
En 1910 fue elegido por el distrito de Hyde Park para el senado de Nueva York, y cuando Wilson fue elegido presidente en 1912, Roosevelt asumió el cargo de Secretario Asistente de la Armada.
En 1914 se presentó a las primarias para el Senado de Estados Unidos, pero perdió en las primarias. Entre 1913-17, ante la oposición de los pacifistas, se dedicó a expandir la armada, fundando la United States Navy Reserve para tener una fuente de hombres entrenados que pudieran ser movilizados en caso de guerra. En este período, la Armada y los Marines fueron enviados por Wilson a intervenir en países de Centroamérica y del Caribe, redactando el propio Roosevelt la constitución que los Estados Unidos impusieron en Haití en 1915.
Cuando en 1917 los Estados Unidos entraron en la I Guerra Mundial, Roosevelt fue el jefe efectivo de la marina, debido a que el Secretario de la Marina, Josephus Daniels, había sido nombrado por motivos políticos, siendo una figura puramente simbólica. A partir de ese momento desarrolló un afecto especial hacia la Navy, mostrando un gran talento administrativo y aprendiendo rápido a negociar con los líderes del congreso para que le aprobaran los presupuestos y conseguir una rápida expansión de la Navy.
En 1918, en el transcurso de una visita a Gran Bretaña y Francia para inspeccionar las instalaciones navales americanas, conoció a Winston Churchill, a la sazón ex Primer Lord del Almirantazgo. Tras la des-movilización que siguió a la Primera Guerra Mundial, se negó a desmantelar totalmente a la Navy.

En 1918, su esposa descubrió que había tenido una aventura extra-marital, por lo que quiso divorciarse. La madre de Roosevelt entró en acción, puesto que un divorcio le arruinaría la carrera política; y finalmente se consiguió una solución de compromiso, según la cual el matrimonio seguiría de puertas a fuera, pero en realidad cada uno viviría su vida.
Franklin tendría diversas relaciones más, entre ellas con su secretaria Missy LeHand. En agosto de 1921 se produce un hecho capital en la vida de FDR: enferma de poliomielitis (probablemente contraída mientras nadaba en las frías aguas de un lago). A raíz de ello, queda paralizado de cintura hacia abajo. Si bien se recupera, a partir de ese momento ya nunca podrá volver a andar, quedando recluido a una silla de ruedas (que se convertirá en uno de sus iconos), pese a que nunca pudo aceptar ese hecho y probó con muchas terapias.
En público andaba con las piernas en una estructura metálica y apoyándose en un bastón, siendo sostenido por alguien. En privado iba con la silla de ruedas (y pese a ello, esta sentado en la silla de ruedas en su estatua en el Franklin Delano Roosevelt Memorial de Washington, D.C.).

Siguiendo el consejo del Presidente Hoover pidió al estado 20 millones en fondos para ayudas, usados principalmente en trabajo público en la esperanza de estimular la demanda y crear empleo. Según él, la ayuda a los desempleados “debía ser realizada por el Gobierno, no como una cuestión de caridad, sino como una cuestión de deber social”. Si bien no sabía gran cosa sobre economía, siguió el consejo de catedráticos y trabajadores sociales, así como de su propia esposa.
Estableció la primera agencia estatal de ayuda, e instó la legislatura para pasar una pensión de jubilación y una de seguro de desempleo. El talón de Aquiles de la administración de Roosevelt era la evidente corrupción de la oficina electoral del Partido Demócrata en la ciudad de Nueva Cork, donde el alcalde, Jimmy Walter, era la marioneta del presidente demócrata, John F. Curry.
Roosevelt se había erigido como opositor, pero necesitaba la voluntad de la máquina electoral para ser elegido en 1930 y para una posible candidatura presidencial. En un principio, prefirió que el Gobernador del Estado no interfiriera en el gobierno de la ciudad; pero a medida en que las elecciones se acercaban, Roosevelt lanzó una investigación judicial. Esto resultó en la dimisión de Walker y en su huida a Europa para evitar ser procesado. Pero el poder de la oficina demócrata no quedó demasiado afectado: en 1930 Roosevelt fue elegido para un segundo mandato con un margen de más de 700.000 votos.

Al Smith, ex-jefe de Roosevelt, también quería la candidatura, por lo que Roosevelt construyó una coalición anti-Smith, aliándose con el magnate de la prensa William Randolph Hearst, el líder irlandés Joseph P. Kennedy y el líder tejano John Nance Garner, que fue nominado como vicepresidente.
La campaña electoral se realizó bajo la sombra de la Gran Depresión. El asunto de la prohibición se solidificó el voto mojado para Roosevelt, que notó que esa revocación introduciría rentas nuevas de impuesto.
Durante la campaña Roosevelt dijo: "Yo le prometo, yo me prometo, a un Nuevo Pacto (New Deal) para los Americanos", acuñando un lema que se adoptó luego para su programa legislativo. Roosevelt no fue una alternativa clara a la política de la Administración de Hoover, pero no obstante ganó el 57 por ciento de los voto y ganó en todos los estados salvo 6.
Durante el interregno largo, Roosevelt se negó a las demandas de Hoover para una reunión a proponer un programa conjunto a parar la espiral descendiente.
En febrero de 1933, un mecánico en paro llamado Giuseppe Zangara le disparó 5 veces durante un meeting en Miami, asesinado al alcalde de Chicago, Antón Cermak y sin acertar en ningún disparo a Roosevelt. Zangara, que fue ejecutado posteriormente, manifestó haber disparado a Roosevelt porqué “los capitalistas han matado mi vida”.

