Página 1 de 1

El Proceso contra Walter Reder

Publicado: 19 12 2018 19:17
por cocinilla
El Proceso contra Walter Reder (1ª Parte)


Juzgado en Bolonia, en 1951 el Comandante de la "Columna de la Muerte"

Walter Reder durante el juicioWalter Reder durante el juicio

  1. CADENA PERPETUA AL RESPONSABLE DEL MARZABOTTO
  2. PROTESTAS DE LOS NEONAZIS EN FAVOR DE REDER
  3. LAS OPERACIONES DE LA "COLUMNA DE LA MUERTE"
  4. TESTIMONIOS ESPELUZNANTES
  5. "FUERON SIMPLES ACCIONES MILITARES"
  6. "YO SABER QUE NO ES REBELDE, PERO (KAPUT) LO MISMO"
  7. PARA EL ACUSADO TODO SON MENTIRAS
  8. REDER PIDE PERDÓN AL ALCALDE DE MARZABOTTO
  9. "ES EL, ES EL TIGRE VESTIDO DE HOMBRE"
  10. PARA EL FISCAL ES NECESARIO LA PENA DE MUERTE
  11. EL MUNICIPIO DE MARZABOTTO RESPONDE A REDER
  12. LA DEFENSA SALVA A REDER DE LA MUERTE
  13. LA ULTIMA Y AGITADA SESIÓN ANTES DEL VEREDICTO
  14. VIDEO
  15. FUENTES



1. CADENA PERPETUA AL RESPONSABLE DEL MARZABOTTO

La matanza más horrenda de aquel verano de sangre de 1944 en las pendientes de los Apeninos Toscano-Emilianos tuvo lugar en la plaza principal del pueblecito de Pero, el más pequeño del ayuntamiento de Sant'Anna di Stazzema (Lucca), una larga explanada delante de la iglesia, con un plátano frondoso y una pilastra ennegrecida por el tiempo en el centro. Desde el 18 de septiembre al 31 de octubre de 1951, en los treinta días que dura el proceso contra el ex Sturmbannführer Walter Reder, comandante de las SS (responsable de ese episodio), los testimonios no hacen más que repetir las palabras fusilamiento, incendio, violación, quemados vivos, disparos, lanzamientos de bombas, rastreos, asesinados. Reder, alto, delgado, rubio, mutilado del antebrazo izquierdo (por lo que, en Toscana. en las zonas de sus fechorías, le llamaban el "manco"; en cambio, en Alemania su apodo era "Bubi", el Muchachito), escucha impasible todas las acusaciones. Está sentado, erguido, en el banquillo de la sala del Tribunal Militar de Bolonia, un salón grandísimo, con amplias bóvedas de convento, en la que se pierde fácilmente la voz y es necesario recurrir con frecuencia a los micrófonos.

Sturmbannführer Walter RederSturmbannführer Walter Reder
Reder viste un medio uniforme militar: una chaqueta tirolesa verde oliva con amplias vueltas negras, sobre una camisa y una corbata de tipo claramente de paisano, y un par de pantalones militares. Por la mañana, cuando llega en coche, escoltado por cuatro carabinieri mandados por un teniente, tiene en la derecha una cartera de cuero en la que guarda bosquejos tipográficos, notas, copias de órdenes de operaciones y una autobiografía que ha escrito en un italiano vacilante, pero muy comprensible en los tres años que, desde que le entregaron las autoridades inglesas al ministro de Gracia y Justicia, ha pasado en diversas cárceles, siendo la última la bolonesa de San Giovanni in Monte. Después de ilustrar su juventud en Checoslovaquia, y cómo, a los diecinueve años, en 1934, se convirtió en Austria en alférez de las SS, describe sus campañas bélicas (desde Francia a la Unión Soviética y a Italia), en las que fue herido dos veces, y enumera todas las condecoraciones recibidas.

Walter Reder conversó con una mujer durante una investigación in situ durante el juicio en Marzabotto, en 1947Walter Reder conversó con una mujer durante una investigación in situ durante el juicio en Marzabotto, en 1947
El Tribunal Militar de Bolonia (presidente, el General de Brigada Petroni; juez relator, el Capitán Grossi: jueces "ad latere", cinco coroneles; fiscal, el Capitán Pietro Stellacci, que será ascendido a Comandante durante el proceso) imputa a Walter Reder una serie de delitos con los que se han manchado tanto él como el 16.º batallón acorazado del 16.º SS Panzergrenadier ''Reichsführer", y, entre esos crímenes, está también el de quien "sin verse obligado por las necesidades de las operaciones militares, prende fuego a una casa o a un edificio, provocando con es hecho la muerte de una o varias personas", crimen que, si es probado conlleva la aplicación del articulo 187 del C. P. militar de guerra, que señala la pena de muerte previa degradación.

Walter Reder durante la investigación in situ durante el juicio en Marzabotto, en 1947Walter Reder durante la investigación in situ durante el juicio en Marzabotto, en 1947
Estos son, en rápida síntesis, los delitos imputados a Walter Reder. El 12 de agosto de 1944 son apresadas y matadas en Sant’Anna di Stazzema (Lucca) 560 personas, en gran parte mujeres, ancianos y niños. Ciento cincuenta de ellas, amontonadas ante la iglesia del pueblo, son abatidas con ráfagas de ametralladora y quemadas con el lanzallamas. Cinco días más tarde, en Bardine San Terenzo, otros 53 desventurados son amarrados a los postes y ajusticiados a tiros uno a uno como represalia. En Vinca di Fivizzano, del 24 al 26 de agosto, son asesinados igualmente doscientos civiles. Luego, Reder y los suyos pasan al Apenino bolones, y del 29 de agosto al 5 de septiembre libran aquella tremenda batalla contra los partisanos, que termina con una decena de pueblos incendiados y el exterminio de 1.830 paisanos indefensos. Enteras familias perecieron en un día. "Un espectáculo horrible", balbuceaban los pocos que, corriendo por los campos, lograron salvarse y entrar en Bolonia.



2. PROTESTAS DE LOS NEONAZIS EN FAVOR DE REDER

Cuando el 31 de octubre de 1951 el Tribunal Militar de Bolonia impuso la pena de cadena perpetua al comandante de las SS Walter Reder, responsable, entre otras cosas, de la matanza de Marzabotto, se elevaron grandes gritos de protesta de todos los sectores de lengua austríaca y alemana. Alemanes y austríacos afirmaron que los italianos habían montado el proceso y se habían servido de Reder como de un chivo expiatorio. Decenas de millares de firmas pidieron su liberación. Hubo incluso protestas oficiales en el Parlamento austríaco. En su celda de la cárcel militar de Gaeta, el comandante fue anegado por una marea de regalos y de mensajes. Una organización llamada la "Liga de Combatientes Austríacos" canceló su participación en una reunión de veteranos de la batalla de Montecassino, esperando con ese gesto atraer la atención de los diversos países sobre aquel error judicial.

Walter Reder durante el juicioWalter Reder durante el juicio
Todavía en 1957 una organización de ex-SS, la "Sociedad Cooperativa de Mutua Ayuda", hacía circular peticiones para la liberación de Reder. En defensa de éste, un bávaro, Lothar Greil, escribió un opúsculo titulado "Las mentiras de Marzabotto", en el que sostenía que la matanza no había ocurrido. También un inglés, F.J.P Veale, insistió en dos libros que la del Monte Sole era un montaje de los comunistas y que Reder había sido procesado sumariamente por un tribunal antialemán. La única refutación que apareció en Italia fue un librito de unas cien páginas del doctor Renato Giorgi, bibliotecario del Monte Sole. Se titulaba simplemente Marzabotto parla, y cuando se publicó en Alemania (Marzabotto spricht) fue atacado como una sarta de mentiras comunistas. Después que el voto de los supervivientes de la matanza hizo desvanecerse las últimas esperanzas del "manco", (así le habían bautizado a Reder en el Monte Sole) de obtener el perdón, el alcalde de Marzabotto recibió una carta en la que se decía que si el comandante no era puesto en libertad, lo pagaría con su vida. Sin embargo, Reder está todavía en prisión de Gaeta. Siguen apareciendo peticiones para su liberación en Alemania y Austria e incluso en Inglaterra, y de vez en cuando sale algún nuevo panfleto que trata de probar que Reder es una víctima inocente y que todo el asunto no es más que un montaje.



