Mensaje
por Bertram » 06 10 2009 01:09
Os dejo una entrevista realizada a Tarantino por Juan Sardá / El Mundo el 04/10/2009:
Quentin Tarantino: "En Malditos Bastardos quise mostrar una guerra santa"
Para muchos, Quentin Tarantino es más que un director de cine, es un ícono cultural. Su rostro imposible, una especie de caricatura de rasgos hiperbólicos, ojos pequeños y sonrisa esquinada, es el símbolo del cine independiente de Estados Unidos.
Desde que en 1992 Perros de la calle lo elevara a la categoría de mito han sido decenas sus imitadores. Tarantino, genio y figura, llega con casi dos horas de retraso a la entrevista en el hotel Claridge's de Londres. No da ninguna excusa pero tampoco hace falta, los tabloides británicos están llenos de las fotos del director en plena diversión por el Soho durante la víspera. Dan más detalles: pocas horas antes de irse de parranda se instaló en un bar para trabajar en su próximo guión y montó todo un espectáculo, recitando a viva voz las líneas de diálogo, poniéndose en la piel de cada uno de los personajes.
Pero Quentin, el hombre que se paseó en pijama durante todo un Festival de Cannes en el que ejercía como presidente del jurado, hace mucho tiempo que se permite cualquier excentricidad.
Ultimamente se ha puesto de moda hablar de la II Guerra Mundial, retratando la "humanidad" del bando alemán. Sucede en películas como Operación Valkiria o novelas como Las benévolas. Sin embargo, Malditos Bastardos transpira odio hacia los nazis.
No estoy de acuerdo. Creo que una de las cualidades de la película es, precisamente, su complejidad. He procurado retratar a los personajes con sus contradicciones, pertenezcan al lado que pertenezcan. Las personas son personas y no hay buenos y malos. Veamos a los propios protagonistas, esos "bastardos" que aterrizan en Europa con la idea de causar el pánico en el ejército alemán. Lo que hacen es bastante jodido. Por ejemplo, está esa escena en la que capturan a un sargento alemán y éste se niega a dar datos para no compremeter la vida de sus compatriotas. Su actitud es muy valiente, sabiendo que le espera una muerte espantosa. En este caso, son los bastardos quienes se comportan de una forma cruel y bastante discutible. Allí queda claro que los nazis también podían tener actitudes heroicas. Otro personaje alemán positivo es el de Daniel Brühl, creo que los espectadores sentirán ternura por él y, en su contexto, su actuación en el campo de batalla es absolutamente heroica. En realidad, hay algo que une a ambos lados: se juegan la vida y están en la primera línea de fuego. Hasta cierto punto, están en el mismo barco.
La venganza es la motivación principal de los "bastardos". La venganza como motor es, de hecho, el punto de partida de casi todas sus películas.
La película es un homenaje al spaghetti western de los años 70, a Sergio Leone más concretamente. De hecho, como es sabido, es un remake de la película italiana de los 70 Aquel maldito carro blindado, de Enzo Castellari. Y todos los westerns se basan en la venganza. Lo que me atraía era la idea de que los judíos fueran un elemento activo en la guerra contra los alemanes, no meras víctimas. Es algo que no he visto en ninguna película y que me interesaba retratar, o sea, la II Guerra Mundial como una guerra santa con dos partes en combate, no sólo una. Aquí los judíos se rebelan.
EL ÉXITO COMO OBJETIVO
Quentin Tarantino habla a la velocidad del rayo y se comporta de forma extremadamente amable. Mira al periodista con los ojos muy abiertos, como tratando de desentreñar la verdadera opinión de su interlocutor.
Es posible que, al tratarse de un personaje adorado y admirado, Tarantino espere que por lo menos la prensa sea sincera. El asegura sentirse cómodo hablando con los medios: "Me disgustan esas entrevistas de cinco minutos para la televisión, pero disfruto con la prensa escrita. Es una oportunidad para calibrar la reacción de la gente", asegura.
¿Alguna vez pensó que iba a convertirse en el director de cine más famoso del mundo?
La verdad es que lo soñé, pero no lo tenía claro. Antes de estrenar Perros de la calle, creía que en el mejor de los casos iba a gustarles a los fanáticos del cine. Me refiero a la gente de revistas como Sight and Sound, Cahiers du Cinema o Film Comment. Deseaba intensamente que me valoraran como artista. Digamos que ambicionaba convertirme en algo así como el Bob Dylan del cine, alcanzar ese nivel de respeto. Soñaba con ser un verdadero autor y tener una voz propia. Pero jamás imaginé que mis películas funcionarían bien en los multicines. Eso no significa que no lo deseara. Siempre he querido tener un éxito cuanto mayor, mejor.
EL DESPACHO DE GOEBBELS
Malditos Bastardos da una nueva vuelta de tuerca al reinventar directamente la historia. Para Tarantino no hay límites al parecer y Adolf Hitler tiene un final distinto al que tuvo en la realidad.
¿Hasta qué punto conocía la II Guerra Mundial antes de emprender este proyecto?
Siempre me ha interesado el tema y a lo largo de los años he leído mucho y he visto muchas películas sobre ello. Hay que tener en cuenta, además, que empecé a escribir esta película hace 10 años, por lo que he tenido mucho tiempo para investigar. A pesar de las licencias que me permito, he procurado ser fiel, si no a los hechos en sí, a la época.
¿Podría dar algunos ejemplos?
Me sumergí en las películas que realizaron los estudios alemanes en la época de Goebbels. De hecho, rodamos en esos antiguos estudios. La idea de filmar en el mismo lugar donde lo hizo Fritz Lang con su película Metrópolis, o utilizar el mismo set de El ángel azul, de Joseph von Sternberg, me embriagaba. El cine alemán anterior a los nazis es de los mejores del mundo. Un director que siempre me ha causado una honda impresión es Georg Wilhelm Pabst. En la película hay un homenaje muy explícito a su trabajo. Además, mi propio despacho estaba en el mismo sitio, donde estuvo el de Goebbels.
Como usted dice, Malditos Bastardos parte del molde del spaghetti western. A partir de ese género "menor" propone un filme mucho más ambicioso.
Efectivamente, me gusta partir del corsé de un género para dirigirme hacia otros sitios. Lo que yo hago es coger un modelo y trascenderlo, ir más allá. De todos modos, tampoco quiero que mis películas se conviertan en reflexiones fílmicas, en estudios sobre el propio cine. No quiero renunciar a disfrutar de las películas y por ello, también, me aprovecho de los placeres y ventajas que aporta cada género en concreto.