Dietrich Bonhoeffer
Dietrich Bonhoeffer
"Hay que resistir contra la violación de la conciencia y la destrucción del evangelio"

"Hay que resistir contra la violación de la conciencia y la destrucción del evangelio"
Dietrich Bonhoeffer (4 de febrero de 1906 – 9 de abril de 1945) fue un líder religioso alemán que participó en el movimiento de resistencia contra el nazismo. Bonhoeffer, pastor y teólogo luterano, fue arrestado y encarcelado. Acusado luego de formar parte, mientras estaba preso, en los complots planeados por miembros de la Abwehr (Oficina de Inteligencia Militar) para asesinar a Adolf Hitler, fue finalmente colgado tras el fallido intento de asesinato del 20 de julio de 1944.
- INTRODUCCIÓN
- Compromiso histórico
- Compromiso creyente
- DE UNA BUENA FAMILIA
- Los "Bonhoeffer"
- Autorretrato íntimo
- Testimonios contemporáneos
- Rasgos personales
- Aficiones y gustos
- Los más amigos
- AÑOS DE EXPERIENCIAS POR EL MUNDO
- Joven estudiante en Tubinga
- "O felix Roma"
- El Berlín de los años 20
- En Barcelona con "los hombres tal como son"
- Fin de carrera
- Un curso en Nueva York
- AGITACIÓN EN LA UNIVERSIDAD: PROFESOR Y CAPELLÁN. 1931-1939
- Actividades pastorales
- Cursos y conferencias
- Activista en el movimiento ecuménico
- La lucha por la Iglesia en Alemania
- Un período crítico de la historia
- La lucha desde el otro lado del canal: Londres
- DIRECTOR DEL SEMINARIO DE FINKENWALDE
- Formador de jóvenes eclesiásticos antinazis
- Acosado por la Gestapo
- Defecciones en las propias filas
- Resistencia y sumisión
- "¿Aguantaremos?"
- Inicio en la conspiración política
- LA GUERRA CONTRA LA GUERRA
- América 1939. Viaje de ida y vuelta
- Escritos sobre América 1939
- Intrigas durante la guerra
- La vida en la Iglesia durante la guerra
- Conspiración activa para la eliminación del nazismo
- Escritos del compromiso político
- LA RAZÓN DE LA LUCHA ECLESIAL Y POLÍTICA
- La motivación profunda de la lucha por la iglesia
- Contra el Estado injusto
- Rebelión activa contra la legalidad eclesiástica y civil
- ACOSO IMPLACABLE
- Leyes opresoras del pueblo
- Prohibiciones en cadena
- Persecución declarada contra la Iglesia
- PRISIONERO EN TEGEL
- Etapas del camino de la desesperanza
- El mundo de la prisión
- Consecuencia del compromiso
- Por una fe cristiana sincera
- El sentido de todo
- Hacia la entrega total
- Legado
- CRONOLOGÍA DE VIDA
- FILMOGRAFÍA
- BIBLIOGRAFÍA
1. INTRODUCCIÓN
Dietrich Bonhoeffer

a. Compromiso histórico
Al amanecer del 9 de abril de 1945 Dietrich Bonhoeffer es ejecutado en la horca en el campo de concentración de Flossenbürg junto al almirante W.W.Canaris y el general H.Oster, entre otros, por orden expresa de Adolf Hitler que se suicidó veinte días después en su búnker de Berlín, acosado por la coalición del Este con el Occidente.
¿Cómo ha llegado este joven alemán a colaborar activamente a partir de 1938 en la conspiración para derrocar el III Reich encubierto como agente de los servicios secretos del ejército? Por su clarividencia y su decisión ante las primeras acciones del nazismo en el poder en 1933:
"Hay que resistir contra la violación de la conciencia y la destrucción del evangelio".
Al amanecer del 9 de abril de 1945 Dietrich Bonhoeffer es ejecutado en la horca en el campo de concentración de Flossenbürg junto al almirante W.W.Canaris y el general H.Oster, entre otros, por orden expresa de Adolf Hitler que se suicidó veinte días después en su búnker de Berlín, acosado por la coalición del Este con el Occidente.
¿Cómo ha llegado este joven alemán a colaborar activamente a partir de 1938 en la conspiración para derrocar el III Reich encubierto como agente de los servicios secretos del ejército? Por su clarividencia y su decisión ante las primeras acciones del nazismo en el poder en 1933:
"Hay que resistir contra la violación de la conciencia y la destrucción del evangelio".
b. Compromiso creyente
Mientras estaba en la cárcel como consecuencia de este compromiso personal en el devenir de los acontecimientos históricos, hacía una reconsideración sobre su vida de creyente cristiano y se preguntaba:
¿Qué creemos realmente? ¿Quién es Cristo, hoy para nosotros? ¿Qué significa para el Cristianismo la radical falta de religiosidad de los hombres? ¿Es que queda sitio para Dios? ¿Qué significa en un mundo no religioso, laico, conceptos como la iglesia, la comunidad, la predicación, la vida cristiana, el culto, los milagros, la oración, la penitencia, la fe, la santificación, los misterios de la ascensión, la resurrección, la trinidad, el nacimiento virginal de Jesús, los novísimos? ¿Son verdaderos límites humanos la muerte, el pecado, el sufrimiento? ¿Quién es este cristiano que se plantea tan radicalmente los fundamentos de la fe y de la acción de la Iglesia en medio del mundo moderno?
Dietrich Bonhoeffer empeña su vida en una doble conspiración política y creyente. Por eso su relevancia personal va en aumento e inspira en sentido aparentemente contradictorio múltiples cuestiones acuciantes en estos tiempos. En temas como la liberación política y social, la paz y el desarme, las decisiones éticas, la unión de las iglesias, o la vigencia de la fe religiosa en el mundo actual, Bonhoeffer es una provocación y un estímulo.
Es invocado en la lucha por la libertad y por la justicia, por la sinceridad y por el compromiso radical, tanto por los católicos sean conservadores o progresistas, como por los protestantes, sean piadosos o secularistas, tanto por los creyentes como por los paganos, tanto en la Alemania del arrepentimiento y del marco unificado, como en los Estados Unidos del pluralismo y de la tecnología. Su memoria es revivida, tanto en el África del Sur contra el apartheid de la minoría blanca, como en la Cuba (antes en los países de la Unión Soviética) contra el marxismo, o como en el resto de América Latina contra el capitalismo y las dictaduras militares o políticas.
En temas de fe es invocado su ejemplo y meditada su palabra tanto para una vida de piedad profunda como para una vida secular en medio de una sociedad irreligiosa.
¿Cómo llegó Bonhoeffer a ese compromiso político en el que dejó la vida, y a esa sinceridad radical como creyente?
Un mártir no se improvisa. Un profeta no nace de la nada. Una gran persona es muchas otras personas que lo predisponen y lo alientan. Un hombre es toda una historia.
Mientras estaba en la cárcel como consecuencia de este compromiso personal en el devenir de los acontecimientos históricos, hacía una reconsideración sobre su vida de creyente cristiano y se preguntaba:
¿Qué creemos realmente? ¿Quién es Cristo, hoy para nosotros? ¿Qué significa para el Cristianismo la radical falta de religiosidad de los hombres? ¿Es que queda sitio para Dios? ¿Qué significa en un mundo no religioso, laico, conceptos como la iglesia, la comunidad, la predicación, la vida cristiana, el culto, los milagros, la oración, la penitencia, la fe, la santificación, los misterios de la ascensión, la resurrección, la trinidad, el nacimiento virginal de Jesús, los novísimos? ¿Son verdaderos límites humanos la muerte, el pecado, el sufrimiento? ¿Quién es este cristiano que se plantea tan radicalmente los fundamentos de la fe y de la acción de la Iglesia en medio del mundo moderno?
Dietrich Bonhoeffer empeña su vida en una doble conspiración política y creyente. Por eso su relevancia personal va en aumento e inspira en sentido aparentemente contradictorio múltiples cuestiones acuciantes en estos tiempos. En temas como la liberación política y social, la paz y el desarme, las decisiones éticas, la unión de las iglesias, o la vigencia de la fe religiosa en el mundo actual, Bonhoeffer es una provocación y un estímulo.
Es invocado en la lucha por la libertad y por la justicia, por la sinceridad y por el compromiso radical, tanto por los católicos sean conservadores o progresistas, como por los protestantes, sean piadosos o secularistas, tanto por los creyentes como por los paganos, tanto en la Alemania del arrepentimiento y del marco unificado, como en los Estados Unidos del pluralismo y de la tecnología. Su memoria es revivida, tanto en el África del Sur contra el apartheid de la minoría blanca, como en la Cuba (antes en los países de la Unión Soviética) contra el marxismo, o como en el resto de América Latina contra el capitalismo y las dictaduras militares o políticas.
En temas de fe es invocado su ejemplo y meditada su palabra tanto para una vida de piedad profunda como para una vida secular en medio de una sociedad irreligiosa.
¿Cómo llegó Bonhoeffer a ese compromiso político en el que dejó la vida, y a esa sinceridad radical como creyente?
Un mártir no se improvisa. Un profeta no nace de la nada. Una gran persona es muchas otras personas que lo predisponen y lo alientan. Un hombre es toda una historia.
2. DE UNA BUENA FAMILIA
a. Los "Bonhoeffer"

Dietrich tuvo un gran sentido de familia y asumió consecuentemente su relevancia social e histórica:
"Provengo de lo que se dice una familia bien, esto es, de una vieja y considerada familia burguesa y no soy de los que se avergüenzan de reconocerlo. Al contrario".
Del abuelo paterno, Friedrich Bonhoeffer, decía Karl, padre de Dietrich: "Desearía que mis hijos heredaran la sencillez y la sinceridad de su persona". En la familia de la abuela paterna Julie Bonhoeffer, nacida Tafel, se cuentan republicanos, francmasones, pietistas, socialistas bajo el influjo de la lectura de "El Capital", y algún allegado próximo, Gottlob, había compartido la prisión de Hohenasperg con el bisabuelo por parte de la madre, Karl August von Hase. Este había sido un recio defensor de la antigua y fiel alianza establecida entre la libertad y el Cristianismo, e intervino en las vicisitudes del primer Concilio Vaticano. Su hijo, Karl Alfred von Hase, abuelo de Dietrich, fue también teólogo, luego profesor en Jena, predicador en la corte hasta que por resistirse a la pretensión del Kaiser de mediatizar su misión de predicador, y tras reconvenirle al haber tratado de "canaille" al proletariado, presentó su dimisión. La abuela materna Clara von Hase viene de la noble ascendencia Kalckreut y está emparentada con los York.
"Provengo de lo que se dice una familia bien, esto es, de una vieja y considerada familia burguesa y no soy de los que se avergüenzan de reconocerlo. Al contrario".
Del abuelo paterno, Friedrich Bonhoeffer, decía Karl, padre de Dietrich: "Desearía que mis hijos heredaran la sencillez y la sinceridad de su persona". En la familia de la abuela paterna Julie Bonhoeffer, nacida Tafel, se cuentan republicanos, francmasones, pietistas, socialistas bajo el influjo de la lectura de "El Capital", y algún allegado próximo, Gottlob, había compartido la prisión de Hohenasperg con el bisabuelo por parte de la madre, Karl August von Hase. Este había sido un recio defensor de la antigua y fiel alianza establecida entre la libertad y el Cristianismo, e intervino en las vicisitudes del primer Concilio Vaticano. Su hijo, Karl Alfred von Hase, abuelo de Dietrich, fue también teólogo, luego profesor en Jena, predicador en la corte hasta que por resistirse a la pretensión del Kaiser de mediatizar su misión de predicador, y tras reconvenirle al haber tratado de "canaille" al proletariado, presentó su dimisión. La abuela materna Clara von Hase viene de la noble ascendencia Kalckreut y está emparentada con los York.

El padre, Karl Bonhoeffer, como titular de la cátedra berlinesa de psiquiatría y neurología, propugna un método científico "dentro de los límites de la observación empírica" contrario a Freud, y juzga indispensable en su profesión el respeto a las opiniones ajenas y el dominio afectivo de sí mismo. Es personalmente exigente y parco en palabras. La madre Paula Bonhoeffer, nacida von Hase, se revela como una mujer de costumbres cristianas, aunque no piadosa, y aún teniendo empleadas, atendía personalmente la educación de sus ocho hijos. Dietrich dirá que recuerda a sus padres no sólo unidos, sino además juntos durante toda su vida.

Una fotografía familiar de 1908 presenta en escala los siete hermanos, aún no había nacido Susanne (luego casada con Walter Dress). Los más pequeños son los gemelos Sabine y Dietrich, nacidos en Breslau (= Wroclaw, hoy Polonia) el 4 de febrero de 1906. Sabine luego se casará con Gerhard Leibholz. Siguen en fila: Christine, que se casará con Hans von Dohnanyi, Ursula, luego casada con Rüdiger Schleicher, y finalmente los tres hermanos mayores: Klaus, que se casará con Emmi Delbrück, Walter, que cae en el frente en 1918, y Karl-Friedrich, casado luego con Grete von Dohnanyi, hermana de Hans.

