hubiera querido ir al sur —confiesa Koch—, Nápoles es tan grande". "SÍ, pero el mundo es pequeño. Te habrían cogido igual". "He visto que ante el palacio hay dos carros de combate. ¿Tienen miedo de que me escape o de que cambie la guerra?". Y, finalmente: "La única cosa que me molesta es morir a los veintisiete anos. Hace un año me marchaba de Roma en el coche del SS Dollmann. Ahora el viaje será distinto". En este momento entra en el aula Minerva el pelotón de carabinieri. "Hay que irse", dice el jefe de la escolta. Koch tira el cigarrillo, lo aplasta con el tacón de un zapato perfectamente limpio, y presenta las muñecas a las esposas. "En la boca del lobo", murmura. Y marcha a la sala de la audiencia.
- Presidente: "El acusado no tiene defensor propio. El tribunal procede a nombrarle uno de oficio en la persona del abogado Felice Comandini".
Comandini, presidente del Colegio de Abogados y Procuradores de Roma, es un conocido antifascista, y Koch, en 1944, le estuvo dando caza. Por otra parte, al parecer, el acusado no ha encontrado un letrado dispuesto a asumir su defensa.
- Comandini (al presidente Maroni): "Estoy a las órdenes del tribunal".
- Fiscal Granata (fiscal general sustituto en el Tribunal de Apelaciones): "Abogado Comandini, esto le honra mucho...".
- Comandini: "Señores del tribunal, yo no soy el defensor de Pietro Koch. Yo soy la defensa personalizada, soy la tutela de la civilización. Esta toga pesa sobre mis hombros como si fuese de plomo, pero, bajo ciertos aspectos, representa para mi un privilegio".
- Presidente (al acusado que está en pie en su recinto): "Acérquese delante de mi, que quiero hacerle algunas preguntas...".
- Koch: "Me remito a todo lo que he dicho al juez instructor estos días".
- Presidente: "Pero el tribunal desea saber algo más. conocer, por ejemplo, qué motivos le han inducido a colaborar con el invasor alemán...".
El acusado asiente, y luego empieza a hablar rápidamente, relatando todas sus aventuras de los últimos dos años. Recuerda que entró a formar parte del Estado Mayor de la Banda Carita con el grado de teniente junto con otro teniente. Armando Tela, que luego se llevará consigo a Roma y después a Milán.
- Fiscal Granata: "Trabajando así para los alemanes...".
- Koch: "¡Pero en el fondo mi padre era alemán!".
- Presidente: "Pero usted es italiano y ha servido como oficial de nuestro ejército".
- Koch: "Sí, pero por algún tiempo, al menos veinte meses, hubo dos Italias".
Y el acusado empieza a explicar, entrando en toda suerte de detalles, la necesidad, fines y significado de su actividad de "policía especial". Explica, sobre todo, el clima de los días siguientes al armisticio, la confusión de los espíritus, la incertidumbre de quien debía escoger, y todo —obviamente— bajo el signo de su más completa y total buena fe.
- Fiscal Granata: "Usted, cuando se trasladó de Florencia a Roma, se llevó consigo —además de Armando Tela— dos torvas figuras: una la del ex escuadrista fascista y luego brigada de las SS italianas Giuseppe Bemasconi, que de 1924 a 1942 había recibido hasta dieciséis condenas por hurto, estafa, usurpación de título, crédito fingido, falsedad en letras de cambio e insolvencia fraudulenta. La otra era el monje benedictino padre Ildefonso, en el siglo Epaminonda Troja, nacido en 1915 en Arcinazzo...".
- Un juez (interrumpiendo): "Los feudos de Graziani".
- Fiscal Granata: "... que había hecho espionaje para la Banda Carita, y que durante los interrogatorios de las víctimas aporreaba en el piano canciones napolitanas o la 'Inacabada', de Schubert, para ocultar con sus notas los gritos inhumanos de los torturados".
- Koch: "Si hubo torturas, yo nunca las ordené. Cierto que sospechaba que eran interrogados e incluso de manera dura. Pero los malos tratos infligidos por Trinca, por ejemplo, los desaprobaba. Por otra parte, esos son, más o menos, sistemas normales de la policía, de todas las policías".
- Fiscal Granata: "¿Y esas 'villas tristes' de Roma? ¿Las pensiones Oltremare y Jaccarino?".
- Koch: "Mi graduación era de subteniente del ejército, que más o menos correspondía a comisario de policía. Como era un 'auxiliar de la policía', las dos pensiones podían considerarse en esencia verdaderas comisarías de seguridad pública".
