Construcciones después de entrar en Vigencia el Tratado Naval de Washington
Acorazado Americano USS Washington (1937)
El Tratado Naval de Washington, independientemente de la tregua de 10 años que impuso, alteró el curso del diseño de los buques capitales y ejerció la más profunda influencia en su tecnología desde el Dreadnought. En especial, la limitación impuesta sobre desplazamiento estándar (35.000 tons) hizo que se diera un énfasis extremo al control de los pesos en todos los aspectos de los diseños, armamento, arreglos y construcción. De esta manera, cuando en 1936 feneció la tregua impuesta por el Tratado Naval de Washington y su primera extensión en Londres, estaban disponibles planes para nuevas construcciones.
Los buques resultantes (los Acorazados Rápidos) serían los últimos armados con cañones de grueso calibre que se construirían, y ellos combinaban un poder ofensivo considerable y una velocidad por lo general superior a los 30 nudos con la capacidad de resistir el más duro castigo; así ellos representaban la culminación de una larga tendencia en el diseño, que buscaba combinar la velocidad de los cruceros de batalla con el poder de fuego y la protección de los Superdreadnoughts.
Acorazado Alemán DKM Tirpitz (1936)
En esos tiempos los cañones de grueso calibre eran todavía considerados el arma naval más efectiva, y aunque los aviones y submarinos tenían entusiastas que reclamaban su supremacía, las autoridades navales de todas las naciones mostraban su confianza en el moderno acorazado rápido. Estos buques tenían las siguientes características tácticas y estratégicas:
- Altas velocidades máxima y de crucero, que mejoraban la movilidad y otorgaban mayor flexibilidad a las flotas.
- Cañones más poderosos, que permitían concentrar mayor poder relativo en cada buque.
- Mayor estabilidad como plataforma de artillería y sistemas de control tiro mejorados; la incorporación del radar en la Segunda Guerra Mundial acentuó el contraste.
- Mayor desplazamiento, que contribuía a la capacidad de soportar mayor castigo.
- Grandes costos y numerosas tripulaciones, que significaban que la pérdida de uno de esos buques constituyeran un verdadero desastre nacional.
Los primeros acorazados construidos según las especificaciones del Tratado Naval de Washington fueron los gemelos HMS Nelson y el HMS Rodney de Gran Bretaña, puestos en gradas en diciembre de 1922, que había sido expresamente autorizada a hacerlo para poder contar con buques de igual armamento que los últimos construidos por los EE.UU. y Japón.
Restringidos a un desplazamiento estándar de 35.000 tons, los constructores debieron recurrir a muchas innovaciones para reducir pesos y lograr combinar tres torres triples de 406 mm, con adecuadas protección acorazada y velocidad, pero ésta no pudo superar los 23 nudos.
Acorazado Británico HMS Rodney (1922)
Los siguientes buques capitales puestos en gradas entre 1932 y 1940 por los EE.UU. (Clases North Carolina y la Clase South Dakota), Francia (Clases Dunkerque y Clase Richelieu) y Gran Bretaña (Clase King George V), estuvieron todavía muy condicionados por las limitaciones del tratado, especialmente los británicos, pero los acorazados de la Clase Iowa de los EE.UU. y el HMS Vanguard de la Royal Navy ya no fueron afectados por esas limitaciones.
En cuanto a las construcciones de Alemania, Italia y Japón a partir de 1932, y las que inició pero no terminó la URSS, las mismas no se ajustaron a las condiciones acordadas entre las tres primeras naciones mencionadas. El total de buques capitales que entraron en servicio después de la firma del Tratado Naval de Washington fue de 33
Construcciones Abortadas por la Segunda Guerra Mundial
Como sucedió en la Primera Guerra Mundial, durante la Segunda Guerra Mundial los programas de construcción de acorazados no se realizaron de acuerdo con lo previsto debido a la aparición de requerimientos más urgentes.
Quizás el más ambicioso de esos planes era el de Alemania que, aprobado en los años de 1930, contemplaba que en el curso de los siguientes diez años la flota alemana estaría constituida con ocho acorazados (los dos de la Clase Bismarck y otros seis más poderosos), cinco Cruceros de Batalla (DKM Scharnhorst y EL DKM Gneisenau, y otros tres más modernos), quince “Acorazados de Bolsillo” (los tres de la Clase Deutschland y otros doce del mismo tipo y mejorados) y cuatro portaaviones.
Acorazado Alemán DKM Gneisenau (1935)
Por su parte, Gran Bretaña y los EE.UU. renunciaron a la construcción de los acorazados de las Clases Lion y la Clase Mountain respectivamente, y Japón redujo el número de los acorazados de la Clase Yamato que tenía previsto construir, transformando a uno de ellos en portaaviones. De manera análoga, la URSS renunció a su programa de construcción de nuevos acorazados. Sólo dos acorazados cuya construcción había sido demorada por la guerra fueron completados después de ella. Uno fue el británico HMS Vanguard. El otro fue el francés FNS Jean Bart.
Las Baterías Principales
Una de las diferencias más notorias entre los buques capitales de la Primera Guerra Mundial y los posteriores eran los mayores alcances máximos de los nuevos cañones de grueso calibre y, sobre todo, su capacidad de penetrar corazas más espesas a una misma distancia que los anteriores.
Los mayores alcances resultaban básicamente de límites de elevación mayores, lo cual era permitido por mejores diseños de las torres. En cuanto a la capacidad de penetrar corazas más espesas, ésta derivó de los avances metalúrgicos que permitían construir proyectiles de mayor peso de un mismo calibre.
En efecto, los proyectiles perforantes descansan exclusivamente en la energía cinética para penetrar una coraza; esta habilidad es función de una serie de factores relacionados entre sí de manera muy compleja y que aún hoy no habría sido completamente entendida; en consecuencia, la mejor forma de predecir la capacidad de penetrar una coraza era empírica antes que teórica.
HMS King George V entrando en el puerto de Apra, Guam, Islas Marianas, 1945
La tendencia en los cañones más modernos a acentuar la capacidad de penetrar usando los proyectiles más pesados posibles (para aumentar al máximo la capacidad de perforar corazas a grandes distancias) requería sacrificar parcialmente la capacidad de perforar a distancias cortas. Como es sabido, los proyectiles más pesados, a pesar de su menor velocidad inicial, mantienen mejor su velocidad a lo largo de su trayectoria; las menores velocidades iniciales requeridas tenían como una ventaja colateral reducir notablemente la erosión de las ánimas con relación a los cañones más antiguos.
Por otra parte, para batir buques no acorazados y el bombardeo naval sobre objetivos terrestres se usaban granadas de alto explosivo. Cuando se disparan este tipo de granadas, las menores velocidades no son un problema asumiendo que el alcance balístico resulte el adecuado, dado que la velocidad de impacto no es un factor en la capacidad destructiva de dichas granadas.
El poder relativo de los cañones de grueso calibre de una misma generación era por lo general proporcional a su calibre, con algunas excepciones, por ejemplo, los cañones de 406 mm de los acorazados Clase Iowa de los EE.UU. tenían mayor capacidad de penetración a una misma distancia que los cañones de 457 mm de los acorazados japoneses de la Clase Yamato.
Vista del Acorazado Japones IJN Yamato durante su construcción, se puede apreciar las torres principales de 457 mm
Éste es un típico ejemplo de las dificultades que se presentaban cuando se comparaba el poder relativo de dos clases de acorazados diferentes.
Con relación al montaje de los cañones de grueso calibre en los buques capitales diseñados después del Tratado Naval de Washington, las limitaciones de desplazamiento unidas a la presión por mayor velocidad y mejor protección horizontal y contra torpedos, dio lugar a la elección casi universal de torres triples, pero los británicos en los acorazados de la Clase King George V y los franceses en todos sus buques capitales las instalaron cuádruples.