La influencia y el estímulo permanente de cada uno de los hermanos y sus consortes, comprometidos en la enseñanza y la jurisprudencia, será algo esencial en la vida de Dietrich. El se sentirá siempre responsable y valedor de los inestimables bienes que le ha reportado la herencia familiar. El hermano Klaus y los cuñados Schleicher y von Dohnanyi compartirán el destino de Dietrich en abril de 1945: los cuatro serán ejecutados por participar activamente en la conjura contra el sistema nazi. Una familia verdaderamente comprometida.
Al cumplir la abuela Julie noventa y dos años le escribe Bonhoeffer reconociendo:
..."el don que supone ser una familia tan grande, tan feliz, que vive unida con tan poquísimas excepciones, como la nuestra".
Y, pensando hacia adelante, escribirá a su sobrino Hans Walter:
"Tú conoces, aunque no te des cuenta del todo, pero eso no hace al caso, los supremos bienes que supone una buena vida de familia, unos buenos padres, el derecho, la verdad, la humanidad, la cultura y la tradición".
Cuando Dietrich tiene seis años la familia se traslada a Berlín, esa compleja ciudad que Bethge, su amigo confidente y biógrafo, describe de esta manera:
"El Berlín imperial, el republicano y el lentamente convertido al nacionalsocialismo, el liberal y el eclesiástico, el conservador y cosmopolita Berlín con sus barrios académicos y proletarios, sus salas de concierto y museos; el Berlín de las luchas callejeras y la conspiración".
El hermano Klaus proponía colgar el letrero "Casa Bonhoeffer S.L." en el frontispicio de la puerta de la Wangenheimstrasse n. 14, en el distrito junto al bosque de Grunewald, residencia de profesores al oeste de Berlín, bromeando sobre la disciplinada estructuración de la vida familiar.
Al cumplir la abuela Julie noventa y dos años le escribe Bonhoeffer reconociendo:
..."el don que supone ser una familia tan grande, tan feliz, que vive unida con tan poquísimas excepciones, como la nuestra".
Y, pensando hacia adelante, escribirá a su sobrino Hans Walter:
"Tú conoces, aunque no te des cuenta del todo, pero eso no hace al caso, los supremos bienes que supone una buena vida de familia, unos buenos padres, el derecho, la verdad, la humanidad, la cultura y la tradición".
Cuando Dietrich tiene seis años la familia se traslada a Berlín, esa compleja ciudad que Bethge, su amigo confidente y biógrafo, describe de esta manera:
"El Berlín imperial, el republicano y el lentamente convertido al nacionalsocialismo, el liberal y el eclesiástico, el conservador y cosmopolita Berlín con sus barrios académicos y proletarios, sus salas de concierto y museos; el Berlín de las luchas callejeras y la conspiración".
El hermano Klaus proponía colgar el letrero "Casa Bonhoeffer S.L." en el frontispicio de la puerta de la Wangenheimstrasse n. 14, en el distrito junto al bosque de Grunewald, residencia de profesores al oeste de Berlín, bromeando sobre la disciplinada estructuración de la vida familiar.

Desde los siete años Dietrich frecuenta el colegio y se entrega con todo entusiasmo al estudio, como deja anotado en las memorias su padre, quien da también testimonio de la vivacidad del hijo menor. A los ocho años jugaba a la guerra en el jardín de su casa y los tres hermanos mayores van al frente de batalla, la Gran Guerra de la que no volvió Walter. Dietrich se inicia en la música, elemento de formación imprescindible en la familia y a los trece años ejecuta a Mozart al piano, compone, y canta en las veladas familiares. Desde 1919 Dietrich se integra en asociaciones juveniles que le permiten desarrollar sus capacidades y enfrentarse a nuevos tipos y situaciones. En ellas muestra un cierto aplomo y espíritu combativo.
Es a los catorce años cuando Dietrich se plantea su vocación de teólogo-pastor en la Iglesia Evangélica Alemana. Un camino tradicional en la familia de su madre, y que no era el más recomendado por el padre ni del gusto del hermano mayor. Emprender este camino constituye la primera gran decisión-indecisión de su vida.
Es a los catorce años cuando Dietrich se plantea su vocación de teólogo-pastor en la Iglesia Evangélica Alemana. Un camino tradicional en la familia de su madre, y que no era el más recomendado por el padre ni del gusto del hermano mayor. Emprender este camino constituye la primera gran decisión-indecisión de su vida.

Las notas íntimas bajo el título "Vocación" escritas posteriormente, nos dan a entender lo misterioso que para él mismo resultaba la razón e intención con que emprendía ese camino. Sin duda había algo más que el deseo de romper el cerco protector de sus hermanos o por el ansia de realizarse personalmente. A los diecisiete años Dietrich opta decididamente por ser teólogo y se traslada a Tubinga para comenzar su carrera.
Aunque a partir de ahora Dietrich esté distante de modo intermitente, de la casa familiar, nunca estará separado. La morriña es una debilidad de la que dice no avergonzarse. Navidad y las fechas de cumpleaños son las ocasiones en que más se intensifica. Y más aún cuando esté en prisión. Bonhoeffer siempre estará próximo a su infancia y a su familia.
b. Autorretrato íntimo
¿Quién soy yo?" se pregunta a sí mismo Bonhoeffer para contestar a quienes asombrados por su serena dignidad, malviven con él desde hace más de un año en la cárcel en 1944. Tras reconocerse varios a la vez en sí mismo, siempre desconocido, termina:
"Quienquiera que sea Tú me conoces. ¡Soy tuyo, Señor!"
Al presentar los rasgos destacados de su personalidad nos vamos situando en algunos momentos claves de su trayectoria vital.
Él mismo dice que se identifica mucho con el personaje literario Witiko de Adalbert Stifter, o que se siente tocado por el "Oliver" de Santayana. Sus preferencias estéticas, algo pueden decirnos de su sensibilidad: la música de Bach le trasporta, mientras que la de Wagner le altera; la pintura de van Gogh le inquieta y Miguel Angel le atrae.Su paisaje dice que es la media montaña, "burguesa" en el sentido de lo natural, lo no exaltado, lo concreto: el Harz, los bosques de Turingia y los montes del Weser.
Se reconoce a sí mismo como alemán. Con su pueblo comparte, reivindica o lamenta las virtudes y defectos plasmados en su historia: fuerza y bondad, según él. K.Barth, el teólogo del siglo XX, en una decisiva ocasión apelará a este sentimiento patriótico diciéndole: "un tipo alemán como usted".
c. Testimonios contemporáneos
Conocemos por testimonios dados mientras vivía la gran estima en que le tenían sus notables profesores. El gran historiador A. von Harnack, cifró en él grandes esperanzas. Su párroco de Barcelona en 1929 dice de su joven vicario:
"es una persona amable y de carácter tratable". Y hace notar "la asombrosa seguridad para su juventud, como si fuera un pastor de larga experiencia".
En 1933 cuando dejó de enseñar en la Universidad de Berlín por los problemas políticos y decidió irse al extranjero, K. Barth le conmina a regresar porque le juzga necesario en Alemania, y el eminente profesor R. Seeberg lamenta esta decisión cuando la Facultad había pensado en él para la cátedra de sistemática. Th. Heckel ya lo había presentado a F.W. Singer, párroco de Londres, como "un estupendo joven eclesiástico". H.L. Henriod, secretario general del Consejo Mundial de la Iglesias, que había quedado impresionado en la reunión ecuménica de Sofía por la intervención de Bonhoeffer, lo presenta a G.K.A. Bell, obispo de Chichester, como "uno de los jóvenes más prometedores en Alemania". Luego es el propio obispo quien lo define para las comunidades inglesas como "joven pastor excelente teólogo, que me presentó el profesor A. Deissmann como uno de sus mejores hombres en los últimos años". El mismo Bell escribe a la redacción de "The Round Table" designando a Bonhoeffer para escribir un artículo sobre la crisis del Protestantismo en Alemania: "ningún otro con más autoridad". En busca de la recomendación para Gandhi Bonhoeffer recurre a Bell quien le califica como "una persona muy formal".
Una tercera ocasión: cuando en 1939 Bonhoeffer se dispone a dejar Alemania para irse a Estados Unidos se origina también una cadena de alabanzas. El panegírico de H.S.Leiper que recoge la convicción de R. Niebuhr y de P. Tillich, para recomendar a Bonhoeffer ante el Dr. Samuel McCrea Cavert, intenta "no perder a un hombre con esa enorme experiencia eclesial, esa excepcional capacidad y aptitud pastoral". Paul Lehmann escribe en una circular del Departamento de Religión del Elmhurst College de Illinois:
"El reverendo Bonhoeffer es uno de los teólogos jóvenes más capaces y uno de los pastores jóvenes más entusiastas entre los que han asumido la tarea de exponer y perpetuar fielmente la fe cristiana en esta época crítica de Alemania. Procede de una línea de distinguidos predicadores y profesores de universidad".
Un testimonio altamente significativo es la garantía que merece al obispo Bell la persona de Bonhoeffer en el caso de la mediación en 1942 entre el grupo de la conjuración antinazi y los aliados: "Sobre Bonhoeffer no cabía albergar la menor duda".
d. Rasgos personales
Aunque a partir de ahora Dietrich esté distante de modo intermitente, de la casa familiar, nunca estará separado. La morriña es una debilidad de la que dice no avergonzarse. Navidad y las fechas de cumpleaños son las ocasiones en que más se intensifica. Y más aún cuando esté en prisión. Bonhoeffer siempre estará próximo a su infancia y a su familia.
b. Autorretrato íntimo
¿Quién soy yo?" se pregunta a sí mismo Bonhoeffer para contestar a quienes asombrados por su serena dignidad, malviven con él desde hace más de un año en la cárcel en 1944. Tras reconocerse varios a la vez en sí mismo, siempre desconocido, termina:
"Quienquiera que sea Tú me conoces. ¡Soy tuyo, Señor!"
Al presentar los rasgos destacados de su personalidad nos vamos situando en algunos momentos claves de su trayectoria vital.
Él mismo dice que se identifica mucho con el personaje literario Witiko de Adalbert Stifter, o que se siente tocado por el "Oliver" de Santayana. Sus preferencias estéticas, algo pueden decirnos de su sensibilidad: la música de Bach le trasporta, mientras que la de Wagner le altera; la pintura de van Gogh le inquieta y Miguel Angel le atrae.Su paisaje dice que es la media montaña, "burguesa" en el sentido de lo natural, lo no exaltado, lo concreto: el Harz, los bosques de Turingia y los montes del Weser.
Se reconoce a sí mismo como alemán. Con su pueblo comparte, reivindica o lamenta las virtudes y defectos plasmados en su historia: fuerza y bondad, según él. K.Barth, el teólogo del siglo XX, en una decisiva ocasión apelará a este sentimiento patriótico diciéndole: "un tipo alemán como usted".
c. Testimonios contemporáneos
Conocemos por testimonios dados mientras vivía la gran estima en que le tenían sus notables profesores. El gran historiador A. von Harnack, cifró en él grandes esperanzas. Su párroco de Barcelona en 1929 dice de su joven vicario:
"es una persona amable y de carácter tratable". Y hace notar "la asombrosa seguridad para su juventud, como si fuera un pastor de larga experiencia".
En 1933 cuando dejó de enseñar en la Universidad de Berlín por los problemas políticos y decidió irse al extranjero, K. Barth le conmina a regresar porque le juzga necesario en Alemania, y el eminente profesor R. Seeberg lamenta esta decisión cuando la Facultad había pensado en él para la cátedra de sistemática. Th. Heckel ya lo había presentado a F.W. Singer, párroco de Londres, como "un estupendo joven eclesiástico". H.L. Henriod, secretario general del Consejo Mundial de la Iglesias, que había quedado impresionado en la reunión ecuménica de Sofía por la intervención de Bonhoeffer, lo presenta a G.K.A. Bell, obispo de Chichester, como "uno de los jóvenes más prometedores en Alemania". Luego es el propio obispo quien lo define para las comunidades inglesas como "joven pastor excelente teólogo, que me presentó el profesor A. Deissmann como uno de sus mejores hombres en los últimos años". El mismo Bell escribe a la redacción de "The Round Table" designando a Bonhoeffer para escribir un artículo sobre la crisis del Protestantismo en Alemania: "ningún otro con más autoridad". En busca de la recomendación para Gandhi Bonhoeffer recurre a Bell quien le califica como "una persona muy formal".
Una tercera ocasión: cuando en 1939 Bonhoeffer se dispone a dejar Alemania para irse a Estados Unidos se origina también una cadena de alabanzas. El panegírico de H.S.Leiper que recoge la convicción de R. Niebuhr y de P. Tillich, para recomendar a Bonhoeffer ante el Dr. Samuel McCrea Cavert, intenta "no perder a un hombre con esa enorme experiencia eclesial, esa excepcional capacidad y aptitud pastoral". Paul Lehmann escribe en una circular del Departamento de Religión del Elmhurst College de Illinois:
"El reverendo Bonhoeffer es uno de los teólogos jóvenes más capaces y uno de los pastores jóvenes más entusiastas entre los que han asumido la tarea de exponer y perpetuar fielmente la fe cristiana en esta época crítica de Alemania. Procede de una línea de distinguidos predicadores y profesores de universidad".
Un testimonio altamente significativo es la garantía que merece al obispo Bell la persona de Bonhoeffer en el caso de la mediación en 1942 entre el grupo de la conjuración antinazi y los aliados: "Sobre Bonhoeffer no cabía albergar la menor duda".
d. Rasgos personales

Bonhoeffer fue siempre un joven maduro. Desde los veintiún años asume responsabilidades serias en la pastoral, en la docencia, en la lucha eclesial y a nivel internacional dentro de las organizaciones del Ecumenismo dejando siempre la impronta de una adelantada madurez. A partir de los treinta años ya presume de mayor con un cierto aire entre resignado y suficiente. Fue además siempre un resuelto indeciso, como él mismo lo reconoce alguna vez:
"Últimamente he tenido la impresión de que las decisiones que he tomado no han sido mías. Ante un dilema lo dejo hasta que se hace la luz y llega la decisión no de modo intelectual, sino como por instinto".
Ejemplos concretos de ello son la elección vocacional, su propósito de ser párroco en Berlín, su ida a Londres, su segunda ida a América cuando confiesa: "Es curioso, nunca termino de aclararme en mis decisiones"; luego en su noviazgo. Ya en Tegel, reconocerá ante Bethge: "Bien sabes lo que me cuesta decidirme en las cosas más nimias". Ello le parece connatural, como heredado de su abuelo Karl Friedrich.
Otro rasgo peculiar de su personalidad es su afán por encontrar un maestro de vida y al mismo tiempo su sentido crítico para con sus profesores por muy consagrados que sean, como es el caso de K. Barth, A.von Harnack, Ritschl o K.Holl.
La ardorosa emotividad y una cierta fuerza temperamental también son rasgos reconocidos en Bonhoeffer. Barth lo vio como un joven "pensador impulsivo y visionario". En su actividad se mostraba entusiasta y fogoso, bien en sentido positivo, bien en sentido crítico. El profesor Fr.Baumgärtel quiso prevenir a las autoridades eclesiásticas contra el peligro que para los seminaristas supondría dejarles a merced de un director de tal celo y "pasión religiosa". En las relaciones de amistad él adoptaba el papel preponderante o "dominante" como dice a su hermana Sabine, quien por su parte ve en el hermano un compañero de juego ambicioso y cortés. En su relación con E. Bethge se reconoce "presuntuoso y cerrado"... "cosa que tú bien conoces", le dice. De orgullo se arrepiente repetidas veces y lucha contra la soberbia en la oración, en la fe, y sobre todo en el conocimiento y en el amor:
"Todo auténtico conocimiento es algo de amor. Pero un amor totalmente recubierto soberbia, deseo de fama y búsqueda de sí mismo. Aunque también es cierto que lleva dentro un ansia de plenitud, de que acabe lo precario y surja lo definitivo, la verdad, el conocimiento, el amor".
"Últimamente he tenido la impresión de que las decisiones que he tomado no han sido mías. Ante un dilema lo dejo hasta que se hace la luz y llega la decisión no de modo intelectual, sino como por instinto".
Ejemplos concretos de ello son la elección vocacional, su propósito de ser párroco en Berlín, su ida a Londres, su segunda ida a América cuando confiesa: "Es curioso, nunca termino de aclararme en mis decisiones"; luego en su noviazgo. Ya en Tegel, reconocerá ante Bethge: "Bien sabes lo que me cuesta decidirme en las cosas más nimias". Ello le parece connatural, como heredado de su abuelo Karl Friedrich.
Otro rasgo peculiar de su personalidad es su afán por encontrar un maestro de vida y al mismo tiempo su sentido crítico para con sus profesores por muy consagrados que sean, como es el caso de K. Barth, A.von Harnack, Ritschl o K.Holl.
La ardorosa emotividad y una cierta fuerza temperamental también son rasgos reconocidos en Bonhoeffer. Barth lo vio como un joven "pensador impulsivo y visionario". En su actividad se mostraba entusiasta y fogoso, bien en sentido positivo, bien en sentido crítico. El profesor Fr.Baumgärtel quiso prevenir a las autoridades eclesiásticas contra el peligro que para los seminaristas supondría dejarles a merced de un director de tal celo y "pasión religiosa". En las relaciones de amistad él adoptaba el papel preponderante o "dominante" como dice a su hermana Sabine, quien por su parte ve en el hermano un compañero de juego ambicioso y cortés. En su relación con E. Bethge se reconoce "presuntuoso y cerrado"... "cosa que tú bien conoces", le dice. De orgullo se arrepiente repetidas veces y lucha contra la soberbia en la oración, en la fe, y sobre todo en el conocimiento y en el amor:
"Todo auténtico conocimiento es algo de amor. Pero un amor totalmente recubierto soberbia, deseo de fama y búsqueda de sí mismo. Aunque también es cierto que lleva dentro un ansia de plenitud, de que acabe lo precario y surja lo definitivo, la verdad, el conocimiento, el amor".

