Iván Udodov se colgó el primer oro soviético once años después de ser rescatado al borde de la muerte de un campo de concentración nazi
Iván UdodovSobrevivir te hace más fuerte. Nadie sabe si ese pensamiento rondó la mente de Iván Udodov durante sus dos años de cautiverio en el campo nazi de Buchenwald. De hecho, es difícil imaginar el sufrimiento de aquel soviético en el lugar del horror en el que malvivieron 240.000 prisioneros y murieron más de 50.000. Pero allí, el adolescente de la región de Rostov encarnó una de las milagrosas historias después de ser capturado por los alemanes, ya que fue uno de los pocos presos de guerra soviéticos que no fueron ejecutados de un tiro en la nuca (8.400 cayeron asesinados de este modo).
El día de abril de 1945 que los soviéticos liberaron a los prisioneros del campo de Buchenwald se encontraron con un muchacho famélico y enclenque que apenas podía tenerse en pie. Udodov pesaba 30 kilogramos y los soldados trasladaron a «aquel saco de huesos» a un hospital. «La muerte aquí era consecuencia de las condiciones de trabajo de dureza extrema y de la sistemática subalimentación», describió Jorge Semprún al recordar su cautiverio durante dos años en aquel lugar siniestro.
Tras varios años de penoso y laborioso renacimiento los médicos recomendaron a Udodov levantar pesas de manera progresiva para recuperar sus músculos. Para el joven soviético que había sentido la tragedia humana en su propia piel y una infancia espartana en un orfanato aquel esfuerzo supuso una bendición. El sueño de Udodov siempre había sido ser conductor de un camión pero no podía dedicarse a ello con 17 años, así que dedicó las mañanas a los estudios para el permiso y las tardes a entrenar en la sala de pesas. Su progresión desde que empezó a levantar kilos en 1945 resultó espectacular. El muchacho flaco se transformó en un fibroso joven a las órdenes del entrenador Ivan Baev, quien le enseñó diferentes ejercicios orientados a la competición como el 'press de banca' o el levantamiento en arrancada. Al poco tiempo se había transformado en el 'mukhachev' más fuerte de Rostov.
Entonces Udodov comenzó a participar en diversas competiciones internacionales con logros casi inmediatos. Ocho años después de salir de Buchenwald logró su primer campeonato soviético, en 1952 superó su primer récord mundial y recibió la llamada para participar en los Juegos Olímpicos.
Primera medalla soviética
El azar o el destino situaron al superviviente del horror en un momento crucial para la historia propagandística del país. La Unión Soviética había aceptado regresar a los Juegos Olímpicos con el objetivo de trasladar al campo deportivo su rivalidad en la 'Guerra Fría' y sus atletas serían la herramienta de ataque. El calendario de Helsinki situó a Udodov como el primer representante con opción de medalla en los Juegos y en él estaban todas las miradas. «No sé más o menos que otros, pero me entreno mucho debido a que tengo que abrir el programa olímpico. Mucho depende de mí», explicó al levantador a un periodista en la que sería la primera de numerosas batallas.
La preparación de los 'halteras' soviéticos se desarrolló en Viborg después de que algunos de sus preparadores se desplazaran a conocer los sistemas de entrenamiento occidentales. En Helsinki rechazaron que sus deportistas convivieran en la villa olímpica de Käpylä con el resto de participantes y se habilitó para ellos una alternativa a 17 kilómetros en Otaniemi, aunque según el decatleta californiano Robert Mathias «había más presiones de parte de los atletas americanos por la presencia de los soviéticos».
La competición de halterofilia tuvo lugar en el Töölö Sports Hall y el soviético Iván Udodov era el favorito junto al iraní Mahmoud Namdjou. La presión impregnó el ambiente antes y durante aquel tenso duelo. Durante su primer pesaje el soviético excedió 2,5 kilogramos el límite de los pesos gallo. Al contrario que sus entrenadores, Udodov, quien había estado al borde la muerte por inanición, reaccionó con tranquilidad. Regresó tres horas después con el rostro rojo pero con el peso adecuado. Había pasado en una sauna aquel tiempo para acceder a la competición. Además, durante la competición debió adaptar su sistema al gusto de los jueces puesto que su primer levantamiento fue anulado por ser demasiado acelerado. No fue un problema para el de Rostov, quien a los 28 años estableció un nuevo récord del mundo y entró en la historia de la Unión Soviética con su primera medalla de oro.
Su actuación resultó un estímulo para los compatriotas con los que había compartido su viaje en tren desde Leningrado hasta la vecina Finlandia. «En Udodov hay un don especial, un barómetro interno que exactamente le dice qué puede y no puede hacer en los entrenamientos y competiciones. Algo que no tuvieron nunca nuestros atletas», resumió el veterano 'haltera' G. Kutsenko. Aunque los estadounidenses se colgaron 76 medallas, los rivales comunistas lograron 71 (22 oros) en su debut en los Juegos Olímpicos y una fuente de inspiración. En el aspecto individual Udodov se convirtió en un icono para los 'halteras' soviéticos a pesar de que a los 32 años debió retirarse por las lesiones. A su regreso a Rostov conservó su relación con el deporte que le había encumbrado y al fin pudo dedicarse a conducir camiones. Su sueño ya era realidad y sobrevivir le había hecho el más fuerte (del mundo, de hecho).