Las torres triples, y en especial las cuádruples, contribuían a reducir la longitud de la ciudadela acorazada permitiendo una mayor cantidad de cañones en la batería principal y reduciendo además el peso requerido por cada pieza.
En cuanto a los alemanes, a pesar de las torres triples que instalaron en los Cruceros de Batalla DKM Scharnhorst y DKM Gneisenau, usaron torres dobles en los acorazados de la Clase Bismarck, enfatizando así la convicción que muchos tenían de que las torres dobles permitían una puntería más efectiva y presentaban una mayor dispersión de la batería principal, que la hacía menos vulnerable a un mismo impacto requiriendo a cambio sólo un poco más de peso relativo.
Las Baterías Secundarias
Otra de las diferencias más notorias entre los buques capitales de la Primera Guerra Mundial y los posteriores era el incremento de sus baterías antiaéreas, que reflejaba la creciente amenaza de la aviación y que eventualmente haría obsoletos a los acorazados. Estas baterías se agrupaban en dos baterías tipo, la “batería secundaria” y la “batería terciaria” o “batería antiaérea”, variando sus denominaciones en las diferentes marinas. Las baterías secundarias comprendían, en los buques capitales modernizados después de la Primera Guerra Mundial, a los cañones de mediano calibre que hasta entonces habían formado sus baterías antitorpederos, u otros de modelos recientes pero de igual función, y a los nuevos cañones de doble propósito (anti-superficie y antiaéreos) y/o específicamente antiaéreos.
Detalle del Cañón Alemán de 10,5 cm/55 (4,1 pulgadas) SK C/28
En cuanto a los acorazados rápidos y los cruceros de batalla botados en las décadas de 1930 y 1940, dos fueron las tendencias en cuanto a la composición de las baterías secundarias, a saber:
- Utilizar cañones de doble propósito (DP) de un solo calibre, lo bastante poderosos para batir cruceros y destructores, y lo suficientemente flexibles y con velocidades de fuego adecuadas para el uso antiaéreo.
- Utilizar dos calibres diferentes; uno específicamente apto para batir blancos de superficie y otro específicamente apto para el tiro antiaéreo.
Estas características se pueden resumir en:
- Dividiendo la batería secundaria en cañones específicamente diseñados para las funciones anti-superficie (que por lo general eran de entre 150 y 155 mm) y antiaérea (por lo general de entre 90 y 127 mm), se podía contar con el calibre más apto para enfrentar a cada una de las respectivas amenazas. En cambio, en el caso de los cañones de doble propósito la necesidad de un alto volumen de fuego para la función antiaérea limitaba el calibre para que resultara ser el más efectivo contra cruceros y destructores (por lo general fueron de 127 y 134 mm).
- Los montajes de doble propósito de un solo calibre eran relativamente económicos en espacio y peso, mientras que las baterías de calibres mixtos requerían más espacio y eran más pesadas. De esto surge que en un buque dado se podían instalar menos piezas de los calibres más aptos para batir cada tipo de blanco (aéreos y de superficie) que piezas de doble propósito de un único calibre apto para ambos tipos de blancos. Por lo tanto, una batería secundaria integrada por cañones de doble propósito podía empeñar más bocas de fuego contra las amenazas aéreas y de superficie, en especial, si se presentaban separadas como sucedió en las operaciones de la Segunda Guerra Mundial.
En la práctica, las preferencias de las diferentes marinas para organizar las baterías secundarias de los buques capitales que botaron en los años treinta y cuarenta fueron las siguientes:
- Los EE.UU. y Gran Bretaña utilizaron cañones de doble propósito (DP) de un solo calibre; respectivamente, 127 mm y 134 mm.
- Japón dividió las baterías de sus acorazados en cañones de doble propósito de dos calibres diferentes: 155 mm (con una modesta capacidad en la función antiaérea) y 127 mm.
- Francia utilizó cañones de doble propósito de un solo calibre (130 mm) en sus cruceros de batalla, y dividió la batería de sus acorazados en cañones de doble propósito de 152 mm (con una modesta capacidad en la función antiaérea) y en cañones específicamente antiaéreos de 100 mm.
- Alemania e Italia optaron por baterías divididas en cañones específicamente diseñados para la función anti-superficie (calibres 150 y 152 mm respectivamente) y en cañones específicamente destinados a los blancos aéreos (calibres 105 y 90 mm respectivamente).
El desempeño de los cañones antiaéreos de las baterías secundarias, fueran específicos a la función o de doble propósito, fue por lo general adecuado durante la Segunda Guerra Mundial, aunque hubiera sido deseable contar con más de ellos en cada buque capital.
No sucedió lo mismo con los cañones automáticos y las ametralladoras antiaéreas; con estas armas las concepciones de antes de la guerra probaron ser totalmente inadecuadas.
Las Baterías Terciarias o Antiaéreas
Por lo general, antes de la Segunda Guerra Mundial en los buques capitales se montaban baterías antiaéreas compuestas de unas dos docenas de ametralladoras y cañones automáticos antiaéreos de gran velocidad de fuego, y de dos o tres calibres diferentes; al finalizar esa guerra, lo común era que esos buques llevaran del orden de un centenar de esas piezas. Esas armas debían brindar defensa de punto a menos de 9.000 metros, explotando su gran volumen de fuego.
Los británicos fueron los primeros en desarrollar cañones automáticos antiaéreos adecuados; en 1926 Vickers comenzó el desarrollo del montaje multitubos que se denominó “Pom-Pom”, capaz de brindar un fuego rápido y preciso hasta los 4.500 metros; las demás marinas desarrollaron armas equivalentes, pero los avances en la velocidad de los aviones los hicieron obsoletos a inicios de la Segunda Guerra Mundial.
Cañón Naval QF de 2 libras (37 mm) Británico "Pom-Pom"
De manera análoga, al principio de esa guerra las ametralladoras eran consideradas adecuadas contra aviones haciendo “Straffing” (Ametrallamiento), pero la aparición del cañón Oerlikon de 20 mm y otros similares, y las prestaciones cada vez mayores de los aviones, hicieron que estos últimos reemplazaran a las ametralladoras.
A medida que la guerra avanzaba, los montajes “Pom-Pom” y los cañones de hasta 37 mm fueron reemplazados por los nuevos Bofors de 40 mm. La reconstrucción del acorazado francés Jean Bart después de la guerra reflejó las lecciones aprendidas durante ella con sus baterías de 100 mm y 57 mm.
Cañón Bofors de 40 mm
Dos problemas básicos en la instalación de las batería antiaéreas de calibres menores eran cómo lograr un cobertura hemisférica y eliminar la interferencia del rebufo de los cañones de las baterías principal y secundaria; el rebufo era especialmente difícil de evitar. Otro problema era la ubicación de los pañoles de “munición lista”.
A medida que la amenaza aérea se fue haciendo más peligrosa, se instalaron armas en la medida que lo permitían el espacio y los pesos disponibles, y a muchos acorazados se les instalaron montajes de hasta 40 mm en sus torres principales.
Control de Tiro, Radar y Otros Equipos
De igual importancia que la mejorada efectividad de las armas fueron las de su control tiro; durante el período entre ambas guerras mundiales se desarrollaron complicados sistemas electromecánicos consistentes de camones, diferenciales y escalas graduadas, para lidiar con el incrementado alcance de los cañones y la mejorada capacidad de colocar salvas más próximas a un blanco ubicado más allá del alcance visual.
Uno de los grandes intangibles al evaluar los sistemas de artillería, son las capacidades relativas de los sistemas de control tiro usados por las diferentes marinas.
Vista panorámica de la superestructura del acorazado USS Alabama, las marcas son: 1.- Antena emisora-receptora parabólica para radar aéreo; 2.- Telémetro (director de tiro visual); 3.- Antena emisora-receptora parabólica truncada y 4.- Antenas emisoras-receptoras de ángulo deflector para dirección de tiro
Por lo general, los buques alemanes, italianos y japoneses estaban en ventaja a principios de la Segunda guerra Mundial debido a la superior calidad de sus telémetros ópticos pero, promediando esa guerra la ventaja pasó a manos de los aliados con el desarrollo de los radares de control tiro, en los cuales superaron a sus enemigos.