Al reflexionar sobre su decisión vocacional dice de sí mismo:
"él conocía su lamentable soberbia"... "soy un mentiroso soberbio"... "¿Quién habla, mi fe o mi soberbia?"... "entre soberbia y humildad".
A una conocida suya escribe en 1936 sobre el mismo punto: "Sé que hice de la causa de Cristo una ventaja para mí mismo, para mi loca soberbia". Pero aquí ya hablaba como de un pecado de juventud superado por una nueva actitud basada en el sermón de la montaña. Otto Dudzus, discípulo de Bonhoeffer en el seminario de Finkenwalde, para resaltar la resolución comprometida de Bonhoeffer a lo largo de su vida, dice que le gustaba más el orden que luchar contra el desorden. El padre en su diario anotó sobre el pequeño de nueve años: "Es bien peleón". Sin duda que en otro terreno, pero con la misma actitud lo define treinta y tres años más tarde R.Niebuhr: "Encarna en sí el espíritu de lucha". En verdad es un espíritu combativo, polémico y polemizante. El mismo lo reconoce ante su amigo Bethge:
"Todo el mundo se lleve bien contigo, mientras que a mí hay muchos que no me pueden aguantar. Pero no me parece grave. En todas partes donde encuentro enemigos también encuentro amigos y eso me basta".
Eso no quiere decir que se buscara enemigos, pero se los atraía. Porque le gustaba el orden y la exigencia, le exasperaba el desorden, la negligencia o la indisciplina. Testimonios de enfados serios e irritaciones menores no faltan en cartas y diarios. No le importaba enfadarse ostensiblemente cuando el caso lo requería:
"Cuando en una situación así se llega a pequeñas explosiones de ánimo, no me inmuto. Hay cosas más importantes"... "las salidas de tono o de compostura son reparables"... "Pero la reparación es más difícil cuando la Iglesia en su testimonio de Cristo abandona el camino de la fidelidad y de la verdad".
El orden, la disciplina y el equilibrio personal son una obsesión constante en Bonhoeffer y es una necesidad que se hace más conflictiva en momentos críticos de su vida:
"El día bien programado facilita el trabajo y la oración, así como la relación con los hombres y me ahorra los perjuicios anímicos corporales y espirituales que nacen del desorden. Con todo, hace poco una fuerte tormenta de otoño me ha deprimido el ánimo y no ha sido fácil reencontrar el equilibrio".
Al poco: "La vida ordenada vuelve a sentarme bien".
El tesón y el aguante, es otro rasgo de su personalidad. Se nota sobre todo en "tiempos de espera": como en 1939 en América, o en 1941 en Ettal. Y de modo sobresaliente en la cárcel donde se pone a prueba todo su temple.
Es realmente asombroso el número de relaciones personales que entabló en su no larga vida con gentes de países, credos y de condiciones tan diversas. Hizo innumerables amistades. Pero su trato no es espontáneo, ni lo que se dice abierto, su compostura es más bien distante y reservada.
Se puede afirmar de Bonhoeffer que es un luchador solitario y al mismo tiempo sociable. Al cumplir treinta y cinco años dice a Bethge:
"¡Qué hermosos cuatro de febrero hemos tenido en Finkenwalde, en Schlönwitz y en Sigurdshof! En este aspecto me ha ido muy bien en los últimos años. Siempre estuve arropado por el grupo de hermanos que le daba a este día una cierta fuerza espiritual"...
Había ya escrito sobre "la vida comunitaria":
"Quien no sabe estar solo, que tenga cuidado con la compañía"..."Quien no sabe vivir en compañía que tenga cuidado con la soledad".
Por eso, con ser tan viajero, la lejanía de los suyos y de la patria le da verdadera fiebre, le produce la añoranza, "una verdadera enfermedad". A pesar de la solicitud de sus anfitriones y amigos en América el año 1939 escribe con cierto desgarro: "Se está menos solo estando solo", y luego: "Es de gran ayuda tras estar solo unos cuantos días, ir a la iglesia y rezar, cantar y escuchar junto a los demás".
e. Aficiones y gustos
No es un espíritu atormentado, aunque sí intenso; no es eufórico, aunque sí enérgico; no es desbordado, aunque sí dinámico; no es complicado, aunque sí denso. Sabine dice que a su hermano no le costaba reconocer, aunque con pesar, que no sabía pintar. La casa familiar estaba ambientada con paisajes y retratos pintados por el bisabuelo Stanislaus conde de Kalckreuth. Miguel Angel le transmite otra sensación:
"Esa mano de Dios en la imagen de la Sixtina revela más sabiduría sobre la creación que una profunda especulación".
Lo que admira Bonhoeffer en la obra de arte, también en la de tema religioso, es la naturalidad, la serenidad, la simplicidad: una belleza ni "apolínea" ni "dionisíaca", sino "simplemente terrenal".
Se cultivaba la música grandemente en la familia Bonhoeffer, y por la capacidad y sensibilidad que mostró desde pequeño estuvo a punto de no llegar a ser teólogo. Con muchas de sus amistades comparte el gusto por la música y el canto. Algo que valorará intensamente en su actividad pastoral dondequiera que esté. A los dieciocho años, dos experiencias musicales le producen una conmoción espiritual: Una es la Pascua de 1924 celebrada en S.Pedro de Roma:
"...jamás escuchado"... "increíblemente impresionante"... "sencillamente indescriptible"... "inimaginable"... "impresionado al máximo"... "algo así ni lo había soñado, el coro cantó como los ángeles, sobrenaturalmente bello, y contesta la estrofa toda la comunidad de S. Pedro. Terriblemente impresionante. Al fin vi de nuevo lo que es el catolicismo y reavivé mi amor por él".
La otra vivencia similar, por las mismas fechas, se produce en Berlín, al entrar en la Philharmonie le invade la música del Kyrie de Bach, le conmueve y quizá en esa experiencia decide su destino personal como ministro de la Iglesia en el momento en que Harnack le había propuesto que hiciera con él la licencia en Historia. La misa en si menor será considerada por Bonhoeffer "la música más bella de Bach", el músico por excelencia, ya que le da el sentido de fugacidad de toda obra del hombre, por no ser para sí misma, sino "Soli Deo Gloria", muy distinto de como la hacen Beethoven o Wagner, según dice: con pretensión prometeica.
El sentido de la música en la liturgia, como apoyo, y no carga para la Palabra de Dios, lo expresa Bonhoeffer en el domingo Cantate, en la comunidad de Forest Hill en Londres, sobre Ps. 98,1: "Cantad al Señor un cántico nuevo":
"El adorno [de la Palabra de Dios] no es nada de extraño, nada de falso, nada de inauténtico, nada de baratija con brillo, nada de maquillaje, nada de lo que oculta la propia belleza, sino lo que la revela y hace patente".
La música será un acompañamiento espiritual a lo largo de toda su vida sobre todo en la cárcel: Le sonaba a la familia, a los amigos, a la vida. Frente a los inquietantes ruidos de la cárcel Bonhoeffer se construye una atmósfera de armonía con la fantástica sonoridad interior de Bach, Händel y Schütz:
"La música escuchada con el oído interior, con intensa concentración, puede ser casi más bella que la escuchada físicamente. Es maravilloso. Es más limpia, pierde toda impureza, en cierto modo ¡toma nuevo cuerpo!".
Su enorme afición por la naturaleza, siempre presto a salir de excursión con amigos o alumnos para disfrutar del aire libre muestra un espíritu abierto, sensible y dispuesto a la convivencia. Su afición a viajar indica un afán por conocer y experimentar. Su movilidad profesional es prueba de desarraigo y de entrega. Nunca estuvo residente en un lugar más de dos años seguidos.
Sus amigos ponderan las dotes atléticas de que hacía gala a los treinta años, y E.Bethge lo describe físicamente como "de fuerte complexión". Practicaba el tenis, el esquí y el excursionismo con los riesgos y las consecuencias propias del deporte. Algunos achaques normales no hicieron mella notable en la salud de Bonhoeffer, quien llegó a los treinta y seis años a la dura prueba de la cárcel en buena disposición física.
Vivencia de la muerte. La muerte no es el último dato biográfico de Bonhoeffer. Es una vivencia permanente y profunda desde la infancia. En la novela que él mismo esboza en Tegel, se habla de un ciervo que mira serenamente al cazador. Es la actitud de quienes no olvidan la muerte ni les obsesiona, sino que han recibido el don o castigo de Dios de ver venir a la muerte, le sostienen la mirada y llegan a verlo todo con los ojos de la muerte. "Son distintos de los demás hombres".
En Tegel Bonhoeffer ve que la muerte le acecha:
"Vimos hermanos en angustia fuerte y sólo temimos la propia muerte".
La clave del enigma que constituye la persona de Bonhoeffer es el sentido realista de la muerte:
"Hay una norma que no engaña para distinguir lo grande de lo ruin, lo válido de lo fútil, lo auténtico de lo falso, la palabra con peso de la ligera: la muerte".
La clave es la lucidez, y la lucidez la da la muerte.
"Y ¿qué es la muerte?" pregunta "el niño".
"Pues estar ante Dios y pedir que te reciba".
Desde niño Dietrich estaba habituado a mirar la muerte con serenidad. Siempre repetía que no viviría mucho, que "le hubiera gustado una muerte temprana", ensayaba los últimos momentos, y le hubiera gustado saber de antemano la fecha, considerando como un privilegio de nobleza saber morir más que saber vivir. Numerosos testigos dicen que Bonhoeffer hacía ostentación de vaticinar la hora de su muerte. En varias ocasiones dijo que no llegaría a los cuarenta años. Quizá por eso hizo una vida tan intensa.
f. Los más amigos
Bonhoeffer se considera dichoso de haberse encontrado realmente con personas en su vida. Se relacionó con mucha gente de diferentes países y de diversas condiciones. Siempre tuvo algún amigo íntimo. En familia se llevaba muy bien con su hermana gemela Sabine y con el hermano Karl-Friedrich tendrá sus más y sus menos pues éste era un científico escéptico de la religión en general y de la vocación de Dietrich en concreto.
En sus tiempos de estudiante universitario 1924-1927, Bonhoeffer tuvo un círculo estrecho de amistades, ninguna tan intensa como la de su compañero de ministerio Franz Hildebrandt, de familia judía, condición que resultó determinante a partir de 1933. En la relación Dietrich-Franz se dan los elementos ideales de la mejor amistad: un desdoblamiento antagónico de sí mismo en el otro que invita a una recíproca interferencia espiritual, que propicia la expansión de la intimidad y que lleva a compartir sentimientos, pensamientos y decisiones. Además desde 1937, la amistad Franz-Dietrich se aquilata con la separación obligada por la persecución. A Londres le envía entonces Bonhoeffer la clave que explica su comunión y su separación: "Lucha por la verdad hasta la muerte y el Señor peleará a tu lado". La vida de Dietrich se podría entender como una lucha hasta la muerte por mantener la verdadera amistad con Franz. La fidelidad a la amistad por el amigo eclesiástico judío Franz iluminó para Dietrich el momento histórico.
Durante la permanencia en el Union Theological Seminary de Nueva York en 1931 se inició la amistad con Jean Lasserre, un francés capellán en un pueblo minero, que quería ser santo, y que probablemente lo lograría, dirá posteriormente Dietrich.
"él conocía su lamentable soberbia"... "soy un mentiroso soberbio"... "¿Quién habla, mi fe o mi soberbia?"... "entre soberbia y humildad".
A una conocida suya escribe en 1936 sobre el mismo punto: "Sé que hice de la causa de Cristo una ventaja para mí mismo, para mi loca soberbia". Pero aquí ya hablaba como de un pecado de juventud superado por una nueva actitud basada en el sermón de la montaña. Otto Dudzus, discípulo de Bonhoeffer en el seminario de Finkenwalde, para resaltar la resolución comprometida de Bonhoeffer a lo largo de su vida, dice que le gustaba más el orden que luchar contra el desorden. El padre en su diario anotó sobre el pequeño de nueve años: "Es bien peleón". Sin duda que en otro terreno, pero con la misma actitud lo define treinta y tres años más tarde R.Niebuhr: "Encarna en sí el espíritu de lucha". En verdad es un espíritu combativo, polémico y polemizante. El mismo lo reconoce ante su amigo Bethge:
"Todo el mundo se lleve bien contigo, mientras que a mí hay muchos que no me pueden aguantar. Pero no me parece grave. En todas partes donde encuentro enemigos también encuentro amigos y eso me basta".
Eso no quiere decir que se buscara enemigos, pero se los atraía. Porque le gustaba el orden y la exigencia, le exasperaba el desorden, la negligencia o la indisciplina. Testimonios de enfados serios e irritaciones menores no faltan en cartas y diarios. No le importaba enfadarse ostensiblemente cuando el caso lo requería:
"Cuando en una situación así se llega a pequeñas explosiones de ánimo, no me inmuto. Hay cosas más importantes"... "las salidas de tono o de compostura son reparables"... "Pero la reparación es más difícil cuando la Iglesia en su testimonio de Cristo abandona el camino de la fidelidad y de la verdad".
El orden, la disciplina y el equilibrio personal son una obsesión constante en Bonhoeffer y es una necesidad que se hace más conflictiva en momentos críticos de su vida:
"El día bien programado facilita el trabajo y la oración, así como la relación con los hombres y me ahorra los perjuicios anímicos corporales y espirituales que nacen del desorden. Con todo, hace poco una fuerte tormenta de otoño me ha deprimido el ánimo y no ha sido fácil reencontrar el equilibrio".
Al poco: "La vida ordenada vuelve a sentarme bien".
El tesón y el aguante, es otro rasgo de su personalidad. Se nota sobre todo en "tiempos de espera": como en 1939 en América, o en 1941 en Ettal. Y de modo sobresaliente en la cárcel donde se pone a prueba todo su temple.
Es realmente asombroso el número de relaciones personales que entabló en su no larga vida con gentes de países, credos y de condiciones tan diversas. Hizo innumerables amistades. Pero su trato no es espontáneo, ni lo que se dice abierto, su compostura es más bien distante y reservada.
Se puede afirmar de Bonhoeffer que es un luchador solitario y al mismo tiempo sociable. Al cumplir treinta y cinco años dice a Bethge:
"¡Qué hermosos cuatro de febrero hemos tenido en Finkenwalde, en Schlönwitz y en Sigurdshof! En este aspecto me ha ido muy bien en los últimos años. Siempre estuve arropado por el grupo de hermanos que le daba a este día una cierta fuerza espiritual"...
Había ya escrito sobre "la vida comunitaria":
"Quien no sabe estar solo, que tenga cuidado con la compañía"..."Quien no sabe vivir en compañía que tenga cuidado con la soledad".
Por eso, con ser tan viajero, la lejanía de los suyos y de la patria le da verdadera fiebre, le produce la añoranza, "una verdadera enfermedad". A pesar de la solicitud de sus anfitriones y amigos en América el año 1939 escribe con cierto desgarro: "Se está menos solo estando solo", y luego: "Es de gran ayuda tras estar solo unos cuantos días, ir a la iglesia y rezar, cantar y escuchar junto a los demás".
e. Aficiones y gustos
No es un espíritu atormentado, aunque sí intenso; no es eufórico, aunque sí enérgico; no es desbordado, aunque sí dinámico; no es complicado, aunque sí denso. Sabine dice que a su hermano no le costaba reconocer, aunque con pesar, que no sabía pintar. La casa familiar estaba ambientada con paisajes y retratos pintados por el bisabuelo Stanislaus conde de Kalckreuth. Miguel Angel le transmite otra sensación:
"Esa mano de Dios en la imagen de la Sixtina revela más sabiduría sobre la creación que una profunda especulación".
Lo que admira Bonhoeffer en la obra de arte, también en la de tema religioso, es la naturalidad, la serenidad, la simplicidad: una belleza ni "apolínea" ni "dionisíaca", sino "simplemente terrenal".
Se cultivaba la música grandemente en la familia Bonhoeffer, y por la capacidad y sensibilidad que mostró desde pequeño estuvo a punto de no llegar a ser teólogo. Con muchas de sus amistades comparte el gusto por la música y el canto. Algo que valorará intensamente en su actividad pastoral dondequiera que esté. A los dieciocho años, dos experiencias musicales le producen una conmoción espiritual: Una es la Pascua de 1924 celebrada en S.Pedro de Roma:
"...jamás escuchado"... "increíblemente impresionante"... "sencillamente indescriptible"... "inimaginable"... "impresionado al máximo"... "algo así ni lo había soñado, el coro cantó como los ángeles, sobrenaturalmente bello, y contesta la estrofa toda la comunidad de S. Pedro. Terriblemente impresionante. Al fin vi de nuevo lo que es el catolicismo y reavivé mi amor por él".
La otra vivencia similar, por las mismas fechas, se produce en Berlín, al entrar en la Philharmonie le invade la música del Kyrie de Bach, le conmueve y quizá en esa experiencia decide su destino personal como ministro de la Iglesia en el momento en que Harnack le había propuesto que hiciera con él la licencia en Historia. La misa en si menor será considerada por Bonhoeffer "la música más bella de Bach", el músico por excelencia, ya que le da el sentido de fugacidad de toda obra del hombre, por no ser para sí misma, sino "Soli Deo Gloria", muy distinto de como la hacen Beethoven o Wagner, según dice: con pretensión prometeica.
El sentido de la música en la liturgia, como apoyo, y no carga para la Palabra de Dios, lo expresa Bonhoeffer en el domingo Cantate, en la comunidad de Forest Hill en Londres, sobre Ps. 98,1: "Cantad al Señor un cántico nuevo":
"El adorno [de la Palabra de Dios] no es nada de extraño, nada de falso, nada de inauténtico, nada de baratija con brillo, nada de maquillaje, nada de lo que oculta la propia belleza, sino lo que la revela y hace patente".
La música será un acompañamiento espiritual a lo largo de toda su vida sobre todo en la cárcel: Le sonaba a la familia, a los amigos, a la vida. Frente a los inquietantes ruidos de la cárcel Bonhoeffer se construye una atmósfera de armonía con la fantástica sonoridad interior de Bach, Händel y Schütz:
"La música escuchada con el oído interior, con intensa concentración, puede ser casi más bella que la escuchada físicamente. Es maravilloso. Es más limpia, pierde toda impureza, en cierto modo ¡toma nuevo cuerpo!".
Su enorme afición por la naturaleza, siempre presto a salir de excursión con amigos o alumnos para disfrutar del aire libre muestra un espíritu abierto, sensible y dispuesto a la convivencia. Su afición a viajar indica un afán por conocer y experimentar. Su movilidad profesional es prueba de desarraigo y de entrega. Nunca estuvo residente en un lugar más de dos años seguidos.
Sus amigos ponderan las dotes atléticas de que hacía gala a los treinta años, y E.Bethge lo describe físicamente como "de fuerte complexión". Practicaba el tenis, el esquí y el excursionismo con los riesgos y las consecuencias propias del deporte. Algunos achaques normales no hicieron mella notable en la salud de Bonhoeffer, quien llegó a los treinta y seis años a la dura prueba de la cárcel en buena disposición física.
Vivencia de la muerte. La muerte no es el último dato biográfico de Bonhoeffer. Es una vivencia permanente y profunda desde la infancia. En la novela que él mismo esboza en Tegel, se habla de un ciervo que mira serenamente al cazador. Es la actitud de quienes no olvidan la muerte ni les obsesiona, sino que han recibido el don o castigo de Dios de ver venir a la muerte, le sostienen la mirada y llegan a verlo todo con los ojos de la muerte. "Son distintos de los demás hombres".
En Tegel Bonhoeffer ve que la muerte le acecha:
"Vimos hermanos en angustia fuerte y sólo temimos la propia muerte".
La clave del enigma que constituye la persona de Bonhoeffer es el sentido realista de la muerte:
"Hay una norma que no engaña para distinguir lo grande de lo ruin, lo válido de lo fútil, lo auténtico de lo falso, la palabra con peso de la ligera: la muerte".
La clave es la lucidez, y la lucidez la da la muerte.
"Y ¿qué es la muerte?" pregunta "el niño".
"Pues estar ante Dios y pedir que te reciba".
Desde niño Dietrich estaba habituado a mirar la muerte con serenidad. Siempre repetía que no viviría mucho, que "le hubiera gustado una muerte temprana", ensayaba los últimos momentos, y le hubiera gustado saber de antemano la fecha, considerando como un privilegio de nobleza saber morir más que saber vivir. Numerosos testigos dicen que Bonhoeffer hacía ostentación de vaticinar la hora de su muerte. En varias ocasiones dijo que no llegaría a los cuarenta años. Quizá por eso hizo una vida tan intensa.
f. Los más amigos
Bonhoeffer se considera dichoso de haberse encontrado realmente con personas en su vida. Se relacionó con mucha gente de diferentes países y de diversas condiciones. Siempre tuvo algún amigo íntimo. En familia se llevaba muy bien con su hermana gemela Sabine y con el hermano Karl-Friedrich tendrá sus más y sus menos pues éste era un científico escéptico de la religión en general y de la vocación de Dietrich en concreto.
En sus tiempos de estudiante universitario 1924-1927, Bonhoeffer tuvo un círculo estrecho de amistades, ninguna tan intensa como la de su compañero de ministerio Franz Hildebrandt, de familia judía, condición que resultó determinante a partir de 1933. En la relación Dietrich-Franz se dan los elementos ideales de la mejor amistad: un desdoblamiento antagónico de sí mismo en el otro que invita a una recíproca interferencia espiritual, que propicia la expansión de la intimidad y que lleva a compartir sentimientos, pensamientos y decisiones. Además desde 1937, la amistad Franz-Dietrich se aquilata con la separación obligada por la persecución. A Londres le envía entonces Bonhoeffer la clave que explica su comunión y su separación: "Lucha por la verdad hasta la muerte y el Señor peleará a tu lado". La vida de Dietrich se podría entender como una lucha hasta la muerte por mantener la verdadera amistad con Franz. La fidelidad a la amistad por el amigo eclesiástico judío Franz iluminó para Dietrich el momento histórico.
Durante la permanencia en el Union Theological Seminary de Nueva York en 1931 se inició la amistad con Jean Lasserre, un francés capellán en un pueblo minero, que quería ser santo, y que probablemente lo lograría, dirá posteriormente Dietrich.