- Presidente: "Acusado Koch. Nosotros, hasta ahora, no hablamos por boca de testigos. Nos servimos de documentos, y precisamente procedentes de su archivo. Aquí hay uno suyo, firmado por usted, un informe que envió al general Maeltzer, comandante de la plaza de Roma, en el que se pide la identificación del principal autor del atentado de Vía Rasella. Además, del diario de su destacamento resulta que el 23 de marzo de 1944, día de la represalia alemana en las Fosas Ardeatinas, al menos dos de sus prisioneros fueron entregados para ser fusilados: el teniente Maurizio Giglio y el profesor Pilo Albertelli".
- Koch: "No sé nada de prisioneros entregados para el fusilamiento. Lo único que puedo decir, porque lo recuerdo con precisión, es que me encontré con el cuestor de policía de Roma, Caruso, y con él fui a ver al SS Kappler, que había sido encargado de la represalia. La lista de prisioneros italianos, de los ya condenados a muerte, que los alemanes llaman 'Totenkandidaten', la preparó Caruso. Sólo él tema en mano las listas de los detenidos de las distintas prisiones, sabia quiénes eran los convocados, los detenidos, los condenados y a qué penas, y los que estaban sencillamente a la espera de juicio o de sumario".
- Fiscal Granata: "Sin embargo, en este momento podemos presentar testigos. ¿Debemos hacerlo? ¿Debemos hacer decir que el 23 de marzo de 1944, cuando se difundió la noticia del atentado de Vía Rasella, usted y sus esbirros se precipitaron a las celdas de la pensión Oltremare golpeando como locos a los prisioneros para vengar de algún modo a los 'camaradas' alemanes muertos en la explosión?".
- Koch: "Que vengan si quieren. No temo los desmentidos".
- Presidente (calmado y solemne): "Muchos de ellos no pueden comparecer. Han muerto".
Cómo escriben los periódicos de la época, desde ese momento, "respondiendo a las diversas cuestiones que le dirige el presidente, que se refieren a las varias operaciones por él realizadas y especialmente a los malos tratos más refinados a los que acudía contra los patriotas, el acusado dice que su banda estaba reconocida por el jefe de policía, que él era un comisario auxiliar, y que luego en Milán recibió del ministro del Interior el grado de cuestor de primera clase. Niega decididamente haber estado a las órdenes de la policía alemana".
- Presidente (al secretario): "Lea el testimonio Scottu, quinto cuaderno, página 11 y siguientes...".
- Secretario: "... El teniente Giglio me dijo que Koch le había maltratado en presencia y con anuencia de Caruso y que, también presente el otro, Walter, inclinándole la cabeza hacia adelante le había golpeado violentamente en la nuca (...). El teniente Giglio fue interrogado durante cerca de veinte minutos (presentes Koch y Walter). Volvió con la cara desfigurada, tambaleándose, agotado. Walter le asestó un puñetazo en la boca. La sangre corría de sus labios rotos. Mientras se los enjugaba con un pañuelo en el borde de la cama, fue golpeado repetidamente a puñetazos en las mandíbulas. Llamaba a su madre, en voz débil y casi sin conocimiento...".
- Presidente: "Creo que así basta. ¿O continuamos?".
- Koch se calla un instante, y luego niega: "En aquella época no me encontraba en Roma. Estaba fuera, de servicio".
- Fiscal Granata: "Pero los testigos no tienen duda, todos están de acuerdo en su nombre...".
- Koch (encogiéndose de hombros): "Bueno, yo era el jefe del destacamento. Acaso pensaron que como tal estaba presente... No sé...".
- Presidente: "Querría saber algo más sobre esa huelga que usted se jacta de haber cortado el 3 de mayo de 1944 para no crear, dijo usted, perjuicios a la población".
- Koch: "Sin duda los alemanes, ante una huelga general, no habrían dudado en realizar redadas y detención de inocentes a centenares y centenares. Impidiendo, por ejemplo, el sabotaje de la línea eléctrica Roma-Tívoli, ayudé esencialmente a la población de la capital".
- Fiscal Granata: "En su informe al general Maeltzer explica usted estas cosas en términos bien distintos...".
- Koch: "Si el plan de destrucción de las estaciones de alimentación se hubiera realizado, le puedo asegurar que al menos durante un año Roma hubiera quedado sin luces y sin periódicos".