La Royal Navy fue pionera en el uso del radar; éste y las computadoras de tiro analógicas mecánicas incrementaron sustancialmente el alcance efectivo de los cañones sobre blancos de superficie y aéreos, al mismo tiempo que permitieron por primera vez empeñarse eficazmente contra blancos que no habían sido visibles debido a la oscuridad, la niebla o el humo.
En la era previa al radar un tema importante en el diseño de los buques capitales era la necesidad de torres para el control tiro, que usualmente se montaban una a proa y otra a popa, y en las cuales se ubicaban los telémetros ópticos para las baterías principales y secundarias.
Diagramas del director de tiro de doble americano Mk 37, con la antena y equipo de radar Mk 4
Era importante que esas torres estuvieran lo suficientemente altas (entre 20 y 30 metros sobre la línea de flotación) para que tuvieran campos de visión sin interrupciones sobre todas las direcciones.
En los acorazados modernos se consideraban esenciales dos directores de tiro para la batería principal y otros cuatro para los cañones secundarios. Los EE.UU., Francia, Gran Bretaña y Japón, que contaban con cañones de doble propósito, tenían el control tiro de sus buques diseñado para dividir las baterías integradas por esos cañones en las funciones anti-superficie y antiaérea, con la ventaja de que toda la batería podía ser usada para enfrentar ambas amenazas, independientemente de que se presentaran separadas o simultáneas.
Por otra parte, la cada vez mayor complejidad y sofisticación de los sistemas de control tiro que contribuían a la mayor precisión de los fuegos hicieron a los buques más vulnerablesal daño de sistemas clave de su control tiro.
La protección de todos esos elementos cuando no estaban ubicados en las torres de control tiro o bajo cubierta se limitaba a la necesaria para detener esquirlas y astillas (usualmente de 10 a 20 mm de espesor) pues resultaba casi imposible dotarlas de mayor blindaje debido a su adversa influencia en el centro de gravedad y en la altura metacéntrica.
El USS Indiana, están señalados dos de los Mk 37, se ven también claramente las antenas del Mk 4
Por último, la cada vez mayor complejidad de las operaciones navales forzó a incrementar las facilidades de comunicaciones, dando lugar a la instalación de docenas de transmisores y receptores en cada buque capital.
La proliferación de espacios en las superestructuras destinados a esos equipos se hicieron en detrimento de la habitabilidad y la restante aptitud para el combate. La dependencia de estos equipos, instalados en lugares poco protegidos, los hicieron comparativamente más susceptibles a perder su eficacia de combate que los de la era precedente.
La Protección Acorazada
Los límites impuestos en el desplazamiento por el Tratado Naval de Washington de 1922 eran muy severos y ello restringía la cantidad de blindaje que podía usarse en un acorazado; de esta manera esa protección se convirtió en el factor limitativo principal del diseño de dichos buques y se hicieron necesarios esquemas que ahorraran peso tales como el “todo o nada”, introducido por los EE.UU. con el acorazado Nevada que entró en servicio en 1916; este esquema habría sido adoptado por todas las marinas después de la firma del Tratado.
El concepto era concentrar la mayor protección acorazada posible sólo sobre las áreas más esenciales del buque (batería principal, SS.BB. y planta propulsora) y dejar el resto del casco y la superestructura prácticamente sin blindajes.
Junto con el concepto “todo o nada”, la mayoría de las marinas adoptaron las cinturas acorazadas inclinadas hacia el interior y hacia abajo del casco, tal como las habían tenido algunos buques capitales en la Primera Guerra Mundial. Con ellas se intentaba incrementar la tendencia de los proyectiles a rebotar sin producir daños al hacer impacto en una plancha inclinada, dado que al incidir oblicuamente, los mismos se encuentran con una resistencia equivalente a la de un blindaje de mayor espesor al que realmente tiene la plancha.
De esta manera se podía obtener igual resistencia con planchas de menor espesor y por lo tanto de menor peso. Las excepciones fueron Alemania y Gran Bretaña, que las instalaron verticales en el exterior de los cascos. Aunque para una misma capacidad de protección las cinturas verticales pesaban más que las inclinadas, las mismas evitaban que los proyectiles que hicieran impacto bajo la línea de flotación dañaran el forro exterior del casco y se produjeran inundaciones, tal como sucedía con las cinturas inclinadas donde los proyectiles atravesaban el forro antes de llegar a la cintura.
Con relación a la protección acorazada horizontal, el esquema usual en los acorazados construidos hasta 1922 consistía de una sola cubierta de suficiente espesor para vencer a un proyectil a una distancia dada, llamada “cubierta protectora” o “cubierta acorazada”. En algunos casos, en especial en los buques de los EE.UU. y Francia, la primera cubierta por debajo de la cubierta acorazada también se blindaba con menor espesor para detener esquirlas y astillas, y por ello se las denominaba “cubierta para astillas”.
Pero en la década de 1930 debido a los nuevos sistemas refinados de control tiro de la artillería de grueso calibre, que habían incrementado notablemente su probabilidad de lograr impactos a grandes distancias sobre las cubiertas, y sobre todo el acelerado desarrollo de la aviación, se investigó trasladar la cubierta acorazada al nivel de la cubierta superior.
La conclusión casi inmediata fue que sería imposible, porque habría sido necesario extender la cintura acorazada también hasta ese nivel (para mantener la integridad de la ciudadela acorazada) y los pesos resultantes, además de ser inaceptables en cuanto a porcentaje de desplazamiento estándar requerido, hubieran tenido un efecto adverso sobre el centro de gravedad vertical.
La alternativa aceptable fue acorazar la cubierta superior con Acero Tratado Especialmente (al principio con espesores de entre 40 y 50 mm) que sería capaz de romper el grano explosivo de las bombas de demolición que tienen una envoltura poco resistente (entonces no existían las de propósitos generales, de mayor resistencia estructural aunque menor carga explosiva).
Las bombas perforantes las penetrarían pero iniciarían sus espoletas al hacerlo, y dado que las cubiertas superiores se ubicaban como mínimo a cinco metros por arriba de las cubiertas acorazadas, harían explotar a dichas bombas (al menos en teoría) antes de llegar a la cubierta acorazada.
Croquis del blindaje del DKM Bismarck
Durante la Segunda Guerra Mundial la protección de los acorazados modernos fue relativamente efectiva contra las bombas de demolición de hasta 500 kilogramos, pero como se desarrollaron bombas perforantes más resistentes, con una mayor proporción de su peso destinado al explosivo y con mayores tiempos de demora para producir la explosión, con las más pesadas se podía vencer a cualquier coraza de dimensiones prácticas.
Finalmente, el rápido incremento de la protección horizontal requerida hizo insoluble al problema y los buques que podrían haber portado la protección necesaria se hicieron prohibitivos por su tamaño. Por otra parte, es necesario mencionar que habitualmente se usaban en combinación bombas de distintos tipos, de manera de sacar ventaja, con las semiperforantes y de demolición, de la probabilidad de producir daños sustanciales en la obra viva en el caso de impactos muy próximos al casco, debido a sus mayores proporciones de altos explosivos.
Las Plantas Propulsoras
La necesidad de lograr velocidades superiores a 27 nudos influyó marcadamente en el diseño de los acorazados rápidos. Éstos se distinguían por su gran eslora y finas líneas, como una forma de disminuir la resistencia al avance de la obra viva.
La mayor fineza de los cascos (los coeficientes de block usados eran de entre 0,55 y 0,60) hizo que la planta propulsora y la batería principal se ubicaran más a popa que en los acorazados anteriores.