La producción industrial había caído a la mitad del nivel de 1929. En un país con muy pocos servicios sociales del gobierno, millones vivían al límite del hambre, y 2 millones estaban sin hogar. El sistema bancario parecía estar al límite del colapso.
Habían episodios ocasionales de violencia (la mayoría de observadores consideran remarcable que en una situación de colapso extremo del sistema capitalista, no hubiera un crecimiento de otros sistemas, tales como el socialismo, el comunismo o el fascismo, como sucedió en Europa).
En lugar de adoptar soluciones revolucionarias, los americanos se inclinaron hacia los Demócratas y hacia un líder que había crecido en medio de la clase privilegiada. Roosevelt mismo tenía muy pocas creencias económicas sistemáticas. Él veía la Depresión como una cuestión de confianza: la gente ha dejado de gastar, invertir y contratar trabajadores porqué tiene miedo. No obstante, tuvo que restaurar la confianza a través de gestos dramáticos.
Se creó el Corporación Federal del Depósito de Seguros (Federal Deposit Insurance Corporation) para garantizar los fondos depositados por todos los bancos en la Reserva Federal, así como para prevenir fugas y quiebras bancarias. La serie de discursos transmitidos por la radio, conocidos como los “Discursos al lado de la Chimenea” le sirvieron para presentar sus propuestas al público americano.

Entre ellas estaba la Administración de Alivio de Emergencias, que garantizaba fondos a los estados para subsidios de desempleo, la Administración para el Progreso del Trabajo y el Cuerpo de Conservación Civil, para hacer que millones de desempleados trabajasen en proyectos locales; y la Administración de Ajuste Agrícola, con poderos para incrementar el precio de las granjas y ayudar a los granjeros.
Siguiendo a estas medidas de emergencia vino la Acta de Recuperación Industrial Nacional, que imponía una regulación de la industria sin precedentes, incluyendo códigos de prácticas justas y un papel garantizado para los sindicatos, a cambio de repeler las leyes anti-créditos y cantidades enormes de ayuda financiera como estímulos a la economía.
Después vendría una de las mayores piezas de empresa industrial estatal de la historia americana, la Tennessee Valley Authority, que construyó presas y centrales eléctricas, inundaciones controladas y agricultura controlada en algunas de las partes más pobres del país.
La derogación de la prohibición también estimuló la economía, debido a que eliminó una de las mayores fuentes de corrupción. En 1934, el General retirado de los Marines Smedley Butler, que durante algún tiempo fue un prominente orador izquierdista, informó que había sido invitado por dirigentes capitalistas a dirigir una marcha en Washington, tomar el gobierno y ser el dictador. Esta tentativa pasó a ser conocida como “el complot de los empresarios”

Después de las elecciones al Congreso de 1934, que otorgó a los Demócratas una amplia mayoría en las 2 casas, apareció mucha legislación referente al New Deal, dirigida por las “tormentas de cerebros” de jóvenes economistas y planificadotes sociales de la Casa Blanca, entre ellos Raymond Moley, Rexford Tugwell y Adolf Berle de la Universidad de Columbia, el fiscal Basil O'Connor y los economistas Bernard Baruch y Felix Frankfurter de Harvard. Estas medidas incluían leyes para regular el mercado bursátil y prevenir las prácticas corruptas que habían llevado al Crash de 1929; el Acta de la Seguridad Social, que establecía una seguridad social y prometía seguridad económica para los débiles, los pobres y los enfermos; y el Acta de Relaciones Laborales Nacional, que establecía los derechos de los trabajadores a organizar sindicatos para entrar en la negociación colectiva y a tomar parte en huelgas en apoyo de sus demandas.
La extensión según la cual las grandes apropiaciones que Roosevelt extrajo del congreso e invirtió en la industria proveyéndola de un estímulo fiscal suficiente para revivir la economía americana es también un motivo de discusión.
La economía se recobraba significativamente durante el primer mandato, pero cayó en recesión en 1937 y 1938 antes de volver a recuperarse en 1939. mientras que el Producto Nacional Bruto de 1940 superó el pico de 1929, el índice de desempleo se mantenía sobre un 15%.
Algunos economistas dijeron que era una tasa de desempleo estructural permanente. Otros se lamentaban sobre los altos aranceles que algunos países habían impuesto como respuesta a la Depresión, si bien el comercio exterior entonces no era tan importante para la economía americana como hoy.
La economía empezó a crecer después de 1940 ó 1941, pero habían muchos programas simultáneamente en marcha, tales como un gasto masivo, un control de precios, campañas de bonos de guerra, controles sobre materiales raros, prohibiciones sobre casas o coches nuevo, racionamiento... y el alistamiento de 12 millones de soldados.
En las elecciones presidenciales de 1936, Roosevel basó la campaña en sus programas del New Deal contra el gobernador de Kansas Alfred Landon, el cual aceptaba gran parte del New Deal pero objetaba que era hostil a los negocios e involucraba demasiado despilfarro.
Roosevelt y Garner ganaron el 61% del electorado y ganaron en todos los estados excepto en Maine y Vermont. Los Demócratas del New Deal ganaron incluso escaños en el Congreso para vencer en las elecciones tanto a los Republicanos y los conservadores Demócratas Sudistas (que apoyaban los programas que beneficiaban a sus estados, pero se oponían a aquellos que daban fuerza a los sindicatos.
Roosevelt estaba apoyado en una coalición de votantes que incluía a los demócratas tradicionales de todo el país, pequeños granjeros, el “Sólido Sur”, católicos, la maquinaria de la gran ciudad, los sindicatos, los negros del norte, los judíos, los intelectuales y los políticos liberales. Esta coalición, a menudo referida como la “New Deal Coalition”, restó intacta para el Partido Demócrata hasta los años 60. La ascendencia de Roosevelt también previó el ascenso del comunismo y del fascismo.
La agenda del segundo mandato incluía un acta creando la Autoridad del Habitaje de los Estados Unidos (1937), una segunda Acta de Ajuste Agrícola y el Acta de los Estándares de Buen Trabajo (1938), con la que creó el salario mínimo. Cuando la economía empezó a deteriorarse de nuevo a finales de 1937, Roosevelt respondió con un agresivo programa de estimulación, pidiendo al Congreso 5.000 millones de dólares para beneficencia y para programas de trabajo público.

