El fundador de la empresa, el alemán Hugo Boss, confeccionó y fabricó los uniformes que usaron las SS, las SA, la Wehrmacht y las Juventudes Hitlerianas durante el III Reich. La documentación que duerme en Suiza certifica este hecho, un escándalo que la misma compañía no ha podido desmentir.
El 5 de marzo de 1933 el Partido Nacionalsocialista que lidera Adolf Hitler gana claramente las elecciones al Reichstag, el Parlamento alemán. Los nazis han conseguido el aprecio de la población, asqueada por la situación económica que vive una potencia en horas bajas tras la derrota en la Primera Guerra Mundial en 1918.
El partido nazi, poco a poco, impulsará un discurso basado en el terror planificado, una fórmula que incluye, entre otros aspectos, el antisemitismo.
En uno de sus discursos, Hitler ya habla de la Gleichschaltung, o sea, la “coordinación de la voluntad política”, que se basa a integrar cada elemento de la vida nacional alemana en la maquinaria social nazi. Únicamente así, piensa el dictador, podrá consolidar la dictadura militar. Dicho y hecho: las empresas, grandes, pequeñas y medianas, se ponen al servicio del Führer, ya que le ven como la persona conveniente para sacar al país de la depresión económica que sufre. En cuestión de meses, los anuncios comerciales que se publican en la prensa germana se transforman en una oda a un color político: el color del nazismo.
Negociar con el Nazismo
En Metzingen, una población situada al sur de Stuttgart, un pequeño taller de sastrería no deja perder la oportunidad y se une a la causa nazi.
En 1933, en el periódico del pueblo, el Alb-Neckar-Zeitung, se puede leer el siguiente anuncio:”Uniformes de las SS, las SA y las HJ.
Ropa de trabajo, de deporte y de lluvia. La hacemos nosotros mismos, con calidad buena y reconocida y a buenos precios. Boss. Ropa mecánica y de trabajo, en Metzingen. Firma homologada por las SA y las SS. Uniformes con la licencia del Reich”.
La autoría de este anuncio se debe atribuir a Hugo Boss, el fundador y dueño de esta pequeña fábrica de Metzingen. Es el mismo Hugo Boss quien ponía los cimientos de una firma de prestigio que hoy está asociada a la alta sociedad y al éxito empresarial. Pero es necesario retroceder 10 años para entender esta inserción publicitaria.
Hugo Boss creó su taller de confección en 1923. Pero el negocio no es rentable y en 1931 está a punto de fallar. Boss no puede pagar a los 22 trabajadores y la fabricación de impermeables y de ropa de trabajo no tiene mucha salida. Pero los tiempos cambiaban en Alemania al empezar la década de los 30.
El NSDAP, el Partido Nacional Socialista Alemán, consigue importantes cuotas de poder y Hugo Boss no duda en afiliarse. Lo hará el 1 de abril de 1931, con el número 508.889.
Hugo Boss empezó a fabricar camisas de este color. En marzo de 1923 aparecían las Fuerzas de Defensa (Schutzstaffel, o SS). Eran los “camisas negras”. Boss tomó buena nota. Y en 1926 sacaban la cabeza las Juventudes Hitlerianas (Hitlerjugend, o HJ). Se necesitaba ropa para vestir a todo este movimiento que en 1934 tenía tres millones y medio de miembros.
El negocio era redondo y Hugo Boss no lo dejó escapar. Abandona la fabricación de ropa civil para teñir su producción de negro y de marrón. Y si hacemos caso de las cifras, las cosas le fueron inmejorablemente: en 1934 adquiere una empresa que se dedica a fabricar pañuelos, en 1939 compra una fábrica de telas y la empresa ya cuenta con 99 trabajadores y, en 1945, dispone de 128 empleados.
La Uniformidad de los Nazis
Pero aún hay más. Durante la guerra, Hugo Boss ampliará su cartera de clientes con la Wehrmacht, el ejército alemán. Boss colaboró en la uniformidad del ejército de tierra alemán el Heer.
En el taller de Metzingen llegaron pedidos de la Sección de Vestuario (Bekleidung) del Estado Mayor (Stab), perteneciente a la Oficina de Asuntos Generales del Ejército (Allgemeines Heeresamt).