3. LAS OPERACIONES DE LA "COLUMNA DE LA MUERTE"

Cuando el Presidente de la República, Einaudi, condecoró con la Medalla de Oro a Marzabotto, se asombró al ver en el pecho de aquellos montañeses unas cintas de luto insólitas, larguísimas, para poder tener en fila las diez, doce, quince estrellitas que indicaban otros tantos muertos de la familia. Reder tiene lista su documentación sobre todos esos hechos, con la menor circunstancia, una defensa que ha ido rumiando desde hace años. Le defienden dos abogados italianos (Mevio Magnarini de Bolonia y Giovanni Schiró, de Roma), que se sirven de un adjunto, un consultor alemán, el abogado Claus Joachin von Heydebreck. En seguida el abogado Magnarini presenta la excepción de regla en esos procesos, como la definirá luego el fiscal: no puede celebrarse el juicio por la incompetencia del juez italiano. El defensor cita las convenciones de Ginebra y de La Haya, la Constitución italiana y muchos textos. Concluye proponiendo que se devuelva al acusado al Tribunal alemán. 'No irá por eso a un jardín de rosas", añade.

Walter Reder durante el juicioWalter Reder durante el juicio
Pero el fiscal replica sabiamente, desmontando uno por uno los argumentos adversarios. Tras las polémicas de Nuremberg, el magistrado militar italiano está preocupado por reafirmar una norma jurídica y de eliminar, al mismo tiempo, toda sospecha de arbitrariedad o de venganza política. El Tribunal acoge las tesis del fiscal y, no obstante otros incidentes menores de procedimiento, ordena que se prosiga. El verdadero proceso se abre con la relación del juez, el capitán Grossi, que enumera una vez más las fechas y las matanzas, el número de los muertos y de incendios, nombra a familias enteras exterminadas y describe, por último, cómo se movió la "Columna de la Muerte" de Reder, en aquellos meses de verano y comienzo del otoño de 1944, entre el litoral toscano y la dorsal del Apenino toscano-emiliano, siendo Monte Solé y Marzabotto los puntos culminantes.
  • Presidente: "La maniobra estratégica y táctica empleada por los alemanes para cercar y aniquilar a los partisanos se puede comparar (y entonces el general Petroni hace el gesto) a una mano que coge medio limón y le estruja con tanta fuerza que le saca hasta la última gota...".
  • Fiscal Stellacci: "... Y el pulgar de esa mano que estruja con más vigor, y que, en cierto sentido, dirige el movimiento de los demás dedos, es el acusado Reder".
  • Presidente: "Perfectamente. Y ahora tiene la palabra el acusado".
Reder se levanta con dignidad. Habla en un italiano aproximativo (que ha aprendido en la cárcel en esos tres años). Enumera con claridad sus doce condecoraciones y luego pasa a su propia defensa, sirviéndose de las notas que ha sacado del portafolios de cuero. En resumen, el ex comandante de las SS niega casi todas las matanzas que se atribuyen a la unidad que estaba a sus órdenes. Sólo admite la participación en los hechos de Valla y de Marzabotto, que, sin embargo, considera "acciones de guerra" en cuanto que el objetivo, aunque se sacrificó a civiles (no lo excluye), estaba dirigido contra fuertes unidades partisanas, cuyo peso militar seguirá subrayando la defensa de Reder.



4. TESTIMONIOS ESPELUZNANTES
  • Fiscal Stellacci: "El 12 de agosto de 1944 fueron asesinadas 560 personas, en su mayoría indefensas e inhábiles para la guerra, en Sant'Anna di Stazzema, en Lucchesia...".
  • Reder: "Excluyo cualquier responsabilidad mía. Aquella acción fue realizada por unidades de la 16ª división, mientras yo con mi batallón, el 16.º de granaderos, me hallaba en los alrededores de Pietrasanta, como reserva táctica de la 20.ª División".
  • Stellacci: "Hay numerosos testimonios que recuerdan, en Sant’Anna di Stazzema, durante la matanza, a un oficial alemán llamado Walter, alto y esbelto, feroz, pálido, que tenia un garfio en lugar de la mano izquierda".
  • Reder (seco): 'No puede ser. Nunca he llevado garfios ni aparatos ortopédicos. Pero puede ser que el Sturmbannführer Loos, del servicio de contraespionaje de la 20.ª División, haya empleado una unidad de la 16.ª División, pero ciertamente no la mía".
  • Abogado Magnarini (al acusado): "¿No se trataría del 35.° Regimiento?".
  • Reder (seco): "No quiero echar la culpa a otras unidades si no tengo elementos. Me basta disculpar a la mía. Hay un principio técnico que me resulta difícil de explicar, pero que puede comprender fácilmente quien sepa cómo funciona el Ejército alemán. Un batallón como el mío, asignado como reserva a la 20.ª División, no podía, por ningún motivo, ser destacado en favor de la 16.ª".
El fiscal Stellacci sigue enumerando las acusaciones. Dice que en Bardine San Terenzo fueron asesinados el 19 de agosto 53 rehenes, y por la tarde, en el profundo Valla, a diez minutos de camino, fueron exterminados horrendamente, como se ve en las fotos tomadas aquellos días, otras 170 personas; esto es, todas las familias que se habían refugiado allí para librarse de los rastreos: mujeres y niños atados al camión alemán, que habían asaltado antes los partisanos, y muertos sin misericordia. Reder admite que participó en aquella acción, circundando con su batallón la zona de Bardine, en misión de seguridad, para impedir filtraciones o evasiones. Luego otros alemanes cayeron sobre Valla. Aquel día, refirió un mesonero, Reder y sus oficiales, después de la ejecución de los 53 fusilados, ocuparon el mesón, bebieron y comieron sin pagar, y, por último, sucedió un hecho que el mesonero ha grabado bien en su memoria, porque, a los pocos minutos, su familia perecía en Valla. Durante la comida llegó una nota, Reder la leyó, dibujó algo y el soldado partió en dirección de Valla. Las unidades alemanas habían dejado la zona, no había quedado nadie más que Reder.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons

Re: El Proceso contra Walter Reder

Publicado: 21 12 2018 17:42
por cocinilla
El Proceso contra Walter Reder (2ª Parte)