Durante 1935 el Tribunal sentenció que la National Recovery Act y que algunas partes de la legislación del New Deal eran inconstitucionales. La respuesta de Roosevelt fue proponer ampliar el Tribunal, para el que podría nombrar jueces más simpáticos a su plan. Este plan era el primer esquema de Roosevelt para chocar con una oposición política seria, dado que parecía que iba a transtornar la separación de poderes (uno de los pilares de la estructura constitucional americana).
Finalmente Roosevelt tuvo que abandonar el plan, pero tambien el Tribunal Supremo se retiró de la confrontación con la Administración al aprobar como constitucionales el Acta de Relaciones Laborales y el Acta de la Seguridad Social. Además, los retiros y defunciones del Tribunal Supremo permitieron a Roosevelt nombrar a sus preferidos para el cargo.
Entre 1937 y 1941 nombró a 8 jueces para el tribunal, incluyendo a liberales como Felix Frankfurter, Hugo Black y William O. Douglas.

La principal iniciativa en política exterior en primer término fue la Política de Buen Vecindario, una reevaluación de la política americana hacia Latinoamérica, que nunca había sido vista como la esfera de influencia estadounidense desde la Doctrina Monroe de 1823.
Las fuerzas americanas se retiraron de Haití, y se firmaron tratados nuevos con Cuba y Panamá, por lo que acababan su estatus como protectorados americanos. Tras la 7ª Conferencia Internacional de Estados Americanos de Montevideo en Diciembre de 1933, Roosevelt y Hull firmaron la Convención de Montevideo de Derechos y Deberes de los Estados, renunciando al derecho asumido de los Estados Unidos a intervenir unilateralmente en los asuntos de los países latinoamericanos (aunque la realidad fuera que la política de apoyo a los diversos dictadores latinoamericanos, a menudo para servir los intereses empresariales norteamericanos, no sufriera cambios.
Fue Roosevelt quien, sobre el dictador de Nicaragua, Anastasio Somoza, declaró: “Somoza puede ser un hijo de ****, pero es nuestro hijo de ****”). Mientras tanto, la subida al poder de Adolf Hitler en Alemania revivió los temores a una nueva guerra mundial.
En 1935, cuando la Invasión de Abisinia por parte de Italia, el Congreso aprobó el Acta de Neutralidad, prohibiendo el embarco de armamento desde los Estados Unidos a cualquier nación combatiente. Roosevelt se opuso al acta que penalizaba a las victimas de la agresión como Abisinia, y que restringía su derecho como Presidente a ayudar países amigos, pero la firmó.
En 1937 el Congreso aprobó una nueva acta aún más restrictiva, pero cuando empezó la Guerra Sino-Japonesa en 1937, Roosevelt encontró diversos métodos para ayudar China, y avisó a Italia, a la Alemania Nazi y al Japón Imperial que estaban amenazando la paz mundial y a los Estados Unidos.
Cuando estalló la II Guerra Mundial en Europa en 1939, Roosevelt intentó cada vez más ayudar a la Gran Bretaña y a Francia, y empezó a mantener una correspondencia regular y secreta con Winston Churchill, en la que los dos comentaban como rodear las Actas de Neutralidad.

