
- FUERZAS ENFRENTADAS
1a. Fuerzas Británicas y Australianas
1b. Fuerzas Japonesas - EL COMIENZO DEL DESASTRE
- UNA FORMIDABLE FUERZA DE COMBATE
- EL PRIMER ATAQUE JAPONÉS
- COMO EL CAMPANARIO DE UNA IGLESIA
- FUENTES
La Fuerza Z estaba al Mando del Almirante Sir Tom Spencer Vaughan Phillips y se componía de:
- HMS Prince Of Wales bajo el mando del Capitán de Navío John C. Leach.
- HMS Repulse bajo el mando del Capitán de Navío William G. Tennant.
- HMS Express bajo el mando del Teniente de Navío Cartwright.
- HMS Electra bajo el mando del Comandante C.W. May.
- HMAS Vampire bajo el mando del Comandante W.T.A. Moran.
- HMS Tenedos bajo el mando del Teniente de Navío R. Dyer.
1b. Fuerzas Japonesas
- Grupo de Ataque Genzan: Bajo el mando del Teniente Comandante Nakanishi, con Base en Saigon y operando 27 Mitsubishi G4M "Betty".
- Grupo de Ataque Kanoya: Bajo el mando del Teniente Comandante Miyauchi, con Base en Dau Mot (Vietnam) y operando 35 Mitsubishi G4M "Betty".
- Grupo de Ataque Mihoro: Con Base en Dau Mot (Vietnam) y operando 26 Mitsubishi G3M "Nell".
Los grandes navíos constituían un símbolo, no solo de la presencia británica en la zona cada día mas amenazada por os japoneses sino que, además, su armamento reforzaría en gran medida las baterías costeras, provistas de cañones de 381 mm y que constituían la defensa principal de Singapur.

Churchill fue el primero en poner sobre el tapete la cuestión del envió de una fuerza naval británica a Extremo Oriente, en un memorándum que presentó al primer Lord del Almirantazgo (Albert Victor Alexander), el 25 de agosto de 1941. Desde que asumió el cargo de Primer Ministro, la cuestión japonesa siempre había inquietado a Churchill, suscitando en él siniestros presentimientos; ahora era tan acuciante que justificaba la atención del Premier británico.

Churchill era partidario de enviar una pequeña formación, compuesta por los mejores unidades disponibles, con base en Singapur y destinadas a ejercer un efecto disuasorio sobre la actividad naval japonesa; sobre todo tenía gran confianza en el nuevo tipo de de Acorazado King George V, al que pertenecía el HMS Prince of Wales. Pero el Almirantazgo, lejos de compartir esta teoría de Churchill, insistía en atenerse al plan original, que preveía el envió en fases sucesivas de una flota mucho mas potente, que tuviera como base no Singapur, sino Ceilán.

En Singapur, esta decisión fue acogida con entusiasmo, y se juzgo bastante satisfactoria. Sin embargo, algunos continuaron viendo las cosas por su lado pesimista y criticaron la composición de la flota, principalmente su falta de equilibrio, pues carecía de la mínima protección de destructores que cabía exigir.
Por otra parte, la Fuerza Z debía incluir un nuevo Portaaviones, el HMS Indomitable; pero a consecuencia de las averías sufridas en las Indias Orientales durante el periodo de las ultimas pruebas de navegación, el buque tubo que ser sometido a varias reparaciones, cuyos trabajos no habían terminado todavía. Por ultimo, la RAF no disponía de ningún caza moderno en Malasia.
Terminado en 1916, su construcción respondía a la concepción coetánea de los buques de línea, cuando la aviación no representaba todavía una fuerza de combate digna de tenerse en cuenta. Por ello, y pese a dos intentos de modernización realizados en años anteriores, en 1941 su coraza horizontal, indispensable para proteger a las grandes unidades de los ataque aéreos, seguía siendo bastante deficiente.
El buque, que desplazaba 33.250 toneladas, estaba aún en condiciones de desarrollar una velocidad de 29 nudos y su armamento consistía en seis cañones de 381 mm, 12 de 102 mm y ocho tubos lanzatorpedos; su defensa antiaérea no era muy adecuada y la componía de ocho cañones de 102 mm, que podía lograr un fuerte ángulo de elevación, algunas ametralladoras y otros cañones antiaéreos ligeros.
Se asignó al mando de la unidad al Capitán de Navío William G. Tennant (mas tarde Almirante), hombre muy admirado por cuantos estaban a sus órdenes.

El armamento se completaba con 16 cañones de 133 mm, 60 cañones antiaéreos ligeros, de 37 mm y otras armas de pequeño calibre. El mando lo ostentaba el Capitán de Navío John Leach.

