Erich Priebke
Erich Priebke, (Hennigsdorf, Alemania, 29 de julio de 1913) fue un Hauptsturmführer en la SS y es uno de los últimos criminales de guerra nazi en vida. Es tristemente célebre por haber comandado la Masacre de las Fosas Ardeatinas, en la que murieron 335 italianos. Al finalizar la guerra, escapó hacia Argentina, viviendo por un breve tiempo en Buenos Aires y luego radicándose en Bariloche.
- BIOGRAFÍA
- ÁLBUM FOTOGRÁFICO
- VÍDEO
- FUENTES
A. BIOGRAFÍA
Erich Priebke nacio el 29 de julio de 1913 en Henningsdorf, en los alrededores de Berlín, del matrimonio formado por un oficial de policía y un ama de casa. Su padre había muerto cunado él tenía siete años y su madre poco después. Desde entonces había sido criado por su tío Wilhelm Petze, también policía, quien decidió que su sobrino tenía que estudiar idiomas y administración de hoteles.
En marzo de 1929, cuando acabó el curso inicial en el Instituto berlinés de Hostelería, el joven Priebke salió a conocer el mundo. El primer lugar donde recaló fue Italia, y con su diploma consiguió trabajo en el Gran Hotel Savoia y luego en el Europa, los dos de Rapallo, en la Costa Ligure. Allí iban turistas alemanes y era bueno tener un empleado que hablara bien el idioma. Tres años más tarde, con sus primeras experiencias hechas, Priebke había dejado Rapallo y estaba en Londres trabajando en el Hotel Savoy.
En marzo de 1933, como tantos jóvenes alemanes que estaban en el extranjero, regresó a su patria y se afilió al Partido Nacional Socialista, donde ingresó con el número 3.280.478 para estrenar su condición de joven nazi.
Hablaba a la perfección el italiano y el inglés, y su siguiente empleo fue en el Hotel Splanade, de Berlín, donde estuvo tres años, los suficientes para desengañarse de su primera vocación y adivinar que el futuro estaba en otro lado.
En 1936 abandonó definitivamente la hostelería, y siguiendo el llamado de la sangre se anotó en la Academia de Policía. Al año siguiente entró a las SS, donde obtuvo el número 290.305.
En marzo de 1929, cuando acabó el curso inicial en el Instituto berlinés de Hostelería, el joven Priebke salió a conocer el mundo. El primer lugar donde recaló fue Italia, y con su diploma consiguió trabajo en el Gran Hotel Savoia y luego en el Europa, los dos de Rapallo, en la Costa Ligure. Allí iban turistas alemanes y era bueno tener un empleado que hablara bien el idioma. Tres años más tarde, con sus primeras experiencias hechas, Priebke había dejado Rapallo y estaba en Londres trabajando en el Hotel Savoy.
En marzo de 1933, como tantos jóvenes alemanes que estaban en el extranjero, regresó a su patria y se afilió al Partido Nacional Socialista, donde ingresó con el número 3.280.478 para estrenar su condición de joven nazi.
Hablaba a la perfección el italiano y el inglés, y su siguiente empleo fue en el Hotel Splanade, de Berlín, donde estuvo tres años, los suficientes para desengañarse de su primera vocación y adivinar que el futuro estaba en otro lado.
En 1936 abandonó definitivamente la hostelería, y siguiendo el llamado de la sangre se anotó en la Academia de Policía. Al año siguiente entró a las SS, donde obtuvo el número 290.305.
Erich Priebke junto a su padreEl de 1938 fue otro año de cambios para Erich Priebke: conoció a la berlinesa Alice Stöll, se casó con ella y al mismo tiempo empezó a cursar en la Escuela de Dirigentes de las SS. En agosto de 1940 fue ascendido con las mejores al grado de “Kriminalkommissar” (Comisario de Policía). Su primer destino fue la oficina de Reinhard Heydrich, el RSHA Amt IV, con sede en Berlín.
Siendo capitán de las SS, fue asignado en Roma como segundo del jefe de la SS. Junto con Herbert Kappler.
Dirigió la represalia por el atentado producido el 23 de marzo de 1944, cuando miembros del Partido de Acción mataron a 33 soldados alemanes pertenecientes a una compañía de la policía militar, en la Vía Rasella, en Roma, con una bomba oculta en un carro de basura, mientras marchaban en formación rumbo a su cuartel.