Erwin Sutz, suizo, compañero también en Nueva York, fue otro de los buenos, sinceros amigos de Bonhoeffer. En él halló también identificación y confrontación; él participó también en la revelación acotada del secreto personal de Bonhoeffer, "Me asusta pensar a veces que coincidimos en que ambos somos seres de algún modo marginales en nuestra Iglesia, aunque en situaciones distintas", e igualmente del secreto político: en febrero de 1941 le dijo Bonhoeffer: "Descuida, derrocaremos a Hitler".

E. Sutz propició la amistad de Bonhoeffer con K.Barth el gran teólogo suizo que participó de las confidencias intelectuales y políticas de Bonhoeffer, y que le aconsejó en momentos decisivos: la constitución de una Iglesia Libre contra la Iglesia del Reich, la ida para Inglaterra, los avatares conspirativos y las cuestiones de fe.
Cuando Bonhoeffer resolvió irse para Londres ante la situación insostenible en la Universidad de Berlín ocasionada por la persecución nazi contra los judíos expone sus motivos a Barth que ha sido expulsado de su cátedra en Bonn. Este se toma muy a mal la evasión de su joven colega Bonhoeffer, le mienta a Jonás conminándole: "coja Usted el primer barco, o si no, el siguiente", llama a sus excusas: "elucubraciones y arabescos intelectuales", "preocupaciones personales", "tragedia privada", "escrúpulos y complejos" y termina por soltarle una arenga auténticamente bélica que no debía esperarse Bonhoeffer de un teólogo del que decía que "no ha salido de las trincheras sino del púlpito de una Iglesia de pueblo".
Cuando Bonhoeffer resolvió irse para Londres ante la situación insostenible en la Universidad de Berlín ocasionada por la persecución nazi contra los judíos expone sus motivos a Barth que ha sido expulsado de su cátedra en Bonn. Este se toma muy a mal la evasión de su joven colega Bonhoeffer, le mienta a Jonás conminándole: "coja Usted el primer barco, o si no, el siguiente", llama a sus excusas: "elucubraciones y arabescos intelectuales", "preocupaciones personales", "tragedia privada", "escrúpulos y complejos" y termina por soltarle una arenga auténticamente bélica que no debía esperarse Bonhoeffer de un teólogo del que decía que "no ha salido de las trincheras sino del púlpito de una Iglesia de pueblo".

Barth excita el patriotismo de Bonhoeffer, le dice que la guerra está declarada y que la oposición precisa del empeño contundente de todos sus efectivos decididos: hay que jugarse el tipo para salir del caos, no caer en las dialécticas teológicas del "puede que sí, puede que no", sino que hay que "¡creer, creer, creer!". Bonhoeffer confiesa a su hostigador hermano mayor Karl-Friedrich: "No puedo creerme la expulsión de Barth"..."Si se confirma, tendré que volver para que quede al menos alguien que diga esas cosas en la Universidad". Decide volver "no en el primer barco, pero sí en el siguiente", casi dos años después.
Cumpliendo la misión encomendada en la central del contraespionaje del ejército, Bonhoeffer viaja a Suiza en marzo y septiembre de 1941 y en mayo de 1942, y recurre a K.Barth para obtener el visado. Barth lo hace "con mucho gusto", "sin sospecha" y "con plena confianza". Bonhoeffer dialoga con Barth, le cuenta "la pura verdad" sobre su misión conspirativa. K.Barth expresó su solidaridad también cuando Bonhoeffer fue apresado y después de su muerte lo cita elogiosamente unas veinte veces en su magna obra "Dogmática eclesial".
George Kennedy Allen Bell, lord obispo de Chichester, entra en el círculo de las verdaderas amistades de Bonhoeffer en 1933 en Londres. Amistad sellada en la ocasión histórica de mayo de 1942, cuando el alemán Bonhoeffer viene a confiar al inglés Bell los planes en marcha de la conjuración contra Hitler para que la transmita al primer ministro Mr. Anthony Eden. Cuando todo haya fracasado, y el holocausto de los pueblos está a punto de consumarse, Bonhoeffer cita como punto de reencuentro y nuevo comienzo a "oncle George".
Cumpliendo la misión encomendada en la central del contraespionaje del ejército, Bonhoeffer viaja a Suiza en marzo y septiembre de 1941 y en mayo de 1942, y recurre a K.Barth para obtener el visado. Barth lo hace "con mucho gusto", "sin sospecha" y "con plena confianza". Bonhoeffer dialoga con Barth, le cuenta "la pura verdad" sobre su misión conspirativa. K.Barth expresó su solidaridad también cuando Bonhoeffer fue apresado y después de su muerte lo cita elogiosamente unas veinte veces en su magna obra "Dogmática eclesial".
George Kennedy Allen Bell, lord obispo de Chichester, entra en el círculo de las verdaderas amistades de Bonhoeffer en 1933 en Londres. Amistad sellada en la ocasión histórica de mayo de 1942, cuando el alemán Bonhoeffer viene a confiar al inglés Bell los planes en marcha de la conjuración contra Hitler para que la transmita al primer ministro Mr. Anthony Eden. Cuando todo haya fracasado, y el holocausto de los pueblos está a punto de consumarse, Bonhoeffer cita como punto de reencuentro y nuevo comienzo a "oncle George".

