El Día D en la retaguardia

Descripción: Más o menos, todos conocemos los hechos que se produjeron el Día D en cuanto al frente de batalla ¿pero sabemos que sucedía mientras en la retaguardia?

Estudios de la Segunda Guerra Mundial

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El Día D en la retaguardia

Mensaje por albertoa » 04 06 2009 23:54

EL DÍA D EN LA RETAGUARDIA
Más o menos, todos conocemos los hechos que se produjeron el Día D en cuanto al frente de batalla se refiere, ¿pero sabemos que sucedía mientras en la retaguardia? ¿Cómo era la vida cotidiana ese día?

Aquí van unas líneas de lo que sucedía en EE.UU., el Reino Unido, Canadá, Francia, Italia, Holanda, la URSS y Alemania, así como lo que vivieron sus habitantes en una jornada tan intensa como el 6 de junio de 1944.
Lancha de desembarco en el Día DLancha de desembarco en el Día D
Eran las 7:00 horas en Mountain War (EE.UU), las 13:00 horas en Francia. Alguien puso la radio en un café del pueblo: “el Cuartel General Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada acaba de anunciar que la invasión ha comenzado. Repito, el Día D ha llegado.”

Un periodista que se encontraba en el café escribió: “la noticia fue recibida primeramente con incredulidad, seguida de un silencio absoluto. La comida quedó olvidada. Ni una sola voz se alzó reclamando servicio; nadie quería pedir nada. Todos permanecían sentados, escuchando atentamente y maravillados.”

Andrew Jackson Higgins, el artífice de las lanchas de desembarco LCI, captó el espíritu de la época a la primera. Se encontraba en Chicago durante el Día D y envió un mensaje a sus empleados en Nueva Orleans, que decía: “éste es el día que hemos estado esperando. Ahora, el trabajo hecho con nuestras manos, nuestros corazones, y fruto de nuestras mentes, será puesto a prueba. Los bonos de guerra que habéis comprado, la sangre que habéis donado también forma parte de la guerra. Podemos estar orgullosos de que los primeros desembarcos llevados a cabo en el continente han sido realizados a bordo de nuestras lanchas.”

Para las mujeres con esposos destinados al escenario europeo de operaciones, el Día D supuso una experiencia tremendamente dura, pero el sentimiento de máxima inquietud no fue exclusivo de ellas. La práctica totalidad de la población norteamericana tenía parientes o familiares en el Ejército de Tierra, las Fuerzas Aéreas, la Armada o la Guarida Costera, enviados al escenario europeo. Apenas un pequeño grupo conocía el paradero exacto del soldado, marinero o piloto en acción durante el Día D, o bien si iba a entrar en combate en las horas siguientes. En cambio, todos ellos sabían que, tarde o temprano, su familiar o amigo acabaría por participar activamente en la batalla.

Desde la Costa Este al Oeste, a lo largo y ancho de todo el país, la población seguía con expectación las noticias emitidas por radio y se lanzaban a la calle en busca de la última edición de los periódicos que mostrara en la portada el mapa de la costa francesa. El frente doméstico escuchaba y leía todo lo relacionado con la II Guerra Mundial. Pero la falta de noticias acerca del desarrollo del Día D resultó profundamente desalentadora para la población norteamericana.

La agencia oficial de noticias del partido nazi, conocida como Transocean, fue la primera en anunciar la invasión. La agencia Associated Press recogió la noticia y la emitió por las ondas. El New York Times la había publicado a las 1:30 horas, aunque únicamente en forma de titular. A las 2:00 horas la emisora interrumpió su programación musical para dar una noticia de última hora: “la radio alemana ha comunicado que la invasión ha comenzado.”. Los alemanes informaron acerca de una batalla naval frente a Le Havre y de lanzamientos de paracaidistas al norte del Sena (se trataba de los paracaidistas falsos). Los comentaristas rápidamente señalaron que no existía confirmación por parte de las fuentes aliadas y advirtieron que se podría tratar de una treta para obligar a la Resistencia francesa a levantarse prematuramente, exponiéndose así a ser destruida.

A las 9:32 hora de Londres (3:32 hora del frente oriental) el Cuartel General Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada (SHAEF) emitió un breve comunicado del general Eisenhower, leído por su asistente de prensa, el coronel Ernest Dupuy, que decía: “bajo el mando del general Eisenhower, las Fuerzas Navales aliadas, con un fuerte apoyo de la Fuerza Aérea, han procedido esta mañana a los desembarcos de los ejércitos aliados en la costa norte de Francia”.