A medida que se aumentaban los requerimiento de mayor velocidad, la demanda por plantas propulsoras más potentes aumentaba en proporciones enormes pues, como es sabido, la potencia necesaria se incrementa con el cubo de la velocidad; por ejemplo, incrementar la velocidad de 20 a 30 nudos (un 50%) puede requerir casi un 250% de incremento en la potencia.
Aunque los cascos con formas más eficientes aliviaron el problema de la potencia en cierta forma, obtener plantas más compactas y livianas fue un verdadero desafío para los constructores; ellas se lograron con equipos más livianos, temperaturas y presiones de vapor más altas, mejores diseños de calderas, mecanismos más confiables y el uso de soldadura eléctrica.
Los Acorazados en la Segunda Guerra Mundial (Teatro del Atlántico)
Las operaciones navales de los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial en el Atlántico y el Índico siguieron en mucho el patrón de la Gran Guerra, con pruebas e incursiones por parte de las escasas unidades capitales de la marina alemana, y contraataques y bloqueo distante por parte de las más numerosas unidades capitales de la Royal Navy.
Sin embargo, cuando Alemania ocupó a Noruega, Holanda y Francia en la primera mitad de 1940 el escenario cambió profundamente, y la marina británica debió dispersarse para cubrir el vacío dejado por su aliada francesa y adecuarse a los nuevos puertos con acceso directo al océano obtenidos por Alemania.
El Acorazado Británico HMS Anson realizando practicas de tiro en 1941
Durante la invasión de Noruega lanzada desde el mar en abril de 1940, los Cruceros de Batalla DKM Gneisenau y el DKM Scharnhorst tuvieron un breve encuentro con el británico del mismo tipo HMS Renown, el Superdreadnought HMS Rodney y tres cruceros. Poco después el Superdreadnought HMS Warspite y nueve destructores hundieron a ocho destructores germanos.
En junio el DKM Gneisenau, el DKM Scharnhorst y otros buques interceptaron a un grupo naval que evacuaba a fuerzas aliadas de la nación escandinava; el DKM Scharnhorst hundió al Portaaviones HMS Glorious (impedido de lanzar sus aviones por tener ocupada su cubierta con aviones de la RAF que eran evacuados) pero fue averiado por un torpedo lanzado desde un destructor.
En cuanto a la invasión de Francia, hasta que sus autoridades firmaron el armisticio con Alemania el 26 de junio de 1940 y se formó el gobierno de Vichy, la marina francesa operó junto a la de Gran Bretaña. Antes de que esto sucediera, muchos de sus buques escaparon para no caer en manos alemanas o ya se encontraban en puertos de sus colonias y de Gran Bretaña; en particular, en Oran se hallaban sus Cruceros de Batalla FNS Dunkerque, el FNS Strasbourg y los dos anticuados superdreadnoughts FNS Provence y el FNS Bretagne.
Temiendo que el nuevo gobierno francés cediera esos buques a Alemania, Gran Bretaña dio en julio un ultimátum a su comandante para que se les uniera; la negativa motivó el ataque de una fuerza de la Royal Navy formada por el Crucero de Batalla HMS Hood y los Superdreadnoughts HMS Valiant y el HMS Resolution, además de un portaaviones y otros buques.
El Acorazado Francés FNS Bretagne hundiéndose en Mers-el-Kebir
En la acción explotó el FNS Bretagne, el FNS Strasbourg escapó a Toulon y los otros dos buques capitales resultaron averiados. Dos meses después los británicos (con la participación de unidades de la Fuerza Naval de la Francia Libre) intentaron capturar la base francesa en Dakar (Senegal) usando entre otros medios a dos acorazados. El Acorazado Rápido FNS Richelieu fue uno de los que respondió al fuego y el Superdreadnought Británico HMS Barham recibió cuatro impactos; finalmente los aliados se retiraron.
Entre octubre de 1940 y marzo de 1941 los cruceros de batalla, los “Acorazados de Bolsillo” y otros cruceros alemanes incursionaron contra el tráfico mercante aliado en el Atlántico y en Índico.
Alentados por el éxito de esas operaciones iniciaron en mayo de 1941 otra operación similar con el acorazado rápido Bismarck, recién entrado en servicio, acompañado de un crucero.
Detectados por la exploración aérea de los británicos, éstos iniciaron su persecución al mismo tiempo que intentaban proteger a once convoyes mercantes que se encontraban en ese momento en el Atlántico. Para ello formaron varias fuerzas; una de ellas constituida por el Acorazado Rápido HMS Prince of Wales y el Crucero de Batalla HMS Hood logró el 24 de mayo interceptar al DKM Bismarck; en el combate que se produjo el buque alemán hundió al Hood en sólo cinco minutos y dañó al acorazado (que rompió contacto pero a su vez el fuego enemigo le produjo una importante avería en sus tanques de combustible que lo obligaron a iniciar el regreso a puerto.
El Acorazado Britanico HMS Rodney rematando al Acorazado Alemán DKM Bismarck
Al día siguiente la Royal Navy destacó otra fuerza que integraba al Crucero de Batalla HMS Renown y a un portaaviones. El día 26 otro avión volvió a localizar al DKM Bismarck y al atardecer los aviones del portaaviones lograron averiarle el timón con dos torpedos que lo dejaron sin gobierno. Alcanzado por una tercera fuerza integrada por el Acorazado Rápido HMS King George V y el Superdreadnought HMS Rodney en la mañana del 27 de mayo, el DKM Bismarck fue dejado fuera de combate en noventa minutos y finalmente hundido con torpedos lanzados desde el HMS Rodney y destructores.
Al caer la noche del 11 de febrero de 1942 el DKM Gneisenau y el DKM Scharnhorst iniciaron un audaz traslado desde Brest a Alemania a donde arribaron en la mañana del 13 de febrero; la operación se hizo bajo total superioridad naval y aérea británica, pero lograron rechazar todos los ataques lanzados contra ellos; no obstante, ambos llegaron averiados pues embistieron minas.
En diciembre de 1943 el DKM Scharnhorst (que operaba ahora desde Noruega y que se había separado de la escuadrilla de destructores con la que intentaba atacar a un convoy aliado que se dirigía a Rusia) fue interceptado después de una serie de acciones con cruceros británicos por el Acorazado Rápido HMS Duke of York y su escolta; muy dañado por la artillería de dicho acorazado, el crucero de batalla alemán fue finalmente hundido con torpedos lanzados desde destructores.
El Acorazado Alemán DKM Tirpitz bajo las bombas del ataque aéreo Britanico del 3 de Abril de 1944
A todo esto, desde principios de 1942 el DKM Tirpitz (gemelo del DKM Bismarck) se encontraba operando desde Noruega. En su fondeadero fue objeto de una sucesión de ataques aéreos de aviones embarcados y terrestres que le produjeron daños de distinta magnitud, hasta que lograron hundirlo con bombas de cuatro toneladas en noviembre de 1944.
Durante su vida el Tirpitz y los otros buques capitales y cruceros de Alemania demostraron el valor de una “flota en potencia” que adopta una actitud activa; hasta ser hundido su mera existencia había afectado la disposición de las flotas aliadas en el Atlántico, en especial en las aguas metropolitanas británicas.
USS Texas y USS Arkansas durante el bombardeo de los fuertes de Cherburgo, el 25 de Junio de 1944. Obra de Steve Noon
La otra gran intervención de buques capitales en el Atlántico se produjo a partir del 6 de junio de 1944, durante el desembarco en las costas de Normandía.