Los partisanos querían dificultar la presencia de los alemanes, pues los Aliados habían desembarcado en Anzio, al sur de Roma, en cuestión de días, habrían de llegar a la Capital.
Italia estaba dividida en dos: el norte en poder de los fascistas y sus aliados nazis y el sur, liberado y en manos de los Aliados. Al enterarse Hitler del hecho, ordenó que se ejecutase a 10 italianos por cada alemán muerto.
Kappler confeccionó la lista con nombres de presos condenados a muerte en espera de su ejecución, presos en espera de juicio pero cuya sentencia posiblemente sería la muerte, judíos presos en espera de la deportación a campos de exterminio y personas recientemente acusadas de terrorismo pero liberadas por falta de pruebas.
La obsesiva minuciosidad de Kappler agregó 5 nombres a la lista original de 330 víctimas. Entre los elegidos había un niño, un adolescente, un sacerdote, 50 militares italianos además de 75 judíos. Estaban todos en distintas cárceles romanas dependientes del mando militar alemán, de las SS, de la policía italiana y de una formación paramilitar fascista o fueron secuestrados en las calles romanas.
El 24 de marzo, Priebke y Karl Hass, otro integrante de las SS, llevaron a los seleccionados en camiones facilitados por el Ejército alemán a las Fosas Ardeatinas, unas antiguas canteras abandonadas en la periferia de Roma. Introdujeron en las cuevas a los prisioneros en grupos de 5 y los fueron ejecutando con tiros en la nuca. Todo ocurría a la luz de las antorchas, sostenidas por los soldados. La matanza duró toda una tarde. Luego, dinamiteros del ejército sellaron las entradas a las cuevas.
Después de la guerra, Priebke escapó primero a Inglaterra y luego, con la ayuda de la red vaticana, a través de Italia, llegó a Argentina. Ingresó al país con el nombre supuesto de Otto Pape, el 20 de enero de 1947, presentando a su llegada el pasaporte No. 249, emitido por la policía de Berlín y visado pro el consulado argentino en Italia.
Pasó un breve tiempo en Buenos Aires para radicarse definitivamente en San Carlos de Bariloche. En esta ciudad, comenzó a dirigir el Instituto Cultural Germano Argentino Bariloche y su escuela primaria y secundaria, el Instituto Primo Capraro.
Rápidamente comenzó a ganarse el afecto de la comunidad y cambió su nombre por el Erico. Con el correr de los años, fue adquiriendo mayor importancia y se lo consideraba un vecino ejemplar, transformándose por sus actividades en el Instituto en un pilar de la sociedad barilochense.
Su pasado nazi era conocido por un círculo afín muy reducido. Tanto lo quería la gente, que cuando en 1994 se reveló su pasado, la historia no fue creída.
Fue realizada una campaña local, resaltando sus acciones de bien y negando todas las acusaciones que se le hacían. La situación era muy delicada, pues la sociedad dolida se negaba a aceptar que su personaje más significativo y querido pudiese ser un criminal de guerra. Finalmente, las pruebas contundentes no pudieron ser objetadas. Priebke fue extraditado a Italia, donde se lo juzgó y condenó a prisión perpetua.
Las tumbas en las Fosas Ardeatinas son hoy un santuario nacional donde concurren los italianos a rendir su homenaje a los asesinados. Pero en 1944 las víctimas eran sólo un número. Con calma y frialdad, Priebke sostuvo durante su juicio que “no había salida para nosotros, fue una orden militar directa de Hitler y tuvimos que cumplirla. Usamos ametralladoras y pistolas que disparaban un solo tiro”.
Siendo capitán de las SS, fue asignado en Roma como segundo del jefe de la SS. Junto con Herbert Kappler.
Dirigió la represalia por el atentado producido el 23 de marzo de 1944, cuando miembros del Partido de Acción mataron a 33 soldados alemanes pertenecientes a una compañía de la policía militar, en la Vía Rasella, en Roma, con una bomba oculta en un carro de basura, mientras marchaban en formación rumbo a su cuartel.