La información era muy escasa y venía con cuentagotas. Los cortes en las informaciones radiofónicas tenían como autor a la Oficina de Información, pero la SHAEF también ejercía la censura. Así, desde estas altas instancias se prohibió cualquier información referente a la identificación de las divisiones, regimientos, escuadrones y barcos que estaban implicados activamente en la invasión. Tampoco serían mucho más explícitos en sus comunicados acerda del lugar exacto de los desembarcos. En este sentido, se limitaban a notificar que se habían producido en la costa francesa. La razón detrás de esta acción de censura estaba en mantener viva la Operación Fortitude; el precio que se pagaba en los EE.UU era una creciente ansiedad por parte de la población civil.

Después del discurso de Eisenhower, el rey de Noruega se dirigió a sus súbditos, seguido por los primeros ministros de Holanda y Bélgica y a continuación, por el rey de Inglaterra. Sus mensajes se fueron repitiendo a lo largo del día.

Mientras, en Londres, la gente se concentraba para leer las últimas noticias emitidas por una pantalla en Times Square.

El 6 de junio de 1944, Nueva York era una ciudad próspera y rebosante de actividad. Todos sus ciudadanos disfrutaban de una buena posición, había dinero para gastar. Prácticamente resultaba imposible encontrar un apartamento libre; la gente solía poseer más de uno y de dos. Los locales de ocio, como bares y cines, estaban a rebosar. La temporada de estrenos de Broadway cosechaba éxito tras éxito. Así eran esos tiempos.

Broadway cerró las puertas de sus teatros el Día D. Los actores y actrices acudieron a la cantina conocida como Stage Door, a fin de representar una o dos escenas de sus obres para los militares. El New York Daily News retiró sus artículos principales para sustituirlos por el texto íntegro del discurso pronunciado por el general Eisenhower. Por su parte, el New York Daily Mirror eliminó las páginas de publicidad para disponer de más espacio para publicar las noticias referentes a la invasión.]
Unos estadounidenses se precipitan a comprar los periódicos que informan sobre el Día DUnos estadounidenses se precipitan a comprar los periódicos que informan sobre el Día D
Los grandes almacenes también cerraron sus puertas. El presidente de Lord & Hoving comentó que había enviado a sus 3.000 empleados a casa para que pudieran rezar en paz. Los partidos de beisbol y las carreras fueron suspendidos.

Wall Street continuó con sus negocios. La sesión del mercado de intercambio de valores se inició con la petición de dos minutos de silencio y a continuación llegó la hora de trabajar. La edición del 7 de junio del Wall Street Journal era la siguiente: “El impacto de la invasión; claras señales del fin de la economía de guerra; nuevos problemas para la industria”.

El mercado había sufrido un caso de “nerviosismo de invasión” durante dos meses. Según la revista Time: “El mercado de valores de Nueva York ha temblado a cada rumor sobre un posible advenimiento del Día D. Pero cuando el día llegó realmente, cogiendo el toro por los cuernos, el mercado experimentó el día de mayor agitación del año, vendiendo 1.193.080 acciones. Vió como el índice industrial Dow Jones se situaba en 142,24, marcando un nuevo hito en 1944”. AT & T, Chrysler, Westinghouse, General Motors, Du Pont y los mercados al detalle alcanzaron los niveles más altos de 1944.

Como siempre, Wall Street miraba hacia el futuro. Como expresó el Journal: “La invasión ha alzado el telón para que entremos en una etapa de reconversión hacia la producción civil”.

La sección de economía y finanzas del New York Times dio una visión patriótica en su artículo acerca de la jornada en Wall Street: “ El mercado de valores dio alas a la confianza en las fuerzas aliadas de invasión ostentando su fiebre compradora. Las emisiones de la industria del motor continúan atrayendo el mayor grado de la demanda especulativa, arrastrando así a otros sectores industriales con intereses en una economía de posguerra al alza”.]
Portada del New York Times informando dsobre los desembarcos en Normandía el 6 de junio de 1944Portada del New York Times informando dsobre los desembarcos en Normandía el 6 de junio de 1944
Los neoyorquinos, con un mayor interés por el presente que por el futuro, acudieron en masa a la Oficina de Voluntarios de la Defensa Civil, situada en la Quinta Avenida, para alistarse en todo tipo de tareas de voluntariado.

En Nueva York y a lo largo y ancho de todo el país, repicaban las campanas. La más grande de todas era la Liberty Bell. A las 7:00 horas del Día D, el alcalde de Filadelfia, Bernard Samuel, golpeó la campana con un mazo de madera, enviando sus tañidos a todos los rincones del país a través de las ondas radiofónicas. A lo largo y ancho de los EE.UU y Canadá, desde el Atlántico hasta el Pacífico, desde el Ártico hasta la costa del Golfo, las iglesias hacían sonar sus campanas. No se trataba de una celebración, sino de una manera solemne de recordar la unión nacional, así como un llamamiento a la oración. En cada iglesia y sinagoga del país se celebraban servicios especiales. Los templos rebosaban de fieles.