Roosevelt estaba decidido a prevenir ello y empezó a conseguir girar la opinión pública a favor de ayudar a la Gran Bretaña.
Secretamente ayudó a un cuerpo privado, el Comité de Defensa de América mediante la Ayuda a los Aliados, para el que nombró a 2 Republicanos anti-aislacionismo, Henry L. Stimson como Secretario de Guerra y a Frank Knox como Secretario de la Marina.
La caída de París sorprendió a la opinión pública americana, y el sentimiento aislacionista decayó.
En agosto, Roosevelt desafió abiertamente las Actas de Neutralidad con el Acuerdo para las Bases de Destructores, que dio 50 destructores americanos a Gran Bretaña y a Canadá a cambio de los derechos de las bases británicas en las islas del Caribe. Esto fue un precursor del Acuerdo de “Préstamo-Arriendo” de marzo de 1941, con la que empezó la ayuda militar y económica directa a Gran Bretaña.
En las elecciones al Congreso de 1938, los Republicanos recuperaron algo de terreno en ambas cámaras. La Campaña de Roosevelt para reemplazar senadores demócratas conservadores por otros más acorde con la administración fue derrotada. Esto aumentó las especulaciones de que Roosevelt se retiraría en 1940.
Ningún presidente americano lo había sido por 3 mandatos, siguiendo un precedente sentado por George Washington. En 1940, no obstante, con una situación internacional cada vez más amenazadora, Roosevelt decidió que solo él podría liderar al país durante la crisis.
Los Republicanos afirmaron que esto era una prueba de su cada vez mayor arrogancia. No obstante, su popularidad personal le permitió ganar en 1940 con un 55% de los votos y con 38 de los 48 estados, derrotando al abogado de Indiana Wendell Willkie. Un paso de la progresiva izquierdización gubernamental fue nombrar como vice-presidente a Henry A. Wallace.

En 1940 ya podía reequipar a todo el Ejército y Marina de los Estados Unidos y, parcialmente, podía ser el “arsenal de la democracia” apoyando a Gran Bretaña, Francia, China y (después de junio de 1941) a la Unión Soviética.
Desde 1939, el desempleo cayó rápidamente, a medida de que los desempleados se alistaban en las Fuerzas Armadas o encontraban trabajo en las fábricas de armamento.
En 1941 hubo un crecimiento de las grandes manufacturas del país, acelerando la gran migración de los trabajadores negros de los estados del sur. Roosevelt siguió en asuntos exteriores los consejos de Harry Hopkins.
Buscó nuevas maneras para ayudar a la Gran Bretaña, cuyos recursos financieros estaban exhaustos a finales de 1940. El Congreso, cuyo aislacionismo se evadía, aprobó el Acta de “Préstamo-Arriendo” en marzo de 1941, permitiendo a los Estados Unidos a “prestar” grandes cantidades de material bélico a cambio del “arriendo”de bases navales británicas en el hemisferio occidental.
En contraste de la I Guerra Mundial, no habría repago tras la guerra. Gran Bretaña accedió a desmantelar el trato preferencial que mantenía a las exportaciones americanas fuera del Imperio Británico. Roosevelt fue durante toda su vida un defensor del libre comercio y un anti-imperialismo, y acabar el colonialismo europeo fue uno de sus objetivos.
Roosevelt fraguó una próxima relación personal con Churchill, el Primer Ministro Británico desde mayo de 1940.

En 1941 Roosevelt también acordó que la US Navy escoltaría los convoyes aliados hasta Islandia y que dispararían a las naves alemanas que les atacasen en la zona americana. Roosevelt se reunió con Churchill el 14 de agosto de 1941 para desarrollar el Capítulo del Atlántico, en la que sería la primera de diversas conferencias durante la guerra. Roosevelt estaba menos dispuesto a involucrar a los Estados Unidos en la guerra que se desarrollaba en el Extremo Oriente, donde Japón había ocupado la Indochina francesa a finales de 1940.
Autorizó a incrementar la ayuda a China y, en julio de 1941, restringió las ventas de petróleo y de otros materiales estratégicos al Japón, al tiempo que continuaba con las negociaciones con el gobierno japonés con la esperanza de evitar la guerra. Durante 1941 los japoneses planeaban su ataque a las potencias occidentales, incluidos los Estados Unidos, mientras seguían con las negociaciones en Washington.
Los “tiburones” de la administración, dirigidos por Stimson y por el Secretario del Tesoro Henry Morgenthau, eran favorables a una política de resistencia hacia Japón, pero Roosevelt, emocionalmente involucrado con la guerra europea, rehusaba creer que Japón podría atacar a los Estados Unidos y era favorable a que las negociaciones prosiguieran.
El embajador americano en Tokio, Joseph C. Grew, advirtió sobre los planes de atacar la base de la flota del Pacífico en Pearl Harbor, advertencias que fueron ignoradas por el Departamento de Estado.

Los comandantes de la base, Admiral Husband E. Kimmel y General Walter Short, fueron tomados totalmente por sorpresa, y se convirtieron en las cabezas de turco del desastre, si bien el error era del Departamento de Guerra de Washington, que desde agosto de 1940 era capaz de descifrar el código diplomático, hecho que les había dado un gran aviso de la inminencia del ataque (si bien no su fecha exacta).
En investigaciones posteriores, el Departamento de Guerra se defendió afirmando que si no había alertado a los comandantes en Hawai era porqué los analistas no creían que los japoneses pudieran tener la osadía de atacar a los Estados Unidos.
Entre los revisionistas de posguerra es una tesis común que Roosevelt era consciente de los planes japoneses, pero no hizo nada para prevenirlo para que así los Estados Unidos se lanzaran a la guerra como respuesta a la agresión.
No hay pruebas concretas que soporten esta teoría. Los teóricos de la conspiración citan un documento conocido como el “Memorando McCollum”, escrito por un oficial de Inteligencia Naval en 1940 y desclasificado en 1994, como prueba de que la administración Roosevelt buscara activamente entrar en guerra contra el Japón.
No se ha probado, no obstante, que Roosevelt o su gabinete conocieran este documento o que estuvieran al tanto de los argumentos que contenía. Ningún historiador reputado acepta esta teoría, si bien ha sido repetidamente promovida en los medios.

