Berlín. 28 de abril 1945
El teniente Amsel se me acercó mientras yo fumaba con algunos muchachos de la Nordland cerca de la cancillería del Reich.
-Cabo Steiner.
Me cuadré al instante.
-Jawohl- Dije
-Diríjase inmediatamente hacia Potsdamer Platz e improvise una barricada con lo que tenga al alcance. Me han notificado de algunos ataques rusas en esa area.
Agarré mi MP40, tomé algunos cargadores de una caja y salí al pique hacia a transmitirles la orden a los pocos hombres que me habían designado.
Amsel permaneció tieso. Clavaba su mirada en los muchachos de las SS que no reaccionaban ante su presencia. De pronto se escuchó un grito: ¡Achting, Achtung! Los soldados se pararon y se quedaron mirándolo con cólera.
-¿Qué le pasa?-Gritó uno, pero medio indeciso.
-¿Qué me pasa? Preguntó Amsel eufórico. Te diré lo que me pasa, cuando hay un superior parado en frente de un soldado raso, este le tiene que brindar respeto, cuadrándose o saludándolo, por lo menos.
-Bueno. ¿Respeto hacia los superiores que llevaron al Reich a la tumba?
-Amsel estaba que explotaba y los dientes de rechinaban cuando de pronto dijo: Los colgaría a los 5 de ustedes de faroles pero en estos días necesitamos hombres. Aun tan torpes como ustedes. Como se permiten pronunciar esas palabras unos SS. Ahora sigan a ese cabo y le ayudan en la plaza.
Los 5 hombres recogieron sus equipos y salieron a pique siguiéndome. Después de unos minutos de carrera, me detuve y fue en ese momento cuando los SS me alcanzaron.
-¿Qué los trae por aquí?- Dije entre pausas debido a mi cansancio.
-El maldito de Amsel nos envió con usted hacia Potsdamer Platz.
-Bueno, primero debemos avisarles a un puñado de hombres que también deben ir con nosotros.
-¿Y donde están?-Preguntó el más pequeño de los SS.
-A no menos de dos cuadras en esa dirección-dije señalando con la mano hacia el sur.
Los 6 hombres se echaron a caminar. La destrucción era el paisaje normal en la ciudad. El holor a humo y a pólvora reemplazaba el aroma de las flores de años antes.
Al cabo de un tiempo vieron a unos hombres en una esquina. Tenían un aspecto deplorable. Estaban acostados envueltos en mantas mugrientas. Algunos jugaban a las cartas y otros dormían. Solo uno estaba de pié, apoyado en su fusil.
-Eh Steiner. ¿Qué haces? Pensé que nos abandonarías a merced de los rusos- Gruñó uno
-Eso jamás Alfred- Reúne a los camaradas que nos vamos a Potsdamer Plaz.
- Al fin un poco de acción-Dijo el hombre erguido.
-No sé si la acción sea buena-Les dije- Pero es hora de moverse, vamos, vamos.
-¿Espera un momento cabo, que hacen estos SS aquí?
-Los mandó el asqueroso de Amsel.
Se escucharon insultos de todo tipo dirigidos hacia el Teniente.
Luego, hubo un silencio y al fin me salieron unas palabras de la boca:
-Ellos nos ayudarán a construir una barricada en la plaza y a defender a la población alemana de los barbaros bolcheviques.
Los hombres se irguieron:
-¡Que viva el Führer!
-¡Que viva el Reich!
Los hombres apagaron el fuego, recogieron las cartas y partieron. Yo iba al frente, los soldados se veían entusiasmados de servir a su país una vez más.
Cuando avistaron la plaza, un sargento veterano se me acercó corriendo.
-¡Heil Hiler!
Respondí al saludo romano y le pregunté que ocurría.
-Estamos exhaustos. ¡Los rusos son muchos, nosotros pocos!-dijo.
Al cabo de un rato respondí:
-Nos han enviado para ayudar
-Bueno, eso sería esplendido, con los hombres que tienes a tus espaldas sí que serías de ayuda. Aquí solo tenemos personal del Volksstrum y jóvenes de las Hitlerjugend.
-Hemos de ayudarle señor- Pero no resistirán mucho sin ningún tipo de defensa.
-Lo sé, pero mis camaradas están fatigados. Además, o son muy viejos muy jóvenes para construir una.
-Bueno, inmediatamente construiremos unas líneas de defenza
Di media vuelta y les ordené a mis hombres que improvisaran una barricada con cualquier cosa a su alcance.
En menos de un minuto, había una cantidad de hombres buscando troncos, bancos, escombros lo que era fácil de conseguir en la derruida Berlín. Los niños de las Hitlerjugend también ayudaban plantado minas en lugares estratégicos. Los únicos que no trabajaban eran los ancianos del Volksstrum. Eran demasiado viejos.