5. "FUERON SIMPLES ACCIONES MILITARES"
  • Reder: "Excluyo también ese episodio. Valla no era incumbencia de mi unidad".
  • Stellacci: "En Vinca de Fivizzano, en el valle del Lucido, tuvo lugar otra matanza. Las víctimas, casi todas mujeres, ancianos y niños, fueron doscientas. El acusado no podrá negar su presencia en esta operación. Ha hablado de ella incluso su ayudante Albers...".
  • Reder: "Fue una operación militar que se me había ordenado expresamente, y estaba encuadrada en una batalla más amplia contra los partisanos del Carrerese".
  • Stellacci: "A su debido tiempo oiremos los testimonios. Pasemos ahora a Marzabotto y a los trece pueblos de su ayuntamiento. Usted, acusado, en su memorial ha citado un proverbio alemán: 'Cuando se cepillan maderas, las virutas siempre saltan por el aire'. Ahora yo quisiera decir que los días 29 y 30 de septiembre de 1944 la cepilladora ale- mana cepilló hasta los huesos a medio Apenino bolonés: 1.830 asesinados cruelmente. Su ayudante Albers ha contado que 'los mismos oficiales del batallón acogieron con repugnancia las órdenes de su comandante'. Kneisel, un soldado viejo, contó que 'se habían lanzado bombas dentro de la iglesia donde estaban amontonados mujeres y niños, para herirlos sin matarlos; así sufrirían todavía más', y como las SS habían recibido la orden de presentar una relación sobre las personas muertas, el teniente Wisck se quedó impresionado por el altísimo número de mujeres y niños asesinados".
  • Reder: "Esos son rumores, no hechos. Rechazo lo que han afirmado por escrito mis camaradas. Para empezar, yo no fui nunca a Marzabotto. Como estaba herido y cojeaba, me quedé en Rioveggio y desde allí dirigí la operación...".
  • Stellacci: "¿Qué operación?".
  • Reder: "Una operación militar y, por tanto, dura. Mi unidad combatía desde Val di Setta hasta el Monte Solé. Sólo puedo responder de aquella zona. Y combatía de veras debido a la presencia de los partisanos de la 'Stella Rossa', que en aquellos días perdieron 800 hombres y a su comandante Musolesi, llamado 'Lupo'...".
  • Stellacci: "¡Se le ha acusado también de haber intentado violar a una mujer!".
  • Reder: "Estaba cansado y borracho...".
  • Stellacci: "¿Y nada más?".
  • Reder: "Elogié a las SS. Habían combatido bien, pero no ordené matanzas de civiles. Ni siquiera sabía que hubieran ocurrido. ¡Al acabar la guerra ninguna comisión me ha acusado de esos hechos!".
Pero en Marzabotto muchas otras declaraciones escritas confirman la ferocidad bestial de las SS. La maestra Antonietta Benni, una de las supervivientes de Marzabotto, que en 1944 llevaba la escuela de párvulos del pueblo, reconoció en la sala a Reder como el que ordenó la matanza.
  • Stellacci: "Hable usted con tranquilidad, no la interrumpiremos hasta que no
    acabe".
  • A. Benni: "El 29 de septiembre por la mañana estaba todavía en la cama cuando oí un tiroteo de ametralladoras, creo que hoy será un día feo, recuerdo que pensé. Me asomé a la ventana. Las casas de Cerpiano estaban en llamas".
Poco después encerraban a la Benni dentro del estrecho oratorio de Cerpiano. Eran cincuenta personas, entre los cuales veinticuatro mujeres y diecinueve niños. De los hombres presentes se suponía que dejarían en libertad al menos a dos (un anciano y un paralítico).
  • A. Benni: "Nos ahogábamos allá dentro, pero todavía esperábamos que nos dejarían libres. De repente un oficial de las SS abrió de par en par la puerta del oratorio y nos miró riendo. Apenas tuve tiempo para gritar: '¡Oídme, decid el acto de contrición, que nos matan a todos si explota una bomba!', cuando fui alcanzada en una mano y me desmayé. De vez en cuando, durante todo el día, los alemanes venían a mirarnos desde la ventana y alguno se reía. Durante la noche murieron treinta de los nuestros. Un niño llamaba a su abuela, una mujer herida ya no resistía el peso de su marido, que había muerto encima de ella, y se lamentaba. Afuera los cerdos gruñían y roían el rostro de los otros muertos".
  • Stellacci: "¿Y qué pasó luego?".
  • A. Benni: "A la mañana siguiente reapareció el oficial de las SS, volvió a abrir la puerta, disparó una ráfaga y lanzó una bomba, que no me alcanzaron. Después me aferró por una mano, me robó el bolso y me volvió a dejar caer sobre los cadáveres. Afortunadamente tenia la mano helada, por una herida en el codo, y el alemán me creyó muerta".
  • Stellacci: "¿Pero usted tuvo ocasión de ver, en aquellas horas, al acusado aquí presente?".
  • A. Benni: "Ciertamente que le vi y también le oí hablar".
  • Stellacci: "Cuente cómo ocurrió".
  • A. Benni: "Un oficial alemán vino a Cerpino y dijo a los supervivientes que, si les preguntaban, dijeran que la carnicería la habían hecho los partisanos. El 5 de octubre llegó Reder. Le reconozco. Es precisamente él, aquél".
  • Reder (secamente): "Fui a Cerpiano para establecer cómo se habían desarrollado exactamente los hechos. Vi los muros del oratorio llenos de agujeros y manchados de sangre. Me enteré de que el cura había disparado desde las ventanas del edificio y de que mis soldados habían respondido con el Panzerfaust".
  • A. Benni (se pone de pie de un salto y grita, dirigiéndose a Reder): "¡Pero si el cura no estaba! ¡Se hallaba en Casaglia, donde le matasteis vosotros!".
El cementerio de Casaglia fue otro lugar de matanzas. Allí fueron asesinadas cruelmente ochenta personas entre mujeres, ancianos y niños. Lo describen al tribunal Lidia Pierini y, sobre todo, Lucia Sabbioni, que aquel día perdió a su padre, a su madre, cuatro hermanas, un hermano y su abuela. En Caprara encierran a 65 personas en una cocina y luego, después de un tiroteo, incendian la casa. Se salvan, tirándose por la ventana, Gilberto Fabbri y María Collino, que enumera a sus muertos llorando.



6. "YO SABER QUE NO ES REBELDE, PERO (KAPUT) LO MISMO"

Sobre Reder se desata la tempestad cuando comienza a hablar otra mujer, una boloñesa. Es la señora Tondelli Borelli, cuyo marido capturó y mató en Casteldebole, cerca de Bolonia, como ya había declarado ella en una carta al fiscal. Como el hecho no entra en el documento de imputación, el Tribunal la ha citado para declarar "sobre la moralidad del acusado", pero la mujer, que no conoce esas sutiles distinciones jurídicas, aprovecha para decirlo todo con extrema decisión. "El 30 de octubre de 1944 —dice—, Reder y sus soldados cayeron contra Casteldebole, donde me había refugiado con mi marido y nuestro hijo. Los espías habían comunicado a los alemanes que en el pueblo se ocultaban algunos partisanos. Reder mató 23 en el combate, quemó las casas y, no contento, apresó a otros diez hombres, entre ellos a mi marido. Ninguno de ellos era partisano. Yo fui a ver a Reder, le reconozco bien, y le supliqué que pusiera en libertad a mi marido. 'Yo saber que no es rebelde —me respondió—, pero 'kaput' lo mismo'. Y como yo seguía implorándole, me amenazó con matarme a mí también. Huí a la ciudad con el niño. Recuerdo que pasamos delante del grupo de los capturados y el niño, que estaba dentro del cochecito, dijo adiós a su padre y luego le dijo contento: 'Mira, voy a Bolonia en coche'. Mi marido fue el último que mataron. Los diez fusilados el 31 de octubre permanecieron atados al poste doce días. Había prohibición de sepultarlos".
  • Reder (con ira reprimida): "Es una gran mentira. Usted habla por odio contra mí porque soy alemán. Desde el 14 de octubre al 9 de noviembre estuve en Vado, en el frente".
  • Señora Tondelli: "Basta media hora de coche para llegar a Casteldebole desde Vado. Es él, le reconozco, lo juro. No soy una alucinada ni una perjura como él".
  • Reder: "¿Dónde está Casteldebole? No lo conozco. Yo estaba en el frente, ocupado con los fuertes ataques de los norteamericanos".
Pero la señora insiste cada vez más decidida, y llega a describir a Reder como le vio aquel día: sin un brazo, vestido con un impermeable verde oscuro, armado con una metralleta y en la cabeza el casco cubierto con la redecilla de camuflaje. En este proceso hay una clase de "testigo" que el Tribunal Militar interroga casi todos los días con una habilidad y también con un gusto profesional que no aprecia el público de los "civiles". Son los mapas geográficos y topográficos, los planos y los croquis que es necesario tener bajo los ojos continuamente para seguir la marcha del 16.° batallón acorazado de las SS el verano de 1944. Detrás del fiscal está colgado un mapa grande de la zona de Marzabotto, con muchas flechas rojas y azules, un mapa que reproduce el plan de operaciones que ideó el Estado Mayor alemán para aniquilar a los partisanos de la División "Stella Rossa". Ese documento, que robó en 1945 el jefe partisano Guido Musolesi, ha servido al municipio de Marzabotto, condecorado con la Medalla de Oro, para mostrar en qué cerco de fuego fueron encerrados sus habitantes, y en el proceso sirve para seguir los pasos de Reder desde el 29 de septiembre al 6 de octubre de 1944.

Restos de la Catedral San Martino di Monte SoleRestos de la Catedral San Martino di Monte Sole
Las flechas azules indican la directriz del ataque del 16.° batallón de las SS, desde el oeste, esto es, del torrente Setta hacia el Monte Solé, que domina a Marzabotto. Las flechas rojas indican los otros tres grupos que completaron el cerco: el batallón de los voluntarios rusos de raza mongólica y los alemanes que llegaban del sureste, por el valle del Reno: las tropas antiaéreas y los paracaidistas que bajaban del este y, más abajo, hacia Sasso Marconi, la barrera constituida por los zapadores y otros elementos. Reder defiende tenazmente sus flechas azules por cuanto, tal como están indicadas en el mapa, delimitan un sector no amplio del que asegura que no "salió" nunca. Nunca llegó ni al Reno ni a Marzabotto. Los asesinados en la "zona Reder", sostiene la defensa, fueron muchos, es cierto, pero se explica por la dureza del combate contra los partisanos, encerrados precisamente en aquella zona.

