De los aspectos nombrados anteriormente, el plano científico y tecnológico, no escapó de esta experiencia bélica. La ciencia pues, igualmente partió a la guerra, con desarrollos tan determinantes como la bomba atómica y el radar, descubrimientos que ocuparon rasgos decisorios y significativos para la futura militarización de la ciencia. Sólo que estos, eran armas de destrucción, a continuación se relata la historia donde la ciencia esta vez, contribuyó en beneficio de la humanidad.
Antecedentes y desarrollo de un gran Descubrimiento
En culturas remotas como la antigua Grecia e Indias y en zonas como Serbia, Rusia o China, así como los nativos de Norteamérica, se solía aplicar alimentos florecidos y tierra del suelo que contuviera hongos, a las heridas de guerra, de los soldados de aquellas épocas. Mucho más tarde, concretamente en el siglo XVII se incluyeron el tratamiento de hongos en los registros de farmacia.
El descubrimiento definitivo de la Penicilina, se atribuye a un acontecimiento casual, pero fue al caballero Alexander Fleming al que se distingue tal hazaña. El 28 de septiembre de 1928, en el laboratorio del Hospital St.Mary en Londres.

Luego de serias investigaciones, el primer ser humano tratado con penicilina purificada fue el agente de policía Albert Alexander el 12 de febrero de 1941. El paciente falleció porque no se pudo administrar suficiente fármaco.
Florey acudió a los Estados Unidos, en vista de los pocos recursos de la aquejada Gran Bretaña motivado por la devastadora guerra. Allá, Florey consiguió la colaboración de entusiastas investigadores del Laboratorio de Química Agrícola de Peoría, Illinois, para cultivar el hongo y efectuar una producción en masa.

Asimismo, en Inglaterra se creó la llamada Comisión de la Penicilina, y el propio Florey viajó a África, tras la apertura del frente del Mediterráneo, para controlar la adecuada aplicación del medicamento. Ya en el transcurso de 1943 pudo producirse penicilina a gran escala en laboratorios industriales de ambos lados del atlántico y, desde comienzos de 1944, se dispuso de cantidades suficientes para abastecer a los ejércitos aliados y suministrarla regularmente a los heridos de guerra y a los soldados enfermos, lo que lograría salvar miles de vidas en el desembarco de Normandía, en la campaña de Italia, así como en el frente del pacífico.

Tan sólo a unos meses del fin de la II Guerra Mundial, el 10 de diciembre de 1945, Alexander Fleming, Howard Florey y Ernst Chain, recibían conjuntamente el premio Nobel de Medicina.
No fue de extrañar, por tanto, que, en su discurso de agradecimiento, los tres galardonados se refirieran a los trágicos años anteriores y que fuera precisamente Chain, judío alemán refugiado de la persecución nazi, quien subrayara con más énfasis:
"como miembro de una de las razas más claramente perseguidas en el mundo, agradezco profundamente a la providencia, el que me haya permitido junto a Howard Florey, realizar este trabajo sobre la penicilina, que ha ayudado a aliviar el sufrimiento de los soldados heridos de Gran Bretaña, mi país de adopción, y a los heridos de nuestros aliados, entre ellos muchos miles de mi propia raza, en su amarga lucha contra una de las tiranías más sangrientas e inhumanas que el mundo haya visto jamás".



Fuentes
- Sánchez, José El Poder de la Ciencia. Historia Social, Política y Económica de la ciencia. (2007) Editorial Crítica. ISBN 978-84-8432-758-5 (págs. 871 a 874).
- Encartado de la Revista La Gran aventura de la Historia # 134 diciembre 2009. La Segunda Guerra Mundial, como nunca se la habían contado. Articulo Asunción Doménech (págs. 32 a la 36)
- Wikipedia.com
- elrincondeyonka.blogspot.com
- aldearthwordpress.com
- archivodelaexperiencia.es
- profeclaudiaorellanaflores.blogspot.com
- nobelprize.org