El Secretario de la Marina Knox dijo que los mensajes descodificados mostraban que la flota japonesa se encontraba en el mar, pero que era de la opinión de que navegaba hacia el sur para atacar la flota británica en Malasia y Singapur, as como para atacar los pozos petrolíferos de las Indias Orientales holandesas.
Roosevelt y el resto del gabinete aceptaron esta opinión. Habían interceptado mensajes japoneses sugiriendo un ataque sobre Pearl Harbor, pero retrasos en la traducción y en la transmisión a través de la ineficaz burocracia del Departamento de Defensa hicieron que el gabinete no estuviera al tanto de la posibilidad del ataque.
Todos los contemporáneos describen que Roosevelt, Hull y Stimson quedaron muy sorprendidos y ultrajados cuando les llegaron las noticias del ataque. Los japoneses tomaron ventaja de la destrucción preventiva de la mayor parte de la Flota del Pacífico para ocupar rápidamente las Filipinas y todas las colonias británicas y holandesas en el sudeste asiático, conquistando Singapur en febrero de 1942 e introduciéndose por Birmania hasta las fronteras de la India británica en mayo, cortando la línea de suministros hacia China.
El aislacionismo se evaporó de repente y el país se unió tras Roosevelt como líder en tiempo de guerra. Pese a la ira que atravesó los Estados Unidos tras Pearl Harbor, Roosevelt decidió desde el principio que la prioridad debía ser derrotar la Alemania nazi. Alemania siguió el juego de Roosevelt al declarar la guerra a los Estados Unidos el 11 de diciembre, lo cual eliminó cualquier oposición hacia la idea de “golpear primero a Hitler”.
Roosevelt se reunió con Churchill a finales de diciembre y planificaron una alianza entre los Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética, cuyos objetivos serían, primero, frenar el avance alemán en la Unión Soviética y en el norte de África; segundo, lanzar una invasión en la Europa occidental con tal de aplastar la Alemania nazi en dos frentes; y, en tercer lugar, derrotar al Japón.

Confió mucho menos en su Comandante del Pacífico, General Douglas MacArthur, que sospechaba que planeaba presentarse como candidato a la Presidencia contra él. Pero debido a que la guerra en el Pacífico se convirtió básicamente en una guerra naval, este hecho no fue demasiado importante. Dado su interés personal en la Navy, Roosevelt tendía a intervenir más en asuntos navales, pero los comandantes supremos, como los Almirantes Ernest King en el teatro del Atlántico y en el Pacífico gozaron de su completa confianza.
Tras el inicio de las hostilidades en el Pacífico, Roosevelt se vio obligado a internar a unas 120.000 personas de origen japonés (o descendiente de japoneses) habitantes de California, dos tercios de las cuales eran nacidos en los Estados Unidos, debido a problemas de seguridad.
La presión vino del Gobernador de California Culbert Olson, de los diarios de Hearst y del General John L. DeWitt, Comandante de California, cuya actitud se resumía en la máxima “un japo es un japo”. Entre los que se oponían a dicha resolución estaban el Secretario de Interior Harold L. Ickes, el Fiscal General Francis Biddle y el Director del FBI J. Edgar Hoover, que afirmaban que no habían pruebas de que los japo-americanos estuviesen involucrados en casos de espionaje o sabotaje.

Pero el 11 de febrero, se reunió con el Secretario de Guerra Stimson, quien le persuadió que aprobar una evacuación inmediata. Habían pruebas de espionaje previos al ataque a Pearl Harbor, así como códigos descifrados de mensajes enviados a Japón desde agentes en Norte-América y en Hawai. Estos cables MAGIC fueron mantenidos en secreto, no fuera que los japoneses lo descubrieran y cambiaran el código. Asimismo, Roosevelt quería que 140.000 japo-americanos de Hawai fuesen deportados al continente, pero las autoridades locales, incluyendo el Ejército, objetaron que eran indispensables para la economía del archipiélago, por lo que, finalmente, se abandonó el plan.
Los japo-americanos continuaron sirviendo en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, pero no fueron enviados al teatro del Pacífico (el 442º Regimiento fue compuesto prácticamente por internos japo-americanos y es una de las unidades más condecoradas de la historia militar de los Estados Unidos).
Las condiciones en los campos (en Idazo, Wyomin, Utah y Colorado) eran tolerables en su mayor parte, pero el resentimiento natural por el hecho de haber sido detenido hizo que hubiesen disturbios, por lo que unas 15.000 personas fueron internadas en el centro de alta seguridad creado junto al Lago Tule, en California. En 1944 la Corte Suprema legalizó la orden ejecutiva, que permaneció en vigencia hasta diciembre del mismo año.

