Espero que lo disfruten.
Prefacio
Verano de 1935, Berchtesgarden
Himmler llegó apurado a Berghof, tenía una cita importante con el Führer que, según las palabras del mismo Hitler, era un asunto de vida o muerte.
Llegó a la casa por la tarde. Entró y se dirigió a la terraza, donde Hitler y Eva Braun estaban sentados a una mesa a la sombra de la casa.
Se acercó y extendiendo el brazo exclamó con voz firme.
-¡Heil Hitler!
El führer hizo un gesto con la mano indicandole que tomara asiento.
-Eva-dijo Hitler-¿Podrías ir por Helga?
-Sí, mein führer-contestó la aludida poniendose de pie y desapareciendo en el interior de la casa.
-Heinrich, tú conoces la importancia de mantener una imagen limpia-empezó a hablar Hitler-, sabes que debemos de mantener una imagen sin mancha ante los ojos de cualquiera, sabes que para lograrlo todo es válido, todo, callar, mentir... matar, ¿lo sabes?
-Sí, mein führer-contestó Himmler.
El führer se recargó en su silla pensativo, se inclinó apoyando los codos sobre la mesa para volver a hablar.
-Heinrich, quiero que consigas una granja.
-¿Una granja?-exclamó Himmler confundido.
-Sí, una granja, una granja a la que nadie pueda llegar, en el lugar que menos te imagines, en el lugar más oculto de toda Alemania ¿me entiendes?-Himmler asintió- La quiero la más pronto que puedas conseguirla.
-Mañana mismo la tendré, mein führer-contestó Himmler.
Hitler volvió a recargarse en su silla, perdido en sus pensamientos, con la mirada clavada en el cielo. Entonces, Himmler notó que un perro, pastor alemán, se acercó, poniendo se cabeza sobre la mesa.
-¡Loki!¡bajate de la mesa!-escuchó que una voz aguda gritó a sus espaldas proveniente de la casa. Al volverse, Himmler vió a Eva junto con otra mujer y a un par de niños junto a ellas, un niño y una niña, ambos eran rubios y con ojos azules, entre ellos había cierto parecido, así que cabía la posibilidad de que fueran mellizos, Himmler calculó que tendrían unos seis años de edad.
El perro regresó al lado de los niños. Eva y la otra mujer se acercaron a la mesa mientras los niños corrían por la terraza jugando con el perro.
Hitler volvió la vista a los niños y luego en las mujeres.
-Heinrich-dijo-Ella es Helga-dijo señalando con un gesto a la mujer que acompañaba a Eva-. Cuando tengas la granja quiero que la lleves, junto con los niños, a ella y que cuides de ellos mientras vivan ahí.
Himmler asintió.
-Será como usted ordene mein führer.
Hablaron unos minutos más sobre otros asuntos del reich, de pronto Hitler se puso de pie.
-Es tarde ya-dijo-Tengo que regresar a Berlín. Heinrich quiero que los lleves de regreso a Munich-dijo refiriendose a las dos mujeres y a los niños.
-Sí mein führer.
Eva llamó a los niños.
-¡Alphonse, Emily!¡Vengan a despedirse!
Los niños la escucharon y llegaron rapidamente a un lado de Hitler, este sonrió y se inclinó para despedirse de los niños, quienes depositaron cada uno un beso en su mejilla. Después de eso Hitler se volvió hacia Himmler para darle las ultimas ordenes. Cuando Hitler estaba apunto de subir a su auto, Alphonse, el niño, lo alcanzó corriendo con un dibujo en la mano.
-¡Papá!¡Espera!-le gritó y Hitler se volvió a verlo con el ceño fruncido, molesto por la forma en que lo había llamado. Los ojos de Himmler se abrieron como platos al escuchar al niño.
-¿Qué es lo que quieres?-preguntó Hitler en un tono frío.
-...quería darte esto, para tu oficina del reich-dijo el niño con la mirada baja, extendiendo la mano en la que sostenía un dibujo de una svástica, Hitler lo tomó sin prestarle atención y subió al auto sin decir palabra alguna.
Mientras el auto se alejaba, Himmler se formulaba cientos de preguntas viendo como Helga, la nana de los niños, trataba de reconfortar a Alphonse, sin embargo no preguntó, conciende de que algún día tendría las respuestas a esas preguntas...
Continuara...