Al final voy a tener que predicar con el ejemplo...
En fin, hay va mi táctica para vencer la batalla (tranquilos, es radicalmente diferente de la Batalla X histórica).
Ante todo, contaré con 2 días de preparativos (esto sucedió realmente
).
Esos dos días me dedicaría a asegurar la zona, ocupar las ruinas del Castillo, enviar batidas de exploradores y preparar el campo.
Lo primero: cogería a mis mejores jinetes, no más de 700, y los llevaría al castillo, dónde se establecería mi Cuartel General.
El resto de mi ejército se dispondría en forma de triángulo isósceles imaginario, con la base de mayor tamaño que los lados.
Como mis batidas de exploradores me informan de que el enemigo es más numeroso que yo, sé que cargarán primero o me harán cargar, pues se lo pueden permitir, y es el modo de luchar de la época.
Además, bastará con que sólo hagan pequeñas escaramuzas de hostigamiento que pretendan forzar una carga de mi ejército (lo que les favorecería muchísimo) para desencadenar mi estrategia.
Llevo a los 20.000 infantes ligeros al castillo, de reserva, junto a los suministros de comida y armas.
El agua y las flechas quedarán entre mis filas, para abastecerlas en la batalla.
Acto seguido, preparo defensas para el grueso de mis arqueros, en el centro de mi ejército, y monto un campamento en la playa, tras la protección del castillo, para que mis hombres duerman tranquilos y cerca del frescor marino.
Por las dos noches de paz, establezco guardias.
Por el día, mis hombres practican y se preparan.
No faltan arengas continuas de mis generales, oficiales y de mí mismo.
Llega el día de la batalla.
Bajo el sol abrasador, mis tropas bien refrescadas y equipadas están dispuestas en el Orden de Batalla establecido.
Gracias a las copas de los árboles que crecen en la elevación del bosque, mis soldados no se ciegan por el sol naciente del Este; por el contrario, las refulgencias del metal de mis hombres si molestan a mis enemigos.
Aguardo hasta que realizan la primera provocación, presumiblemente sobre la Infantería Ligera destacada por delante del resto unos 300 ó 400 metros.
A la mínima provocación, cargan los Infantes.
En aplastante inferioridad numérica (5.000 contra casi 60.000), mis hombres se retiran despavoridos hacia el grueso de mi ejército.
Las líneas de arqueros, unos 5.000, se dividen en 5 franjas, superpuestas del siguiente modo: dos líneas delante, superpuestas.
Cuando lancen una salva, se agachan y cargan, mientras que las dos líneas de detrás disparan.
La quinta línea provee de flechas y agua a las cuatro primeras y suplanta las bajas.
El proceso de carga-descarga coordinado tra como consecuencia la capacidad de mis tropas de proporcionar cobertura de flechas con una cadencia de disparo casi ininterrumpida.
Con un poco de suerte, se podría ejecutar mi plan A, aunque existe uno B e incluso C.
PLAN A: Inherente a la carga de respuesta y persecución enemiga a mis 5.000 infantes.
Cuando mis huidizos soldados llegan al grueso del ejército, las filas habrán de abrirse, de modo que queden espacios entre cada soldado para permitir el paso de un hombre.
Una vez cruzada la muralla humana, las líneas vuelven a cerrarse y los arqueros comienzan a descargar flechas casi ininterrumpidamente sobre el enemigo, que cargaba confiado y que ahora está demasiado cerca de los arqueros como para sobrevivir con garantías.
Una vez diezmadas esas filas, a mi oponente sólo le queda: mandar retirada y perder todos los hombres implicados en la carga bajo los cascos de los caballos de mis jinetes, o enviar refuerzos para socorrerlos.
El PLAN A sigue la vía de acción del socorro (el PLAN B, no).
Siendo así, mi enemigo manda, pongamos por caso, unos 10.000 para cubrir la retirada de los 10.000 (o lo que queda de ellos) que cargaron al principio.
Es entonces cuando, al llegar esos refuerzos a la zona de combate, en la que los infantes enemigos son acosados por las flechas y no pueden acercarse al infranqueable y hostil muro de hierro, la Infantería Pesada (10.000 hombres en total) de los flancos avanza sobre los costados del enemigo, cercando su núcleo.
No es difícil tener éxito en este desplazamiento de tenazas: un ataque sorpresa, como en la Operación Urano, realizado con muchas más tropas que el enemigo, que está ocupado en sobrevivir…
Una vez cercados totalmente, terminan las flechas.
Los arqueros de las dos últimas filas evacuan a los heridos de su Cuerpo.
Las otras tres líneas dejan arcos y ballestas y se aprestan al combate.
Mas no avanzan.
Dejan pasar a los Infantes Ligeros y cierran el muro.