Eberhard Bethge es el alter ego de Bonhoeffer, el amigo, el confidente, el biógrafo por designacion personal del mismo Dietrich. "La imagen de las cuatro personas que están más en mi vida me acompañará siempre". Son: el padre, la madre, la prometida y el amigo. Y a la hora de la sinceridad, queda sólo el amigo: "Tengo que tratar con cuidado a mis padres y a Maria, pero a ti no te puedo engañar, como tú tampoco a mí". Líneas antes: "De haber estado tú, me hubieras prestado el servicio del amigo: la verdad". Eberhard vino con el primer grupo de seminaristas a Finkenwalde en 1935 y se quedó en la comunidad de hermanos como "imprescindible". Su amistad no suplanta las precedentes de Hildebrandt, Lasserre, Sutz, Barth, Bell, sino que tiene de todos. Eberhard es para Bonhoeffer "el mejor amigo", el mejor "hermano", confidente y confesor, sufrido y clarividente. La exclusividad con que Bonhoeffer se confía a Bethge es prueba de la singularidad de sus confesiones: "Eberhard y yo hemos compartido todas las vivencias importantes". Se siente tan identificado en el amigo que experimenta como una transposición de personalidad: ojos y manos, vida, amor y fe. El amigo hace y hará lo que el otro amigo no puede:
"Hermano, cuando el sol me consuma / vive tú por mí".
A Bethge irán dirigidas las cartas desde la cárcel en las que Bonhoeffer abre su alma al amigo:
"Perdona que te escriba en letra gótica, como sólo lo hago cuando escribo para mí sólo; y quizá está escrito más para clarificarme yo mismo que para instruirte a ti. No quiero ni mucho menos inquietarte con problemas pues tú ni tendrás tiempo de meterte con ellos y puede que sólo consigan atormentarte; pero tengo que compartirlos contigo, a ver si así se me aclaran. Si no te parece bien me lo dices".
Bonhoeffer escribe las notas teológicas desde la cárcel tan sólo para sí mismo y después de mucho. Son un secreto religioso que excede el ámbito de la confianza máxima. Son el secreto personal de Bonhoeffer efecto de su honestidad interior que termina aflorando en las condiciones que presta la intimidad de la amistad y la situación concreta del encarcelamiento, efecto de su compromiso de vida.
María es el amor de Dietrich en plena Guerra Mundial. Ella encarnaba el ideal de vida y de esperanza en medio de la muerte y la desesperación: "El matrimonio se convierte para nosotros en algo nuevo, grandioso, magnífico para los que queremos ser cristianos en Alemania", escribió a su amigo Sutz el 21 de septiembre de 1941. De 1940 a 1942 Bonhoeffer efectuó varias estancias en Klein-Krössin donde residía la joven Maria von Wedemeyer, uno de los nietos que la señora Ruth von Kleist-Retzow, hija del conde Zedlitz llevaba consigo desde Stettin y que habían recibido la confirmacion de el 9.4.38 en Kieckow. A los cuatro años la relación sentimental se va estrechando con no poca indecisión mutua y en el momento de anunciarse el compromiso matrimonial en la familia, Bonhoeffer es encarcelado.
"Hermano, cuando el sol me consuma / vive tú por mí".
A Bethge irán dirigidas las cartas desde la cárcel en las que Bonhoeffer abre su alma al amigo:
"Perdona que te escriba en letra gótica, como sólo lo hago cuando escribo para mí sólo; y quizá está escrito más para clarificarme yo mismo que para instruirte a ti. No quiero ni mucho menos inquietarte con problemas pues tú ni tendrás tiempo de meterte con ellos y puede que sólo consigan atormentarte; pero tengo que compartirlos contigo, a ver si así se me aclaran. Si no te parece bien me lo dices".
Bonhoeffer escribe las notas teológicas desde la cárcel tan sólo para sí mismo y después de mucho. Son un secreto religioso que excede el ámbito de la confianza máxima. Son el secreto personal de Bonhoeffer efecto de su honestidad interior que termina aflorando en las condiciones que presta la intimidad de la amistad y la situación concreta del encarcelamiento, efecto de su compromiso de vida.
María es el amor de Dietrich en plena Guerra Mundial. Ella encarnaba el ideal de vida y de esperanza en medio de la muerte y la desesperación: "El matrimonio se convierte para nosotros en algo nuevo, grandioso, magnífico para los que queremos ser cristianos en Alemania", escribió a su amigo Sutz el 21 de septiembre de 1941. De 1940 a 1942 Bonhoeffer efectuó varias estancias en Klein-Krössin donde residía la joven Maria von Wedemeyer, uno de los nietos que la señora Ruth von Kleist-Retzow, hija del conde Zedlitz llevaba consigo desde Stettin y que habían recibido la confirmacion de el 9.4.38 en Kieckow. A los cuatro años la relación sentimental se va estrechando con no poca indecisión mutua y en el momento de anunciarse el compromiso matrimonial en la familia, Bonhoeffer es encarcelado.