Este departamento controlaba la logística del vestuario de los soldados alemanes y ordenaba las normas relativas a la uniformidad. Estas decisiones estaban perfectamente estudiadas e incluso aparecían explicadas en diversas publicaciones periódicas, como el “Boletín de Informaciones Generales del Ejército” (Allgemeine Heeresmitteilungen) y el “Boletín de Disposiciones del Ejército” (Heeres-Verordnungsblätter). En estas publicaciones de definía la estética de los uniformes y el tipo de ropa que se debía utilizar en función del momento y de las circunstancias concretas.
También se estipulaba el número de piezas de ropa que se debían entregar a cada soldado o el término de renovación de éstas. Por obra y gracia del nazismo, el taller de Metzingen deja atrás la delicada situación económica y se convierte en la segunda compañía textil más importante de Alemania durante la II Guerra Mundial.
La Moda del Terror
Durante los años anteriores a la guerra (1933-39), el Reich se obstinaba en marcar una línea elegante en el vestuario militar, ya que la riqueza y la variedad de los uniformes de los distintos cuerpos militares era un arma propagandística para mostrar a todo el mundo el ordenamiento del poder alemán. Boss se enriqueció gracias a esta política. Pero, a partir de las hostilidades bélicas, la belleza quedó aparcada por el pragmatismo.
Los gastos en armamento comportaron una reducción del presupuesto en el diseño y la confección de la ropa militar. Si en los años 30, los uniformes de las SS, la SA, las HJ y la Wehrmacht estaban fabricados con una mezcla de fibras y lana, durante la II Guerra Mundial, la lana reciclada se convirtió en el elemento básico de los uniformes.
Las necesidades de vestuario del ejército alemán nunca se satisficieron completamente por la escasez de materias primas. Así se entiende que las tropas nazis requisaran toneladas de ropa en todas aquellas ciudades y países que ocupaban.
La escasez de mano de obra durante el conflicto bélico no fue un obstáculo para el espectacular reflotamiento de la empresa. Hugo Boss no dudó en utilizar mano de obra de trabajadores forzados del extranjero, sobre todo de mujeres polacas, país anexionado por el III Reich.
Las SS facilitaron a Boss la incorporación de 20 polacos provenientes de campos de concentración. De hecho, esta situación estaba generalizada en la industria alemana entre 1939 y 1945. Se calcula que en 1944, en Alemania y Austria, unos ocho millones de civiles (mayormente provenientes de Polonia y Rusia) trabajaron en contra de su voluntad para la industria del Reich.
Además, la ley nazi prohibía que los trabajadores autóctonamente alemanes ayudasen a sus nuevos “compañeros”. Ignoramos que actitud mostró Hugo Boss hacia sus subordinados extranjeros, pese que una huelga de hambre por parte de un grupo de polacas del taller de Metzingen hace pensar que la situación no debía ser muy agradable, sino todo lo contrario. También se ha comprobado que entre 1940 y 1941, trabajaron 30 prisioneros franceses.
Los Papeles de Suiza
Evidentemente, no todos los sastres de Alemania corrieron la misma suerte que Boss. Por ejemplo, en la misma Metzingen había una familia de fabricantes textiles judíos, los Herold, que mantenían una buena amistad con Boss. Se trataba de una familia burguesa bien acomodada (el jefe de la familia tenía una Cruz de Hierro ganada en la I Guerra Mundial), que nunca pensó que después de la Noche de los Cristales Rotos de noviembre de 1938, los nazis los pondrían en su punto de mira y destrozarían sus fábricas.
Después de estos incidentes, la familia Herold huyó a Holanda, país posteriormente ocupado por los nazis, y en donde fueron capturados y ejecutados. La historia auténtica de Hugo Boss ha estado escondida durante más de 50 años en una lista de cuentas bancarias suizas no reclamadas de la época del III Reich. Fue en verano de 1997 cuando se hizo público que el nombre del empresario alemán figuraba en uno de los documentos.
Se ha comprobado que las famosas cuentas no pertenecían solo a familias judías perseguidas por el nazismo, sino que también a personajes vinculados al régimen de Hitler: son también las cuentas de los beneficiarios del nazismo.
La investigación, además, confirmaba que muchos bancos de la Confederación Helvética ayudaron a los industriales del Reich, bien por su falta de manías para mantener cuentas nazis o bien, después de la guerra, para no dar a conocer los bienes depositados de las víctimas del Holocausto.
