No Lone Zone
Publicado: 29 06 2015 17:31
No Lone Zone
No Lone Zone

Uno de los avisos que aunque podía prever su función, me produjo un escalofrío al pensar en esos jóvenes que vivieron esa época en el lugar más seguro de la Tierra. Esperando el sonido del teléfono. Corriendo bajo una alarma de entrenamiento. Viendo pasar los segundos para que se convirtieran en minutos.
Titan II ICBM en exposición en el Titan Missile Museum
Para muchos de nosotros que vivimos en medio de la Guerra Fría, existe un recuerdo vago de lo que significaba hablar de los grandes complejos subterráneos, donde dormían los gigantes que traerían la ira del Sol a nuestras vidas y que cambiarían para siempre la faz de la Tierra y quizás el fin de la especie más peligrosa que ha existido sobre ella. Bajar por sus escaleras de hierro y acero en medio de una pared de hormigón reforzado de metros de espesor y sentir ese frío sepulcral es una experiencia que nunca pensé vivir. En su exterior nada hace pensar que ahí se encuentra encerrado bajo una puerta de cientos de toneladas, un misil Titan II, el símbolo del poderío de los Estados Unidos y el Ángel de la Muerte que según muchos, evitaba la aniquilación de la raza humana. El Complejo 571-1 se encuentra localizado en el 1580 W. Duval Mine Rd, Sahuarita, Arizona y si. Hoy en día, puedes llegar ahí usando tu GPS y visitarlo. A pocas millas se encuentra AMARG o mejor conocido como “Boneyard” donde se apilan en líneas interminables miles de aviones.


¿Qué podemos decir de las capacidades técnicas del Titan II? Era un ICBM de casi 32 metros de altura con un diámetro de 3.05m y un peso de 154.000 kg. Fue usado en la Carrera Espacial y en la Guerra Fría. Me gusta separar a la carrera espacial de la Guerra Fría y así pensar que no somos tan estúpidos. Podría llenar este articulo de cientos de datos técnicos (que la mayoría no entiendo) y decir por ejemplo que en su cabeza se encuentra un vehículo de reentrada con una carga nuclear W-53, me imagino que mataría a muchos rusos en un segundo. Pero lo que deseo es poder transmitirles el sentimiento de soledad, angustia y emoción que sentí al bajar poco a poco a este silo, hoy llamado The Titan II Missile Museum.

Lo primero es ver la inmensa soledad que rodea el complejo. Hoy en día existe un pequeño edificio, de una planta, donde se aloja el museo y su tienda de recuerdos, baños, y una sala donde te advierten que mientras camines hacia la entrada del complejo, mires a tu alrededor para evitar las serpientes de cascabel, escorpiones, arañas y cualquier otro bicho cargado de veneno. Igualmente te explican del uso obligatorio de un casco a todos aquellos que medimos más de 6 pies de altura (1.8 m). Qué casualidad, mi estatura exacta, que como buen hispano, negué para evitar el uso del casco sudado por cientos de visitantes.