Hoy podemos disponer de la correspondencia de Maria y Dietrich en Tegel. Ella iba a visitarlo a la cárcel, juntos van haciendo planes para el hogar, y después de superar en diciembre de 1943 un intervalo de dudas, hacen preparativos de boda. En la cárcel la relación con Maria es un apoyo psicológico, y un surtidor de sentimientos y vivencias espirituales en el sentido más pleno: la alegría de la vida, la afirmación de lo terrenal y la confianza en el futuro, la aportación palpable del individuo al proceso de la historia de los hombres, la convicción presentida en toda su tragedia de que el pasado de dichas y desdichas, de enigmas y oscuridad, no está perdido, sino que será recobrado en Dios. En la primavera de 1945 Maria buscaba inútilmente a Dietrich por los campos de concentración de la Alemania irremisiblemente arrasada. También en este amor roto Bonhoeffer es un signo del momento histórico.
3. AÑOS DE EXPERIENCIAS POR EL MUNDO
Es elocuente la enumeración de las ciudades donde residió Bonhoeffer un tiempo, las etapas de la gran marcha de Dietrich desde la cuna al cadalso: Wroclaw, Berlín, Tubinga, Roma, Berlín, Barcelona, Berlín, Nueva York, Berlín, Londres, Finkenwalde, Berlín, Múnich, Berlín-Tegel, hasta terminar en Flossenbürg. Conoció además México y Cuba, y visitó en diversas misiones todos los países de Europa desde Escandinavia al Norte de África, desde París al Este de Europa, y con ganas se quedó de ir con Gandhi a la India cuando ya tenía una invitación formal. Y eso sin llegar a cumplir cuarenta años ¿Qué nos revela esta movilidad? Que el mundo de Dietrich es toda la tierra, todos los pueblos, desde el compromiso con su propio pueblo, y que esta pertenencia universal en lo concreto no es fruto del azar sino un proyecto vital que le va a beneficiar para escrutar y para decidir sobre la realidad histórica.
a. Joven estudiante en Tubinga
A los diecisiete años Bonhoeffer decide estudiar en Tubinga con grandes deseos de hacer nuevas experiencias. Las cartas a los padres revelan que estudiaba, cultivaba la música, el remo, el tenis, las excursiones, y hacía visitas a los conocidos de la familia. Participó en las actividades de la agrupación juvenil de los "Igel" y pasó quince días instrucción militar con los "Jäger" de Ulm. Con satisfacción y con sentido crítico asiste Bonhoeffer a los cursos de los dos semestres. Así se amplía el paisaje geográfico, personal e intelectual, y se pone ya de manifiesto su clarividencia, su capacidad de estudio, y la voluntad de superar su entorno natural.
b. "O felix Roma"
Dietrich rompe las fronteras y consigue realizar su sueño de ir a Roma los tres meses de la primavera de 1924. La realidad le hizo superar lo imaginado. De esta primera estancia se despedirá diciendo:
"Roma, la ciudad que en veinte días he llegado a conocer y a amar más que ninguna otra ciudad y que en dos semanas me ha enseñado más que cualquier otra ciudad".
La pensión es verdaderamente internacional: un ruso, una italiana, una griega, una francesa y alemanes. Lo que aprendió de italiano le sirvió para palpar la situación social del país, y le permitió expresar algunos juicios espontáneos, sinceros, e inmisericordes. Se procura contactos con seminaristas, sacerdotes o monseñores con quienes entabla diálogo entre comprensivo y capcioso. En este aspecto Bonhoeffer se muestra abierto y sensible, tan dispuesto al descubrimiento y al asombro, como sujeto a tópicos y prejuicios.
Después de visitar Bolonia, Palermo, Nápoles y Siena aprovechó esta primavera de 1924 para visitar el norte de Africa, y más que una experiencia fue un susto en el descubrimiento del mundo. La estancia en Roma le permite palpar la Antigüedad, conectar con los orígenes cristianos y sentir de cerca el catolicismo especialmente a través del arte y de la liturgia, lo que pone a prueba sus prejuicios. Cree el joven Bonhoeffer, recién iniciado en la teología, que el Catolicismo revela la universalidad de la Iglesia pero que en definitiva, "espiritualiza la tradición de 1900 años e incluso la ha transfigurado, pero en esa espiritualización ha falseado lo que originalmente era de más sentido".
Por otra parte hubiera deseado Bonhoeffer que "el Protestantismo se hubiera conformado con ser una amplia secta"... "pero el caso es que ahora se esconde bajo el nombre de "Protestantismo" mucho que clara y sinceramente sólo se puede llamar materialismo, esto es, tan sólo se valora y se considera la posibilidad del librepensamiento en el Protestantismo, en sentido muy distinto al de los reformadores".
Así es como entra en contacto directo con otra manera de entender la historia. Bonhoeffer tiene una mirada penetrante sobre lo que experimenta, y todo lo enjuicia con desenvoltura: la teatralidad de la liturgia católica, la escrupulosidad en la confesión, la fría pomposidad de los papas, el mal gusto en la restauración de monumentos, la sucia trattoria, la miseria y arrogancia de los árabes, la gandulería de los italianos tan peseteros, dice. Claro que estos juicios despiadados se hacen con la licencia que da su diario personal y las cartas a la familia. Años más tarde, en agosto de 1936 aprovechará con Bethge la reunión ecuménica de Chamby para volver a Roma. En 1942 retorna, junto a su cuñado Hans von Dohnanyi, ya en misiones conspirativas, al Vaticano y a Roma: "Esa ciudad maravillosa". Al año siguiente, desde la cárcel en Berlín, temía por la destrucción de Roma: "Esa parte del mundo que tanto amo".
c. El Berlín de los años 20
Durante siete semestres Bonhoeffer se inscribe a unos cuarenta cursos sobre Teología, Historia de la Iglesia, Biblia, Ética, Filosofía, Pastoral. La predilección por los temas que se refieren al ser cristiano como ser en comunidad le lleva a presentar la disertación "Sanctorum Communio. Una investigación dogmática sobre la sociología de la Iglesia". La hace con R. Seeberg aconsejado por su padre y a pesar del "Suficiente" con que le había calificado un primer trabajo. Ya entonces miraba a Escandinavia para salir del círculo de influencia de sus profesores de Berlín ante quienes se confronta con independencia, libertad y hasta atrevimiento intelectual. Los testimonios de sus compañeros de clase son unánimes: no se entrega incondicionalmente a los profesores ni a los autores citados: contradice y replica a Harnack, no aprueba las concordancias teológicas y sociológicas de Seeberg, discrepa de E.Troeltsch, A.Ritschl, F.H.R. Frank y expone sus reparos sobre K. Barth de quien conoce "La Palabra de Dios y la teología", de 1924.
Aparte de los ejercicios de clase desarrolla una notable actividad pastoral: El servicio religioso con los niños en la Iglesia de Grunewald-Berlín donde pronto se hace acompañar por la hermana Susanne, va a acaparar la atención de Dietrich. Se previene a sí mismo de que no entre demasiado lo psicológico y personal, prepara amenas historietas para los niños y se esfuerza en acomodar para ellos la más profunda teología. El grupo de los jueves con adolescentes en la angenheimstrasse desde abril de 1927 es un test muy satisfactorio para Dietrich pues experimenta su poder personal de captación y la reacción de los niños con su mundo intelectual al desarrollar con ellos temas de religión, ética, política y cultura, además de cultivar la música y las excursiones al campo.
Con añoranza recordará más tarde Bonhoeffer estos años como los más esperanzadores de su vida:
"Se podía aprender y trabajar en libertad; se viajaba y se veía algo de Europa"...
d. En Barcelona con "los hombres tal como son"
"Una llamada telefónica en diciembre de 1927 puso mi vida en un cauce que nunca dejó ni dejará ya más".
Era el decano M.Diestel para proponerle la vicaría de emigrantes alemanes en Barcelona. Se realizaba así lo que había intentado en 1924 con su deseo de quedar en Roma y en 1925 con su tentación de marchar a Escandinavia: "Salir del círculo de mis conocidos y asentarme por mi propio pie".
Las vacilaciones, como cada una de las veinte veces que cambia de destino en su vida, no son pocas. Como siempre, va con ilusión y retornará con satisfacción.
"Una hermosa ciudad moderna", dice Dietrich de Barcelona. Se aposentó en la zona alta de la ciudad, en una pensión poco cómoda y que le atraía menos que la plaza Cataluña, el Barrio Gótico, las iglesias y claustros "increíblemente bellos" y los alrededores, "de lo más hermoso de España", como el Tibidabo "de acertada etimología" y Monserrat: "En su formación hay algo de magia fantástica e inverosímil".
En abril Bonhoeffer hizo una escapada hacia el sur: tres días en Madrid, luego Toledo, El Escorial, la feria de Sevilla y finalmente Granada: "De lo más bello que he visto"..."algo único en este país desértico". Ya no quería visitar más. A una invitación de San Sebastián dice: "No creo que me depare nada nuevo". Algunos objetos comprados en España se convirtieron en entrañables para la familia Bonhoeffer: un brasero antiguo, una mantilla, una labor toledana, un casi Picasso, un Cristo.
Los feligreses asiduos de la comunidad evangélica eran unos cuarenta, de doscientos inscritos entre los seis mil que componían la colonia alemana en Barcelona. No falta la contribución económica pero la vida eclesial es muy pobre y se lamenta:
"No hay labor pastoral ninguna"..."Mucho trajín, mucho ruido, mucha 'moralina', algo de literatura, y como remate, unas pintas de tono eclesial: eso sí, todo con gran honradez y dignidad, nada de pose tonta o displicencia".
La catequesis dominical se fue animando progresivamente dado el entusiasmo, el poder de captación y de iniciativa del joven vicario de veintidós años. Vinieron luego las clases de religión en la escuela y las actividades con el coro que sirvieron para hacer feligresía. Una ausencia prolongada del párroco hizo que el vicario dirigiera a la comunidad hasta quince predicaciones. Son de gran fuerza. En ellas se abre la temática más central de Bonhoeffer. Puede variar el acento o el tono pero aquí están enunciadas las preocupaciones teológicas esenciales de Bonhoeffer hasta el final de su vida: la religión y la justificación, la religión y la felicidad, el tiempo presente y las últimas cosas, la presencia y la ausencia de Dios, el individuo y la comunidad .
Se dan las condiciones propicias para que Bonhoeffer dé rienda suelta a sus fervores e inquietudes como pastor y teólogo.
Las tres conferencias dirigidas a la comunidad, hacen vislumbrar el final del camino teológico y vital de Bonhoeffer: "Dificultades y esperanzas en la situación religiosa actual", "Jesucristo y la esencia del Cristianismo", "Problemas fundamentales de una ética cristiana", en la que afirmaba: El núcleo del Cristianismo no es ningún principio, sino el estar ante Dios, su gracia, su voluntad y su verdad. Eso hace que el hombre decida libre y creativamente, y afronte la complejidad de las situaciones históricas concretas que se presentan cuando entran en colisión dos órdenes de Dios como el amor y el desarrollo de los pueblos, el amor y la guerra, el amor y la justicia, el amor y la verdad, el amor y la libertad, la naturaleza y el espíritu. La respuesta se ha de buscar siempre manteniendo la relación con Dios, siempre por decisión personal de la conciencia, siempre inmersos en la situación concreta de esta tierra y de este tiempo.
a. Joven estudiante en Tubinga
A los diecisiete años Bonhoeffer decide estudiar en Tubinga con grandes deseos de hacer nuevas experiencias. Las cartas a los padres revelan que estudiaba, cultivaba la música, el remo, el tenis, las excursiones, y hacía visitas a los conocidos de la familia. Participó en las actividades de la agrupación juvenil de los "Igel" y pasó quince días instrucción militar con los "Jäger" de Ulm. Con satisfacción y con sentido crítico asiste Bonhoeffer a los cursos de los dos semestres. Así se amplía el paisaje geográfico, personal e intelectual, y se pone ya de manifiesto su clarividencia, su capacidad de estudio, y la voluntad de superar su entorno natural.
b. "O felix Roma"
Dietrich rompe las fronteras y consigue realizar su sueño de ir a Roma los tres meses de la primavera de 1924. La realidad le hizo superar lo imaginado. De esta primera estancia se despedirá diciendo:
"Roma, la ciudad que en veinte días he llegado a conocer y a amar más que ninguna otra ciudad y que en dos semanas me ha enseñado más que cualquier otra ciudad".
La pensión es verdaderamente internacional: un ruso, una italiana, una griega, una francesa y alemanes. Lo que aprendió de italiano le sirvió para palpar la situación social del país, y le permitió expresar algunos juicios espontáneos, sinceros, e inmisericordes. Se procura contactos con seminaristas, sacerdotes o monseñores con quienes entabla diálogo entre comprensivo y capcioso. En este aspecto Bonhoeffer se muestra abierto y sensible, tan dispuesto al descubrimiento y al asombro, como sujeto a tópicos y prejuicios.
Después de visitar Bolonia, Palermo, Nápoles y Siena aprovechó esta primavera de 1924 para visitar el norte de Africa, y más que una experiencia fue un susto en el descubrimiento del mundo. La estancia en Roma le permite palpar la Antigüedad, conectar con los orígenes cristianos y sentir de cerca el catolicismo especialmente a través del arte y de la liturgia, lo que pone a prueba sus prejuicios. Cree el joven Bonhoeffer, recién iniciado en la teología, que el Catolicismo revela la universalidad de la Iglesia pero que en definitiva, "espiritualiza la tradición de 1900 años e incluso la ha transfigurado, pero en esa espiritualización ha falseado lo que originalmente era de más sentido".
Por otra parte hubiera deseado Bonhoeffer que "el Protestantismo se hubiera conformado con ser una amplia secta"... "pero el caso es que ahora se esconde bajo el nombre de "Protestantismo" mucho que clara y sinceramente sólo se puede llamar materialismo, esto es, tan sólo se valora y se considera la posibilidad del librepensamiento en el Protestantismo, en sentido muy distinto al de los reformadores".
Así es como entra en contacto directo con otra manera de entender la historia. Bonhoeffer tiene una mirada penetrante sobre lo que experimenta, y todo lo enjuicia con desenvoltura: la teatralidad de la liturgia católica, la escrupulosidad en la confesión, la fría pomposidad de los papas, el mal gusto en la restauración de monumentos, la sucia trattoria, la miseria y arrogancia de los árabes, la gandulería de los italianos tan peseteros, dice. Claro que estos juicios despiadados se hacen con la licencia que da su diario personal y las cartas a la familia. Años más tarde, en agosto de 1936 aprovechará con Bethge la reunión ecuménica de Chamby para volver a Roma. En 1942 retorna, junto a su cuñado Hans von Dohnanyi, ya en misiones conspirativas, al Vaticano y a Roma: "Esa ciudad maravillosa". Al año siguiente, desde la cárcel en Berlín, temía por la destrucción de Roma: "Esa parte del mundo que tanto amo".
c. El Berlín de los años 20
Durante siete semestres Bonhoeffer se inscribe a unos cuarenta cursos sobre Teología, Historia de la Iglesia, Biblia, Ética, Filosofía, Pastoral. La predilección por los temas que se refieren al ser cristiano como ser en comunidad le lleva a presentar la disertación "Sanctorum Communio. Una investigación dogmática sobre la sociología de la Iglesia". La hace con R. Seeberg aconsejado por su padre y a pesar del "Suficiente" con que le había calificado un primer trabajo. Ya entonces miraba a Escandinavia para salir del círculo de influencia de sus profesores de Berlín ante quienes se confronta con independencia, libertad y hasta atrevimiento intelectual. Los testimonios de sus compañeros de clase son unánimes: no se entrega incondicionalmente a los profesores ni a los autores citados: contradice y replica a Harnack, no aprueba las concordancias teológicas y sociológicas de Seeberg, discrepa de E.Troeltsch, A.Ritschl, F.H.R. Frank y expone sus reparos sobre K. Barth de quien conoce "La Palabra de Dios y la teología", de 1924.
Aparte de los ejercicios de clase desarrolla una notable actividad pastoral: El servicio religioso con los niños en la Iglesia de Grunewald-Berlín donde pronto se hace acompañar por la hermana Susanne, va a acaparar la atención de Dietrich. Se previene a sí mismo de que no entre demasiado lo psicológico y personal, prepara amenas historietas para los niños y se esfuerza en acomodar para ellos la más profunda teología. El grupo de los jueves con adolescentes en la angenheimstrasse desde abril de 1927 es un test muy satisfactorio para Dietrich pues experimenta su poder personal de captación y la reacción de los niños con su mundo intelectual al desarrollar con ellos temas de religión, ética, política y cultura, además de cultivar la música y las excursiones al campo.
Con añoranza recordará más tarde Bonhoeffer estos años como los más esperanzadores de su vida:
"Se podía aprender y trabajar en libertad; se viajaba y se veía algo de Europa"...
d. En Barcelona con "los hombres tal como son"
"Una llamada telefónica en diciembre de 1927 puso mi vida en un cauce que nunca dejó ni dejará ya más".
Era el decano M.Diestel para proponerle la vicaría de emigrantes alemanes en Barcelona. Se realizaba así lo que había intentado en 1924 con su deseo de quedar en Roma y en 1925 con su tentación de marchar a Escandinavia: "Salir del círculo de mis conocidos y asentarme por mi propio pie".
Las vacilaciones, como cada una de las veinte veces que cambia de destino en su vida, no son pocas. Como siempre, va con ilusión y retornará con satisfacción.
"Una hermosa ciudad moderna", dice Dietrich de Barcelona. Se aposentó en la zona alta de la ciudad, en una pensión poco cómoda y que le atraía menos que la plaza Cataluña, el Barrio Gótico, las iglesias y claustros "increíblemente bellos" y los alrededores, "de lo más hermoso de España", como el Tibidabo "de acertada etimología" y Monserrat: "En su formación hay algo de magia fantástica e inverosímil".
En abril Bonhoeffer hizo una escapada hacia el sur: tres días en Madrid, luego Toledo, El Escorial, la feria de Sevilla y finalmente Granada: "De lo más bello que he visto"..."algo único en este país desértico". Ya no quería visitar más. A una invitación de San Sebastián dice: "No creo que me depare nada nuevo". Algunos objetos comprados en España se convirtieron en entrañables para la familia Bonhoeffer: un brasero antiguo, una mantilla, una labor toledana, un casi Picasso, un Cristo.
Los feligreses asiduos de la comunidad evangélica eran unos cuarenta, de doscientos inscritos entre los seis mil que componían la colonia alemana en Barcelona. No falta la contribución económica pero la vida eclesial es muy pobre y se lamenta:
"No hay labor pastoral ninguna"..."Mucho trajín, mucho ruido, mucha 'moralina', algo de literatura, y como remate, unas pintas de tono eclesial: eso sí, todo con gran honradez y dignidad, nada de pose tonta o displicencia".
La catequesis dominical se fue animando progresivamente dado el entusiasmo, el poder de captación y de iniciativa del joven vicario de veintidós años. Vinieron luego las clases de religión en la escuela y las actividades con el coro que sirvieron para hacer feligresía. Una ausencia prolongada del párroco hizo que el vicario dirigiera a la comunidad hasta quince predicaciones. Son de gran fuerza. En ellas se abre la temática más central de Bonhoeffer. Puede variar el acento o el tono pero aquí están enunciadas las preocupaciones teológicas esenciales de Bonhoeffer hasta el final de su vida: la religión y la justificación, la religión y la felicidad, el tiempo presente y las últimas cosas, la presencia y la ausencia de Dios, el individuo y la comunidad .
Se dan las condiciones propicias para que Bonhoeffer dé rienda suelta a sus fervores e inquietudes como pastor y teólogo.
Las tres conferencias dirigidas a la comunidad, hacen vislumbrar el final del camino teológico y vital de Bonhoeffer: "Dificultades y esperanzas en la situación religiosa actual", "Jesucristo y la esencia del Cristianismo", "Problemas fundamentales de una ética cristiana", en la que afirmaba: El núcleo del Cristianismo no es ningún principio, sino el estar ante Dios, su gracia, su voluntad y su verdad. Eso hace que el hombre decida libre y creativamente, y afronte la complejidad de las situaciones históricas concretas que se presentan cuando entran en colisión dos órdenes de Dios como el amor y el desarrollo de los pueblos, el amor y la guerra, el amor y la justicia, el amor y la verdad, el amor y la libertad, la naturaleza y el espíritu. La respuesta se ha de buscar siempre manteniendo la relación con Dios, siempre por decisión personal de la conciencia, siempre inmersos en la situación concreta de esta tierra y de este tiempo.