- Presidente: "Bah, vaya perjuicio. Eran periódicos fascistas".
- Fiscal Granata: "Explique mejor cuándo y por qué fue detenido por la misma policía de Saló".
- Koch: "Fue por venganza. Yo estaba a favor de una labor moralizadora del ambiente de la policía, una acción a realizar públicamente, ante los ojos de todos...".
- Presidente: "Sin embargo, las descripciones que leo aquí de la 'Villa Triste' de Milán, sede de su puesto de mando, me dan más bien la idea de un antro de tortura. Aquí se dice que en las cornisas del edificio se habían emplazado veinticuatro reflectores, que cada verja estaba provista de potentes sirenas de alarma, y que en el subterráneo estaban las celdas, tres para hombres y una para mujeres, y tan bajas que una persona tenia que estar inclinada. Y leo también que cuando la 'Mutti', el 24 de septiembre de 1944, por orden del prefecto de Milán, irrumpió en su cueva, encontró allí 43 detenidos, todos apiñados en las cuatro celdas...".
- Koch: "Eran simplemente medidas de seguridad. Me detuvieron porque había revelado a Mussolini los torvos tráficos que realizaban, a espaldas de la República Social Italiana, personajes como Farinacci. El, Farinacci, se alió con la 'Mutti', que envidiaba mi destacamento de policía y los éxitos que obteníamos. Juntos urdieron un complot contra mí y me hicieron meter en la cárcel para que no descubriera sus cerdadas. Pero hice igualmente llegar a Mussolini un informe sobre Farinacci...".
- Presidente: "El interrogatorio ha concluido por nuestra parte. ¿Tiene algo más que decir?".
- Koch: "Creo firmemente en la justicia de Dios y espero que me perdone. No he colaborado con los alemanes, pero tengo conciencia de que toda mi actividad pudo serles de provecho. Por mi origen alemán no podía ni quería enfrentarme con ellos".
- Abogado Comandini: "Pido la palabra para una breve intervención".
- Presidente: "Le escuchamos, abogado".
- Comandini: "Mi petición procede de cuanto ha surgido hasta ahora en los interrogatorios. Hay muchas culpas del acusado, pero no podemos hacer con ellas un único expediente. Para un juicio sereno es necesario, en mi opinión, desbrozar el campo de lo que usted mismo ha llamado, señor presidente, el 'colorido' de proceso: los rumores, las insinuaciones, los 'se dice', los hechos dados como conocidisimos pero no probados. Todo esto pone un peso terrible sobre los hombros del acusado, y puede hacerle cargar con responsabilidades que efectivamente no tiene. Por eso pido una ampliación del sumario".
El Alto Tribunal se retira para deliberar, y permanece diez minutos en la cámara de consejo. Cuando regresa, el presidente Maroni lee la disposición por la que es rechazada la petición de la defensa. Son ya las 11. Se comienza la deposición de testigos. Los dos primeros en ser escuchados son el ex cuestor romano de policía Norazzini y el comisario de Seguridad Pública Marittoli, que confirman, en todo y por todo, los informes que habían presentado sobre la lamentable actividad de la Banda Koch.
8. DE KOCH AL GENERAL MAELTZER
El general de la Luftwaffe Kurt Maeltzer, de cincuenta y cinco años, que en 1944 era comandante militar de la plaza de Roma, recibió de Pietro Koch este informe sobre el "Destacamento Especial de la Policía Republicana" constituido provisionalmente en la Vía Tasso de Roma, y que en febrero de 1944 se había alojado en la Pensión Oltremare de Vía Principe Amedeo, 2, y desde el siguiente abril en la Pensión Jaccarino, Via Romagna, 38. Así actuó la "Banda Koch", una de tantas seudopolicias de Saló, en los meses de la ocupación nazi de Roma:
"El destacamento de policía que el firmante tiene el honor de mandar fue constituido, por deseo del Jefe de Policía, en enero de 1944, y en seguida comenzó su ciclo operativo en Roma, en el sector político, siendo ésta su función y habiendo sido creado a fin de poder disponer de hombres de indiscutible fe y probado valor. La primera operación del destacamento, que sin temor a ser tachado de inmodesto ha cumplido en brevísimo tiempo —acaso la más brillante operación política y militar del momento—, es la de haber podido dar a nuestro gobierno y al mando del aliado alemán un cuadro real de las tretas políticas y militares que llevaron a la desorganización del ejército italiano. Y esto con la detención de un alto general responsable en gran parte de lo ocurrido, y que en diciembre de 1943 seguía todavía viviendo en Roma bajo los falsos ropajes de fraile franciscano: el general de ejército Mario Caracciolo di Feroleto es jefe del V Ejército. El hallazgo de la documentación de Caracciolo ha aclarado y basado toda la trastienda política no sólo del 25 de julio y del 8 de septiembre, sino convirtiéndose en un verdadero pliego de cargos contra todos los saboteadores de la victoria, desde la entrada en guerra hasta nuestros días, y revela a los ojos de todos las distintas responsabilidades individuales, facilitando la búsqueda de traidores que deberán responder de sus actos a la justicia militar.