Una parte de este botín fueron los beneficios conseguidos por Hugo Boss fabricando vestimenta militar. En una de las cuentas aparecía como titular “Hugo Boss. Uetzingen”. Debe tratarse de un error tipográfico, ya que en Uetzingen, un pueblo situado entre Hamburgo y Hannover, no figura ningún Hugo Boss en el registro civil. Además, el pasado de Hugo Boss está ratificado por la memoria de Albert Fischer, un viejo comunista de 88 años, natural de Metzingen, que estuvo 5 años y medio encerrado en el campo de concentración de Buchenwald a causa de sus ideas políticas.
Fischer conocía suficientemente bien a Hugo Boss y no ha dudado en confirmar las maniobras del confeccionista textil durante los años álgidos del nazismo. No es necesario decir que Hugo Boss SA ha silenciado la noticia, argumentando que no tienen documentación de la época y, por lo tanto, no pueden hacer ningún juicio de valor.
Con todo, uno de los 4 hijos del fundador de la prestigiosa marca de moda alemana, Siegfried Boss, admitió en declaraciones a un semanario austriaco que su padre había sido miembro del partido nazi, pese que esgrimió que esta era una situación generalizada durante la II Guerra Mundial, ya que toda la industria alemana trabajaba para el Führer y para los nazis.
La Depuración de Boss
La amnesia historia de esta multinacional de la moda y de la confección también esconde otro capítulo de su fundador, desvelado en los archivos suizos desclasificados.
En 1945, Hugo Boss fue declarado “beneficiario” del régimen nazi y su empresa fue calificada de “importante” en el entramado económico de la dictadura de Adolf Hitler, dos condiciones que comportaron que Boss perdiera el derecho al voto y una multa de 80.000 marcos (equivalentes a unos € 270.000).
Este importe lo pagó con el dinero obtenido gracias a la venta de grandes cantidades de seda para paracaídas, que Boss había comprado en el mercado negro durante la II Guerra Mundial. De nada le sirvió la limpieza de la empresa, reciclada en la fabricación de uniformes para los trabajadores ferroviarios y de correos, ni el recurso que presentó a los tribunales de justicia.
Hugo Boss nunca obtuvo el perdón del Gobierno de la nueva República Federal de Alemania y murió en 1948 con el nombre manchado por la ignominia.
Tras la muerte del fundador, Siegfried Boss y Eugen Holly, yerno del fundador, tomaron las riendas del negocio y lo orientaron hacia “los triunfadores y los jóvenes hombres de negocios”, según reza la publicidad de la marca del año 1953.
Los nietos de Boss, Uwen y Jochen Holy, continuaron el trabajo con nuevas colecciones que combinaban la formalidad, el sentido de la moda y la calidad. Según el Who is Who, la imagen del joven vestido por Boss es un “hombre moreno, abierto y deportivo, con un traje que le hace sentir cómodo, tanto en la ciudad como en el campo, o en el trabajo, el deporte o las vacaciones”.
En los años 60, Hugo Boss SA movía un negocio impresionante, y 15 años después ya era una de las firmas más usadas por famosos de alrededor del planeta. Hugo Boss se lanzó a patrocinar acontecimientos deportivos y culturales de todo tipo, dando una imagen de modernidad.
En 1985 cotizó en Bolsa, hasta que en 1991, el imperio italiano de la moda Marzotto adquirió el 50,4% de las acciones. Actualmente, la empresa cuenta con 3 marcas: Hugo Boss, Boss y Baldessarini.
La comunidad judía internacional no ha querido hacer un gran escándalo de éste capítulo oscuro de la historia de la moda.
El presidente del Consejo de Diseñadores de Moda de los Estados Unidos, Stan Herman, de origen judío, declaró a diversos medios de comunicación que no quería saber nada de todo aquello que hubiese hecho Hugo Boss hacía más de medio siglo, de la misma forma que prefiere quedarse con la buena música de Richard Strauss, pese a que el compositor hubiese formado parte del Partido Nacionalsocialista Alemán.
Quedan para la historia las maniobras de un diseñador que hoy está asociado a las camisas blancas de categoría, pero que un día se dedicó a fabricar camisas marrones y negras en beneficio de una causa responsable de uno de los peores genocidios conocidos.
Fuentes:
http://www.wiesenthal.com
http://en.wikipedia.org
http://www.whoswho.de
http://www.dnewsglobal.com
http://gagomilitaria.blogspot.com
http://www.group.hugoboss.com