
«La división entre las naciones, los recelos mutuos y la confrontación impidieron evitar la Segunda Guerra Mundial y la humanidad tuvo que pagar por ello un desmesurado precio», afirmó el jefe del Kremlin. Según sus palabras, «el estricto cumplimiento de las normas internacionales, el respeto a la soberanía de las naciones y la opción de cada pueblo sin injerencias son la garantía de que una tragedia como fue la pasada guerra no volverá a repetirse».
A continuación comenzó el desfile, en el que se pudieron ver una vez más los vetustos tanques T-90, lo helicópteros Mi-8, los temibles misiles nucleares “Tópol-M, los cohetes antiaéreos S-400 y los misiles interceptores Iskander. Se mostró también el nuevo vehículo blindado “Ris” (lince) fabricado con tecnología italiana. En total participaron en la demostración 14.000 militares y 100 unidades acorazadas. Esta vez el cielo no fue surcado por aviones de combate para ahorrar un poco. Lo vieron todo desde la tribuna algunos de los pocos veteranos de guerra que van quedando.
Los desfiles conmemorativos de la victoria sobre la Alemania nazi, que en Moscú, salvo en una ocasión, tuvieron siempre como escenario la Plaza Roja, constituyeron en la época soviética un elemento intimidatorio más en el pulso de fuerzas generado por la «guerra fría».
El Ejército Rojo culminó la toma de Berlín el 2 de mayo de 1945 y, el 8 de mayo se produjo la capitulación. Pero, debido a la diferencia horaria, en la URSS siempre se celebró el día de la victoria el 9 de mayo.
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