El expediente Caracciolo, hallado, reconstruido y copiado por nosotros, es hoy el único documento que servirá al Tribunal Especial de la Defensa del Estado como pliego de cargos contra las ex jerarquías militares del estado, responsable de la traición en perjuicio de los camaradas alemanes. Al poco tiempo seguía la acción desarrollada en profundidad sobre un grupo de conventos: Russicum, Instituto Lombardo e Instituto Oriental, y como resultado vino la captura del presidente del Comité Central del Partido Comunista Italiano, Giovanni Roveda. Esta operación fue la primera llevada a cabo en Roma con gran despliegue de fuerzas especiales de policía italoalemana, y la primera realizada en zona extraterritorial. En tal ocasión el firmante tuvo el honor de tener a sus órdenes a un capitán, un subteniente y varios suboficiales y agentes de las SS alemanas. A la vez fue estudiada y ejecutada la acción en la abadía aneja a la Basílica de San Paolo, y el hallazgo de otros generales del ex Regio Esercito Italiano (Monti y Fortunato) y el de otras personalidades indudablemente responsables, coronaron de éxito las operaciones, que tuvieron resonancia internacional, tanto que el Sumo Pontífice consideró necesario enviar una carta a todos los dirigentes de los Institutos Píos declarando que consideraría responsable a cualquiera que permitiera a extraños alojarse por cualquier motivo en la sede de los mismos Institutos. La carta fue comunicada por el Alto Mando alemán al gobierno italiano y a los representantes de todos los estados del mundo.
La corrección y el señorío moral, material y, sobre todo, jurídico con que fue ejecutada la operación no permitieron al Estado Vaticano formular las protestas que la más pequeña imperfección de la misma operación habría motivado.
A consecuencia de los resultados de estas operaciones, el Jefe de Policía autorizó a poner las bases de lo que debería ser la plantilla de este destacamento, y dio directivas para su vida futura, orientada hacia la anulación de toda actividad criminal anti-Eje y antinacional. Según las órdenes recibidas, el destacamento tomó en enero de 1944 la siguiente formación:
- Negociado de mando;
- Negociado de investigación e información;
- Negociado de operaciones;
- Negociado de secretaría, enlace y contabilidad;
- Departamento legal;
- Una unidad.
Apenas asumido el carácter legal, hacia finales de enero de 1944 el mando del destacamento consideró oportuno anular la actividad de un partido que florecía entonces en Roma sin ser perturbado por nadie, tomando de día en día mayor fuerza: el Partido de Acción. La acción, pronta, continua, rápida e inteligente, estudiada para derrocar al Partido de Acción, dio sus frutos inmediatos, tanto que desde entonces la prensa propagandística del partido no volvió a salir, porque fueron tantas y tales las detenciones y tan pronta la localización de la imprenta y la incautación de todo el material de este partido que había preparado para Roma lo mejor de sus fuerzas, que hoy ya no tiene órganos de propaganda, ni hombres capaces de guiar su movimiento. La serie de estas rapidísimas operaciones llevó a la detención de al menos el 90 por ciento de los jefes responsables del partido.
Acabada la redada del Partido de Acción, el destacamento volvió su actividad, a la búsqueda de una radio clandestina que desde Roma estaba en estrecho enlace con el V Ejército americano del general Clark. También esta operación, en la que muchos hombres de la policía germana e italiana, provistos hasta de radiogoniómetros, habían trabajado durante mucho tiempo, resultó fructuosa y los responsables fueron entregados a la justicia. Las mismas claves cayeron en nuestras manos, y fueron hombres de sólo este destacamento quienes lograron descifrar mensajes transmitidos e identificar otros nombres de personas responsables de esta maniobra ignominiosa.
