Con Antony Beevor y los paracaidistas en Arnhem
Paracaidistas británicos durante la operación Market- Garden con un prisionero alemán
Arnhem, the battle for the bridges, 1944, que acaba de publicar Viking y que lanzará en septiembre en castellano Crítica bajo el mismo título, Arnhem, la batalla por los puentes, es puro disfrute, otra extraordinaria muestra del inmenso talento de Beevor para escribir sobre la guerra sin que el rigor del historiador militar y la a menudo ardua descripción de los movimientos de tropas sepulte el drama humano, la emoción y la tremenda experiencia directa de los soldados. Por no hablar de su capacidad de retratar a los personajes, ya se trate de un vanidoso mando de paracaidistas o un mujeriego líder de panzers con la sutileza que reservaría Jane Austen para un terrateniente de Derbyshire o la melancólica hija casadera de un baronet. Ahí están detalles como que el guapo general Gavin fue amante de Marlene Dietrich y Martha Gelhorn.
El puente de Nimega tras la batalla
Beevor, que, como es sabido, no soporta las comparaciones con Ryan (1920-1974), al que considera un buen periodista y escritor pero no un verdadero historiador y con cuya sombra ha tenido que luchar al frecuentar las mismas batallas (Berlín, Normandía, ahora Arnhem), pone en solfa varias de las aseveraciones de su predecesor, empezando por el propio título de su libro. Sugiere sir Antony que la emblemática frase del general Browning –el padre de las fuerzas aerotransportadas británicas, campeón de bobsliegh y marido de Daphne du Maurier- a Montgomery sobre que el de Arnhem era un puente demasiado lejano para ir a tomarlo de hecho nunca se pronunció. También rebate la tesis de que la operación no utilizó a la Resistencia holandesa (a la que pinta mucho mejor que la francesa, incluso explica que muchos jóvenes tomaron las armas de los soldados caídos y se incorporaron a las filas de los Aliados, pagándolo luego, en la derrota, al ser ejecutados sumariamente por los alemanes). Puntualiza que los paracaidistas no tuvieron la mala suerte de ir a caer en Arnhem sobre los tanques de dos poderosas divisiones panzer de las SS (la 9ª y la 10ª, que en realidad estaban muy debilitadas, por debajo de los estándares y reorganizándose) sino que las fuerzas acorazadas realmente potentes llegaron después desde Alemania en un Blitztransport por tren muy bien realizado, como los contrataques (Model y Bittrich –que leía a Goethe y Platón en campaña- aparecen como más capaces que sus adversarios). Los alemanes rebañaron unidades de todas partes y hasta llevaron a luchar una de mutilados.
Beevor es absolutamente concluyente en que Market-Garden (con ese nombre de centro comercial de extrarradio) fue una pifia desde su concepción. Simplemente era un mal plan que desafiaba la lógica militar, dice, y no podía salir bien. Su leit motiv, que repite varias veces en el libro, es que se ignoró la vieja máxima de que ningún plan, ni el más perfecto (y el de Market-Garden, con todas sus arriesgadas suposiciones, incluida la de que los alemanes estaban en desbandada, no lo era en absoluto) sobrevive al contacto con el enemigo. “Una doble verdad cuando se trata de operaciones aerotransportadas”. Se lanzó a las tropas demasiado lejos de los puentes y se perdió el indispensable factor sorpresa, mientras el contingente terrestre se atascaba por carretera, la “Autopista del Infierno”. Beevor también recuerda lo que decía Napoleón de que no debes luchar si no tienes asegurado un 75 % del éxito y que solo puedes dejar un 25 % a la suerte. “El plan Aliado invertía esa proporción”. El único éxito, la toma del puente de Nimega, se lo debieron a que Model no lo voló. Enfrentándose a toda una tradición británica de glorificar las derrotas poniéndoles épica y frases para la posteridad, recalca sin ambages la estulticia y la irresponsabilidad criminal de los mandos prima donnas que provocaron un desastre sin paliativos (y luego echaron parte de la culpa a los pobres paracaidistas polacos de Sosabowski convertidos en injustos chivos expiatorios).
Técnicamente impecable como siempre al describir el tiro de un PIAT (el bazuca británico) o los problemas mecánicos de un Königstiger (Tigre II), Beevor destaca el uso de los cohetes Nebelwerfer, que acojonaban a los Aliados, la posible presencia de musulmanes de la división SS Handschar, la concesión de sendas Cruces de Hierro a dos telefonistas alemanas o que los paracaidistas modificaban sus subfusiles Thompson, jamás llevaban pañuelos blancos y se atiborraban de Benzedrinas, que les provocaban alucinaciones. Son esos detalles que nos encantan a muchos.
Como suele hacer, y eso le honra, el historiador subraya minuciosamente los padecimientos de la población civil holandesa (y su generosidad hacia los Aliados, y su valentía), con la salvaje destrucción de las ciudades convertidas en zonas de combate encarnizado (200 civiles muertos solo en Arnhem), y revela, por primera vez, la hambruna que provocaron los alemanes como represalia y que causó desnutrición y millares de muertos, entre 16.000 y 20.000, en el invierno de 1944-45.
Un cañón autopropulsado alemán junto a unos paracaidistas capturados en Arnhem
En su relato encontramos viejos amigos ya de tantas batallas, como Von der Heydte, los paracaidista de la 101 saltando aquí de día (a diferencia de en Carentan) o Monty. Están todos los conocidos episodios de Frost reuniendo a su batallón haciendo sonar un cuerno de caza, Tatham-Warter liderando a sus hombres con un paraguas, Student viendo pasar carcomido de envidia desde su balcón la flota aérea Aliada o el descabellado intento del Sturmbannführer Grabner, con su Cruz de Caballero recién granada al cuello, de tratar de cruzar el puente de Arnhem con sus blindados y semiorugas. Pero con su voz suenan diferente, más reales, despojados del cartón piedra de las hazañas bélicas y las pelis de serie B. Con Beevor, esa es su fuerza, escuchas el ruido de la bala del francotirador al hundirse en la carne (“twack”), y siempre agachas la cabeza cuando en sus páginas resuenan los disparos.
Fuente Texto y Fotos:
https://elpais.com/cultura/2018/06/05/a ... 14350.html
Un Saludo
Cocinilla