El Secretario de Interior Icles intentó influir sobre Roosevelt hacia 1944 para liberar a los internos japo-americanos, pero Roosevelt no hizo nada hasta que pasaron las elecciones presidenciales de noviembre: una campaña a favor de los derechos civiles de los japo-americanos hubiese significado una confrontación con demócratas influyentes, con el ejército y con el grupo de prensa Hearst, poniendo en peligro las oportunidades de ganar en California en 1944.
Sus críticos le acusan de que estaba motivado por el racismo: en 1925 había escrito sobre la inmigración japonesa “los californianos se han quejado de que los inmigrantes japoneses no son capaces de asimilarse entre la población americana... quien haya viajado por el este asiático sabe que la mezcla de la sangre asiática con la europea o la americana produce, en 9 casos de cada 10, resultados desafortunados”. Pero cuando activó la 442º RCT el 1 de febrero de 1943 dijo que “a ningún ciudadano leal de los Estados Unidos debería serle negado su derecho democrático a ejercer su responsabilidad acerca de su ciudadanía, a pesar de sus orígenes.
El principio según el que este país fue fundado y por el cual siempre ha sido gobernado es que el americanismo es una cuestión de la mente y del corazón; el americanismo no es, ni nunca fue, una cuestión de raza o ancestros”.

El Partido Demócrata en aquellos momentos estaba dominado por sureños que se oponían a cualquier concesión a las demandas de equidad racial. Durante los años del New Deal, hubieron conflictos sobre cuantos negros eran eligibles para las diversos programas de beneficencia gubernamentales.
Normalmente, los jóvenes idealistas que dirigían estos programas intentaban que los beneficios llegase a todos. Los gobernadores o congresistas sureños querían complacer a Roosevelt, pero también querían mantener la segregación.
La Administración de Progreso del Trabajo y el Cuerpo de Conservación Civil, por ejemplo, segregaban a sus trabajadores por raza, después de que gobernadores del sur se quejaron de que desempleados blancos estaban siendo reclamados para trabajar al lado de negros.
La actitud racial de Roosevelt era convencional, para su clase y momento. No era un racista visceral, pero aceptaba el estereotipo común hacia los negros (con los cuales tenia poco contacto). Hizo poco para avanzar los derechos civiles, pese a las insistencias de su esposa Eleanor y de miembros liberales de su gabinete, como Frances Perkins.
Roosevelt explicó su rechazo a apoyar la legislación anti-linchamiento en una charla con Walter White en el NAACP: “Yo no elijo las herramientas con las que debo trabajar. Cuando he podido escoger he seleccionado algunas de diversa índole. Pero he tenido que conseguir que la Legislación fuese aprobada por el Congreso para salvar América. Los sureños, por motivos de antigüedad en el Congreso son Presidentes o ocupan lugares estratégicos tanto en el Senado como en los Comités. Si ahora viniese con la ley antilinchamiento, bloquearían todo cuanto presentase al Congreso para salvar a América del colapso. Por ello no puedo tomar ese riesgo”.
La guerra trajo la cuestión racial al frente. El Ejército y la Marina habían sido segregacionistas hasta la Guerra Civil. Los negros del Ejército solo servían en roles de servicio o de retaguardia, mientras que la Navy y los Marines eran prácticamente blancas en su totalidad.
Pese a que ni el Secretario de la Guerra, Henry Stimson, ni el Secretario de la Marina, Frank Knox, eran sudistas (incluso Stimson provenía de una familia abolicionista de Nueva York) sabían que el cuerpo de oficiales de ambas armas incluían muchos hombres del sur, y temían disturbios o incluso motines si se imponía la integración en las Fuerzas Armadas. “Las tropas de color lo hacen muy bien bajo oficiales blancos”, dijo Stimson, “pero cada vez que intentamos levantarnos un poco más allá de donde pueden ir, proviene el desastre y la confusión”. Knox fue más contundente: “En nuestra historia no hemos cogido a negros en un barco”.

En junio de 1941, tras la petición de Philip Randolph, el principal líder sindical negro, Roosevelt firmó una orden ejecutiva estableciendo la Comisión de la Buena Práctica de Empleo y prohibiendo la discriminación en cualquier agencia gubernamental, incluidas las Fuerzas Armadas.
En la practica todos los servicios, particularmente la Armada y los Marines, encontraron modos pare eludir la orden (el Cuerpo de Marines siguió siendo totalmente blanco hasta 1943).
En septiembre de 1942, tras instigación de Eleanor, Roosevelt se reunió con una delegación de líderes negros, que solicitaban una integración plena en las fuerzas armadas, incluyendo el derecho a servir en puestos de combate y en la Armada, en el Cuerpo de Marines y en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
Roosevelt, con su habitual deseo de complacer a todo el mundo, accedió, pero luego no hizo nada para cumplir su promesa. De ello se tuvo que encargar su sucesor, Harry S. Truman, quien eliminó la segregación racial totalmente en las Fuerzas Armadas.