Terminada esta misión, el destacamento dirigió su actividad a combatir algunas bandas armadas constituidas y operantes en territorios limítrofes de Roma, y precisamente en la zona de La Sapienza. La detención de los jefes militares y de casi todos los hombres que componían dos bandas, la recuperación de centenares de carabinas, de numerosas armas automáticas y de millares de bombas de mano, cientos de miles de cartuchos, cientos de fusiles y muchas prendas de vestuario, fueron consecuencia de la acción del destacamento, que en sólo dos días limpió una vasta zona infestada y recorrida por estos elementos altamente peligrosos.
Siguiendo siempre órdenes superiores, en continuo contacto con el Jefe y la Dirección General de Policía, y con la anuencia del Duce, que sabe, conoce y continuamente elogia las acciones del destacamento, la lucha se ha continuado en todos los sectores en que ha sido necesaria la presencia de hombres de valor y fe. Pero el firmante no podía olvidar la organización máxima nacional, el Partido Comunista, que con sus subdivisiones en ocho zonas, con ramificaciones capilares en cada calle y con células obreras, había creado con sus anillos una potente organización secreta capaz de poder en ocasiones controlar y dirigir toda acción y cualquier fuerza manifiesta de actividad industrial y comercial. Largo trabajo de preparación hubo que realizar para poder empezar en este campo la ofensiva que, como se concretará a continuación, ha llevado a la total aniquilación de las zonas que controlan los barrios más populares e industriales de Roma.
De las otras zonas, algunas de las cuales sólo existen en embrión, el destacamento se está ocupando ahora, y no será difícil llegar también a su anulación. En este punto, señor general, debo alargarme en el tema, porque quizá es el que más de cerca toca a los mandos germanos y porque es la mejor exposición de la serie de operaciones realizadas en Roma en estos últimos tiempos. El destacamento ha iniciado las operaciones encontrando el modo de infiltrarse en algunos de los grupos dependientes de la organización comunista, como ya había hecho en la época de las operaciones contra el Partido de Acción. Se logró así en un primer momento captarse la confianza de algunos GAP (Grupos de Acción Patriótica), concretamente de los componentes del famoso Comité de los Justicieros, que la unidad comunista tiene en su dependencia directa y que representan el poder ejecutivo del mismo partido, sea contra los enemigos, sea contra los propios afiliados en caso de que demuestren poco entusiasmo.
A modo de aclaración, el Comité Central del Partido Comunista tenía a su disposición en Roma 14 GAP, la mitad de los cuales han sido ya detenidos y se encuentran a disposición de la justicia. Las operaciones no han sido nada fáciles y se han tenido que realizar con una celeridad que ha llevado a los componentes del destacamento a reducir el sueño a muy pocas horas semanales.
Para constancia puede decirse que en las semanas que precedieron a la anunciada fecha del 3 de mayo, en la que debían comenzar sabotajes y huelgas ya conocidos, la actividad del destacamento fue ininterrumpida, y no se exagera diciendo que, desde el firmante al último hombre, la media de descanso semanal no llegó a dos horas diarias. En los últimos tiempos, la actividad fue continua, y tal que llevó al agotamiento completo de los hombres, índice de ello es el número de detenciones, que subieron a casi 200. Con estas detenciones se logró la destrucción total de las dos zonas mas interesantes, ya que tienen su sede en los barrios más populares e industriales de Roma.
A continuación, y paralelamente con estas operaciones de gran alcance, se descubrieron y evitaron una serie de gigantescos atentados que si se hubiesen realizado habrían llevado a consecuencias políticas y materiales incalculables. El primer sabotaje proyectado era destruir la línea de alta tensión de 160.000 voltios Tívoli-Roma que suministran los cuatro quintos de la energía eléctrica de la ciudad de Roma. Es necesario señalar que en caso favorable a los adversarios, la destrucción de esta linea habría llevado a la suspensión de casi todas las industrias de la ciudad de Roma, además del efecto moral que la falta de luz habría producido en una ciudad de dos millones y medio de habitantes, ya agobiada por tantas privaciones. Hay que tener también presente el incremento que habría tenido la actividad criminal nocturna. Esta operación de carácter eminentemente práctico ha llevado a ahorrar varios millones de liras, además de haber evitado que varios centenares de miles de obreros quedaran sin trabajo. Por el contrario, de carácter exclusivamente político son las operaciones que han llevado al resultado de anular los atentados contra el mando alemán de la ciudad abierta de Roma y contra la sede de las SS en Via Tasso. Estos dos atentados, preparados por expertos de modo especialmente perfecto y detallado, habrían provocado lógicas reacciones por parte de los aliados germanos con las consiguientes represalias para la población.
