Mientras Hitler esclavizaba a la Europa sometida y la campaña nazi de exterminio en masa hacía desaparecer a millones de judíos, los hombre de la resistencia clandestina asestaban anónimamente sus pequeños pero eficaces golpes. Los trenes eran descarrilados, las carreteras voladas, los puentes dinamitados, los cables telefónicos destruidos, los almacenes incendiados, la maquinaria saboteada. Se publicaban y distribuían periódicos, se pasaba información esencial a los alidados, se ocultaban armas, los colaboracionistas eran castigados y las patrullas alemanas sometidas a emboscadas. En muchas regiones, particularmente en Polonia, Yugoslavia y Grecia, se enfrentaron los nazis con verdaderas insurrecciones armadas e implacables guerras de partisanos. Y sabido es que los partisanos yugoslavos, mandados por el marsical Tito, fueron capaces de liberar por si solos, todo el país.

En junio de 1941 declaró Churchill:
El signo de la V es el símbolo de la voluntad indomable de los territorios ocupados y un presagio del destino que le aguarda a la tiranía nazi. En tanto continúen los pueblos de Europa negando toda colaboracin al invasor, es cierto que la causa de éste peligrará y Europa será liberada.
En lo que puede parecer un incidente vulgar (gran parte de la resistencia carece de dramatismo), el coronel Rémy describe una acción típica de la heroica acción clandestina:
En noviembre de 1941, Espadon me entregó en París una hoja de metal del tamaño aproximado de un sello de correos.
Envíelo a Londres, me encargó, es la muestra que me pidieron por radio.
Revolví la pequeña hoja dentro de mi puño. El metal de que estaba hecha, gris azulado, parecía extraordinariamente ligero y duro.
He informado a Londres, me dijo, que la factoria SNCASO de Burdeos estaba fabricando este metal con gran secreto por orden de la Luftwaffe.
Si, dije, he leído su informe. En él decía que los alemanes estaban tomando extraordinarias precauciones con los obreros para evitar la sustracción de material, que se les obliga a despojarse de sus ropas y vestir un mono especial sin dobladillos, que estaban obligados a someterse a un minucioso registro cuando abandonaban la factoría y a lavarse las manos y cepillarse las uñas para impedir que pudieran llevarse de esta forma cualquier insignificante partícula o limadura.
Exactamente. ¿Cómo se las compuso usted, pues, para hacerse con esta laminilla?
¿Se acuerda de que el 11 de noviembre, repuso, se guardaron cinco minutos de silencia en todas partes, mientras tenía lugar un paro general o una disminución de la marcha en el trabajo de acuerdo con requerimiento hecho por radio por el general De Gaulle? En la factoría de la SNCASO todos los obreros observaron el paro, excepto uno, que continuó trabajando como si nada. Cuando se cumplieron los cinco minutos, todos sus compañeros se volvieron contra el y lo maltrataron arrojándole al suelo. Intervinieron los alemanes y aquel hombre, que había perdido el conocimiento, fue llevado a casa. Al día siguiente recibía yo la placa.
Así que fue él... completé su relato.
Si, es uno de los nuestros. Yo le había pedido la muestra. El conocía la orden del general y pensó que la atención de los alemanes estaría enteramente fija en quienes suspendieran el trabajo. Llevaba chancletas con las suelas de llanta. Muchos las usan. El 11 de noviembre se la arregló para cortar una pieza de metal del tamaño apropiado. Mientras que los demás suspendían el trabajo, él continuó, dejando caer al suelo dicha placa sin que se percataran los alemanes. Metiendo el pie bajo el bando de trabajo consiguió introducir la pieza entre dos lengüetas de goma que llevaba en una de sus zapatillas. Pero hay algo más, prosiguió. Fui a verlo y le dije que era esencial que los alemanes no supieran que teníamos un trozo de aquel metal. El siguió trabajando en la factoría sin decir a nadie una palabra. Después de los sucedido el 11 de noviembre, ninguno de sus compañeros le habla, le tratan como a un paria y le esquivan como si estuviera apestado. Todos le miran como un traidor.
Texto: Eyewitness History of World War II. A. Rothberg/P.G. Fredericks/M. O'keefe. Pag. 36, 37 y 38
https://seminariofascismo.wordpress.com ... -siglo-xx/