Pero el casco tiene su razón. Dentro del Complejo solo existen barras, puntas, cables y todo aquello que te puede producir una “pequeña” fractura craneal.
Al terminar las explicaciones de rigor, sales hacia la entrada al complejo bajo un lindo sol que está tratando de calcinarte y una fresca brisa de 0.5 metro por día, a una agradable temperatura de 118º F (47º C). Luego se abre una pesada puerta de acero y dentro te advierten que mucho cuidado, algunas veces los animalitos que rodean el complejo logran entrar y recorren el subterráneo junto a uno.
Al entrar ves unas escaleras que de inmediato debes comenzar a bajar (mi corazón se aceleró de solo pensar que los tenía que volver a subir). A tu lado esta un pequeño elevador que hoy lo usan los mayores de edad o los que usan alguna ayuda para caminar. Ese pequeño elevador era usado para bajar algún equipo, provisiones, pero menos para el ingreso de la tripulación, que debían hacerlo usando las mismas escalas que hoy usan los visitantes.
Al llegar al “primer nivel” te encuentras con una pesada puerta de acero y hormigón que debía permanecer cerrada las 24 horas del día y la cual solo se abría en las ocasiones que la tripulación o los supervisores de la Fuerza Aérea venían de “visita”. Después de cruzar la entrada te encuentras con un largo pasillo de color verde claro, que va directo al LCC (Launch Control Center). Ahí te encuentras rodeado de varios equipos de “alta tecnología” de mediados de los 70s y principios de los 80s. Y de inmediato comencé a buscar por los emplazamientos para las dos famosas llaves que debían de coordinarse para lograr un lanzamiento positivo. La primera me fue fácil de encontrar, pero debí gastar unos buenos minutos en la búsqueda de la segunda que está a unos 3 metros en un contenedor electrónico independiente. De inmediato viene la explicación del guía de cómo se comportaban en este centro, funciones, “vida diaria” de estos jóvenes solteros y sin hijos. ¿Será que es más fácil “hundir” el botón si no tienes un hijo?
Al terminar las explicaciones de rigor, sales hacia la entrada al complejo bajo un lindo sol que está tratando de calcinarte y una fresca brisa de 0.5 metro por día, a una agradable temperatura de 118º F (47º C). Luego se abre una pesada puerta de acero y dentro te advierten que mucho cuidado, algunas veces los animalitos que rodean el complejo logran entrar y recorren el subterráneo junto a uno.
Al entrar ves unas escaleras que de inmediato debes comenzar a bajar (mi corazón se aceleró de solo pensar que los tenía que volver a subir). A tu lado esta un pequeño elevador que hoy lo usan los mayores de edad o los que usan alguna ayuda para caminar. Ese pequeño elevador era usado para bajar algún equipo, provisiones, pero menos para el ingreso de la tripulación, que debían hacerlo usando las mismas escalas que hoy usan los visitantes.
Al llegar al “primer nivel” te encuentras con una pesada puerta de acero y hormigón que debía permanecer cerrada las 24 horas del día y la cual solo se abría en las ocasiones que la tripulación o los supervisores de la Fuerza Aérea venían de “visita”. Después de cruzar la entrada te encuentras con un largo pasillo de color verde claro, que va directo al LCC (Launch Control Center). Ahí te encuentras rodeado de varios equipos de “alta tecnología” de mediados de los 70s y principios de los 80s. Y de inmediato comencé a buscar por los emplazamientos para las dos famosas llaves que debían de coordinarse para lograr un lanzamiento positivo. La primera me fue fácil de encontrar, pero debí gastar unos buenos minutos en la búsqueda de la segunda que está a unos 3 metros en un contenedor electrónico independiente. De inmediato viene la explicación del guía de cómo se comportaban en este centro, funciones, “vida diaria” de estos jóvenes solteros y sin hijos. ¿Será que es más fácil “hundir” el botón si no tienes un hijo?