Para el mismo se formaron tres grupos de bombardeo naval: a) dos británicos, constituido uno por 2 acorazados, 12 cruceros y 37 destructores, y el otro (como reserva) por 2 acorazados y 3 cruceros, y b) el estadounidense, formado por 3 acorazados, 9 cruceros y 20 destructores. La acción más dura se produjo entre el 25 y el 26 de junio, cuando los Superdreadnoughts de la US Navy, el USS Nevada, el USS Arkansas y el USS Texas mantuvieron un duelo con las baterías costeras de 280 mm alemanas que protegían al puerto de Cherburgo, y en el cual el USS Texas recibió un impacto. Con la captura del puerto de Saint Lo, el 18 de julio, finalizó en el Atlántico el empleo de los acorazados en operaciones propias de sus capacidades.
Los Acorazados en la Segunda Guerra Mundial (Teatro del Mediterráneo)
En el Mediterráneo los italianos gozaban de una buena posición central entre las fuerzas británicas destacadas en Gibraltar y Egipto, y tenían ventajas en poder naval relativo pues además de ser más numerosos y modernos, sus acorazados y cruceros eran más veloces, todo lo cual los ponía en capacidad de asestar un golpe demoledor a su enemigo. No obstante, como la marina italiana tenía como misión principal proteger a los buques que abastecían sus fuerzas terrestres en África, a sus buques de línea se les había ordenado evitar combatir contra sus similares.
De esta manera el cuerpo principal de la flota italiana fue obligado a adoptar una actitud defensiva en el Mediterráneo central, donde estaría a salvo de la aviación terrestre británica, mientras que las acciones ofensivas serían realizadas por sus submarinos y su fuerza aérea, ya que no contaba con portaaviones.
El Acorazado Italiano RMI Giulio Cesare disparando durante la Batalla de Punta Stilo
Los submarinos italianos resultaron muy exitosos pero no sucedió lo mismo con sus aviones, que eran del tipo usado en bombardeo horizontal (poco preciso) y aviones torpederos, muy vulnerables a la artillería antiaérea. La primera acción naval que involucró buques capitales fue la Batalla de Punta Stilo frente a Calabria (julio de 1940), en la cual los Dreadnoughts RMI Giulio Cesare y el RMI Conte de Cavour, con 16 cruceros, se encontraron con los Superdreadnoughts HMS Warspite, el HMS Malaya y el HMS Royal Sovereing, un portaaviones, 5 cruceros y 16 destructores.
Inicialmente los italianos ignoraron la orden que tenían de evitar el combate y trataron de atraer a los británicos dentro del alcance de sus aviones, pero un único y afortunado tiro del Warspite a 22.300 metros hizo impacto en el RMI Giulio Cesare y los italianos se retiraron, probablemente por orden superior; al arribar sus aviones no pudieron dañar al enemigo que en cambio bombardearon a sus propios buques por error.
El Acorazado Italiano RMI Conte di Cavour después del Ataque a Tarento
Después del encuentro de Punta Stilo los italianos continuaban en posición de obtener el control del Mediterráneo si hubieran pasado a la ofensiva, en cambio sus buques principales fueron aferrados a su base en Taranto, lo cual les resultó fatal.
En efecto, a mediados de noviembre de 1940 los británicos lanzaron sobre ese fondeadero un ataque nocturno con aviones (biplanos) bombarderos-torpedos Swordfish, que produjo el hundimiento del RMI Conte di Cavour y serios daños al Acorazado Rápido RMI Littorio y al Dreadnought RMI Caio Duilio.
Este golpe fue seguido por otro también muy duro; cuando trataban de interceptar convoyes británicos con destino a Grecia, el Acorazado Rápido RMI Vittorio Veneto, ocho cruceros y catorce destructores fueron detectados al sur de Creta por la aviación enemiga, que destacó a su fuerza con base en Alejandría (Egipto) y a cinco cruceros que se encontraban en Creta.
En la mañana del 28 de marzo de 1941 los italianos trataron de atrapar a los cruceros británicos entre sus propios cruceros y el acorazado, pero debieron iniciar el regreso a Taranto cuando fueron atacados por aviones de un portaaviones enemigo, desde Creta y luego también desde Grecia, pues no contaban con cobertura aérea propia.
Nuevos ataques desde el portaaviones lograron hacer perder velocidad primero al Acorazado Rápido RMI Vittorio Veneto (que la recuperó poco después) y luego al Crucero RMI Pola, que se retrasó considerablemente.
Tratando de auxiliarlo los italianos destacaron a dos cruceros y algunos destructores; para ese entonces, cuatro acorazados británicos acompañados por un número de cruceros y destructores habían dado alcance al Pola frente a Matapan; al llegar los buques italianos que lo iban auxiliar fueron sorprendidos y destruidos por los acorazados de la Royal Navy.
Pero el uso de los acorazados no se limitó a las dos acciones de superficie que se comentan.
El Acorazado Italiano RMI Vittorio Veneto disparando durante los combates en Matapan
En el tiempo transcurrido entre ellas, y después también, los de ambas partes acompañaron a sus convoyes y trataron de interceptar a los del enemigo. Además, los de Gran Bretaña bombardearon puertos y bases aéreas en Italia, Albania, el norte de África y el Dodecaneso, mientras que los de Italia trataron de rechazar los ataques a su territorio.
Ninguna de esas acciones de superficie tuvieron resultados decisivos. Un suceso importante (diciembre de 1941) fue el ataque de “torpedos humanos” italianos en el puerto de Alejandría, con el que pusieron fuera de combate por varios meses a los Superdreadnoughts HMS Queen Elizabeth y al HMS Valiant; un mes antes, su gemelo HMS Barham había sido hundido por un submarino frente a la costa de lo que hoy es Libia.
A mediados de 1942 se produjo la última intervención de los acorazados italianos; tratando de interceptar a un convoy que se dirigía a Malta, el RMI Littorio y otros buques fueron dañados por la aviación británica.
A partir de entonces las unidades principales de la marina italiana quedaron confinadas a sus bases por falta de combustible.
Por su parte, los acorazados británicos contaban ahora con la escolta de grupos de hasta cuatro portaaviones, los cuales eran imprescindibles para enfrentar los ataques en picada de los Stukas del Fliegerkorps X con base en Grecia e Italia, que habían logrado averiarlos en distintas oportunidades.
La situación en el Mediterráneo cambió significativamente en noviembre de 1942 con la aparición en ese mar de las fuerzas navales de los EE.UU. En ese mes se produjeron desembarcos aliados en las que entonces eran las colonias francesas de Marruecos y Argelia, cuyos gobernadores continuaban dependiendo del gobierno de Vichy.
En Marruecos se desembarcó en tres puntos, uno de ellos Casablanca, que requirió vencer a las pocas unidades francesas que lograron hacerse a la mar y el bombardeo de ese puerto por parte del Acorazado Rápido USS Massachusetts y los Superdreadnoughts USS Texas y EL USS New York, 5 portaaviones,My algunos de los 45 cruceros y destructores que los escoltaban.
En los ataques el Acorazado Rápido FNS Jean Bart, que todavía se encontraba sin terminar, fue muy dañado por el fuego del Massachusetts y de aviones de portaaviones.
En Argelia los desembarcos se concentraron en Oran; para dar cobertura de un posible ataque de los acorazados italianos, los británicos destacaron tres acorazados, un crucero de batalla, tres portaaviones y veinte cruceros y destructores.
Estas acciones que terminaron en un armisticio entre las autoridades franceses en las colonias y los aliados (que incluían al gobierno de Francia Libre del general De Gaulle desencadenaron la ocupación alemana del resto de Francia; para evitar que pasaran a manos alemanas, los buques franceses en Toulon fueron hundidos por sus tripulaciones; entre ellos se contaban los Cruceros de Batalla FNS Strasbourg y FNS Dunkerque y el ya obsoleto Superdreadnought FNS Provence.
El Acorazado Francés FNS Strasbourg hundido en el puerto de Toulon
El desembarco en África del norte fue seguido por otros en Sicilia, Calabria, Salerno, Anzio y el sur de Francia. En todos ellos los acorazados aliados brindaron defensa antiaérea y, sobre todo, bombardeo de costas y apoyo de fuego cercano a las fuerzas desembarcadas.