A partir de aquí, hay una nueva dependencia de los actos de mí oponente: si se queda quieto, hay PLAN C, sino, continuamos.
Si mi oponente decide intentar levantar el cerco, le dejaré creer que tiene la iniciativa.
Le permitiré atacar el cerco (pero sólo el cerco) por donde quiera.
En caso de que ataque la caballería, desharía el cerco, dejaría que las tropas se uniesen y volvería a cerrarlo con todos los enemigos dentro.
Si atacasen la Fortaleza en ruinas, emplearía la infantería de reserva para repelerlos (NUNCA la caballería allí guarnecida).
Pero, en caso de que atacase el cerco, me limitaría a dejar hacer.
Cuando estuviesen envueltos en un sangriento doble cerco, haría a mis jinetes cargar por los flancos, absorbiendo al enemigo en un tercer cerco y aniquilándolo, o introduciéndolo en la bolsa principal, de modo que mis hombres del primer cerco no quedasen atacados por los dos lados.
Ahora, tras atacar con cargas de caballería el maltrecho núcleo enemigo, replegaría el cerco, devolviendo a mi ejército la forma original de muro.
Así, en pocos minutos, los arqueros podrían descargar flechas oleada tras oleada hasta terminar con la moral o la vida de todos los atacantes que, en caso de querer huir, serían perseguidos por la caballería de los flancos.
Queda la posibilidad de que al enemigo le quedasen reservas (bien posible).
Pues bien, enviaría una batida de exploradores a caballo.
A esos jinetes les habría quitado las armaduras, los casos, las mallas, las mazas, las lanzas, los escudos y espadas, dagas y cuchillos.
Sólo tendrían arcos, ballestas o, como mucho, machetes.
En torno a los cascos de sus corceles, enrollaría telas, para amortiguar su ruido.
Esa partida, que no haría ruido comparado con la batalla, y no resplandecería al sol, se acercaría al flanco enemigo desde la Fortaleza.
Si sus informes indicasen que el enemigo tiene aún muchas reservas (más de 20.000 hombres), ejecutaría una carga masiva, con los 700 jinetes de la Fortaleza totalmente equipados: pendones, banderas, cascos, armaduras, sobrevestes, espadas, cascos, escudos, caballos con armadura, ballestas, mazas, lanzas, etc.
Esto, combinado con el grito de guerra (que no revelaré para no fastidiar el misterio acerca de la identidad de la Batalla) y el estruendo de la carga, terminaría por minar totalmente la moral de los enemigos, que se hayan en la situación frente-a-flecha, tras los cercos y repliegues.
Quizá obtuviese una retirada en desbandada que me brindase la oportunidad de un repliegue total, pues los observadores enemigos podrían creer que tengo más tropas de reserva de las reales (bien parcas).
Con ello, podría lograr el inicio de negociaciones de paz favorables.
Si el enemigo huye pero no se traga la treta, avanzaría frontalmente con todos mis infantes, apoyados en los flancos por la caballería y cubiertos por las flechas… y todo dependería de mis hombres y su destreza.
Si mis enemigos no tuviesen demasiadas reservas, aniquilaría a saetazos a los combatientes del oponente y asaltaría a caballo (700 hombres) y a pie (20.000) el flanco de la Fortaleza de mi enemigo hasta forzar su retirada, destrucción o rendición. Oponente derrotado.
PLAN B: Con mis jinetes arrasando los restos de mis enemigos más cercanos, enviaría a mi infantería a pie, con las espadas y lanzas, incluidos los arqueros con espada, contra el enemigo, de frente.
Por el flanco, cargarían mis reservas de la Fortaleza, junto a la caballería sobrante de la masacre.
Así, miles de hombres cerniéndose sobre mi enemigo le forzarían a terminar por rendirse.
Oponente derrotado.
PLAN C: Mi enemigo, estático ente la masacre del cerco, deberá esperar.
Una vez finiquite la bolsa, reúno a mis ejércitos.
Saco las tropas de la Fortaleza, todos en línea. Les establecería en tres líneas (la caballería en una).
La extensión de tropas sería entonces enorme, y parecería más grande de la realidad.
Sería entonces cuando enviaría mensajeros a parlamentar.
Ofrecería una retirada gloriosa, que no conseguirían ni el PLAN A ni en el PLAN B: todos los hombres son respetados, se asiste a los heridos, se permite la conservación de los pendones, banderas y estandartes.
Los oficiales pueden conservar sus espadas.
Todos los oficiales y generales enemigos pueden vivir libres, sólo se secuestra 1 de cada 3 caballos y todas las armas (espadas, mazas, hachas, lanzas, arcos, ballestas, etc.), armaduras y 1 de cada 5 carros de suministro.
Oponente derrotado.
Anímense…
Saludos
LARRY