El Día D, en Canadá, al igual que en EE.UU, la población permaneció más unida que nunca. Francófonos y anglófonos compartían idénticas aspiraciones en torno a la invasión y su objetivo final. Por primera vez en la historia parlamentaria canadiense, todos sus miembros de unieron para entonar La Marsellesa seguida del Dios salve al rey.

Las cuotas máximas de patriotismo se manifestaron en algunos de los nombres que se otorgaron ese día a algunos recién nacidos, como Dee Day o Invasia.

En el Reino Unido no se produjo ninguna celebración, muy al contrario. La primera impresión que uno percibía caminando por las calles era la de que nadie hablaba. Todos parecían existir únicamente para soportar en silencio su grave preocupación. Los londinense permanecieron encerrados en sus casas, todo el mundo sentía que era una noche para recogerse en torno a sus propios pensamientos en el calor del hogar.

En París, el gobernador militar, el general Stulpnagel, hizo una proclama que fue emitida por la radio francesa: “Las tropas alemanas han recibido órdenes de disparar contra cualquier persona que sea vista cooperando con las fuerzas de invasión aliadas, o bien ofreciendo refugio a los soldados, marineros y pilotos aliados. Esos franceses recibirán el tratamiento de bandidos”.

El primer ministro Pierre Laval, del gobierno de Vichy, emitió por radio un llamamiento nacional alentando a sus compatriotas a ignorar la petición de resistencia proclamada por Eisenhower a través de la BBC: “Con profunda tristeza hoy he leído las órdenes dictadas sobre los franceses por parte de un general americano. El gobierno francés está a favor del armisticio de 1940 y reclama del pueblo francés respaldar y honrar tal compromiso. Si tomáis parte en la lucha, Francia se verá sumida en una guerra civil.”

El mariscal Pétain hizo un llamamiento a los franceses para que apoyaran a las fuerzas alemanas:”Los anglosajones han puesto el pie en suelo francés. Francia se está convirtiendo en un campo de batalla. Franceses, desestimad emprender cualquier acción que pudiera comportar una terrible represalia. Obedeced las órdenes dictadas por el gobierno”.

Los parisinos escuchaban y callaban. Todo el país mantenía la calma. La Resistencia entró en acción, como era lógico; sin embargo, la mayor parte de la población francesa no pertenecía a ella. Todos los franceses tenían el temor de que su pueblo o ciudad se convirtiera en un campo de batalla. Por otro lado, no tenían plena seguridad acerca de qué bando se alzaría con la victoria; los alemanes estaban ahí, ocupando su país, mientras que los Aliados únicamente eran una esperanza de momento.

En Roma, que había sido tomada el día 5 de junio, las noticias llegaron en medio de los preparativos de una gran celebración, que finalmente fue de mayores proporciones. Muchos italianos salieron a la calle con flores y banderas británicas, francesas y norteamericanas.

En Amsterdan, Ana Frank se enteró de la noticia a través de su aparato de radio mientras permanecía en su escondite del ático. En su diario escribió: “Ha llegado el Día D, anunció el noticiario inglés”. A continuación y en inglés, escribió lo siguiente: “ha llegado el día. ¡La invasión ha comenzado! Los ingleses lo han anunciado. Lo hemos comentado esta mañana durante el desayuno, a las nueve en punto: ¿se trata de un simulacro del desembarco, como lo fue el de Dieppe hace dos años?” Pero a medida que avanzaba el día, la radio seguía confirmando la autenticidad de los hechos.
Ana FrankAna Frank
Parece demasiado bonito, demasiado irreal, escribió Frank. ¿Será 1944 el año de la victoria? Aún no lo sabemos, pero la esperanza ha revivido en nosotros; nos da ánimos renovados y nos hace fuertes otra vez. Lo mejor de la invasión es que genera la sensación de que los amigos se están acercando. Hemos sufrido tal opresión por parte de esos terribles alemanes durante tanto tiempo, con sus cuchillos amenazando cortarnos el cuello, que sólo pensar en los amigos y su entrega nos llena de confianza, escribió Frank.

En Moscú las multitudes mostraban su alegría. La gente literalmente bailaba por las calles. Los restaurantes moscovitas estaban llenos a rebosar la noche del 6 de junio, abarrotados de gente en plena celebración. Al cabo de una semana, el dictador Stalin afirmó:”se trata sin lugar a dudas de un brillante éxito por parte de los Aliados. Uno debe admitir que la historia de las guerras no ha conocido una acción de mayor envergadura, grandeza ni maestría en su ejecución”. Así mismo señaló: “Napoleón, en invencible no consiguió cruzar el Canal, ni tampoco Hitler, el histérico”.