Fuente: http://www.ideal.es/juegos-olimpicos/20 ... 28-rc.html
El día de abril de 1945 que los soviéticos liberaron a los prisioneros del campo de Buchenwald se encontraron con un muchacho famélico y enclenque que apenas podía tenerse en pie. Udodov pesaba 30 kilogramos y los soldados trasladaron a «aquel saco de huesos» a un hospital. «La muerte aquí era consecuencia de las condiciones de trabajo de dureza extrema y de la sistemática subalimentación», describió Jorge Semprún al recordar su cautiverio durante dos años en aquel lugar siniestro.
Tras varios años de penoso y laborioso renacimiento los médicos recomendaron a Udodov levantar pesas de manera progresiva para recuperar sus músculos. Para el joven soviético que había sentido la tragedia humana en su propia piel y una infancia espartana en un orfanato aquel esfuerzo supuso una bendición. El sueño de Udodov siempre había sido ser conductor de un camión pero no podía dedicarse a ello con 17 años, así que dedicó las mañanas a los estudios para el permiso y las tardes a entrenar en la sala de pesas. Su progresión desde que empezó a levantar kilos en 1945 resultó espectacular. El muchacho flaco se transformó en un fibroso joven a las órdenes del entrenador Ivan Baev, quien le enseñó diferentes ejercicios orientados a la competición como el 'press de banca' o el levantamiento en arrancada. Al poco tiempo se había transformado en el 'mukhachev' más fuerte de Rostov.
Entonces Udodov comenzó a participar en diversas competiciones internacionales con logros casi inmediatos. Ocho años después de salir de Buchenwald logró su primer campeonato soviético, en 1952 superó su primer récord mundial y recibió la llamada para participar en los Juegos Olímpicos.
Primera medalla soviética
El azar o el destino situaron al superviviente del horror en un momento crucial para la historia propagandística del país. La Unión Soviética había aceptado regresar a los Juegos Olímpicos con el objetivo de trasladar al campo deportivo su rivalidad en la 'Guerra Fría' y sus atletas serían la herramienta de ataque. El calendario de Helsinki situó a Udodov como el primer representante con opción de medalla en los Juegos y en él estaban todas las miradas. «No sé más o menos que otros, pero me entreno mucho debido a que tengo que abrir el programa olímpico. Mucho depende de mí», explicó al levantador a un periodista en la que sería la primera de numerosas batallas.
La preparación de los 'halteras' soviéticos se desarrolló en Viborg después de que algunos de sus preparadores se desplazaran a conocer los sistemas de entrenamiento occidentales. En Helsinki rechazaron que sus deportistas convivieran en la villa olímpica de Käpylä con el resto de participantes y se habilitó para ellos una alternativa a 17 kilómetros en Otaniemi, aunque según el decatleta californiano Robert Mathias «había más presiones de parte de los atletas americanos por la presencia de los soviéticos».
La competición de halterofilia tuvo lugar en el Töölö Sports Hall y el soviético Iván Udodov era el favorito junto al iraní Mahmoud Namdjou. La presión impregnó el ambiente antes y durante aquel tenso duelo. Durante su primer pesaje el soviético excedió 2,5 kilogramos el límite de los pesos gallo. Al contrario que sus entrenadores, Udodov, quien había estado al borde la muerte por inanición, reaccionó con tranquilidad. Regresó tres horas después con el rostro rojo pero con el peso adecuado. Había pasado en una sauna aquel tiempo para acceder a la competición. Además, durante la competición debió adaptar su sistema al gusto de los jueces puesto que su primer levantamiento fue anulado por ser demasiado acelerado. No fue un problema para el de Rostov, quien a los 28 años estableció un nuevo récord del mundo y entró en la historia de la Unión Soviética con su primera medalla de oro.
Su actuación resultó un estímulo para los compatriotas con los que había compartido su viaje en tren desde Leningrado hasta la vecina Finlandia. «En Udodov hay un don especial, un barómetro interno que exactamente le dice qué puede y no puede hacer en los entrenamientos y competiciones. Algo que no tuvieron nunca nuestros atletas», resumió el veterano 'haltera' G. Kutsenko. Aunque los estadounidenses se colgaron 76 medallas, los rivales comunistas lograron 71 (22 oros) en su debut en los Juegos Olímpicos y una fuente de inspiración. En el aspecto individual Udodov se convirtió en un icono para los 'halteras' soviéticos a pesar de que a los 32 años debió retirarse por las lesiones. A su regreso a Rostov conservó su relación con el deporte que le había encumbrado y al fin pudo dedicarse a conducir camiones. Su sueño ya era realidad y sobrevivir le había hecho el más fuerte (del mundo, de hecho).