El HMS Repulse, en cambio, era el buque anónimo. Ni siquiera se había anunciado su llegada a Singapur; era un absurdo intento de ocultar al enemigo su presencia, impidiendo así que pudiera averiguar que el HMS Prince of Wale, únicamente iba acompañado de esta unidad; no solo se negó a la tripulación el permiso para bajar a tierra, sino incluso se les prohibió escribir a sus familiares para evitar que revelaran la zona en que se hallaban. Esta situación, el inútil intento al enemigo la entidad de las fuerzas, se resumió en una noticia de la BBC que decía: "El HMS Prince of Wales y otras unidades de linea han llegado a Singapur".

A la cabeza de esta Eastern Fleet británica se hallaba el Almirante Sir Tom Spencer Vaughan Phillips, subjefe de Estado Mayor de la Marina, oficial excepcionalmente dotado y muy bien preparado, quien, a causa de su corta estatura, era conocido entre sus hombres con el apodo de "Almirante Tom Thumb (Pulgadas)".
También formaba parte del grupo de oficiales que consideraba con pesimismo la situación de la Fuerza Z. Mientras en la rada de Singapur se celebraba aún las ceremonias de bienvenida de los dos buques, Phillips tuvo la ocasión de valorar la situación de un modo bastante realista, al darse cuenta de que las posibilidades que tenía de llevar a cabo la misión que se le había encomendado, se estaba desvaneciendo rápidamente.

Las tres unidades zarparon el 5 de diciembre; pero al día siguiente se recibió en Singapur la noticia de que una formación de desembarco japonesa navegaba a lo largo de la costa meridional de Indochina, y los navíos recibieron la orden de regresar apresuradamente.
La preocupación por la seguridad de la Fuerza Z iban en aumento, e incluso en Londres se sentía mas inquietud por la suerte que pudiera correr las dos unidades inglesas que por el papel que iban a representar en la protección de los intereses aliados en el Extremo Oriente.
El Almirantazgo sugiero a Phillips que zarpara en dirección este, para intentar reunirse con la Asiatic Fleet estadounidense. El propio Churchill, que evidentemente parecía haber perdido toda su antigua confianza, también indico: "La posición de los navíos ingleses debe mantenerse en secreto".
Phillips decidió, por último, trasladarse a Manila en avión para cambiar impresiones con el Almirante americano Hart y llegar a un acuerdo con el en relación a la futura estrategia naval en el Pacífico.
Pero poco después, como un rayo que cruzara un cielo sereno, llegó la noticia del ataque japonés a Pearl Harbor, Hong-Kong, Filipinas, Tailandia y Malasia. Y todos los planes se derrumbaron.
En el momento en que el Extremo oriente se veía envuelto de pronto en una lucha de diversos frentes, Phillips se encontró solo para decidir el empleo mas adecuado de sus unidades y para salvar lo insalvable en aquella situación que se presentaba desesperada.
Quizás lo mejor hubiera sido retirarse inmediatamente hacia Australia o hacia el Océano Índico; pero, a menos de recibir órdenes concretas, no era previsible que la Royal Navy decidiera esquivar la batalla. El Almirante Phillips examinó a fondo el asunto y, a bordo del HMS Prince of Wales, discutió con sus oficiales las diversas alternativas.

El plan era audaz y sus riesgos bastante grandes; mas, como quiera que no se había señalado todavía la presencia de unidades japonesas en aquel sector, las probabilidades de éxito eran bastante razonables. Sin embargo, deberían cumplirse dos condiciones indispensables.
La escuadra tenía pocas probabilidades de desencadenar un ataque eficaz (eso es, llegar a Sengora e iniciar los bombardeos) si los preparativos no se llevaban a cabo en el mas estricto secreto; en segundo lugar, aun admitiendo que lograsen iniciar el ataque valiéndose del elemento sorpresa, las unidades, para cumplir su misión sin ser demasiado hostigadas por los aviones enemigos, necesitarían el apoyo, por escasos que fueran, de los cazas de la RAF con base en Singapur.
Para hacer frente a estas dos exigencias, Phillips solicitó que se ayudara a la Fuerza Z con vuelos de reconocimiento al norte del rumbo previsto y con cierta protección de los cazas una vez que se hallasen en Sengora. A las 17:35 del dia 8 de diciembre de 1941, las unidades inglesas salieron de la rada de Singapur y se dirigieron al encuentro del enemigo.

El escrito empezaba con estas palabras: "Vamos en busca de grandes dificultades y creo que los encontraremos: podemos enfrentarnos con submarinos, destructores, aviones o unidades de superficie. Nos disponemos a avanzar hacia el norte para ver que lo que podemos conseguir o bien lo que podemos destruir.
La tarea será dura". Una segunda comunicación, a la mañana siguiente, Tennant fue algo mas explícito sobre los verdaderos objetivos de la misión. "Nos dirigimos hacia la costa nororiental de Malasia, y esta tarde, de anochecida, llegaremos allí. Mañana, al amanecer, estaremos frente a Sengora y Patani, donde se están desarrollando los desembarcos japoneses.