Paradójicamente, algunos de sus asociados políticos más cercanos, como Felix Frankfurter, Bernard Baruch y Samuel I. Rosenman, eran judíos, y promovieron el voto judío en la ciudad de Nueva York. Nombro a Henry Morgenthau, Jr como el primer Secretario del Tesoro judío y nombro a Felix Frankfurter para el Tribunal Supremo. Durante su primer mandato, Roosevelt condenó la persecución hitleriana de los judíos alemanes, pero también afirmo que no era “un asunto gubernamental” y rechazó hacer ningún comentario en público.
Mientras que el éxodo judío desde Alemania se incrementaba a partir de 1937, las organizaciones y los congresistas judíos pidieron a Roosevelt que permitiera a estos refugiados establecerse en los Estados Unidos.
En un inicio sugirió que los refugiados judíos deberían ser “reasentados” en cualquier otro sitio y sugirió Venezuela, Etiopía o el África Occidental... cualquier lugar excepto los Estados Unidos. Morgenthau, Ickes y Eleanor le presionaron para que adoptase una política más generosa, pero él temía provocar a los aislacionistas (como el aviador Charles Lindbergh, que había explotado el anti-semitismo como modo de atacar las políticas de Roosevelt).
En la práctica muy pocos refugiados judíos fueron hacia los Estados Unidos (sólo 22.000 refugiados alemanes fueron admitidos en 1940, ninguno de los cuales era judío). El oficial del Departamento de Estado a cargo de los refugiados, Breckinridge Long, era un anti-semita visceral que hizo cuanto pudo para obstruir la inmigración judía. Roosevelt acabó destituyéndole.

En enero de 1933, no obstante, Morgenthau tuvo éxito al persuadirle para permitir la creación de una Agencia de Refugiados de Guerra en el Departamento del Tesoro. Esto permitió que se incrementase el número de judíos inmigrantes en Estados Unidos en 1944 y 1945. En ese momento, no obstante, las comunidades judías de Europa ya habían sido destruidas mayormente en el Holocausto.
En cualquier caso tras 1943 el foco de las aspiraciones judías cambió de inmigrar a los Estados Unidos a asentarse en Palestina, donde el movimiento sionista anhelaba crear un estado judío. Roosevelt se oponía a esta idea.
Cuando se reunió con el rey Ibn Saud de Arabia Saudita en febrero de 1945, le aseguró que no apoyaría un estado judío en Palestina. Sugirió que desde que los nazis habían matado 3 millones de judíos polacos, ahora habría mucho espacio libre en Polonia para reasentar a los refugiados políticos.
Las actitudes de Roosevelt hacia los japo-americanos, negros y judíos está en claro contraste con la generosidad de espíritu que mostró y con el social-liberalismo que practicó en otros ámbitos. Como acertadamente dijo Churchill, la entrada de los Estados Unidos en la guerra significaba que la victoria final de las Potencias Aliadas estaba asegurada. Incluso cuando la Gran Bretaña esta exhausta a finales de 1942, la alianza entre la mano de obra de la Unión Soviética y los recursos industriales americanos eran el seguro para derrotar a Alemania y a Japón a largo plazo. Pero movilizar esos recursos y desarrollarlos de forma efectiva era una dura tarea.
Los Estados Unidos tomaron el punto de vista estratégico de que el modo más veloz para derrotar a Alemania era trasladar su ejército a Gran Bretaña, invadir Francia a través del Canal de la Mancha y atacar Alemania directamente desde el oeste. Churchill, temeroso de las grandes bajas que esto provocaría, prefería una aproximación más indirecta, avanzando a través del Mediterráneo, donde los aliados tenían el control en 1943, desde Grecia o Italia, y después por la Europa central. Churchill, además, era consciente que así se bloquearía el avance soviético por la Europa central y oriental, una política que Roosevelt y sus comandantes rehusaron tener en cuenta.

Todo ello hizo que la invasión a través del Canal quedase aplazada a 1944. Tras el desastre de Anzio, la invasión de Italia quedó atascada, e hizo que se desplomasen las expectativas de Churchill y no le dio argumentos para oponerse a la invasión por el canal (Operation Overlord), que finalmente tuvo lugar en junio de 1944. Mientras que la mayor parte de Francia era liberada rápidamente, los aliados fueron bloqueados en la frontera alemana en la Batalla de las Ardenas en diciembre de 1944, y la victoria final sobre Alemania no llegaría hasta mayo de 1945, a tiempo (como temía Churchill) de que la Unión Soviética hubiese ocupado toda la Europa Oriental y la Europa central hasta el río Elba, en la mitad de Alemania.
Mientras tanto, en el Pacífico, los japoneses avanzaban, llegando a su máxima extensión en junio de 1942, cuando Japón sufrió una gran derrota naval ante los Estados Unidos en la Batalla de Midway.
El avance japonés hacia es sur y el sudeste quedó frenado en la Batalla del Mar del Coral en mayo de 1942 y en la Batalla de Guadalcanal entre agosto de 1942 y febrero de 1943. MacArthur y Nimitz empezaron entonces un lento y costoso progreso a través de las islas del Pacífico, con el objetivo de ganar bases desde las que la potencia estratégica aérea pudiera golpear al Japón y preparar la invasión (si bien esto no fue necesario, debido al bombardeo atómico sobre Japón y a la declaración de guerra por parte de la Unión Soviética, hechos que llevaron a la rendición japonesa en septiembre de 1945).