Luego vienen más escaleras y un largo pasillo que te lleva directo al silo donde se encuentra el Misil Titan II, ahí te quedas con la boca abierta (al menos Yo) y vienen más explicaciones de las propiedades del cohete, su carga y muchos más datos técnicos.
Pero en mi mente solo daba vueltas un aviso que decía “No Lone Zone”. Así que me tocó lanzarle la pregunta al guía (un mayor adulto que uso el elevador). Y comenzó su explicación diciendo que en casi todos los grupos de visitante siempre había un sujeto que preguntaba sobre ese aviso. La verdad me sentí como un bicho raro, pero luego de oír la explicación me sentí mucho más cómodo. Por fin el guía habló de los seres humanos que se encontraban enterrados en vida con su Faraón. Jóvenes sin compromiso, de diferentes estados y que no se hubiesen conocido antes. Solo aquellos que demostraran ser lo suficientemente cuerdos y lo suficientemente locos eran los seleccionados. Pero nunca y bajo ninguna circunstancia podían permanecer solos en la sala de control, en el silo y en ninguno de sus pasillos y otras aéreas llamadas “No Lone Zone”. ¿Para evitar un lanzamiento no deseado? No! La única razón era evitar daños al equipo en un ataque de locura, espionaje (toma de fotos no autorizadas) o suicidio.
Y en este momento es cuando vino mi desilusión. El guía nos avisó que por motivos de su salud ya no podía enseñarnos el resto del complejo (Dormitorios, baños y comedor) ya que estos se encontraban en un sitio que debido a reparaciones del elevador se encontraba fuera de su alcance. Bueno, la verdad en esos momentos ya habíamos visto suficiente.
Pero en mi mente solo daba vueltas un aviso que decía “No Lone Zone”. Así que me tocó lanzarle la pregunta al guía (un mayor adulto que uso el elevador). Y comenzó su explicación diciendo que en casi todos los grupos de visitante siempre había un sujeto que preguntaba sobre ese aviso. La verdad me sentí como un bicho raro, pero luego de oír la explicación me sentí mucho más cómodo. Por fin el guía habló de los seres humanos que se encontraban enterrados en vida con su Faraón. Jóvenes sin compromiso, de diferentes estados y que no se hubiesen conocido antes. Solo aquellos que demostraran ser lo suficientemente cuerdos y lo suficientemente locos eran los seleccionados. Pero nunca y bajo ninguna circunstancia podían permanecer solos en la sala de control, en el silo y en ninguno de sus pasillos y otras aéreas llamadas “No Lone Zone”. ¿Para evitar un lanzamiento no deseado? No! La única razón era evitar daños al equipo en un ataque de locura, espionaje (toma de fotos no autorizadas) o suicidio.
Y en este momento es cuando vino mi desilusión. El guía nos avisó que por motivos de su salud ya no podía enseñarnos el resto del complejo (Dormitorios, baños y comedor) ya que estos se encontraban en un sitio que debido a reparaciones del elevador se encontraba fuera de su alcance. Bueno, la verdad en esos momentos ya habíamos visto suficiente.

Luego durante mi viaje hacia el “AMARG” mire a mi alrededor y al ver esa soledad e imaginarme la soledad en los años 70 me di cuenta que este sitio nunca sería atacado por un misil soviético. No valía la pena, salvo que el desarticular una respuesta americana. Pero el viaje dura 30 minutos. ¿Para detonar una carga en un desierto? ¿Gastar una oportunidad en un desierto? ¡No! La verdad creo que los Soviéticos pensaban así. Igual que los Americanos, golpeemos sus centros urbanos, industriales y logísticos. Destruyamos al enemigo, mientras ellos hacen lo mismo con nosotros. Y al día siguiente los muchachos podrían salir de sus entierros y ver el nuevo mundo que habían ayudado a construir.
La Guerra Fría nos dejó muchas enseñanzas, algunas de ellas no aprendidas todavía, pero visitar un Silo de estos es una experiencia de otro mundo.
La Guerra Fría nos dejó muchas enseñanzas, algunas de ellas no aprendidas todavía, pero visitar un Silo de estos es una experiencia de otro mundo.

Está localizado cerca de Tucson, Arizona. Este complejo era parte de los 54 sitios estratégicos en donde se operaban los Titan II desde 1963 hasta 1987. Este misil podía ser lanzado en 58 segundos y dirigir su cabeza nuclear de 9 megatones a un blanco que se encontrara hasta 10.000 km de distancia en un tiempo cercano a los 30 minutos. Este sitio se conserva en las mismas condiciones que mantuvo durante la Guerra Fría. Es extraño caminar por un sitio que en su momento era de máxima seguridad y un secreto nacional.





Espero haber podido transmitir la emoción de mi visita a una de las consecuencias de la WWII. ¡La Guerra Fría!
Toda la información fue obtenida durante mi visita al museo y de pequeñas anotaciones de los comentarios del guía y fotos que tomé durante mi visita.