Algunas victimas de la tragediaAlgunas victimas de la tragedia
Las cabezas cortadas, los vientres de mujeres abiertos o apuñalados, los horribles actos de crueldad, según la tesis de la defensa, tuvieron lugar en la zona asolada por otros regimientos o batallones y, sobre todo, por los mongoles, que tenían fama de gran ferocidad. Por el contrario, el fiscal, y con él los supervivientes, afirman que los partisanos ya habían escapado cuando avanzaron los alemanes, y que, en los días sucesivos, Reder dirigió la matanza y fue a donde quiso y cuando quiso. El fiscal, a propósito de Marzabotto, cita todavía a un testigo de excepción: al primer "cronista de la matanza", esto es, al ex secretario municipal Agostino Grava, inválido de la guerra de 1915-1918, que mandaron a buscar un día a su casa las Brigadas Negras para que redactara un informe sobre los acontecimientos.
  • Fiscal Stellacci: "¿Qué sucedió el 26 de septiembre de 1944 por la mañana?".
  • Grava: "Acababa de salir de casa. Vi una columna de alemanes que se precipitaban sobre el pueblo. Todos estaban en camiones, coches y motos. Me asusté".
  • Stellacci: "¿Y comenzaron a disparar?".
  • Grava: 'No, no. Prosiguieron, siguieron adelante, hacia los pueblos. A Marzabotto volvieron al día siguiente y nos apresaron a todos; a mi, el primero; luego, al médico, al farmacéutico, al panadero. Las mujeres lloraban, los alemanes saqueaban el pueblo. Vi abierto el portón del ayuntamiento. Quién sabe cuántas cosas habrían robado y quemado ya...".
  • Stellacci: "¿Y usted cómo se salvó?".
  • Grava: "Un soldado que era empleado municipal en Alemania me sacó del grupo de los rehenes y fui con él a la comandancia para tratar de liberar a mis compañeros, al menos al médico y al farmacéutico. Sentado a una mesa estaba roncando un subteniente borracho, y un soldado tocaba el acordeón. No me hicieron caso". El 1 de octubre Grava fue a Bolonia a ver al prefecto republicano Dino Fantozzi, a quien hizo el terrorífico relato de la matanza. "Los han matado a todos", exclamaba entre sollozos, pero, al principio, no le creía nadie. El comandante alemán de la plaza, a quien se pregunta, no sabe nada; la prensa fascista calla. Pero Fantozzi va a Gardone, y el 4 y 5 de octubre tiene dos entrevistas con Mussolini. "Tampoco él sabia nada —declarará—, y a mis palabras se impresionó y se airó. Llamó por teléfono a Hitler y le dijo: 'No se puede protestar por las fosas de Katyn cuando aquí, en Italia, tenemos a Marzabotto'".
El 10 de octubre llega a la prefectura de Bolonia una comisión compuesta por el general Werthiel, por el coronel de las SS Dollmann, por el doctor Sach de la Embajada alemana y por el general Halem. Escuchan, prometen que no volverán a ocurrir hechos de esa índole y se van. También el general Von Seller, nuevo comandante de la zona, está al corriente del hecho y lo lamenta. Pocos días más tarde vuelve el general Werthiel, pero para asegurar que las noticias son falsas, que se ha ofendido al aliado alemán y que, por eso, hay que castigar al prefecto. Según las versiones oficiales, en Marzabotto no ha habido más que escasas y "accidentales" muertes de mujeres y de niños, debidas al hecho de que los rebeldes dispararon contra los soldados alemanes "desde caseríos camuflados".
  • Stellacci: "En resumen, nadie estaba dispuesto a creer la evidencia".
  • Grava: "No me quedó más que un intentó extremo. Escribí una relación pormenorizada, añadí una decena de declaraciones de los que se habían salvado, todas legalizadas, luego hice varias copias y las mandé a las comandancias, a la prefectura y a los ministros de Saló".
  • Stellacci: "¿Con que resultado?".
  • Grava: "Con ninguno, por lo que me consta. Todo fue ignorado. Quisieron seguir creyendo en la versión 'accidental'".
  • Stellacci: "Llamo a declarar a las testigos Ruggeri y Paselli".
Elide Ruggeri y Cornelia Paselli son las únicas supervivientes de un grupo que el 29 de septiembre se refugió en la iglesia de Casaglia en torno al párroco, el P. Marchioni. Eran unos ochenta en total, entre ellos ningún hombre válido. Los alemanes, bajo el mando de algunos oficiales, separaron al cura, a su ama de llaves, a una anciana paralítica y a otros cinco tullidos (ocho cadáveres hallados luego delante de la iglesia) y mandaron a los demás a cargar municiones. Al llegar ante el cementerio, los desgraciados fueron amontonados, en cambio, contra una capillita. Se abrió el portón del cementerio y las SS abrieron fuego. Las dos mujeres se salvaron porque permanecieron sepultadas bajo un montón de muertos. Durante la declaración, en la sala el silencio era perfecto. Elide Ruggeri —que en la matanza perdió a su madre, a una hermana de seis años y a un hermano de catorce— no deja de mirar a Reder, quien, en un cierto momento, baja los ojos y hace un gesto fatídico con la cabeza.
  • Stellacci: "¿Qué sucedió luego".
  • Elide Ruggeri: "Un par de días después se presentaron en mi casa dos soldados alemanes. Me ordenaron decir que habían sido los partisanos los que habían disparado contra nosotros. 'De lo contrario, comandante nuestro hacer kaput. Después de decir eso se marcharon".