En especial, se destaca el rechazo que hicieron en Sicilia de una división blindada alemana proyectada en un contraataque sobre la fuerza de desembarco. Con los desembarcos en Francia finalizaron las actividades de los acorazados aliados en el Mediterráneo, pero los italianos todavía tenían que pasar por una nueva tragedia.
En efecto, al derrocar a Mussolini el gobierno del general Badoglio firmó un armisticio con los aliados, y la flota Italiana (incluyendo seis acorazados) zarpó de sus puertos para ser internada en Malta; durante su navegación algunos de esos buques fueron atacados por la aviación alemana, resultando el Acorazado Rápido RMI Roma hundido por una bomba controlada por radio y su gemelo RMI Italia (ex RMI Littorio) muy dañado por otra.
Los Acorazados en la Segunda Guerra Mundial (Teatro del Pacífico)
En el Pacífico la Segunda Guerra Mundial comenzó de manera calamitosa para los acorazados de los EE.UU., cuando el 7 de diciembre de 1941 seis portaaviones japoneses atacaron a la base de Pearl Harbour.
Los ocho acorazados presentes fueron alcanzados por bombas y/o torpedos aéreos; de ellos, el USS Arizona explotó y el USS Oklahoma dio vuelta campana, el USS California y el USS West Virginia se hundieron en aguas poco profundas, y los otros (USS Maryland, USS Nevada, USS Pennsylvania y el USS Tennessee) permanecieron a flote, los tres primeros muy averiados.
Este ataque puso fuera de acción a toda la línea de batalla de la Flota del Pacífico de los EE.UU. en el primer día de la guerra, pero todos sus buques (excepto el USS Arizona y el USS Oklahoma) fueron reparados, modernizados y regresados al servicio.
El desastre de Pearl Harbour fue seguido tres días después por la destrucción del Acorazado Rápido HMS Prince of Wales y el Crucero de Batalla HMS Repulse de la Royal Navy por aviones navales japoneses con base en Saigón; los buques británicos intentaban atacar a una fuerza anfibia que desembarcaba al norte de Singapur en la península de Malasia.
Mientras sucedía lo relatado, Japón inició una serie de operaciones anfibias que en los siguientes meses lo pusieron en posesión de islas y territorios que habían pertenecido a los EE.UU., Gran Bretaña y Holanda; muchas de esas operaciones se llevaron a cabo bajo la protección de sus unidades capitales, las cuales también apoyaron la incursión de cuatro portaaviones contra el norte de Australia en febrero de 1942 y luego la de cinco en la bahía de Bengala en abril; esta última obligó a los británicos a retirar de Ceilán a los cinco acorazados y una veintena larga de otros buques que allí tenían destacados.
A todo esto se habían producido en febrero la incursión sobre Tokio de bombarderos de las Fuerzas Aéreas del Ejército de los EE.UU., lanzados desde el Portaaviones USS Hornet, y en mayo la Batalla Aeronaval del Mar de Coral, primera acción entre fuerzas navales realizada sin que las unidades de superficie combatieran entre ellas.
Ésta fue seguida en junio de 1942 por la batalla de Midway, producida al intentar Japón ocupar dicha isla (para consolidar su perímetro defensivo) y atraer a los únicos (tres) portaaviones que los EE.UU. tenían en el Pacífico, para poder destruirlos con sus acorazados. El Almirante Nimitz, que tenía conocimiento del plan japonés, desistió de usar a los tres acorazados que le habían sido transferidos desde la Flota del Atlántico y encomendó el rechazo a los portaaviones a su disposición.
Almirante Chester William Nimitz
Las principales acciones fueron desarrolladas por aviones embarcados y en ellas los de los EE.UU. hundieron a los cuatro portaaviones con que se enfrentaron; prudentemente, luego de esto no realizaron la persecución nocturna que los hubiera puesto dentro del alcance de los Acorazados IJN Hiei y el IJN Kongo y 21 cruceros y destructores, y eventualmente del IJN Yamato y otros buques capitales.
Con el desembarco de los EE.UU. en la isla de Guadalcanal del archipiélago de las Salomón, en agosto de 1942 comenzaron seis meses de furiosos intentos japoneses por desalojarlos, hechos por aire, mar y tierra. Esta campaña de desgaste vio el debut de los nuevos Acorazados Rápidos USS North Carolina, el USS Washington y el USS South Dakota; la principal y novel función que se les había asignado era la defensa antiaérea de los portaaviones, que realizaron con gran eficacia.
Acorazado Americano USS North Carolina disparando en el Pacifico
En la noche del 13 al 14 de octubre los Acorazados Japoneses IJN Kongo y el IJN Haruna bombardearon el aeródromo de campaña (Henderson Field) que los EE.UU. habían construido en Guadalcanal, pero el comandante americano (Almirante Halsey) se negó a usar sus acorazados para rechazarlos pues reconocía la superioridad japonesa en las operaciones nocturnas.
El 26 de octubre, el USS South Dakota dio un espectacular apoyo antiaéreo a los portaaviones durante la Batalla de las Islas Santa Cruz.
Después de esta acción (básicamente un combate entre portaaviones) los japoneses usaron a sus Acorazados IJN Hiei y el IJN Kirishima en una acción contra cruceros y destructores de los EE.UU. conocida como “Primera Batalla Nocturna de Guadalcanal”; en ella dos cruceros de los EE.UU. fueron devastados por las granadas de alto explosivo de los acorazados enemigos, pero como los cinco cruceros estadounidenses estaban usando proyectiles perforantes y radar lograron dañar al IJN Hiei, que a la mañana siguiente fue hundido por aviones navales despegados desde Henderson Field.
Acorazado Japones IJN Hiei
Dos días después el IJN Kirishima (indemne en el combate anterior) regresó con cruceros y destructores para bombardear nuevamente a Henderson Field. En esta oportunidad Halsey empeñó a dos de sus acorazados y en la acción que siguió (“Segunda Batalla Nocturna de Guadalcanal”) el USS South Dakota fue dañado pero el IJN Kirishima recibió tal castigo del USS Washington, que fue hundido por su propia tripulación.
Después de otros intentos infructuosos, los japoneses dejaron de esforzarse por reconquistar a las islas Salomón y la campaña terminó con los aliados capturando Bouganville en enero de 1944.
Acorazado Japones IJN Kirishima
A principios de 1944 la situación había cambiado a favor de los EE.UU.; se habían incorporado los nuevos portaaviones rápidos y de escolta y habian vuelto al servicio los seis acorazados dañados en Pearl Harbour, y se estaban por incorporar a los cuatro nuevos Acorazados Rápidos de la Clase Iowa, seguidos por los Cruceros de Batalla USS Alaska y USS Guam.
En cuanto a Japón, éste había perdido al Superdreadnought IJN Mutsu debido a la explosión espontánea de sus SS.BB. y los Superdreadnoughts IJN Ise y el IJN Hyuga habían sido convertidos en un híbrido entre acorazado y portaaviones, buscando compensar los cuatro portaaviones perdidos en Midway.
Enfrentados a tan desfavorable situación, el comando japonés decidió preservar a su línea de batalla hasta el momento en que las fuerzas de los EE.UU. trataran de conquistar un objetivo vital para la defensa de las islas metropolitanas, donde esperaban todavía poder asestarles un golpe decisivo.
Por lo tanto, sus buques capitales no fueron empleados cuando los EE.UU. capturaron a las islas Gilbert y Marshall. En cambio, sí lo fueron los de los EE.UU., para dar apoyo de fuego y antiaéreo a sus fuerzas.
Concurrentemente, los EE.UU. habían adoptado un sistema por el cual, si bien las fuerzas subordinadas y los buques de la Flota del Pacífico eran básicamente siempre los mismos, su comando se alternaba entre los Almirantes Halsey y Spruance, oportunidades en las que respectivamente era denominada 3ra. Flota y 5ta. Flota.