La noche fue muy tranquila, sin ningún ruido por lo que muchos hombres se despertaron a la mitad de la noche extrañados.
Me desperté al alba pensando que era el primero en despabilarse pero al cabo de segundos me di cuenta de que estaba equivocado. El mismo hombre que estaba parado cerca de la hoguera un día antes, estaba parado apoyado en un árbol contemplando el amanecer.
Era el amanecer más bonito que mis ojos verían en años pero el ambiente
Me acerqué y le pregunté por que se había levantado tan temprano.
Me miró de una forma inquisidora y luego de un rato bajó la mirada.
-No puedo dormir plácidamente desde que unos asquerosos llegaron a mi casa, a mi casa en la frontera polaca.
-¿Qué pasó ahí? ¿Eran soviéticos?
-¡Claro que eran soviéticos!- Estalló- ¿Hay alguien más asqueroso y repugnante que los rojos?
Los rusos mataron a mi padre, mataron a mis jóvenes hermanos. Luego violaron a mi madre y a mi hermana. Cuando terminaron las asesinaron a sangre fría a las dos.
Mientras pronunciaba esas palabras el cielo se nubló y un viento frío invadió la zona.
-Camarada, dime tu nombre primero- Dije
-Mi nombre es Karl Vogel- Balbuceó entre lagrimas.
-Amigo, esa historia es terrible-¿Cómo sobreviviste tu?
Cuando terminaba de formular mi pregunta, la tranquilidad se vio interrumpida por un disparo de artillería que pegó justo en la fachada de una antigua casa derrumbándola casi en su totalidad.
Todos nos agachamos y buscamos refugio tras lo que solo para algunos sería una barricada.Luego de unos segundos, escuchamos unos gritos en ruso. Al tiempo un grupo de 50 o 70 rusos se abalanzaron hacia nosotros corriendo, gritando y disparando. Uno de los primeros disparos impactó de lleno en la cabeza del sargento acabando con su vida al instante. Nunca conocí su nombre. Dada la situación tomé el mando de la “compañía” y ordené a Alfred que pusiera su MG en posición de disparo. Obedeció al instante y sin darme tiempo a hablar, disparó ráfagas de balas hacia los invasores.
Mientras Alfred disparaba, yo buscaba a Karl pero no lo encontraba hasta que los oficiales rusos empezaron a desplomarse en el suelo sin que nadie disparase. Asombrado, miré hacia atrás y pude observar la cara de Karl en una ventana de la caza que antes había sido impactada por artillería , jalando del gatillo. Él era la causa de la muerte de los oficiales. Atónito por la puntería de Vogel, cogí mi MP40 y empecé a disparar. Al cabo de minutos los gritos cesaron. Habíamos triunfado.
El ambiente después de la lucha era peor que la misma. Los niños fanatizados de las juventudes hitlerianas lloraban, la calle estaba repleta de rusos muertos, y sangre. Todos estaban desolados por la muerte que habíamos causado. Todos menos Karl.
El bajó de la casa con su rifle humeante y se sentó como si no hubiera pasado nada. Me acerqué a él con intención de felicitarlo por su desempeño en la batalla.
-Eres muy buen tirador Karl.
-Gracias- Dijo seriamente.
-Sin saber que decir o hacer, cometí el error de sacar nuevamente el tema de la muerte de su familia.
-¿Quieres seguir contándome la historia de tu familia, Karl?
-¿Qué quieres? Ya sabes: Todos muertos, y yo vivo. Ahora me vengaré de los rojos. Y ya lo estoy haciendo. Luego rió.
-Yo me sentía un poco incomodo ante tan fría persona.
Luego, Karl sacó su pistola. Era un hermosa Walther PPK. La miré con admiración
-Son bonitas las pistolas- Dije
-Si- Esta es muy precisa dijo encañonándome.
-Ya lo creo Karl, pero baja ese arma.¡Me estas apuntando!
-Bueno, no te alarmes- Dijo Karl
En ese momento me levanté, medio asustado y fui a consolar a los niños de las Hitlerjugned.
Me dirigí hacia uno que portaba un MP28. Lo agarraba como si fuera un peluche y lloraba. Me acerqué y le hablé. No podía creer que estábamos haciendo luchar a niños. Nadiedebería ver esos horrores. Menos niños.
Continuará.....
Espero que les haya gustado.
Saludos.
Mariscal VB
Larry, me viene bien aunque, como dices, no es muy original. Luego los muchachos van a perder la plaza y pelear dentro del Reichtag.