7. PARA EL ACUSADO TODO SON MENTIRAS
  • Stellacci: "De modo que usted no vio al acusado Reder".
  • Elide Ruggeri: "¿Cómo que no le vi? Le vi muy bien. El 6 de octubre vino a Casaglia él mismo; esa bonita cara (la testigo señala al acusado) la recuerdo muy bien. Se fue con mi padre y otro hermano mío. Dijo que volverían a las dos horas, pero desde entonces no los he vuelto a ver".
  • Reder (en voz alta): "Mentira, mentira. Yo no estaba en Casaglia".
  • Elide Ruggeri (estallando): "¡No, el mentiroso eres tú!".
  • Stellacci (al acusado): "Casaglia estaba en su sector, lo ha admitido usted mismo. Admitamos, si quiere, que no haya puesto nunca el pie allí, pero suya es la responsabilidad de todo lo que sucedió, indiscutiblemente suya, únicamente suya".
  • Reder: "Mis hombres obraron, sin duda, arbitrariamente. No les castigué porque ignoraba esos excesos. Acabo de enterarme de ello".
El honorable Aldo Cucchi, el periodista Antonio Meluschi y Brunetta Musolesi, hermana del jefe partisano "Lupo", confirman brevemente lo que habían escrito en un libro sobre la resistencia emiliana, publicado poco después de la liberación. Es un documento impresionante que sirvió para informar a la opinión pública italiana sobre la dureza de la lucha sostenida al norte de la Linea Gótica: 1.386 muertos en sólo dos divisiones partisanas, una media de 2,3 pérdidas al día. Guerrino Agoni evoca los días de Marzabotto, las mujeres asesinadas y destripadas, las SS que, en medio de tanta matanza, iban por las casas desiertas buscando cebollitas en vinagre; pero hoy, más que en el municipio apenínico, la atención se centra en un pueblecito de la Bassa, Casteldebole, donde el 31 de octubre de 1944 diez ciudadanos fueron atados con alambre a los postes y a los portones y muertos cruelmente. Tres testigos reconocen en Reder al oficial que aquel día dio vueltas por el pueblo, contó a los capturados y los mandó matar. Son Oscar Buldini, mutilado de la mano derecha; Giuseppe Mignani, mutilado de la pierna derecha, perdonados en el último momento precisamente por Reder, y Giuseppe Poggi, a quien salvó un brigada alemán llamado Hoch.
  • Poggi (indicando a Reder): "¡Le recuerdo, él es el manco!".
  • Giuseppe Mignani: "¡Es él realmente!".
  • Oscar Buldini: "¡El fue quien me perdonó!".
  • Reder (salta de nuevo en pie, gritando): "¡Mentira, mentira!".
  • Stellacci: "¡Cálmese! ¡Son los testigos quienes afirman!".
  • Reder: "¡Mentira respecto a mi persona y a mis tropas en Casteldebole! Todo es una invención. Puedo traer aquí a testificar a todo mi batallón...".
  • Stellacci (interviniendo): "¡Sí, y luego hace otra redada!".
Walter Reder es reconocido igualmente por el testigo Pietro Zerbi, cuya hermana fue asesinada por las SS, estando presente otro testigo, Augusto Massa. "¡Es él, ciertamente que es él! —grita Zerbi, y dirigiéndose al banquillo del acusado, le amenaza— ¡Si caes en mis manos te deshago!...". Lo mismo ocurrió con el testigo Biagio Bramanti, de Valdicastello, que había escrito al tribunal para que se le escuchara. Tras entrar en la sala y prestar juramento, Bramanti se dirigió al tribunal mientras señala con el brazo extendido hacia el banquillo de los acusados: "¡Es él!".
  • Fiscal Stellacci: "¿Está seguro el testigo de lo que afirma?".
  • Bramanti: "Segurísimo. Le reconozco bien. Le he visto en Valdicastello el 12 de agosto de 1944 mientras asistía al rastreo. Fui uno de los primeros que fue apresado en la plaza y tuve tiempo, una medía hora, para mirarle a la cara?...".
  • Stellacci: "Pero, ¿recuerda algún detalle, además de la cara?...".
  • Bramanti: "Recuerdo que me llamó la atención el hecho de un oficial sin un brazo, lo que parecía fuera de lo normal. Pero, ¿cómo —me preguntaba— está mutilado y le mandan a la guerra. ¿ Han llegado a tal estado?".
  • Stellacci: "¿Está seguro de que pudo mirarle bien a la cara?".
  • Bramanti: "¿Cómo no? Reder estaba con la cabeza descubierta, llevaba los gemelos colgados al cuello y en la mano derecha tenía un bastón. Estoy seguro de lo que digo".
  • Reder (secamente): "Que describa el testigo cómo era mi uniforme".
  • Bramanti: "Tenía la cabeza descubierta, una camisa gris, me parece...".
  • Reder (con aire de desafío): "He dicho al testigo que describa mi uniforme".
  • Stellacci: "No haga el acusado de fiscal ni transforme al testigo en un acusado".
Después de esta repetición de acusaciones, Reder pudo escuchar en un par de sesiones voces favorables, esto es, de los testigos alemanes citados en Alemania. El primero en ser interrogado fue el teniente coronel Albert, que fue jefe de la oficina de operaciones de la 16.ª División de las SS. Alto, delgado, con una chaqueta ajustada, este ex oficial de Estado Mayor elogia a su subalterno Walter Reder, le defiende de los crímenes de que se le acusa y defiende sobre todo a la 16.ª División de las SS de la acusación de atrocidades cometidas antes o durante los combates contra los partisanos.
  • Testigo Albert: "Al concluir la operación de Monte Solé, en la zona de Marzabotto, el servicio de seguridad y de información nos comunicó que se había matado también mujeres, niños y ancianos, pero por causa de la guerra. Hasta bastante más tarde, es decir, después de acabar la guerra, no supimos que aquellas pérdidas habían sido tan elevadas. Un soldado que robó pollos fue juzgado, en el acto, por nuestro Tribunal Militar. Si los mandos de la División se hubieran enterado de matanzas, habrían mandado al lugar a un juez militar, como se hizo para Monte Solé tras las protestas del prefecto de Bolonia".
  • Presidente: "Mil ochocientos cadáveres (es el balance sólo de la jornada de Marzabotto) constituyen un caso mucho más patente que unos pollos robados. ¿Cómo se explica entonces que siempre, donde actuó el mayor Reder, se tuvo que registrar un número notable de lutos entre la población civil, de incendios y de destrucciones, a diferencia de lo que se verificó en las otras unidades? Sin contar con que las pérdidas partisanas y alemanas fueron siempre tan exiguas (de 20 a 40 caídos) en comparación con las imponentes de los simples ciudadanos".
  • Testigo Albert: "Las tropas del mayor Walter Reder, siendo las más disciplinadas y combativas, tuvieron que sostener siempre el peso mayor de las batallas. Los excesos que hubiera se deben a otras unidades. ¡Después de los hechos de Marzabotto el juez alemán hizo un buen reconocimiento y llegó a la conclusión de que los civiles muertos habían sido sólo treinta!".
  • Stellacci: "¡Así, pues, un pequeño error de 1.800 en su cuenta total!".
  • Presidente (al testigo): "¿Sabe que aquel juez alemán fue ascendido por méritos excepcionales después de su investigación?".



8. REDER PIDE PERDÓN AL ALCALDE DE MARZABOTTO

Walter Reder, prisionero de guerra, retenido en expiación de una pena. Prisión Militar de Gaeta (Latina)

Gaeta, 30 de abril de 1967.

Ilustrísimo señor alcalde:

El que suscribe, Walter Reder, condenado a la pena de cadena perpetua por los luctuosos hechos cometidos en Marzabotto, se permite exponerle a Vd., como primer ciudadano de Marzabotto, lo que sigue:

La madre del que suscribe, ahora con más de ochenta años, ha perdido ya tres hijos. El primero murió a temprana edad. Mi hermano Rodolfo murió en 1930 debido a una desgracia. Mi hermana Marta, que se había casado en Verona con un ingeniero italiano y vivía en París, ha perecido junto con su marido en 1941.

Numerosas instancias de gracia, presentadas ante todo por mi madre, por mí y por muchas personalidades, no tuvieron éxito.

Señor alcalde, los hechos acaecidos y la sangre derramada no se pueden borrar y el recuerdo estará siempre vivo en el corazón de los que han sufrido, como está vivo en los remordimientos cada vez más agudos del que los ha cometido. Pero por encima de todo están las virtudes, que son la prerrogativa de las almas fuertes y nobles, esto es, la misericordia y el perdón.

Una madre que ha perdido tres hijos, quebrantada por el dolor, tiende las manos hacia Marzabotto y pide perdón para el único hijo que le ha quedado. No pudiendo ya viajar debido a la edad y a las condiciones de salud, mi madre no tiene más que una esperanza, la de poder abrazar a su hijo antes de morir, después de haber recibido para él el perdón de Marzabotto y la gracia del presidente.

Los que impartieron las órdenes que originaron hechos tan funestos ya están en libertad desde hace largos años; así, por ejemplo, el mariscal Kesselring, condenado a muerte, el general Simón y otros. Todos los estados beligerantes de entonces, en primer lugar la Unión Soviética, han indultado hace mucho tiempo a todos los criminales de guerra austríacos, condenados a cadena perpetua o a larguísimas penas detentivas. El Consejo Municipal de la ciudad-mártir de Marzabotto en diciembre de 1966 ha lanzado una nobilísima llamada para la paz en Vietnam.

Considerando todo esto, el que suscribe se dirige a usted, ilustrísimo señor alcalde, suplicando espontáneamente que la población de Marzabotto, por medio de usted y del Consejo Municipal de Marzabotto, me conceda el perdón por la sangre derramada y por los daños causados a la población de la ciudad-mártir. Este perdón sería un foco de altísimo sentimiento de nobleza, misericordia y piedad.