Por suerte, durante todo el día, bajas y densas formaciones de nubes, acompañadas de lluvia y de chaparrones, proporcionaron a los ingleses una protección ideal contra los vuelos de reconocimientos japoneses; de modo que, hacia el atardecer, cuando solo se necesitaba una hora mas de cobertura, parecía que el elemento sorpresa estaba asegurado. Pero, de repente, la lluvia cesó. Se disipó la niebla y desaparecieron las nubes, descubriéndose sobre los navíos ingleses un espléndido cielo azul, despejado y limpio, en el que solo destacaba la reluciente silueta de un avión misterioso.
Después de observarlo por los prismáticos, los oficiales consultaron los manuales para poder identificar el aparato. Y pronto dieron con la ilustración buscada. Se trataba en efecto, de un avión de reconocimiento japonés. Luego aparecieron otro, y mas tarde otro mas, y pronto se vio claramente que la segunda exigencia de Phillips, el factor sorpresa, había fallado.

Prosiguieron, pues, su ruta durante una hora mas hasta que, aprovechando la oscuridad, Phillips ordenó invertir el rumbo de la escuadra y dirigirse nuevamente a su base. Durante cuatro horas navegaron en dirección sur, siendo entonces su único objetivo alcanzar Singapur lo antes posible. Pero, hacia la medianoche, se recibió un nuevo mensaje en que se señalaba otro objetivo.
El mensaje decía: "Desembarcos enemigos en Kuantan: Latitud 3º50´Norte". Phillips se dio cuenta enseguida que si tales desembarcos tenían éxito, la ruta de abastecimiento que, a través de la Península de Malasia, llegaban las fuerzas que guarnecían el sector septentrional, quedaba interceptada.
Por lo tanto, la Fuerza Z tenía ahora la oportunidad de representar un papel decisivo en la defensa de Malasia: un ataque desencadenado contra las fuerzas de desembarco enemigas podía constituir un factor decisivo en el fracaso de la ofensiva japonesa. Esta vez, además, el factor sorpresa quedaría asegurado por cuando, habiendo seguido hasta el anochecer un rumbo ininterrumpido hacia el Norte, Phillips daba por descontado que los japoneses le suponían navegando todavía hacia Sengora.

Si el se hubiera encontrado en Singapur, habría previsto que el mensaje induciría al oficial que lo recibiera a cambiar el rumbo y a dirigirse a Kuantan y, en consecuencia, enviaría los cazas disponibles para apoyarle en el momento de su llegada a la zona del objetivo.
El Almirante Phillips era, desde luego, un oficial de Estado Mayor de un carácter extraordinario, y decidió confiar en que la inteligencia de sus colegas de tierra le impulsaría el mismo racionamiento que el hubiera seguido de hallarse en su lugar. Por lo tanto, observó el mas absoluto silencio.
Desgraciadamente los oficiales de Singapur no estuvieron a la altura de las optimistas previsiones de Phillips. Habiéndose olvidado por completo de que su informe había comprometido a la Fuerza Z, ni siquiera se le ocurrió la idea de enviar de aviones de caza en su ayuda.

Más, en lugar de la febril actividad de una invasión, del fragor del combate y del pulular de las lanchas de desembarco, sólo encontraron, aguardándoles, el risueño paisaje de cualquier mañana de diciembre en tiempo de paz. Las layas bordeadas de palmeras estaban desiertas y en las islas situadas a lo largo de toda la costa no se veía el menor rastro de tropas japonesas.
Todo estaba completamente tranquilo. Phillips ignoraba que, poco antes del amanecer, otro submarino japonés (el I-58) había señalado su posición después de haber sido casi abordado por las unidades inglesas. El submarino lanzó cinco torpedos contra los buques enemigos; pero ninguno dio en el blanco; luego, al no poder desarrollar la misma velocidad que la formación adversaria, acabó por perder el contacto con ellos. No obstante, a consecuencia de la señalización del submarino, una nutrida formación de bombarderos se había lanzado ya contra la Fuerza Z.

Poco después el comandante del HMS Express comunicó: Todo está tranquilo como en una lluviosa tarde de domingo". El Almirante Phillips decidió entonces dirigirse de nuevo hacia el Norte para averiguar lo que significaba la presencia de una remolcador que arrastraba algunas barcazas y que había sido avistado unas horas antes. Media hora mas tarde, los buques ingleses abandonaron el nuevo rumbo para volver al anterior; fue entonces cuando se recibió el aviso de que el destructor HMS Tenedos (que por falta de combustible había tenido que separarse de la Escuadra la noche anterior para regresar a Singapur) estaba siendo atacado por los bombarderos japoneses.
Aumentando la velocidad a 25 nudos, las unidades se lanzaron con ímpetu mar adentro, con intención de regresar a su base; pero a las 11:07, apareció a lo lejos, en el horizonte, una mancha oscura e inconfundible que enturbiaba la pureza del cielo matutino.
La mancha se hizo cada vez mayor y precisa, y pronto fue posible distinguir con toda claridad que se trataba de una formación de aviones, sobre cuya identidad no cabía la menor duda.