En junio de 1944 se organizó la mayor operación de transfusión de sangre de la historia. Miles de litros de sangre recogidos en Nueva York cruzaron el Atlántico hasta Londres en contenedores refrigerados para ser transfundidos una semana después a soldados americanos y británicos en las playas de Normandía. El médico judío estadounidense de origen alemán Herbert Stern participó en el Desembarco y, junto con otros colegas, realizó innumerables transfusiones a soldados heridos directamente en la arena, acorralados entre la marea que subía y el fuego de la artillería. Pero llegar a este logro médico y logístico no fue fácil y también tardó un tiempo en convencer a los sistemas sanitarios internacionales. La transfusión sanguínea estaba considerada una práctica oscura y estuvo prohibida durante siglos. Sólo se recurrió a ella como método desesperado en situaciones de guerra y, gracias a los éxitos cosechados en estas circunstancias, empezó a extenderse su uso en países en paz.
Muy interesante documental, bien narrado; la importancia que tenía el plasma en la guerra, y es un tema algo desconocido, ya que nos fijamos más en las batallas, personajes, etc.
Gracias por subirlo.
El sudor ahorra sangre, la sangre ahorra vidas, y el cerebro, las dos cosas. (Erwin Rommel)