Comandante Zama: el ecuatoriano que enfrentó a nazis y fascistas Este contenido ha sido publicado originalmente por Dia

Descripción: Los estudios sobre la vinculación del Ecuador con la Segunda Guerra Mundial todavía son mínimos, fragmentarios y dispersos.

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Comandante Zama: el ecuatoriano que enfrentó a nazis y fascistas Este contenido ha sido publicado originalmente por Dia

Mensaje por Hansi Rudel » 29 01 2019 13:51

Eduardo Zapata Granja. Abajo, junto a su esposa, la partisana de origen francés Anna Arnaud. Se radicaron en Lima. Él murió en 1964, y ella en el 2009. Foto. Tesis del historiador Francesco BossaEduardo Zapata Granja junto a su esposa, la partisana de origen francés Anna Arnaud. Se radicaron en Lima. Él murió en 1964, y ella en el 2009. Foto: tesis del historiador Francesco Boss
Los estudios sobre la vinculación del Ecuador con la Segunda Guerra Mundial todavía son mínimos, fragmentarios y dispersos. Menos aún se ha abordado de manera sistemática la participación ecuatoriana en dicho conflicto. A continuación, se presenta la historia de vida de Eduardo Zapata Granja, un “ilustre desconocido” en su propia patria pero que pudiera ser el único ecuatoriano que fue recluido en un campo de concentración, que combatió en la Legión Extranjera, que participó en la Segunda Guerra Mundial en el norte de África y que, incluso, lideró una importante columna de partisanos consagrada al combate contra los nazis y los fascistas en Italia.

Eduardo Zapata Granja había nacido en Guayaquil el 2 de 1916 en el seno de una familia acomodada. Su madre, Isabel Granja Cevallo, también era de origen guayaquileño, y su padre, Eduardo Zapata López, era un ingeniero limeño que se había establecido en el Ecuador para apoyar en la construcción del ferrocarril que unía la costa con la sierra.

Por otra parte, su familia era propietaria de embarcaciones que cruzaban el río Guayas de un lado al otro, y de tierras donde se cultivaba diversos frutos tropicales para su exportación a los Estados Unidos. Aproximadamente a sus seis años de edad, y debido a la mala salud de su madre, Eduardo fue enviado a Génova bajo la protección de una tía materna. Su llegada a Italia, en 1922, coincidió con la famosa Marcha sobre Roma, con la cual el movimiento fascista finalmente tomó el poder en Italia.

Es probable que en sus estudios escolares haya tenido maestros con clara vocación antifascista, lo que seguramente incidió en su posterior formación política. Una vez concluidos sus estudios secundarios, Eduardo Zapata decidió inscribirse en la Universidad de Génova para estudiar derecho. Sin embargo hacia 1937 abandonaría su carrera con la intención de aprender francés. Establecido en París, dividió sus actividades entre el estudio del idioma, el periodismo y la escritura narrativa. Pero movilizado por la situación que se vivía en España desde 1936, inmersa en una violenta guerra civil, Eduardo Zapata decidió ingresar en las llamadas “Brigadas Internacionales”, a las que acudían voluntarios de todo el mundo y en donde se habría especializado en el abastecimiento de armas para los republicanos. Dicho conflicto le resultó además una fundamental escuela sobre diversas habilidades militares, tácticas y estratégicas.

El futuro Comandante Zama fue un testigo directo de la derrota republicana: en los primeros meses de 1939 formó parte del medio millón de personas que huyó en dirección a Francia. Para hacer frente al desborde de refugiados en las fronteras con España, el gobierno francés instaló campos de internamiento y de concentración. Según el testimonio de la compañera de Zapata, recogido por el historiador italiano Francisco Bossa, Eduardo Zapata habría sido recluido en el campo de concentración de Argelès sur Mer, ubicado en los Pirineos orientales, y que en solo dos años tuvo 100.000 muertes ocurridas por inanición, sed, hipotermia y diversas enfermedades. Al cabo de dos meses de supervivencia en ese infierno, Eduardo Zapata aceptó la propuesta del gobierno francés y se enroló en la Legión Extranjera. Ya en la ciudad argelina de Sidi Bel Abbès, fue incluido junto con refugiados españoles en el batallón de infantería N° 12, donde recibió un duro entrenamiento. Sin embargo la invasión alemana a Francia desarmó varios de los cuerpos de la Legión Extranjera, por lo que, una vez liberado de su compromiso en dicha fuerza, optó por permanecer en África francesa para combatir la presencia de nazis y fascistas.