En Berlín, la población seguía llevando a cabo tranquilamente la rutina de su vida cotidiana. Muy pocos se atrevía a hablar de la invasión, aunque la radio emitía noticias en torno a ella. La línea seguida por la propaganda nazi se expresaba de la siguiente manera: “Gracias a Dios, la guerra de nervios ha llegado a su fin”. Pero el corresponsal del Times en Estocolmo informó que “la magnitud del primer golpe asestado por Eisenhower causó una profunda impresión en la opinión pública berlinesa, especialmente cuando los locutores alemanes hacían hincapié en su grandeza, añadiendo un tanto desconcertados que ignoraban si se trataba de la verdadera fuerza invasora”.

Sin embargo, la mayoría de los locutores alineados con los nazis, intentaron convencer a la población de que era necesario seguir luchando contra los británicos y norteamericanos en Francia, a fin de salvaguardar la patria alemana del horror de la ocupación del Ejército Rojo. En un estado totalitario resultaba imposible descifrar cuántos, aparte de Hitler y sus secuaces, creían en ello.

Mi más profundo respeto a todos y cada uno de los soldados que lucharon en esta histórica batalla, así como a todos sus familiares y amigos que también lo sufrieron en la retaguardia.
6 de junio de 2009.

Fuentes:

“El Día D”, de Stephen E. Ambrose
images.military.com
anews.eu
http://www.elpais.com
http://www.allposters.com.au


"Aunque el engaño sea detestable en otras actividades, su empleo en la guerra es laudable y glorioso, y el que vence a un enemigo por medio del engaño merece tantas alabanzas como el que lo logra por la fuerza."
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Re: El Día D en la retaguardia

Mensaje por Bertram » 05 06 2009 10:58

Desde una perspectiva que no solemos tener en cuenta. Realmente interesante saber que ocurría paralelamente al desembarco en otras zonas y por otras personas que deseaban que ese día llegara desde hacía mucho.

Estupendo artículo.
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Re: El Día D en la retaguardia

Mensaje por archer » 05 06 2009 15:36

Muy buen post compañero alberto, entre esta tarde y maña me lo iré leyendo...

Saludos

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Re: El Día D en la retaguardia

Mensaje por Taylor » 05 06 2009 16:05

Excelente trabajo compañero.
Saludos
Taylor


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Re: El Día D en la retaguardia

Mensaje por albertoa » 05 06 2009 16:20

Muchas gracias, pero es inmerecido. El mérito es del excelente historiador Stephen E. Ambrose. Yo solo me he limitado a resumir, aportar algo y añadir algunas imágenes.

Saludos.
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Re: El Día D en la retaguardia

Mensaje por Otto Heinkel » 08 06 2009 21:19

Muy buen articulo camarada.
"A los idealismos franceses sin significado, Libertad, Igualdad y Fraternidad, les oponemos las realidades prusianas: Infantería, Caballería y Artillería"

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Re: El Día D en la retaguardia

Mensaje por Gerhard Barkhorn » 08 06 2009 22:38

Excelente articulo kamerad. Me encanto. Felicitaciones Yes_Sir Yes_Sir

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Re: El Día D en la retaguardia

Mensaje por Oppenheimer » 09 06 2009 14:38

albertoa escribió:Muchas gracias, pero es inmerecido. El mérito es del excelente historiador Stephen E. Ambrose. Yo solo me he limitado a resumir, aportar algo y añadir algunas imágenes.
Y lo más importante, lo has encontrado y nos lo has hecho llegar.

Hace poco me dejaron un libro sobre la batalla de berlín (no recuerdo el título, pero hace un par de años fue bastante comentado) y tenía "muchas anécdotas" y datos de la población. Recuerdo muy bien uno. Ante los regalos de navidad se corrió un chiste-slogan "Sea práctico regale un ataud".

De nuevo gracias, para leer cosas así es un placer participar de este foro.
Saludos. Jorge.

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Re: El Día D en la retaguardia

Mensaje por LARRY » 09 06 2009 15:11

SUpongo que sería el de Cornelius Ryan o el de Anthony Beevor...

Saludos

LARRY

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Re: El Día D en la retaguardia

Mensaje por albertoa » 09 06 2009 15:48

Oppenheimer escribió:
Y lo más importante, lo has encontrado y nos lo has hecho llegar.

Hace poco me dejaron un libro sobre la batalla de berlín (no recuerdo el título, pero hace un par de años fue bastante comentado) y tenía "muchas anécdotas" y datos de la población. Recuerdo muy bien uno. Ante los regalos de navidad se corrió un chiste-slogan "Sea práctico regale un ataud".

De nuevo gracias, para leer cosas así es un placer participar de este foro.
Muchísimas gracias camarada. Hoy me has levantado el ánimo :grin:

Como dice Larry, podría ser el de Antony Beevor: Berlín. La caída: 1945. Un gran libro. Y puestos a recomendar libros, sin duda alguna, para mi el definitivo y mejor sobre el Día D, el citado en el artículo: El Día D, de Stephen E. Ambrose.

Saludos.
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