Roosevelt se reunió con Churchill y con el dirigente chino Chiang Kai-shek en la Conferencia de El Cairo en noviembre de 1943, y de allí a Teherán para conferenciar con Stalin y Churchil. En la Conferencia de Teherán, Churchill y Roosevelt comunicaron a Stalin el plan para invadir Francia en 1944, así como los planes de Roosevelt para una organización internacional para la post-guerra.
Stalin se mostró encantado con el hecho de que los aliados occidentales hubiesen abandonado cualquier idea de adentrarse en los Balcanes o en la Europa central vía Italia, y apoyó la idea de las Naciones Unidas de Roosevelt, la cual no representaba ningún coste para él.
Stalin también acordó que la Unión Soviética entraría en guerra con Japón después de que Alemania hubiese sido derrotada. En ese momento, Roosevelt y Churchill eran muy conscientes de los grandes y desproporcionados sacrificios que los soviéticos estaban haciendo en el Frente Oriental, mientras que la invasión de Francia aún tardaría 6 meses, por lo que no tocaron temas políticos que no requirieses una solución inmediata, como el futuro de Alemania y de la Europa Oriental.
A inicios de 1945, ya cuando los ejércitos aliados avanzaban por Alemania, todas estas consideraciones ya no podían ser aplazadas.
En febrero, Roosevelt, pese a su deteriorado estado de salud, viajó hasta Yalta, en la Crimea soviética, para encontrarse de nuevo con Churchill y con Stalin. Este encuentro, la Conferencia de Yalta, a menudo es presentada como un momento decisivo en la historia modera, ya que, muchas de las decisiones que se tomaron allí fueron reconocimientos retrospectivos de realidades establecidas por la fuerza de las armas.
La decisión de los aliados occidentales de retrasar la invasión de Francia de 1943 a 1944 había permitido a la Unión Sovitica ocupar toda la Europa Oriental, incluyendo Polonia, Rumanía, Bulgaria, Checoslovaquia y Hungría, así como la Alemania Oriental.
Desde que Stalin controló todas esas zonas, poco había que Churchill y Stalin pudiesen hacer para prevenir su dictadura, a la vez que Stalin no perdía el tiempo y establecía gobiernos comunistas controlados por la Unión Soviética en todos esos países.

20 años de parálisis y de esfuerzos físicos pasaban su factura, y muchos años de estrés y una vida de fumador. Se le había diagnosticado una presión alta y una enfermedad de corazón, y se le había advertido que debía modificar su dieta (pero no que dejase de fumar).
Si no hubiera sido por la guerra, se hubiese retirado en las elecciones de 1944, pero debido a las circunstancias sintió que no había otra alternativa que presentarse para un 4º mandato. Prevenidos del riesgo de que Roosevelt pudiera morir durante ese mandato, se insistió para que Henry Wallace, a quien se veía como demasiado pro-soviético, dejase la vicepresidencia. Si bien se resistió en un inicio, al final Roosevelt accedió a reemplazar a Wallace por el desconocido senador Harry S. Truman.
En las elecciones de noviembre, Roosevelt y Truman tuvieron el favor del 53% del electorado, ganando en 36 estados, contra el gobernador de Nueva Cork Thomas Dewey.
Tras las elecciones, el Secretario de Estado más longevo en la historia americana, Cordell Hull, se retiró, siendo sucedido por Edward Stettinius Jr.

Cuando se dirigió al Congreso después de volver de Yalta, muchos se sorprendieron de su apariencia de anciano y enfermo. Habló desde su silla de ruedas, (una concesión sin precedentes a su incapacidad física), pero mostró seguir mentalmente en plena lucidez.
“La Conferencia de Crimea” dijo firmemente “debe ser el final de un sistema de acción unilateral, de las alianzas exclusivas, de las esferas de influencia, de los equilibrios de poder y de todos los otros sistemas que han sido probados durante siglos y que siempre han fallado.
Proponemos sustituirlos por una organización universal en la cual todas las naciones amantes de la paz tengan finalmente la oportunidad de unirse”.
Muchos de los oyentes dudaron de que la propuesta de las Naciones Unidas lograse esos objetivos, pero no dudaban de cuan estaba convencido Roosevelt de sus ideales. Roosevelt a menudo es acusado de confiar ciegamente en Stalin, pero en los últimos meses de la guerra tomó una línea más dura.
Durante marzo y abril envió duros mensajes a Stalin acusándole de romper sus compromisos de Yalta sobre Polonia, Alemania, los prisioneros de guerra... Cuando Stalin acusó a los aliados occidentales de preparar una paz separada con Hitler a sus espaldas, Roosevelt respondió: “No puedo evitar un sentimiento de resentimiento hacia sus informadores, sean quien sean, por esas viles interpretaciones de mis acciones o sobre las de mis subordinados de confianza”.

En la mañana del 12 de abril estaba sentado firmado cartas. Poco antes de comer, exclamó "Tengo un terrible dolor de cabeza", dejó caer su pluma y perdió el conocimiento.
Fue llevado de inmediato a la cama: había sufrido una hemorragia cerebral masiva, y se certificó su defunción a las 3:31.
El retrato que Shoumatoff le estaba haciendo es conocido como “Retrato inacabado”. Su muerte fue recibida con conmoción en los Estados Unidos y en todo el mundo.
En una época en la que la prensa no hacía eco de la salud o de la vida privada de los Presidentes, el declive de su salud no era conocido.
Roosevelt había sido Presidente durante más de 12 años, mucho más que ningún otro, cogiendo al país en una de sus mayores crisis y dejándolo ante uno de sus mayores triunfos: la victoria total sobre la Alemania nazi y casi ante la victoria sobre el Japón.
El 8 de mayo, el nuevo presidente, Harry S. Truman, dedicó el V-E Day a la memoria de Roosevelt.




















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FUENTES
- http://www.anglonautes.com
- http://www.forosegundaguerra.com
- http://es.wikipedia.org
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