Al mismo tiempo, ejerció como cronista de guerra y, dados sus conocimientos de idiomas, se trasladó a Argel, lo que también le posibilitó especializarse como técnico radiofónico. Desde ese lugar, en noviembre de 1942 apoyó el desembarco de los aliados en la Operación Antorcha, desarrollada en Túnez, Argelia y Marruecos, aunque para ese entonces ya era conocido como “Eduardo Zamacois”, su nuevo seudónimo adoptado probablemente en homenaje al célebre escritor antifranquista. Como colaborador de los aliados, ingresó al Strategic Air Service (SAS), la fuerza militar británica de élite. Se le asignó una misión secreta en Italia y, en consecuencia, se lo entrenó como paracaidista y como espía. El 13 de julio de 1943, por la noche, “Eduardo Zamacois” fue lanzado en paracaídas en los alrededores de Alessandria, en el Piamonte: sin embargo, fue descubierto al llegar a tierra por la policía fascista. De inmediato fue trasladado a Turín, donde fue encarcelado, juzgado y sentenciado a muerte para el próximo 26 de julio. Pero la suerte estuvo de su lado: conocida la noticia de la destitución de Mussolini en la noche anterior, una multitud se acercó a la cárcel y exigió la liberación de todos los presos políticos. Eduardo Zapata salió de la cárcel bajo el seudónimo del “Comandante Zama”.

Con ese nombre de guerra sería conocido a partir de entonces como uno de los principales líderes de la resistencia en Italia. En apenas un año y medio, el Comandante Zama se convirtió en un importante eslabón en la lucha por la liberación italiana en el Piamonte. Considerado como una figura casi legendaria, se destacó por su audacia y por su popularidad al frente de su grupo de partisanos en contra la República Social Italiana, el último experimento de los fascistas. En este sentido, no dudó en atacar él mismo a escuadrones nazis poniendo en riesgo su propia vida, como aquella vez que gravemente enfermo casi pereció en el incendio de un destacamento alemán provocado por él mismo, o sufriendo heridas de consideración, como la voladura del dedo de una de sus manos. Como no podía ser de otra manera, en medio de los combates y las escaramuzas, conoció a quien luego sería su esposa, la partisana de origen francés Anna Arnaud. Pese a ser sumamente anárquico y casi incontrolable, sus superiores decidieron promoverlo a comandante de la XV Brigada Garibaldi “Saluzzo” y luego a jefe de estado mayor y comandante interino en el grupo de divisiones Garibaldi. Producida la liberación italiana, “Zama” y su esposa vivieron en varias ciudades italianas: en todo momento, fue considerado como un héroe de guerra. Sin mayores recursos, retomó la actividad periodística.

Frente a la posibilidad de que en Italia se lo pudiera enjuiciar por sus acciones en la guerra, pidió protección a los británicos, lo que le permitió abandonar el país. El matrimonio llegó Perú en febrero de 1948 y posteriormente viajó a Guayaquil hasta que por último regresó a Lima. Gracias a la fortuna que heredó de sus padres, pudo dedicarse a la escritura y al periodismo mientras administraba una disquería. Mientras tanto, en Italia se le realizaron tres juicios, a los que nunca se presentó, entre 1954 y 1955. Muy lejos del frente de batalla, el Comandante Zama murió en 1964, a los cuarenta y ocho años, por un paro cardíaco: le sobrevivieron su esposa, quien falleció en 2009, y tres hijos.


Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección:
https://www.elcomercio.com/actualidad/c ... nazis.html


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