La Segunda Guerra Mundial

Enigma fue el secreto mejor guardado, no del Tercer Reich, sino precisamente de sus enemigos los británicos, ya que, gracias al espionaje polaco, Winston Churchill dispuso de una de las preciadas réplicas de la máquina desde los primeros compases de la guerra.

El mecanismo de cifra se había inventado en los años 20 basado en una serie de cilindros rotatorios que codificaban cada letra introducida en el teclado con un carácter distinto, por medio de unas lamparitas que mostraban la nueva letra asignada, pero su simple posesión no garantizaba el descifrado de los mensajes.

No en vano, Enigma no era más que el sistema para codificar y descodificar, que sólo hacía legible el mensaje si se conocían las claves empleadas previamente por el emisor, y que Berlín cambiaba hasta tres veces al día, aunque el grado de seguridad no fue el mismo en la Kriegsmarine, la Luftwaffe y la Wehrmacht, siendo más díficil de descifrar los dos primeros.

Sin embargo, al disponer de la réplica polaca, los británicos fueron capaces de estudiarla a fondo para desentrañar su funcionamiento y poder romper su cifrado a pesar de las mejoras que introdujeron los nazis en los años 40 -nuevas variables que aumentaban la permutación de cada elemento- destinadas a complicar el código de los años 20, como es el caso del modelo de 1944 que ofrecerá la casa de subastas Bonhams.

Para ello inventaron otro sistema, Ultra, una máquina que descodificaba a su vez la primera. El responsable de Ultra fue el científico Alan Turing, quién al mando de una división de la inteligencia británica, en la Escuela Gubernamental de Código y Cifra, en Bletchley Park, diseñó tanto los procesos, como la propia máquina , denominada “la bomba” por el ruido que generaba.

Ultra permitió, gracias a su capacidad de efectuar cálculos combinatorios mucho más rápido que cualquier ser humano, desencriptar rápidamente todos los mensajes de la Enigma alemana.

Precisamente ahora se ha anunciado en Inglaterra la producción de una película, The Imitation game, sobre el matemático y científico británico, considerado uno de los padres de la computación, y perseguido después de la guerra, en 1952, por una relación con otro hombre, que estaba castigado según el codigo penal británico de entonces.

Turing, que tuvo que acceder a un tratamiento hormonal destinado a reducir la líbido, para evitar la cárcel, acabaría suicidándose con cianuro dos años más tarde, una vez que la condena y sus consecuencias arruinaran su carrera.