Firmado: Walter Reder



Como es sabido, según el Código Procesal italiano, un detenido, para poder presentar la petición de gracia, debe, ante todo, obtener el perdón de las víctimas de sus delitos. Al recibir la carta de Reder, el alcalde de Marzabotto, honorable Giovanni Bottinelli, escribió a todos los residentes o ex residentes en el municipio invitándoles para el domingo 16 de julio de 1967, a las 9,30, al cine "Moderno" de Marzabotto donde "tendrá lugar la reunión del consejo municipal en presencia de todos los familiares de los caídos, quienes podrán manifestar su voluntad de conceder o negar el perdón pedido por el ex mayor Walter Reder". El día señalado se presentaron a la reunión 288 supervivientes (algunos ayudados por otros, uno en silla de ruedas), y todos votaron. Los resultados fueron: 282 contra el perdón; 4 a favor del perdón; 1 voto en blanco y 1 voto anulado.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons

Re: El Proceso contra Walter Reder

Publicado: 22 12 2018 21:50
por cocinilla
El Proceso contra Walter Reder (3ª Parte)


9. "ES EL, ES EL TIGRE VESTIDO DE HOMBRE"
  • Testigo Albert: "No me consta".
  • Stellacci: "Pido la palabra para un episodio que se refiere al testigo Albert".
El comandante Stellacci revela que Albert es autor de un artículo publicado en el mes de septiembre anterior en el periódico Die Deutsche Soldaten Zeitung, de Múnich. En ese escrito titulado "La última víctima de la metódica propaganda fomentadora del odio", Albert apeló a los viejos camaradas para que fueran a Italia a defender a Reder y "a destruir las habladurías sobre las atrocidades de los soldados alemanes, apoyadas conscientemente por los comunistas".
  • Testigo Albert: "Sí, he hecho esa llamada".
  • Presidente: "¿Por qué motivo?".
  • Testigo Albert: "Reder no es sólo mi amigo y camarada, sino también un soldado honrado. Es prisionero de los italianos y he considerado mi deber ayudarle".
  • Presidente: "No pretendo discutir sus sentimientos ni sus opiniones. Pero ha habido muertos civiles, desgarrados, torturados, quemados, despedazados. ¿No habría ayudado mejor a Reder y a la causa de la justicia señalando a los responsables de aquellas matanzas?".
  • Testigo Albert: "No lo sé".
El ex brigada de sanidad Josef Himpsi, tras un vivaz incidente entre el fiscal y la defensa, y la correspondiente orden del Tribunal, puede declarar por fin a favor de Reder y confirmar lo que había declarado a los aliados en 1948. En Vinca, Himpsi curó, sin distinción, a los heridos alemanes y a los italianos, a las mujeres y a los niños. El combate duró dos días y es "una mentira de la peor especie" que se incendiara el pueblo con lanzallamas. Reder visitó a los heridos de Vinca y en Marzabotto recomendó tratar bien a la población. Otro ex brigada, Lotar Fichier, destinado a los vehículos de los mandos de las SS, testimonia que la unidad de Reder fue "una de las más disciplinadas del ejército alemán y de todas las que se vieron en acción en aquel tiempo".

Restos de la iglesia de Cavriglia en MarzabottoRestos de la iglesia de Cavriglia en Marzabotto
Luego se presenta en la sala el fondista de San Terenzo, Mario Oligeri, que declara sobre la matanza de Bardine (Valla, San Terenzo y Bardine son tres localidades del mismo ayuntamiento de 700 habitantes) ocurrida el 19 de agosto de 1944, a orillas del torrente, y que arrojó un balance de 53 victimas. Oligeri, dueño también de una tienda de comestibles, es viejo y tiene una salud muy quebrantada. Un funcionario le acompaña a la silla de los testigos. El fondista, con el ojo derecho vendado de negro, lleva en la solapa del traje oscuro una cinta negra ancha con seis estrellitas, los seis familiares muertos en las matanzas.
  • Fiscal Stellaci: "Cuente el testigo lo que sepa sobre los hechos del 19 de agosto de 1944".
  • Oligeri (en voz baja pero clara): "A las 10,30 de aquella mañana había sol y hacía mucho calor. Siete oficiales alemanes me hicieron abrir la cantina, pidieron vino y licores y ordenaron el almuerzo: sopa, siete pollos, uno para cada uno, vino, y todo de calidad. Los mandaba un manco al que llamaban comandante. A mediodía oí un gran ruido en la plaza y una mujer se precipitó en la fonda gritando que habían matado al párroco. Salió un oficial a ver un momento y dijo satisfecho: 'Primo partigiano kaput'. Luego se sentaron a la mesa y entre las 13,30 y las 14 llegó un correo que entregó una nota al manco. A la vista de aquel papel que firmaba el comandante, un capitán se puso pálido, hizo un gesto de horror y exclamó en italiano: '¡malo!'. El correo volvió a marcharse con la nota en dirección de Valla. Tras unos diez minutos, los que hacen falta para llegar allá en motocicleta, oí un tiroteo. A las 6,30 los alemanes, que habían robado en todas las casas, se reunieron en la plaza y se dirigieron hacia Fosdinovo. Todavía no sabíamos qué había sucedido en Valla; yo no sabía todavía —concluye quebrantado— que me habían matado a mi mujer y a mis cinco hijos".
En el silencio conmovido de la sala toma la palabra el presidente, dirigiéndose con delicadeza al testigo:
  • Presidente: "Mire al hombre del banquillo. Diga al tribunal si en el acusado de hoy reconoce al 'manco' de 1944...".
  • Oligeri (llorando): "¡Si, sí, allí está! Es él. Él es el tigre vestido de hombre... Y además me devastó la cantina, como si no bastara...".
  • Presidente (al acusado): "Acusado Reder, ¿conoce usted al hombre que está sentado en la silla de los testigos?”
  • Reder (palidísimo, secamente): "Sí".
  • Presidente: "¿Es el fondista de San Terenzo a quien encontró en 1944?".
  • Reder: "Sí".



10. PARA EL FISCAL ES NECESARIO LA PENA DE MUERTE

Para esclarecer algunos detalles relativos a los movimientos de la "Columna de la Muerte" de Reder, y al desplazamiento de las unidades de las SS en aquellos días de julio, agosto y septiembre de 1944, el Tribunal Militar de Bolonia, acompañado a veces por el mismo acusado, visita Pietrasahta (Lucca), Fivizzano, San Terenzo, Bardine y Marzabotto y los pueblos de su ayuntamiento. En Vinea di Fivizzano los jueces militares interrogan a un ex comandante partisano de Massa Carrara, Paolo Pagani, quien —en su declaración— desmiente rotundamente las declaraciones hechas por el acusado en la instrucción de la causa.

Placas conmemorativas frente al sacrarioPlacas conmemorativas frente al sacrario
Reder había dicho y sostenido siempre que la matanza de Vinca (24-25 de agosto) había sido una "dura operación militar" a la que habían sido obligados por la presencia de un comando partisano en el pueblo. Pagani lo desmiente. A petición del fiscal Stellacci cita de memoria nombres de montes, de pueblos y de carreteras de toda Garfagnana (hallándolos al mismo tiempo en el mapa topográfico militar llevado por el secretario) y precisando, zona por zona, dónde había y dónde no había unidades, comandos o destacamentos partisanos.
  • Reder: "¡No es posible! ¡Yo sé bien dónde se hallaban los partisanos!".
Pero el testigo no desiste y sigue explicando con tantos detalles, que el acusado, confuso, acaba por callar.
  • Presidente (a Reder): "Me parece bastante claro que lo ocurrido en Vinca di Fivizzano ha sido una matanza de gente indefensa cometida por represalia contra partisanos inexistentes en el lugar".
    Reder: "Probablemente mis oficiales no me informaron como era debido".
    Presidente: "Pero ¿qué comandante era usted si nunca sabia nada de sus subordinados?".
    Reder (tras un breve silencio): "Cuando el 25 de agosto de 1944 entré en Vinca, el pueblo estaba perfectamente desalojado. No vi cadáveres por las calles. No lo habría permitido".
Acabadas las investigaciones "in situ", y dedicar algunas horas, en la sede del tribunal de Bolonia, a la aceptación d recursos documentos en las actas —incluidos dos testimonios jurados— se da la palabra al fiscal para las conclusiones. Era el 27 de octubre de 1951 y el fiscal pudo empezar diciendo: "Hace exactamente siete años que el comandante de las SS Walter Reder realizaba su nefasta obra en Toscana y en Emilia. Entonces reinaba el miedo, hoy hay justicia para todos, también para él. Si alguna acusación no está suficientemente probada, hay que absolver, pero si la monstruosidad del crimen está demostrada, la pena debe ser adecuada. Y será una pena gravísima". Es el anuncio de la petición de la pena de muerte, pero el fiscal declara, ante todo, que el acusado debe ser absuelto, por insuficiencia de pruebas, de tres hechos: las matanzas de San Terenzo, del Frigido y de Bergiola. Luego pasa a las matanzas probadas. En Bardine y Valla de San Terenzo, el 19 de agosto de 1944: 53 rehenes fusilados en la primera localidad; 107 personas, entre mujeres y niños, ametralladas a muerte en la segunda. "¿Cómo se justifica el acusado? —dice el fiscal—. Ante todo no lo niega. Sostiene que en Bardine había dado la orden de establecer una 'franja de seguridad' alrededor del campo de las ejecuciones; de Valla, aunque estaba almorzando en una fonda a pocas decenas de metros de distancia, afirma que ignoraba todo y que no había tenido conocimiento de ello hasta 1947 cuando estaba prisionero en Austria".