Otro cambio, fundamental éste, se produjo en la relación entre acorazados y portaaviones; el formato tradicional había sido que los portaaviones apoyaran a la línea de batalla, que era cortinada por cruceros y destructores; ahora eran los acorazados los que apoyaban a los portaaviones, convertidos en el principal medio ofensivo de la armada. Éstos constituían cuatro grupos de tareas de otros tantos portaaviones rápidos cada uno, protegidos por cortinas antiaéreas de acorazados rápidos y cruceros, y rodeados de anillos de destructores “piquete radar”; un quinto grupo de tareas constituía la línea de batalla formada por entre seis y ocho de los acorazados más antiguos, también con su escolta de cruceros y destructores.
Acorazado Japones IJN Aruna
A mediados de junio de 1944, después que los americanos desembarcaran en las islas Saipan y Marianas, se produjo la Batalla del Mar de las Filipinas cuando el grupo de acorazados que había dado apoyo de fuego a esos desembarcos fue destacado para enfrentar un esperado contraataque de los buques capitales japoneses. Éstos nunca se presentaron pero en cambio se libró una batalla aérea entre aviones de portaaviones, donde los japoneses resultaron masacrados; no obstante, uno de sus aviones logró estrellarse sobre la línea de flotación del Acorazado Rápido USS Indiana sin dañarlo, porque su torpedo no explotó, mientras que los de los EE.UU. hundieron a tres portaaviones y averiaron al Acorazado IJN Aruna y a otros buques. Ése fue el comienzo del fin de la flota japonesa; habiendo perdido el 65% de sus aviones, sus portaaviones remanentes no podían ya realizar ataques efectivos, transformándose los siete acorazados y cruceros de batalla que aún quedaban en su última esperanza para la defensa de las islas Filipinas. Para esa defensa concibieron una operación cuyo objetivo era penetrar con esos buques capitales hasta los buques transporte de tropas enemigos y destruirlos con el fuego de su artillería.
La Batalla del Golfo de Leyte
Conocido que el desembarco principal en las Filipinas sería sobre la costa oriental de la isla de Leyte, ubicada en el centro del archipiélago, los japoneses zarparon desde Singapur e hicieron combustible en la isla de Borneo; desde allí separados en dos grupos esperaban llegar a sus objetivos en las primeras horas del día 25 de octubre de 1944 y encerrarlos en un movimiento de pinzas.
Uno de esos grupos, al mando del Almirante Kurita (con los acorazados IJN Yamato, IJN Musashi y IJN Nagato, los Cruceros de Batalla IJN Kongo y IJN Aruna, 12 cruceros y 15 destructores), llegaría a las Filipinas vía el pasaje de Palawan y el mar de Sibuyan, y desembocaría en el golfo de Leyte por el norte a través de estrecho de San Bernardino.
La flota del Almirante Kurita abandonando Brunei en fila rumbo a Filipinas, el 22-10-1944, en primer plano el IJN Nagato, en segundo plano, el IJN Musashi y el IJN Yamato, más adelante los Cruceros IJN Maya, IJN Chokai, IJN Takao, IJN Atago, IJN Haguro y IJN Myoko
El otro grupo, al mando del Vicealmirante Nishimura (con los Acorazados IJN Yamashiro y el IJN Fuso, el Crucero IJN Mogami y cuatro destructores) llegaría vía el mar de Joló (o Sulu) y desembocaría en el golfo de Leyte por el sur a través del estrecho de Surigao, al mismo tiempo que lo haría Kurita.
A Nishimura se le uniría el Vicealmirante Shima con tres cruceros y cuatro destructores provenientes de las islas Pescadores. Todo esto sería posible, asumían, porque podrían ser apoyados por sus aviones con base en las Filipinas, mientras que una fuerza al mando del Almirante Ozawa (4 portaaviones y los híbridos IJN Ise y IJN Hyuga) atraería a los portaaviones rápidos de los EE.UU. a una posición muy alejada hacia el nordeste.
Almirante Takeo Kurita
Como se verá, ambas presunciones no se cumplieron, al menos de la manera esperada. Para su desembarco en las Filipinas los americanos comprometieron a la 3ra. Flota (Almirante Halsey) y a la 7ma. Flota (Almirante Kinkaid).
Esta última daría apoyo cercano a la fuerza de desembarco con tres grupos de seis portaaviones escolta cada uno (y sus respectivas escoltas) y el grupo de apoyo de fuego y bombardeo naval del Contraalmirante Oldendorf, conformado por los 6 acorazados reparados después de Pearl Harbour, 8 cruceros y 28 destructores.
La misión de la 3ra. Flota incluía dar protección a la 7ma. Flota de cualquier ataque que se produjera desde el norte del estrecho de San Bernardino, y contaba con 16 portaaviones rápidos y 6 acorazados rápidos, y sus cruceros y destructores de escolta.
Almirante William F. Halsey
En la mañana del 23 de octubre Kurita perdió tres cruceros a manos de submarinos, y temprano en la del 24, ese grupo y el de Nishimura fueron localizados con rumbo este, respectivamente en los mares de Sibuyan y Mindanao. Poco después, entre las 10::30, Kurita fue objeto de cinco ataques desde tres de los grupos de portaaviones de la 3ra. Flota (TG38.2, TG38.3 y TG38.4) que se concentraron sobre el gigantesco IJN Musashi, el cual se hundió a las 19: 35 después de ser alcanzado por entre 10 y 19 torpedos aéreos y entre 10 y 17 bombas; ningún otro acorazado había recibido semejante castigo hasta entonces; por su parte, el IJN Yamato y el IJN Nagato también recibieron algunos impactos, pero quedaron en condiciones de seguir combatiendo.
La Batalla en el Estrecho de Surigao: Ejecución perfecta de la maniobra de "Cruzar la T"
Estos ataques alteraron el programa japonés; sin haber tenido apoyo aéreo desde tierra como esperaba, Kurita puso rumbo oeste a las 15:00. Esta acción es conocida como Batalla del Mar de Sibuyan.
Con el aviso de la retirada de Kurita llegó a Halsey el de la localización del grupo de Ozawa, a unas 500 MN al norte del golfo de Leyte. Reunió entonces a sus tres grupos de portaaviones en la TF 38 y formó la TF 34 con 6 acorazados rápidos como núcleo, y alrededor de la medianoche del 24 se dirigió hacia Ozawa, sin avisar a la 7ma. Flota que ya no defendía al estrecho de San Bernardino.
Pero la retirada de Kurita había sido sólo un recurso para alejarse de los portaaviones enemigos durante las horas de luz, aunque sin esperanzas de arribar junto con la fuerza de Nishimura a las 19:00 retomó su derrota hacia Leyte. Cuando Kinkaid supo de la fuerza de Nishimura dirigiéndose al estrecho de Surigao destacó a Oldendorf para enfrentarlo; suponía que la 3ra. Flota aún cubría el acceso por el estrecho de San Bernardino.
Nishimura, por su lado, ingresó al estrecho de Surigao aunque uno de sus aviones había ubicado al mediodía del 24 a la fuerza de Oldendorf que le esperaba en la salida norte, pues confiaba en vencerlo a pesar de su superioridad numérica.
Durante el pasaje fue atacado por destructores y lanchas torpederas a partir de las 22:50, y cuando la línea de batalla de Oldendorf abrió fuego a las 03:51 del 25, el IJN Fuso ya había sido partido en dos por torpedos y cuatro de sus destructores estaban hundidos o hundiéndose.
El fuego de los acorazados de los EE.UU. se extendió por 18 minutos y dejó fuera de combate al IJN Yamashiro (que poco después recibió el golpe de gracia desde un destructor) y produjo un incendio fatal en el Crucero IJN Mogami. Al arribar Shima por a mañana al estrecho y ver lo sucedido, se retiró. La Batalla de Surigao, como se llama esta acción, fue la última en la que acorazados combatieron unos con otros.
