Vaya, vaya, vaya (Me ha parecido ver una estrella Argéada).
Hay dos cuestiones que habéis comentado sobre las que me gustaría aportar mi granito de arena. Una es la cuestión de la seguridad, y la otra es la del “Casus Belli”.
En lo que a la seguridad se refiere, pienso que saber que finalmente lo asesinaron lastra necesariamente nuestra apreciación de esta cuestión.
Con respecto a las amenazas y los avisos; aquella época fue bastante fecunda en asesinatos políticos: Sadi Carnot en 1894, Canalejas en 1912, el Archiduque en 1914... Es posible que, a falta de televisión o radio, los personajes políticos fueran mucho más accesibles entonces de lo que lo son ahora. En todo caso, tanto las amenazas como los miedos debían ser numerosos, y en el imperio Austro-Húngaro no solo los serbios eran potencialmente peligrosos. Es más, como protector de las minorías (exceptuando algunas, como la italiana), el Archiduque hubiera debido sentirse más a gusto entre ellas que en otras situaciones.
Con respecto a las medidas concretas de seguridad, supongo que en su momento esas debieron equilibrarse con el objetivo del viaje. Si no recuerdo mal el Archiduque había ido a Bosnia para asistir a unas maniobras militares, y desde allí visitar Sarajevo. Ahora bien, es necesario identificar el objetivo del viaje para aprobar o desdeñar determinadas medidas de seguridad. ¿Encajaba con el objetivo del viaje cruzar la ciudad en un coche cerrado, rodeado de jinetes y por calles despejadas policialmente? Si lo que pretendía el Archiduque era presentarse a los Bosnios y realzar su prestigio como protector de las minorías, en el fondo, hacer política; creo que no.
Cabe referirse ahora a la posibilidad de haber detenido a los terroristas antes del atentado. Estos eran seis, organizados en dos células, y si no recuerdo mal buena parte de ellos no estaban fichados. En estas circunstancias era difícil que la policía pudiera localizarlos y detenerlos antes del atentado. Es más, cabría preguntarse si lo que sucedió en Sarajevo no habría podido suceder igualmente en Viena.
Además, debemos tener en cuenta la propia percepción del peligro que tuvo el Archiduque a la hora de que aceptara o no determinadas medidas de seguridad. La noche anterior ya había estado en Sarajevo, sin pompa ni boato, y no había sucedido nada. Es más, lo que me reafirma en mi opinión de que él no se sentía en peligro es, primero, la presencia de su esposa a su lado; y segundo, que decidiera un cambio brusco de destino poco antes de que los mataran.
A esto hay que añadir que tras el fracaso del atentado con bomba, aparte el cabreo que tenía (dicho en román paladino), debía sentirse seguro pues, en principio, el peligro ya debía percibirse como pasado, y el intento como fracasado. De hecho, termino esta cuestión señalando que si el atentado de Princip salió bien fue por pura casualidad. ¿Qué medidas de seguridad pueden oponerse a la casualidad?
Con respecto al “Casus Belli”, no tengo muy claro si lo hubo realmente, si se fabricó por parte de Austria o si fue provocado por la injerencia de las demás potencias. Probablemente todo tuvo algo que ver.
Por un lado el panserbianismo era rampante en Belgrado. Ideología política de moda cuyo fin era la unificación de todos los serbios en un solo país, además convertía al pueblo serbio, belicoso y con cierta facilidad a la hora de aceptar derrocamientos sangrientos, en fácil de controlar por sus gobernantes. Las crónicas nos cuentan cómo, en más de una ocasión, Pasic se vio obligado a apoyarlo en contra de la prudencia para evitarse problemas políticos, y tal vez personales. Belgrado podía estar pues a favor de considerarlo un “Casus Belli”.
Por otro, el imperio Austro-Húngaro tenía suficientes problemas internos como para querer buscar un objetivo exterior bélico común que unificara a las diferentes nacionalidades y ayudara a que olvidaran, al menos temporalmente, sus rencillas y diferencias. En estas condiciones, la agresiva serbia (mucho más que Rumanía, por ejemplo) se convertía en el objetivo fundamental; sobre todo cuando las políticas de conciliación de los años anteriores daban como resultado el asesinato. ¿Apoyado desde Belgrado?
Como veremos a lo largo de las entradas, este es el punto crucial. El gobierno serbio siempre negará haber tenido nada que ver en el asesinato; aunque su actitud fuera posteriormente más de celebración y de intransigencia que de apoyo. El gobierno austríaco, por su parte, lo tuvo muy claro desde el principio: Belgrado había promovido y apoyado el asesinato. Dentro de unos días abordaremos la cuestión del ultimátum y su respuesta, que fue cuando estas cuestiones se exacerbaron al máximo. Por ahora baste decir que los bandos no se van a formar en torno a la culpabilidad o no de Serbia. El Reino Unido, por ejemplo, consideró inicialmente que Serbia era culpable; y Rumanía se entristeció ante la muerte del Archiduque.
Dicho esto. ¿Cómo se convirtió un “Casus Belli” local, puramente austro-serbio, en un “Casus Belli” Europeo? ¿Era inevitable? Aquí os dejo las preguntas para que no os de tiempo a llevarme la contraria en lo demás. Jeje.
Opino.
Un saludo.