Memorial San Martino Monte SoleMemorial San Martino Monte Sole
"¿Y Vinca? —se sigue preguntando el mayor Stellacci—. No fue una operación de guerra, lo hemos probado en este proceso. ¿Cómo sería posible definir como 'operación bélica' disparar contra los niños, arrojar al aire a los recién nacidos y dispararles al vuelo como en el tiro al blanco?". En ese punto se le quiebra la voz al fiscal. "Demostradme, si podéis, que la matanza de los niños encuentra alguna legitimación en el código de la guerra. Los rostros de aquellos niños permanecerán por siempre vueltos hacia Reder para acusarle". Y Stellacci, profundamente conmovido, añadió: "Yo... los hombres, no sé, pero los niños no deben matarse". Muchos del público lloran. Tratando el tema de Marzabotto, el fiscal acepta lo que, durante el proceso, se ha definido el "sector Reder", indicado por las flechas azules en los mapas topográficos expuestos en la sala. Por tanto, no se pueden atribuir al mayor las 1.830 víctimas (en aquellos terribles días devastaron y mataron bárbaramente otras unidades) pero, para clavarle en su responsabilidad, bastan los crímenes perpetrados en las localidades comprendidas entre aquellas flechas, sobre todo en Casaglia y Cerpiano.

Cementerio de Monte SoleCementerio de Monte Sole
El fiscal afronta por último la cuestión de derecho. Con una lógica apabullante y citando ampliamente los textos de las convenciones internacionales, el abogado Stellacci configura los delitos de Reder; no represalias ni represiones colectivas, sino simplemente homicidios. En medio del silencio general, el fiscal presenta finalmente sus conclusiones: afirmación de la responsabilidad plena de Reder por los homicidios de Bardine, Valla, Vinca, Marzabotto (limitada al sector Reder), Cá Beguzzi y Casteldebole, lo que conlleva la cadena perpetua. Además plena responsabilidad por las destrucciones de Bardine y por los incendios, esto es, las piras humanas de Vinca y de Marzabotto. Es la pena de muerte mediante el fusilamiento por la espalda.



11. EL MUNICIPIO DE MARZABOTTO RESPONDE A REDER

Declaración del Consejo Municipal en ocasión de la reunión especial convocada en Marzabotto después del referéndum pedido por Walter Reder.

Creemos que hemos cumplido con nuestro deber imitando a los supervivientes de la matanza de Marzabotto, a los familiares de los caídos, a los que tienen cruces en casa y dolores inextinguibles, a responder a Reder, cuyo nombre permanecerá ligado para siempre a una de las más horribles matanzas de la humanidad, una matanza que ni siquiera nosotros, los de Marzabotto, conocemos todavía en todos sus detalles.

Nuestro juicio era claro y unánime desde el principio. En la representación política y administrativa, el juicio ha sido siempre único: el perdón no se podía proponer. Reder debe expiar su pena donde está, hasta el fin de sus días. El perdón puede, más bien debe, pedirlo a sí mismo, no a Marzabotto, no a Italia, no a quien ha sufrido en los interminables años de la lucha y del martirio.

Ante los familiares de los caídos, ante los supervivientes, los jóvenes que quieren y deben saber, tenemos la obligación, el deber de dar una prueba de dignidad y de la fuerza moral de nuestra gente. ¿Cómo podemos considerarnos dignos representantes de este pueblo si no respetáramos, si no hubiéramos respetado hasta el fondo toda su voluntad? Lo que queremos que no se olvide nunca es que aquí, en Marzabotto, no se realizó una acción bélica, como dijo Kesselring, sino una horrible matanza, una represalia inhumana contra poblaciones indefensas, un acto de vileza y de odio, y nada más. Por eso, decíamos, el perdón no se podía proponer.

Esas eran nuestras ideas, pero debíamos escuchar, necesariamente debíamos pedir su parecer a los familiares de los mártires. Este parecer ha llegado ahora. El veredicto es definitivo. Y no se refiere sólo a Reder. Abarca al nazismo, al fascismo, a la guerra, a la violencia, la intolerancia, el racismo, el odio contra el pueblo, todo lo que obstaculiza el camino de la paz, de la convivencia pacífica entre los pueblos. Se refiere a Reder y a todos los Reder que existen y que pueden surgir en el mundo, a todos los que odian su pueblo y a sus sentimientos más simples y nobles. Abarca a Reder, al nazismo, al fascismo, y no al pueblo alemán ni al austríaco. En Auschwitz, en Mauthausen, se han erigido monumentos para recuerdo de los alemanes martirizados por el nazismo; son centenares de millares. Aquí se ha recordado a un soldado alemán muerto en Creda por Reder por no disparar contra el pueblo. El padre Tommasini, capellán de la brigada partisana "Stella Rossa", ha recordado en la televisión a un soldado alemán muerto por habérsele sorprendido en un gesto de piedad para con una de las víctimas.

Nosotros los honramos.

¡Nada de odio en Marzabotto! Manos extendidas -y brazos abiertos a todos los hombres que sean tales, que hayan sabido y sepan realizar, aun en los momentos más dramáticos, un gesto humano.

Reder no tiene nacionalidad. El nazismo le ha creado, le ha quitado los sentimientos humanos, ha hecho de él una perfecta síntesis del nazismo, del fascismo y de la guerra.

Pueden dejar de esperarle en el Alto Adigio; Reder no irá a perpetrar nuevas matanzas. No le esperéis en las cervecerías nazis de Munich donde todavía se izan las cruces gamadas. Reder no irá. Se quedará donde está. Ahora llevaremos al Presidente de la República el voto de Marzabotto, que es el voto de la ciudad-mártir del antifascismo, de la Resistencia. El voto no sólo de los italianos, sino de todos los pueblos que quieren la paz y que luchan por ella.




12. LA DEFENSA SALVA A REDER DE LA MUERTE

El trabajo de los defensores es ímprobo. El primer abogado, Magnarini, sostiene que varias de las matanzas atribuidas a Reder han sido perpetradas en realidad por dos altos oficiales, que pueden haberse confundido con el acusado: el teniente Fischer, comandante de una unidad de zapadores (del cuerpo de ingenieros) y de los carros de la 16.ª División de las SS, que tenía una mano anquilosada y dirigió por cierto tiempo la plaza de Fosdinovo (de la que dependían Bardine y Valla di San Terenzo), y el mayor Loos, de la misma 16.ª División de las SS, cuya misión principal era organizar y llevar a cabo operaciones contra los "bandidos", esto es, los partisanos. En el caso de Bardine (53 fusilados), Reder se quedó, por así decirlo, de "plantón": se hallaba en el lugar de la matanza, es verdad, pero los ejecutores fueron los gendarmes de Loos y los SS de Fischer, que querían vengar a los dieciséis soldados alemanes de carros de combate muertos el 17 de agosto en un choque con los partisanos.

"Fue una represalia bestial —dice el abogado Magnarini (quien, entre paréntesis, criticado por su partido por haber asumido la defensa de Reder, ha presentado la dimisión de la sección socialdemócrata de Bolonia), pero "la represalia es una acción bélica configurada por las convenciones internacionales", por tanto se debe absolver a Reder. ¿Y los 107 muertos de Valla? En esto el abogado se inclina por la duda. Reder es acusado por muchas partes y de modo impresionante, "pero nosotros —prosigue el defensor— no sabemos sustituir la sospecha por la certeza. Estamos en el límite de una prueba, pero no en la prueba absoluta". Por último, el abogado describe el ambiente político en el que ha vivido Reder desde la adolescencia, la escuela de crueldad y de aberraciones en la que ha crecido por tantos años.