Volviendo a Kurita, éste cruzó el San Bernardino durante la noche del 24 al 25 y llegó al mar de Samar; a las 06:59 del 25 las primeras granadas del IJN Yamato (que hizo fuego desde 32.000 metros) cayeron ligeramente a popa de los portaaviones de escolta del grupo “Taffy 3” de la 7ma. Flota, que tenía como misión dar apoyo aéreo a las tropas en tierra.
La única alternativa para este grupo (que acababa de lanzar parte de sus aviones para patrullas antisubmarinas y de reconocimiento) fue escapar a toda velocidad, ocultarse en un chubasco, tender cortinas de humo e intentar demorar al enemigo con los aviones que tenía en vuelo y su escolta de siete destructores. Kurita cometió entonces el error crucial de señalar "caza general"; sus cuatro acorazados y ocho cruceros hicieron persecuciones independientes, en las que algunos buques bloqueaban el fuego de otros.
Los destructores de la escolta (de los cuales tres fueron hundidos y dos muy averiados) consiguieron con sus torpedos desviar al IJN Yamato y a otros buques, y averiar a tres cruceros, pero los atacantes fueron cerrando distancias con el "Taffy 3" y nada podría impedirles que llegaran a las distancias de tiro adecuadas; a las 08:30 el portaaviones más a popa fue alcanzado y se incendió fatalmente, y otros tres fueron dañados.
El IJN Chikuma, bajo fuego enemigo durante la Batalla de Samar
Aunque pronto desde otro grupo de portaaviones escolta (el “Taffy 2”) comenzaron a llegar aviones en su auxilio que hundieron a tres cruceros, parecía que nada podría salvar al “Taffy 3”, pero a las 09:25 Kurita inesperadamente invirtió su rumbo y se alejó hacia el norte perseguido por los aviones del “Taffy 2”, ingresando al San Bernardino al atardecer y desde allí regresó al Japón.
La decisión de Kurita de romper contacto con el “Taffy 3” es muy discutible; aunque tuvo en sus manos la victoria con la que sueña todo comandante, apreció erróneamente que se lo estaba atrayendo dentro del alcance de los portaaviones de Halsey; este pensamiento fue reforzado cuando divisó a otro de los grupos de portaaviones de escolta más al sur. Esta acción se conoce como Batalla del Mar de Samar.
Los Portaaviones Japoneses IJN Zuikaku (izquierda), y el IJN Zuihō, atacados por bombarderos en picado al principio de la batalla de Cabo Engaño
El último acto de la Batalla del Golfo de Leyte fue la masacre de la fuerza señuelo de Ozawa frente a Cabo Engaño, acción que por ello se denomina Batalla de Cabo Engaño.
A las 08:00 del día 25 de los portaaviones de la 3ra. Flota despegó la primera de seis olas (más de 500 aviones, de 800 disponibles) que arrollaron a los únicos 13 cazas embarcados con que contaban los japoneses, y hundieron a sus cuatro portaaviones y a otros buques; milagrosamente, sobrevivieron los híbridos Acorazados-Portaaviones IJN Ise y IJN Hyuga, que en 1945 fueron hundidos por aviones embarcados en el puerto de Kure lo mismo que el IJN Haruna, sin haber nunca operado sus aviones en combate.
A pesar de su victoria, el almirante Halsey (aviador naval pero enamorado de los acorazados) no pudo ocultar su frustración por no poder hacer participar de ella a sus acorazados rápidos, pues los había destacado al recibir el desesperado pedido de auxilio del “Taffy 3”, más aún, cuando tampoco pudieron llegar a tiempo para interceptar a los acorazados de Kurita en su retirada.
Los desembarcos en la isla de Leyte fueron seguidos por otros en las islas de Luzón en enero de 1945, Iwo Jima en febrero y en Okinawa en abril.
En todos ellos los acorazados dieron un eficaz apoyo de fuego a los desembarcos y una vital contribución a la defensa antiaérea de las demás unidades navales, pero también fueron usados (al igual que los portaaviones) para pulverizar objetivos terrestres en el norte de Japón, que se encontraban fuera del alcance de las “fortalezas volantes” B-29 con base en las islas Marianas.
Para entonces, desde los desembarcos en Leyte, habían comenzado a operar los Kamikazes que tenían como blancos preferidos a portaaviones y acorazados; éstos, en particular, con sus muy poderosas baterías y protección blindada, eran los que tenían mayores probabilidades de sobrevivir y ninguno fue perdido a causa de los aviones suicidas; más aún, cuando algún avión lograba estrellarse sobre ellos, por lo general sólo tardaban pocos minutos en volver a la acción.
El Acorazado Japones IJN Yamato el 24 de octubre de 1944 durante la Batalla del Mar de Sibuyan, cuando es alcanzado por una bomba
Fue precisamente el desembarco en Okinawa el que dio lugar al último intento japonés de hacer valer el inmenso poder artillero del IJN Yamato. El mismo, acompañado de un crucero y ocho destructores, fue enviado en una operación sin regreso contra la flota enemiga operando en dicha isla, pero nunca llegaron a avistarla.
Una sucesión de ataques desde los portaaviones de los EE.UU. hundieron al IJN Yamato, al crucero y cuatro de los destructores. Ese acorazado se fue a pique a las 14:23 del 7 de abril de 1945, después de recibir entre 10 y 15 impactos de torpedos aéreos y hasta 7 bombas. El IJN Yamato nunca llegó a tener a un acorazado enemigo frente a sus cañones, y su gemelo IJN Musashi, ni siquiera a un buque enemigo.
Comentarios finales
El empleo de los acorazados en el Pacífico ofrece un gran contraste con el que tuvieron en el Atlántico y el Mediterráneo; a diferencia de los sucedido en estos dos teatros, en el Pacífico hubo contadas ocasiones en las que los acorazados combatieron contra otros buques y sólo dos en las que combatieron entre sí; son ellas la Segunda Batalla Nocturna de Guadalcanal y la Batalla del Estrecho de Surigao.
Por otra parte, en ningún momento de la guerra del Pacífico los buques capitales desarrollaron operaciones independientes de guerra de corso ni de protección de convoyes de buques mercantes y, fundamentalmente, ninguno de los acorazados y cruceros de batalla de EE.UU. y Japón jugaron el papel de “flota en potencia”, tal como tan eficazmente lo hicieron sus similares alemanes.
No obstante, los acorazados jugaron un papel integral y a menudo vital en las operaciones navales en dicho océano y fue totalmente adecuado que la rendición de Japón se firmara en la toldilla del acorazado rápido Missouri, al ancla en la bahía de Tokio.
Durante la Segunda Guerra Mundial el más peligroso enemigo de los acorazados resultó ser la aviación, en particular la embarcada en portaaviones, pero antes de ella (y aun en sus primeros años) la mayoría de los teóricos y prácticos de la profesión naval pensaban que los acorazados tendrían la ventaja, y que los portaaviones continuarían siendo sólo un adjunto a la línea de batalla, muy útiles para la exploración y el spotting del tiro, así como para reducir la velocidad del enemigo con sus ataques, pero siempre subordinados al empleo de la artillería de grueso calibre que determinaría el resultado de toda acción.
También evaluaban que los aviones embarcados serían útiles para interceptar a las aeronaves de exploración y spotting del enemigo y para contribuir a la defensa antiaérea, pero en este caso la artillería secundaria y terciaria de los acorazados sería suficiente para rechazar sus ataques, presunción que en la SGM fue pronto desaprobada.
En esa guerra quedó rápidamente verificado que sin superioridad aérea, las fuerzas terrestres y navales quedaban expuestas a un pronta derrota, y que la única forma de lograr y mantener la superioridad aérea en el mar es a través de la aviación embarcada.
Láminas
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