Un Douglas DC-3 de los años 40 y un Junkers Ju-52 de la compañía alemana Lufthansa AG de una antigüedad similar fueron los últimos aviones en despegar del aeropuerto, situado en el centro de la ciudad, poco antes de la medianoche.
Con ellos partió una época de la historia de Berlín. Tempelhof, creció durante el régimen de Adolf Hitler y jugó un papel central en el puente aéreo aliado de 1948 que eludió el bloqueo soviético tras la Segunda Guerra Mundial. Después de la construcción del Muro de Berlín en 1961, el aeropuerto fue para muchos el único paso seguro hacia el mundo exterior.
“Es muy triste’’, indica Doris Oelschlegel, de 69 años, que hizo el pasado año un vuelo turístico a bordo de un DC-3 con su marido desde el aeropuerto. “Tempelhof es un monumento histórico y un símbolo’’.
El ayuntamiento berlinés indica que está legalmente obligado a cerrar el deficitario aeropuerto, el más pequeño y céntrico de los tres que hay en la capital, para concentrar el tráfico aéreo en un emplazamiento proyectado a 20 kilómetros al sureste de la ciudad. El número de pasajeros en Tempelhof cayó a 350.000 el año pasado comparado con los 6,3 millones de Schoenefeld, en la antigua Alemania Oriental, y los 13,4 millones de Tegel, el anterior aeropuerto de Berlín Occidental. Tempelhof perdió entre 10 y 15 millones de euros por año desde mediados de los 90, según su página web.
“Tempelhof es para mí uno de los iconos de Berlín’’, dice Elke Schumann, de 63 años, que subió por primera vez a un avión en Tempelhof, en un vuelo de la British Airways a Hamburgo en 1961. No comprendo la decisión, es un error’’, sostiene.
Aunque Schoenefeld, en la antigua Alemania del Este, se está desarrollando como principal aeropuerto de Berlín, no hay planes firmes para Tempelhof tras su cierre. El aeropuerto se encuentra a cuatro paradas de metro desde el centro de la ciudad y a 10 minutos en taxi.
Las propuestas para estos cuatro millones de metros cuadrados de superficie van desde una planta para la generación de energía solar, a un casino o una clínica con servicio de transporte aéreo para los pacientes. La clínica, promovida por el multimillonario estadounidense Ronald Lauder, fue rechazada por el tráfico aéreo.
Abierto como aeropuerto en 1927, Tempelhof creció en la siguiente década y fue incluido en los planes del arquitecto nazi Albert Speer para transformar Berlín en Germania, la futurista capital del Tercer Reich de Hitler. El arquitecto Norman Foster describió la influencia del edificio neoclásico de caliza como “la madre de todos los aeropuertos.