Walter Reder, retratado durante una ceremonia después de recibir la Ritterkreuz el 3 de abril de 1943Walter Reder, retratado durante una ceremonia después de recibir la Ritterkreuz el 3 de abril de 1943
"Se le ha llamado el monstruo de Marzabotto —exclama el abogado Magnarini, que tiene cierta experiencia de monstruos por haber defendido a Cianciulli, la saponificadora de Correggio—, pero no olviden los jueces quién le ha enseñado a obrar así. No se trata de excavar una nueva fosa, sino de emitir una sentencia digna de nuestras altas tradiciones jurídicas y humanas, una sentencia que oponga a la sangre y a las destrucciones pasadas un principio de vida". "La Constitución italiana —comienza a decir al día siguiente, 30 de octubre, el segundo defensor, Giovanni Schiro (el adjunto alemán sólo ha presentado un memorial de defensa, como lo prescribe la ley) — ha suprimido la pena de muerte porque repugna a la conciencia de nuestro país. La última ejecución es de 1946, y tuvo lugar en Turín, por la matanza de Villarbasse, pero hubo que retrasarla porque no se lograba formar el pelotón de ejecución. ¿Cómo podéis condenar a muerte a Reder si el mariscal de campo Kesselring, como me han asegurado, está a punto de salir de la cárcel por intervención de los aliados, y el general Simon, comandante de la 16.ª División de las SS, esto es, el superior directo del mayor manco, ha sido condenado a cadena perpetua?".

El abogado Schiro pasa por alto los sectores flagelados por otras unidades alemanas, y examina los "suyos", es decir, los de la zona Reder, y ha procurado reducir el campo de Reder a Marzabotto, excluyendo sobre todo algunas localidades en las que la matanza fue especialmente cruel. La matanza no fue perpetrada por las SS —argumenta el defensor—, pues las SS no pudieron llegar en seguida a algunas localidades preestablecidas, debido a la valerosa resistencia opuesta el 29 de septiembre de 1944 por los partisanos de la "Stella Rossa". El enganche defensivo es bastante hábil.

Reder luciendo la cinta de la Cruz de Hierro de 2ª clase ganada en 1940 durante la invasión de Polonia. En el cuello de la guerrera se ven los parches de la División TotenkopfReder luciendo la cinta de la Cruz de Hierro de 2ª clase ganada en 1940 durante la invasión de Polonia. En el cuello de la guerrera se ven los parches de la División Totenkopf
Aun tras esta cesión de territorios y de muertos, pesa sobre Reder la responsabilidad de demasiados delitos. Esta es la tesis de la defensa: las matanzas ocurrieron por iniciativa individual de los pelotones sin que Reder pudiera impedirlo. En aquellos días estaba herido en una rodilla y no se movió de su cuartel táctico. Además, las conexiones quedaron interrumpidas debido al control ejercido por los partisanos. Las órdenes, si se considera que las ha habido, fueron del cuartel de la División, y el comandante de las SS, por las condiciones particulares del momento, no podía darse cuenta de que tales órdenes constituían un delito. En todo caso, si Reder hizo más graves las órdenes, esto ocurrió por una interpretación culpable de las necesidades bélicas del momento.



13. LA ÚLTIMA Y AGITADA SESIÓN ANTES DEL VEREDICTO

Y llegó el miércoles 31 de octubre, día de la sentencia. Última y agitada sesión. Entra en la sala el tribunal, y el presidente Petroni da la palabra al comandante Stellacci para la réplica. El fiscal formula una protesta. Lamenta que el abogado alemán Heydebreck, en el memorial presentado al Tribunal, haya escrito que "antes de ahora, en veinte años de profesión, ante jueces alemanes o aliados, nunca había oído palabras semejantes a las pronunciadas por el fiscal de Bolonia contra Reder". No, ya ha habido una vez —añade con malicia Heydebreck—, fue cuando el "tristemente célebre Tribunal del Pueblo alemán condenó a los autores del atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944". Heydebreck había terminado el memorial diciendo textualmente: "Las ofensas contra Reder no se justifican de ningún modo por los resultados del sumario".
Foto de Reder durante su larga estancia en el castillo de Gaeta. Esta imagen en concreto data de enero de 1970Foto de Reder durante su larga estancia en el castillo de Gaeta. Esta imagen en concreto data de enero de 1970
En efecto, el fiscal Stellacci, en las conclusiones, había definido varias veces al acusado como "asesino" y "bandolero", pero el parangón con los "Tribunales del Pueblo" de Hitler es realmente demasiado fuerte. El mayor Stellacci, tras formular cortésmente su protesta (y, en efecto, poco después Heydebreck pide la palabra y se retracta de sus afirmaciones), impugna los puntos de la defensa. Dice entre otras cosas, que no se puede hacer una comparación entre las Fosas Ardeatinas y Bardine. El primer caso es consecuencia de un atentado contra los alemanes, el segundo, de un combate entre partisanos y alemanes. No se trata, pues, de represalia, sino de homicidios múltiples. En Vinca y en Marzabotto, los quemados vivos (negados por la defensa) existen y lo confirman los testigos. Con respecto al hecho de Casteldebole (diez fusilados) el fiscal dice:

"Si el acusado tiene derecho a mentir, el tribunal tiene el deber de no creerle". Y prosigue: "El término 'asesino' es duro, pero no hay otros en el vocabulario para indicar a quien conscientemente cometió tantos crímenes, y son de veras tantos, aunque después de todos los cálculos complicados de la defensa hayan bajado de 1.830 a 700".

Después de hacer notar que tras las matanzas perpetradas por sus SS en Vinca, Reder tenia la obligación y el deber de impartir órdenes precisas para evitar nuevas matanzas —que, en cambio, ocurrieron en Marzabotto—, el fiscal Stellacci concluye diciendo, dirigiéndose a los jueces: "¡Sobre un platillo de vuestra balanza pongo esta carga enorme de muertos, en la que hay tantos niños que aplastan con su frágil peso el platillo y le hacen desbordarse!". Del público salen gritos y llantos. Un hombre grita: "¡Fusiladle!". El presidente advierte a la gente con voz calmada: "Tened confianza en la justicia. Los jueces son padres, militares e italianos que han sufrido con vosotros por todos los muertos que, desgraciadamente, ha dado la guerra en nuestra amada y desolada patria". Eran las 16,20.
  • Presidente (a Reder): "¿Tiene algo que añadir el acusado?".
    Reder (en pie, firme): "Como soldado y oficial espero en la justicia de los jueces militares italianos".
El tribunal se retira para la sentencia y permanece en la sala de deliberaciones más de seis horas. Vuelve a entrar, en efecto, a las 22,30 y el presidente Petroni lee el veredicto que, en contraste con la petición del fiscal, condena al acusado a la pena de la cadena perpetua. Así Walter Reder ve cerrarse a sus espaldas las pesadas puertas de la cárcel militar de Gaeta. Probablemente piensa que, después de haberse librado del fusilamiento, logrará volver a la libertad dentro de poco. Pero para él y para Kappler, su compañero de prisión, no será así, aunque para este último la aventura concluirá con un final "fuera de programa" absolutamente imprevisto. La mayor parte de los procesos contra los grandes responsables de los crímenes de guerra concluyeron con condenas a veces extrañamente "desequilibradas", que luego reducirán las medidas de clemencia. También Reder espera lograr obtener un trato análogo, pero en este caso la magistratura será inflexible con el comandante de las SS.

Reder tras su regreso a Austria celebrando su liberaciónReder tras su regreso a Austria celebrando su liberación
Por consejo de los abogados se intenta entonces la baza de la petición del perdón por parte de los parientes de las victimas, supervivientes de las matanzas, pero todo será inútil. En diciembre de 1984 volvió a solicitar el perdón de los habitantes de Marzabotto mediante una carta en la que expresaba su profundo arrepentimiento por lo que allí sucedió. Finalmente fue liberado el 24 de enero de 1985. Regresó a Austria, en cuya capital murió en 1991. Fue enterrado en Gmunden (Oberösterreich).



14. VIDEO



15. FUENTES

https://www.gedenkorte-europa.eu/content/list/166
http://www.storiaxxisecolo.it/DOSSIER/Dossier1b.htm
http://www.mymilitaria.it/liste_05/rfss_cuffband.htm
http://amodelcastillo.blogspot.com/2016 ... reder.html
http://www.rainews.it
https://www.gettyimages.ca
https://www.youtube.com

CRÓNICA MILITAR Y POLÍTICA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. Ediciones SARPE; Año: 1978; ISBN: 84-7291-122-5 (Tomo VII)

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons

Re: El Proceso contra Walter Reder

Publicado: 06 01 2019 12:18
por abhang
Una vez más, excelente artículo, camarada; me recuerda al libro que tengo hace ya bastantes años, sobre esta barbarie, el cual está en la biblioteca del foro: "Silencio sobre Monte Sole".