Al impedir estos dos atentados, muchas vidas de camaradas alemanes han sido ahorradas, y con ellas su vida, señor general, tan valiosa, además de a usted mismo, a sus seres queridos, y a su patria y a la mía. Además, es muy reciente la identificación del principal autor del atentado de Via Rasella. Es orgullo de este destacamento haber sabido y podido inmovilizar con un puñado de hombres de fe y de valor a la masa de. las fuerzas antinacionales de la ciudad de Roma, ciertamente más fuertes que en cualquier otra parte de Italia. Superioridad debida a la presencia del Estado de la Ciudad del Vaticano y de muchas legaciones extranjeras que reparten oro a manos llenas en este centro, y debida al hecho de que estando Roma a pocos kilómetros de las primeras líneas, elementos de todas clases han llovido de todas partes de Italia para estar más cerca del enemigo.
A continuación de esta serie de operaciones, que ha granjeado al destacamento el alto elogio del Duce, el Jefe de Policía decidió estos días dar al destacamento un nuevo carácter. El destacamento, de provincial que era, es hoy regional como centro, y nacional como consistencia. Esta, señor general, es la historia y la vida del destacamento, que es un destacamento de la policía oficial legalmente constituido y reconocido, así como está legalmente reconocido y constituido el gobierno de la República Social Italiana. Todos los hombres que componen el destacamento son hombres de probada fe fascista, combatientes de muchas guerras y de muchos frentes, hombres que han dado mucho y muchos años, los mejores, a su patria, hombres que no la han traicionado ni en el 25 de julio ni en el 8 de septiembre, hombres que sirven a la patria con fe y, añado también, señor general, con honradez. Por todo esto, no se comprende el motivo ni la razón de que algunos mandos traten en cierto sentido de disminuir la obra del destacamento y anular la capacidad de' sus hombres.
Como prueba de lo anterior, recuerdo que el jefe firmante del destacamento fue notificado una primera vez que no permaneciera en Roma, y una segunda vez que no volviera de Florencia a Roma. Una tercera vez se dispuso incluso su detención. Todo esto por obra de las SS germanas. En otro momento, hombres también de las SS irrumpieron a mano armada en la sede primeramente ocupada por este destacamento, para cerciorarse de la actividad desarrollada por el mismo destacamento.
Aparte de las consideraciones que se derivan del examen de semejante actitud, este mando hace notar que las palabras y las amenazas del Sorrentino no hacen palidecer a hombres como los del destacamento, pero siendo hostiles las señaladas y continuadas actitudes, ha sido dispuesto un servicio de vigilancia en la sede del destacamento de modo que se impidan más bravatas y se disuada a quien quiera todavía intentar otros experimentos. Ciertamente que no es por temor a represalias por lo que se han escrito estas páginas, pues hombres que han tomado parte en muchas guerras y en muchos combates a campo abierto, redadas o en carretera, ciertamente no temen conflictos con otros hombres, pero dada nuestra fe y nuestra pasión, aun volviendo a confirmar que no será tolerado ningún acto de fuerza de cualquier parte que venga, sería deseable que las consecuencias de estos actos imprudentes fueran bien valoradas antes de que hubiera que lamentar desgracias.
Ha llegado a mis manos el ridículo informe de un tal H 44 del que adjunto copia. No me corresponde tratar la cuestión de los sinceros amigos funcionarios de la Questura de Roma ni tampoco de la cuestión del 'Cuestor que hace de escuadrista'. El Cuestor de Roma sabrá responder con el prestigio que su grado y su poder le dan. La respuesta del 'tremendo instrumento de propaganda antiitaliana y antigermana está en las páginas anteriores. Mi respuesta personal a ese vulgar bellaco que oculta su nombre tras un seudónimo aún más vulgar, que quiere presentarse bajo el velo de un grotesco misterio, se reduce sólo a mi firma, que mientras no prueben lo contrario es la firma de un italiano, de un verdadero italiano y de un ciudadano honrado. No doy otra respuesta para no incluir en esta carta páginas humorísticas además de la del misteriosísimo H 44.
El Cuestor de Roma me ha transmitido estos días sus elogios. Aprovecho la ocasión para agradecérselos. Acepte, señor general, mis excusas por tan larga disquisición. Usted, profundo conocedor de los hombres, juzgará su valor. Le ruego transmita a todos los oficiales y hombres de su unidad los más merecidos y sentidos saludos".