Sería por los tópicos, por las novelas, o por las relaciones, el caso es que Bonhoeffer sobre todo al principio, se expresa como lo haría un buen anticlerical español sobre "el país del sombrío y rudo catolicismo". Sobre los españoles, los primeros juicios son despiadados, entre la prevención displicente y el desconocimiento altivo. Pero luego se dejó sorprender y cautivar por ellos y establece curiosas comparaciones: "me parece una cultura muy extraña para nosotros y que sin embargo es enormemente sugestiva y seria". Escribe a su abuela Julie:
"Cuanto más conozco a los españoles más simpáticos me caen. Sólo que son totalmente distintos a como uno se los figura en Alemania"..."Se vive de verdad a gusto con y entre ellos; no riñen, no paran, son amables y agradables y a menudo muy inteligentes, a pesar de una aparente incultura, y es que la escolarización es de pena, y lo más bonito es que no se dan importancia y son de un finísimo sentido social como no he experimentado hasta ahora"..."encontrarse con hombres tal como son, lejos de la mascarada del "mundo cristiano"..."que se abren a uno cuando se les habla amigablemente, hombres reales que me parecen que son los que están más próximos a la gracia que a la ira, mientras que el mundo cristiano está más próximo a la ira que a la gracia".
En este mismo año 1928 cita Is 65,1: "a los que no dicen mi nombre les digo: aquí estoy yo". El alcance de esta experiencia llega hasta el núcleo de las cartas teológicas de Tegel en 1944:
"Me avergüenzo de mentar el nombre de Dios entre personas religiosas porque me suena a falso y yo mismo me siento como insincero"..."mientras que puedo nombrar a Dios tan tranquila y lógicamente ante los no religiosos".
Se refiere Bonhoeffer a esos tipos vagabundos que iban a mendigar ante el joven vicario y en los que ve encarnada la sinceridad del hombre que se presenta tal como es.
Con muchas personas entabló Bonhoeffer relación en Barcelona lo que revela la entrega y la profundidad con que se encarnó en la vida de la misión. Además participó en veladas musicales, reuniones sociales, deportes, viajes, espectáculos: toros, cine, teatro, ópera. Las fiestas folklóricas y religiosas, junto con las lecturas contribuyeron a que Bonhoeffer entrara en contacto con la vida del pueblo.
Los juicios y las críticas no faltan en esta experiencia. Adjetiva con facilidad sus juicios con términos rotundos, penetrantes, hirientes no exentos de suficiencia y que, se comparta o no su acierto, revelan un gran espíritu de crítico, que termina aplicándose a sí mismo.
Del mundo intelectual a la vida real. Si Tubinga significó la ruptura del caparazón familiar, Barcelona quebró la envolvente intelectual y le puso en contacto con otra parte de la realidad, tal como le dice a Harnack:
"Se desprende uno de muchas cosas por las que antes se desvivía, se libera uno de doctrinas de escuela y se aprende a ver más precisamente los límites del valor de la pura ciencia por muy importante que sea".
Plásticamente le escribe a su profesor R. Seeberg: "Hace mucho bien escarmentar a tiempo". En el campo pastoral comenzó a predicar regularmente en una comunidad y ni siquiera seis años después en Londres dispondrá de una situación semejante que le permita unas predicaciones tan vivas, tan directas y ardientes.
Al año de dejar esta misión escribe a Rössler y le dice que está todavía muy unido a esa comunidad.
Volvió a Barcelona para la boda de su amigo el profesor H.Thumm y aprovechó el mes de abril para contemplar el atardecer desde el Tibidabo, asistir a las sardanas y bañarse en Tossa. Dos años después, desde Nueva York hizo lo imposible para enviar a sus jóvenes de Barcelona una tienda de campaña, según el testimonio personal de Erwin Sutz quien compartió la peripecia. El 23 de julio de 1936, inicio de la guerra civil en España, Bonhoeffer escribe a Eberhard Bethge: "La situación se agudiza de verdad". También en la cárcel aflorarán recuerdos de esta época en Barcelona.
e. Fin de carrera
Le habían tentado desde noviembre de 1928 para que se quedase en Barcelona, pero prefiere seguir el camino académico, la enseñanza de la teología en la universidad. Durante año y medio en Berlín colabora como asistente voluntario en la cátedra de sistemática, finalmente encomendada a W.Luetgert al retirarse R.Seeberg.
Entabla nuevas amistades como las de Hans Christoph von Hase, W.Dree, H.Rössler, Elisabeth Zinn y Franz Hildebrandt. Se amplía la familia Bonhoeffer con las bodas de Karl-Friedrich, Susanne, Klaus. Al morir el gran historiador A. von Harnack el 10 de junio de 1930, será Bonhoeffer quien pronuncie el elogio fúnebre en nombre de la última generación de teólogos.
"Una investigación dogmática sobre la sociología de la Iglesia" es el subtitulo de la disertación teológica escrita a los veintiún años.
"Dios o el Espíritu Santo se inserta en el tú concreto; sólo por su efecto el otro se me convierte en el tú, en el que surge mi yo, con otras palabras, todo tú humano es reproducción del Tú divino".
Para Bonhoeffer, la Revelación en Cristo habla de la voluntad de Dios de crear a partir de la humanidad vieja de Adán una nueva humanidad en Cristo, esto es, la Iglesia. El individuo sufre la tensión entre el individualismo y el colectivismo. Dedica un párrafo a la relación entre "Iglesia y proletariado".
Publica el trabajo "Acto y ser" que le habilita como profesor de universidad.
"El pensamiento cristiano niega cualquier comprensión autónoma de sí mismo, niega que el hombre pueda darse a sí mismo la verdad"..."Por verdad se entiende aquí aquella relación a Dios que para la teología cristiana es posible únicamente mediante la Palabra de Dios dicha en la Revelación de la Ley y del Evangelio".
La Iglesia concreta y visible, como lugar de la Revelación es la premisa indispensable para comprender el ser. La Revelación consiste en la manifestación de Dios en la Iglesia como persona: Cristo existente como comunidad. Así el ser de la Revelación es pensado "en continuidad" y al mismo tiempo próximo al hombre. El hombre sólo puede ser pensado en cuanto que es alcanzado o no por Cristo. El ser del hombre es decir relación a Cristo, que es ser en Cristo en la comunidad. La persona es síntesis de acto y ser, de individuo y humanidad. El hombre no se comprende a sí mismo desde sí mismo, sino únicamente desde Cristo existente como comunidad.
Es notable la audacia intelectual de Bonhoeffer, que a sus veintitrés años se enfrenta a los autores más significados de las corrientes filosóficas y teológicas, y se atreve a conjugarlos dentro de su objetivo, rebatir sus sistemas y ofrecer una propuesta que aparece coherente.
Como resumen de este período, vemos a Bonhoeffer introducido en la tarea que cree va a ser la misión de su vida: la enseñanza de la teología. Y parece que quiere hacerse sitio por sí mismo construyendo a su entender un edificio lógico. Terminados los compromisos de la disertación y de la habilitación, Bonhoeffer comienza a pensar en serio el ofrecimiento que le habían hecho desde mediados de 1929: pasar un año en América para estudiar y dar conferencias.
A pesar de que Max Diestel intercedió oportunamente, el Consejo Superior Eclesiástico denegó la dispensa de edad para la ordenación como ministro eclesiástico. Deberá esperar a su retorno de América.
"Cuanto más conozco a los españoles más simpáticos me caen. Sólo que son totalmente distintos a como uno se los figura en Alemania"..."Se vive de verdad a gusto con y entre ellos; no riñen, no paran, son amables y agradables y a menudo muy inteligentes, a pesar de una aparente incultura, y es que la escolarización es de pena, y lo más bonito es que no se dan importancia y son de un finísimo sentido social como no he experimentado hasta ahora"..."encontrarse con hombres tal como son, lejos de la mascarada del "mundo cristiano"..."que se abren a uno cuando se les habla amigablemente, hombres reales que me parecen que son los que están más próximos a la gracia que a la ira, mientras que el mundo cristiano está más próximo a la ira que a la gracia".
En este mismo año 1928 cita Is 65,1: "a los que no dicen mi nombre les digo: aquí estoy yo". El alcance de esta experiencia llega hasta el núcleo de las cartas teológicas de Tegel en 1944:
"Me avergüenzo de mentar el nombre de Dios entre personas religiosas porque me suena a falso y yo mismo me siento como insincero"..."mientras que puedo nombrar a Dios tan tranquila y lógicamente ante los no religiosos".
Se refiere Bonhoeffer a esos tipos vagabundos que iban a mendigar ante el joven vicario y en los que ve encarnada la sinceridad del hombre que se presenta tal como es.
Con muchas personas entabló Bonhoeffer relación en Barcelona lo que revela la entrega y la profundidad con que se encarnó en la vida de la misión. Además participó en veladas musicales, reuniones sociales, deportes, viajes, espectáculos: toros, cine, teatro, ópera. Las fiestas folklóricas y religiosas, junto con las lecturas contribuyeron a que Bonhoeffer entrara en contacto con la vida del pueblo.
Los juicios y las críticas no faltan en esta experiencia. Adjetiva con facilidad sus juicios con términos rotundos, penetrantes, hirientes no exentos de suficiencia y que, se comparta o no su acierto, revelan un gran espíritu de crítico, que termina aplicándose a sí mismo.
Del mundo intelectual a la vida real. Si Tubinga significó la ruptura del caparazón familiar, Barcelona quebró la envolvente intelectual y le puso en contacto con otra parte de la realidad, tal como le dice a Harnack:
"Se desprende uno de muchas cosas por las que antes se desvivía, se libera uno de doctrinas de escuela y se aprende a ver más precisamente los límites del valor de la pura ciencia por muy importante que sea".
Plásticamente le escribe a su profesor R. Seeberg: "Hace mucho bien escarmentar a tiempo". En el campo pastoral comenzó a predicar regularmente en una comunidad y ni siquiera seis años después en Londres dispondrá de una situación semejante que le permita unas predicaciones tan vivas, tan directas y ardientes.
Al año de dejar esta misión escribe a Rössler y le dice que está todavía muy unido a esa comunidad.
Volvió a Barcelona para la boda de su amigo el profesor H.Thumm y aprovechó el mes de abril para contemplar el atardecer desde el Tibidabo, asistir a las sardanas y bañarse en Tossa. Dos años después, desde Nueva York hizo lo imposible para enviar a sus jóvenes de Barcelona una tienda de campaña, según el testimonio personal de Erwin Sutz quien compartió la peripecia. El 23 de julio de 1936, inicio de la guerra civil en España, Bonhoeffer escribe a Eberhard Bethge: "La situación se agudiza de verdad". También en la cárcel aflorarán recuerdos de esta época en Barcelona.
e. Fin de carrera
Le habían tentado desde noviembre de 1928 para que se quedase en Barcelona, pero prefiere seguir el camino académico, la enseñanza de la teología en la universidad. Durante año y medio en Berlín colabora como asistente voluntario en la cátedra de sistemática, finalmente encomendada a W.Luetgert al retirarse R.Seeberg.
Entabla nuevas amistades como las de Hans Christoph von Hase, W.Dree, H.Rössler, Elisabeth Zinn y Franz Hildebrandt. Se amplía la familia Bonhoeffer con las bodas de Karl-Friedrich, Susanne, Klaus. Al morir el gran historiador A. von Harnack el 10 de junio de 1930, será Bonhoeffer quien pronuncie el elogio fúnebre en nombre de la última generación de teólogos.
"Una investigación dogmática sobre la sociología de la Iglesia" es el subtitulo de la disertación teológica escrita a los veintiún años.
"Dios o el Espíritu Santo se inserta en el tú concreto; sólo por su efecto el otro se me convierte en el tú, en el que surge mi yo, con otras palabras, todo tú humano es reproducción del Tú divino".
Para Bonhoeffer, la Revelación en Cristo habla de la voluntad de Dios de crear a partir de la humanidad vieja de Adán una nueva humanidad en Cristo, esto es, la Iglesia. El individuo sufre la tensión entre el individualismo y el colectivismo. Dedica un párrafo a la relación entre "Iglesia y proletariado".
Publica el trabajo "Acto y ser" que le habilita como profesor de universidad.
"El pensamiento cristiano niega cualquier comprensión autónoma de sí mismo, niega que el hombre pueda darse a sí mismo la verdad"..."Por verdad se entiende aquí aquella relación a Dios que para la teología cristiana es posible únicamente mediante la Palabra de Dios dicha en la Revelación de la Ley y del Evangelio".
La Iglesia concreta y visible, como lugar de la Revelación es la premisa indispensable para comprender el ser. La Revelación consiste en la manifestación de Dios en la Iglesia como persona: Cristo existente como comunidad. Así el ser de la Revelación es pensado "en continuidad" y al mismo tiempo próximo al hombre. El hombre sólo puede ser pensado en cuanto que es alcanzado o no por Cristo. El ser del hombre es decir relación a Cristo, que es ser en Cristo en la comunidad. La persona es síntesis de acto y ser, de individuo y humanidad. El hombre no se comprende a sí mismo desde sí mismo, sino únicamente desde Cristo existente como comunidad.
Es notable la audacia intelectual de Bonhoeffer, que a sus veintitrés años se enfrenta a los autores más significados de las corrientes filosóficas y teológicas, y se atreve a conjugarlos dentro de su objetivo, rebatir sus sistemas y ofrecer una propuesta que aparece coherente.
Como resumen de este período, vemos a Bonhoeffer introducido en la tarea que cree va a ser la misión de su vida: la enseñanza de la teología. Y parece que quiere hacerse sitio por sí mismo construyendo a su entender un edificio lógico. Terminados los compromisos de la disertación y de la habilitación, Bonhoeffer comienza a pensar en serio el ofrecimiento que le habían hecho desde mediados de 1929: pasar un año en América para estudiar y dar conferencias.
A pesar de que Max Diestel intercedió oportunamente, el Consejo Superior Eclesiástico denegó la dispensa de edad para la ordenación como ministro eclesiástico. Deberá esperar a su retorno de América.