Los partisanos querían dificultar la presencia de los alemanes, pues los Aliados habían desembarcado en Anzio, al sur de Roma, en cuestión de días, habrían de llegar a la Capital.
Italia estaba dividida en dos: el norte en poder de los fascistas y sus aliados nazis y el sur, liberado y en manos de los Aliados. Al enterarse Hitler del hecho, ordenó que se ejecutase a 10 italianos por cada alemán muerto.
Kappler confeccionó la lista con nombres de presos condenados a muerte en espera de su ejecución, presos en espera de juicio pero cuya sentencia posiblemente sería la muerte, judíos presos en espera de la deportación a campos de exterminio y personas recientemente acusadas de terrorismo pero liberadas por falta de pruebas.
La obsesiva minuciosidad de Kappler agregó 5 nombres a la lista original de 330 víctimas. Entre los elegidos había un niño, un adolescente, un sacerdote, 50 militares italianos además de 75 judíos. Estaban todos en distintas cárceles romanas dependientes del mando militar alemán, de las SS, de la policía italiana y de una formación paramilitar fascista o fueron secuestrados en las calles romanas.
El 24 de marzo, Priebke y Karl Hass, otro integrante de las SS, llevaron a los seleccionados en camiones facilitados por el Ejército alemán a las Fosas Ardeatinas, unas antiguas canteras abandonadas en la periferia de Roma. Introdujeron en las cuevas a los prisioneros en grupos de 5 y los fueron ejecutando con tiros en la nuca. Todo ocurría a la luz de las antorchas, sostenidas por los soldados. La matanza duró toda una tarde. Luego, dinamiteros del ejército sellaron las entradas a las cuevas.
Después de la guerra, Priebke escapó primero a Inglaterra y luego, con la ayuda de la red vaticana, a través de Italia, llegó a Argentina. Ingresó al país con el nombre supuesto de Otto Pape, el 20 de enero de 1947, presentando a su llegada el pasaporte No. 249, emitido por la policía de Berlín y visado pro el consulado argentino en Italia.
Pasó un breve tiempo en Buenos Aires para radicarse definitivamente en San Carlos de Bariloche. En esta ciudad, comenzó a dirigir el Instituto Cultural Germano Argentino Bariloche y su escuela primaria y secundaria, el Instituto Primo Capraro.
Rápidamente comenzó a ganarse el afecto de la comunidad y cambió su nombre por el Erico. Con el correr de los años, fue adquiriendo mayor importancia y se lo consideraba un vecino ejemplar, transformándose por sus actividades en el Instituto en un pilar de la sociedad barilochense.
Su pasado nazi era conocido por un círculo afín muy reducido. Tanto lo quería la gente, que cuando en 1994 se reveló su pasado, la historia no fue creída.
Fue realizada una campaña local, resaltando sus acciones de bien y negando todas las acusaciones que se le hacían. La situación era muy delicada, pues la sociedad dolida se negaba a aceptar que su personaje más significativo y querido pudiese ser un criminal de guerra. Finalmente, las pruebas contundentes no pudieron ser objetadas. Priebke fue extraditado a Italia, donde se lo juzgó y condenó a prisión perpetua.
Las tumbas en las Fosas Ardeatinas son hoy un santuario nacional donde concurren los italianos a rendir su homenaje a los asesinados. Pero en 1944 las víctimas eran sólo un número. Con calma y frialdad, Priebke sostuvo durante su juicio que “no había salida para nosotros, fue una orden militar directa de Hitler y tuvimos que cumplirla. Usamos ametralladoras y pistolas que disparaban un solo tiro”.
B. GALERÍA FOTOGRÁFICA
Entrada a las Fosas Ardeatinas
Erich Priebke y su mujer
Erich Priebke detenido
C. VÍDEO
D. FUENTES
http://www.priebke.it/italiano/index.htmEntrada a las Fosas ArdeatinasErich Priebke y su mujerErich Priebke detenidoC. VÍDEO
D. FUENTES
http://www.erich-priebke.de
http://www.casasefarad-israel.es
http://sgm.casposidad.com
http://www.elpais.com
http://www.stormfront.org
http://www.zchor.org/italy/caves.htm
http://www.forosegundaguerra.com
http://es.wikipedia.org