f. Un curso en Nueva York
En el Union Theological Seminary de Nueva York pasó Bonhoeffer un año escolar becado por la Sloan Fellowship y significó, como dice él mismo "ni más ni menos que comenzar a conocer otro continente" (otra "parte de la tierra" en alemán). Trabó en Estados Unidos muchas relaciones eclesiásticas y académicas y algunas imperecederas amistades como la del suizo Erwin Sutz, el francés Jean Lasserre, los americanos Frank Fisher, y Paul Lehmann junto a Reinhold Niebuhr.
Su actividad en los nueve meses de estancia de los que siete fueron con doce horas de clase a la semana, se repartió en conferencias dadas por él, coloquios, sermones y algunos viajes: a Filadelfia, Washington. Tuvo experiencias y contactos con la realidad social y eclesial especialmente juvenil: Settlements, YMCA, Home Missions, Playgrounds, Childrencourts, Nights Schools, Asyls, Youth Organisations, Association for Advance and Coloured People, asistencia a las iglesias de Nueva York y visitas a las comunidades alemanas de diversas ciudades norteamericanas, de México y de Cuba.
La experiencia directa de la problemática de los negros, en 1931 cuando M.Luther King tenía aún dos años, no es mera curiosidad para él. Se hizo amigo de Frank Fisher quien le introdujo en las familias de Harlem, los clubs de jóvenes negros y la participación en sus actividades recreativas y eclesiales. Leyó además literatura sobre los afroamericanos, y experimentó la fuerza del sentimiento y de la expresión, no sólo musical, de su religiosidad, cargando la responsabilidad de la ateización de las masas de negros a la América blanca cristiana. Comprobó que la falta de integración social no era tanta entre la población hispana.
Las reseñas que escribió sobre actualidad ética e histórica revelan nuevas preocupaciones intelectuales: la banca y la corrupción, la actividad de Gandhi, las deportaciones en Rusia, la situación austro-germana, el control de natalidad, el Ecumenismo, el problema de los negros. Da en Nueva York una conferencia sobre la paz, la colaboración internacional entre los pueblos, la estructura socio-política y la contribución de los cristianos, temas que indican una variación o al menos ampliación de sus preocupaciones. A través de lecturas personales entró en contacto con autores del pragmatismo y behaviorismo americano que tendrán su efecto más adelante.
La experiencia americana superó a Bonhoeffer. No le llenó porque le desbordó. Aspectos de su pensamiento y alguna de sus actitudes posteriores tienen su impulso en las vivencias y las lecturas de este año en América. Los temas, las categorías, los métodos y los objetivos de profesores y alumnos, en general el ambiente del Union Theological Seminary, todo fue una sorpresa para el joven teólogo europeo que había recibido el testigo de la auténtica ciencia teológica personalmente del octogenario A. von Harnack según le había escrito el 22 de diciembre de 1929:
"El materialismo, la economía y el deporte son una amenaza para nuestra existencia intelectual y espiritual; la teología es amenazada por el desprecio de la teología científica y por las teologías acientíficas. Con tanta mayor entereza tienen que mantener bien alta la bandera de la auténtica ciencia quienes se atienen a ella, construyendo como reyes sin avergonzarse de trabajar como peones. Estoy convencido, Sr. Bonhoeffer, de que Usted se tomará esto muy a pecho, tengo la máxima confianza en su trabajo y en la rectitud de su camino".
No es extraño que Bonhoeffer viera en América todos los elementos desatados y conjurados para destruir la auténtica ciencia teológica. De ahí la aguda y contundente crítica a los profesores y a los estudiantes que hace en las comunicaciones confidenciales a sus amigos. Narra como significativa esta situación:
"Cuando en una sesión pública de un seminario una cita de Lutero de `servo arbitrio' sobre el pecado y el perdón, provoca carcajadas en un buen número de estudiantes, porque les resulta ridícula, es que el seminario ha olvidado totalmente la finalidad esencial de la teología cristiana".
Esta y otras experiencias llevaron a Bonhoeffer a diagnosticar rotundamente: "Aquí no existe teología". Para Bonhoeffer el pragmatismo y la camaradería habían sustituido a la verdad; la veracidad, a la crítica y a la investigación teológica. El amigo H.Rössler le vaticinó que su visión de las cosas iba a cambiar cuando dejara América, y en buena medida se cumplió, aunque no como el amigo esperaba. Si bien al principio le irritó que en América consideraran tan "local" la teología alemana, al año lo asumía plenamente:
"A nadie se le ocurre que de todo el mundo, tenga que ser precisamente Alemania y en ella, precisamente unos pocos hombres quienes han debido comprender lo que es el Evangelio".
En el informe para la Oficina Federal de la Iglesia redactado con tiempo y mar por medio, revela ya este inicio de asimilación positiva:
"El estudiante de teología americano tiene una enorme ventaja sobre el alemán: sabe mucho más sobre las cosas de la vida diaria".
El Union Theological Seminary es visto como "custodia de la crítica" y "garante de la libre expresión de unos con otros sin distinción, facilitada por el característico civilcourage del americano y por la carencia de toda rigidez". Para Bonhoeffer el horizonte intelectual en el campo de la cultura, la filosofía, la teología, la política se ha ampliado con su estancia en el Union Theological Seminary. Percibe lo positivo de una mayor sensibilización ante la vida cotidiana, ante la situación real. Con la decantación de la experiencia corrige algunos de sus juicios previos, flexibiliza sus sentencias académicas y sus valoraciones sobre la vida ordinaria.
Las expresiones: "Dios Padre en América, Alemania, India y Africa"..."ni judío ni griego"..."todos uno en Cristo" con las que Bonhoeffer abre la conferencia de otoño en Nueva York dan idea de una experiencia de universalismo en el Union Theological Seminary, que acogía a cuarenta extranjeros, y en la Residencia Internacional, con estudiantes de noventa y siete naciones. Pero la transformación más profunda fue la conmoción de su propias convicciones, de la configuración teológica adquirida personalmente, del sistema teológico alemán y del sistema teológico sin más, o sea, de la interpretación global del Evangelio. Ante la aciaga perspectiva de "la gran agonía del Cristianismo", Bonhoeffer busca "otra tierra", "otras personas", "otras palabras y otros hechos". Este planteamiento no aparece en las comunicaciones oficiales, sino en las cartas a los amigos Rössler y Sutz.
El verdadero efecto de la experiencia americana de Bonhoeffer va aflorando a intervalos. Por ahora es como una bomba con mecanismo de relojería. En 1939, cuando vuelva fugazmente por un mes hará la verdadera asimilación de cuanto experimentó en 1931, que de todas formas ya es desde entonces efectivo, en su desarrollo intelectual y vital. Concluye su experiencia americna feliz de haber ido y feliz de regresar a su patria.
En el Union Theological Seminary de Nueva York pasó Bonhoeffer un año escolar becado por la Sloan Fellowship y significó, como dice él mismo "ni más ni menos que comenzar a conocer otro continente" (otra "parte de la tierra" en alemán). Trabó en Estados Unidos muchas relaciones eclesiásticas y académicas y algunas imperecederas amistades como la del suizo Erwin Sutz, el francés Jean Lasserre, los americanos Frank Fisher, y Paul Lehmann junto a Reinhold Niebuhr.
Su actividad en los nueve meses de estancia de los que siete fueron con doce horas de clase a la semana, se repartió en conferencias dadas por él, coloquios, sermones y algunos viajes: a Filadelfia, Washington. Tuvo experiencias y contactos con la realidad social y eclesial especialmente juvenil: Settlements, YMCA, Home Missions, Playgrounds, Childrencourts, Nights Schools, Asyls, Youth Organisations, Association for Advance and Coloured People, asistencia a las iglesias de Nueva York y visitas a las comunidades alemanas de diversas ciudades norteamericanas, de México y de Cuba.
La experiencia directa de la problemática de los negros, en 1931 cuando M.Luther King tenía aún dos años, no es mera curiosidad para él. Se hizo amigo de Frank Fisher quien le introdujo en las familias de Harlem, los clubs de jóvenes negros y la participación en sus actividades recreativas y eclesiales. Leyó además literatura sobre los afroamericanos, y experimentó la fuerza del sentimiento y de la expresión, no sólo musical, de su religiosidad, cargando la responsabilidad de la ateización de las masas de negros a la América blanca cristiana. Comprobó que la falta de integración social no era tanta entre la población hispana.
Las reseñas que escribió sobre actualidad ética e histórica revelan nuevas preocupaciones intelectuales: la banca y la corrupción, la actividad de Gandhi, las deportaciones en Rusia, la situación austro-germana, el control de natalidad, el Ecumenismo, el problema de los negros. Da en Nueva York una conferencia sobre la paz, la colaboración internacional entre los pueblos, la estructura socio-política y la contribución de los cristianos, temas que indican una variación o al menos ampliación de sus preocupaciones. A través de lecturas personales entró en contacto con autores del pragmatismo y behaviorismo americano que tendrán su efecto más adelante.
La experiencia americana superó a Bonhoeffer. No le llenó porque le desbordó. Aspectos de su pensamiento y alguna de sus actitudes posteriores tienen su impulso en las vivencias y las lecturas de este año en América. Los temas, las categorías, los métodos y los objetivos de profesores y alumnos, en general el ambiente del Union Theological Seminary, todo fue una sorpresa para el joven teólogo europeo que había recibido el testigo de la auténtica ciencia teológica personalmente del octogenario A. von Harnack según le había escrito el 22 de diciembre de 1929:
"El materialismo, la economía y el deporte son una amenaza para nuestra existencia intelectual y espiritual; la teología es amenazada por el desprecio de la teología científica y por las teologías acientíficas. Con tanta mayor entereza tienen que mantener bien alta la bandera de la auténtica ciencia quienes se atienen a ella, construyendo como reyes sin avergonzarse de trabajar como peones. Estoy convencido, Sr. Bonhoeffer, de que Usted se tomará esto muy a pecho, tengo la máxima confianza en su trabajo y en la rectitud de su camino".
No es extraño que Bonhoeffer viera en América todos los elementos desatados y conjurados para destruir la auténtica ciencia teológica. De ahí la aguda y contundente crítica a los profesores y a los estudiantes que hace en las comunicaciones confidenciales a sus amigos. Narra como significativa esta situación:
"Cuando en una sesión pública de un seminario una cita de Lutero de `servo arbitrio' sobre el pecado y el perdón, provoca carcajadas en un buen número de estudiantes, porque les resulta ridícula, es que el seminario ha olvidado totalmente la finalidad esencial de la teología cristiana".
Esta y otras experiencias llevaron a Bonhoeffer a diagnosticar rotundamente: "Aquí no existe teología". Para Bonhoeffer el pragmatismo y la camaradería habían sustituido a la verdad; la veracidad, a la crítica y a la investigación teológica. El amigo H.Rössler le vaticinó que su visión de las cosas iba a cambiar cuando dejara América, y en buena medida se cumplió, aunque no como el amigo esperaba. Si bien al principio le irritó que en América consideraran tan "local" la teología alemana, al año lo asumía plenamente:
"A nadie se le ocurre que de todo el mundo, tenga que ser precisamente Alemania y en ella, precisamente unos pocos hombres quienes han debido comprender lo que es el Evangelio".
En el informe para la Oficina Federal de la Iglesia redactado con tiempo y mar por medio, revela ya este inicio de asimilación positiva:
"El estudiante de teología americano tiene una enorme ventaja sobre el alemán: sabe mucho más sobre las cosas de la vida diaria".
El Union Theological Seminary es visto como "custodia de la crítica" y "garante de la libre expresión de unos con otros sin distinción, facilitada por el característico civilcourage del americano y por la carencia de toda rigidez". Para Bonhoeffer el horizonte intelectual en el campo de la cultura, la filosofía, la teología, la política se ha ampliado con su estancia en el Union Theological Seminary. Percibe lo positivo de una mayor sensibilización ante la vida cotidiana, ante la situación real. Con la decantación de la experiencia corrige algunos de sus juicios previos, flexibiliza sus sentencias académicas y sus valoraciones sobre la vida ordinaria.
Las expresiones: "Dios Padre en América, Alemania, India y Africa"..."ni judío ni griego"..."todos uno en Cristo" con las que Bonhoeffer abre la conferencia de otoño en Nueva York dan idea de una experiencia de universalismo en el Union Theological Seminary, que acogía a cuarenta extranjeros, y en la Residencia Internacional, con estudiantes de noventa y siete naciones. Pero la transformación más profunda fue la conmoción de su propias convicciones, de la configuración teológica adquirida personalmente, del sistema teológico alemán y del sistema teológico sin más, o sea, de la interpretación global del Evangelio. Ante la aciaga perspectiva de "la gran agonía del Cristianismo", Bonhoeffer busca "otra tierra", "otras personas", "otras palabras y otros hechos". Este planteamiento no aparece en las comunicaciones oficiales, sino en las cartas a los amigos Rössler y Sutz.
El verdadero efecto de la experiencia americana de Bonhoeffer va aflorando a intervalos. Por ahora es como una bomba con mecanismo de relojería. En 1939, cuando vuelva fugazmente por un mes hará la verdadera asimilación de cuanto experimentó en 1931, que de todas formas ya es desde entonces efectivo, en su desarrollo intelectual y vital. Concluye su experiencia americna feliz de haber ido y feliz de regresar a su patria.
4. AGITACIÓN EN LA UNIVERSIDAD: PROFESOR Y CAPELLÁN. 1931-1939
a. Actividades pastorales

De vuelta a Berlín, Bonhoeffer ejerce de capellán de jóvenes universitarios en la Escuela Técnica Superior, un campo de trabajo "sin roturar". Tras dos años de labor Dietrich tampoco cosechará gran cosa. Se recupera de los primeros desalientos y en enero hace diversas convocatorias a los estudiantes ofreciendo un programa de conferencias, diálogos y celebraciones como una plataforma de diálogo, teniendo en cuenta la dispersión de las ideologías y el alejamiento de la Iglesia, dice.
En la catequesis de confirmación en Wedding, zona norte entonces proletaria de Berlín, y en el centro juvenil en el barrio de Charlottenburg, "interconfesional y apartidista" desarrolla su acción pastoral y social. Incluso consiguió un terreno para dar expansión en el tiempo libre a confirmandos, jóvenes trabajadores, parados y universitarios.
En agosto de 1933, en un lenguaje exigente y nada adulador de la juventud, redacta Bonhoeffer ocho tesis como resumen de su experiencia y su postura en la pastoral universitaria. Denuncia que ha faltado objetividad para decir que el espíritu de la juventud no es el Espíritu Santo, que el futuro de la Iglesia no se identifica con la juventud, que no se trata de declarar los derechos que tiene la juventud, pues en la Iglesia no tiene privilegio alguno, que lo que conviene es discernir el auténtico puesto de la juventud en la Iglesia. La crítica, el radicalismo y la modernidad de la juventud no se identifican con la crítica, radicalidad y modernidad de la exigencia de Dios al hombre. Ese tono de un joven con 26 años resultaba en el Berlín de 1933 menos moderno aún que ahora. Lo moderno estaba definido por dos ideologías que invadirían el mundo: el nacionalsocialismo y el internacional socialismo.
b. Cursos y conferencias
Bonhoeffer es ordenado finalmente con la edad requerida el 15.11.31 en la Iglesia de S. Mateo en Berlín y recibe los "derechos del estado eclesiástico" en la Iglesia Evangélica Alemana. Inicia su actividad docente en la Universidad de Berlín, enseñando sobre la teología actual, ética y antropología. En el curso sobre Cristo dice que quien se dirige a Jesús preguntándole "¿Quién eres tú, Cristo o idiota?" recibe como respuesta la contrapregunta "¿Quién eres tú, hombre?" a la que sólo puede responder el hombre desde Dios. Es una refutación permanente del "moderno arrianismo" que ve a Cristo como héroe o genio. Pero para eso parecía servir mejor otro "genio" del momento. Son los días de la toma del poder por Adolf Hitler. En una alocución por la radio Bonhoeffer advierte sobre la degradación de "Führer" en "Verführer": el "conductor" se convierte en "seductor" si no recuerda al conducido que la responsabilidad sigue siendo del individuo y si no hace referencia permanente del servicio debido a la autoridad última que es la de Dios. En definitiva el individuo es sólo responsable ante Dios. En este punto le cortaron la emisión radiada, pero luego consiguió publicarla completa en forma de conferencia.
Lo mismo pasa con el ideal del "reino" ("Reich" en alemán). Bonhoeffer clama en una conferencia: "¡Venga tu reino!", pero "ya no creemos en el Reino de Dios", dice, el verdadero Reino, que es de Dios y es de esta tierra. Es una farsa tanto ampararse en Dios para escapar del mundo como atrincherarse tras los ídolos de la tierra, utopías, programas e ideologías, para escapar de Dios. El Reino de Cristo está oculto, pero es fidelidad y solidaridad, es seriedad y sinceridad, es el Reino establecido en la tierra por la Resurrección de Cristo y no tiene que avergonzarse ni que acobardarse ante la situación presente. Las masas prefirieron entonces el III Reich al Reich de Dios.
La tercera conferencia, aún más comprometida, es sobre "La Iglesia ante la cuestión judía" en la que dice abiertamente que la creación de una legislación aparte para los judíos supone una intromisión del Estado en la Iglesia, que se ve obligada a actuar acusando al Estado, ayudando a los judíos, o frenando con las propias manos la rueda que aplasta la víctima. No sólo las manos, la vida entera pondrá en juego Bonhoeffer para refrendar esta afirmación. Pero en 1933 no había aún los millones de víctimas del exterminio judío ni de la Guerra Mundial. Pero ¿quién era este joven que supo ver y prever la dinámica histórica? ¿No es esto ser un profeta? Por desgracia, fue profeta.
Los sermones no son menos comprometidos. Escogemos el que comenta "La verdad os hará libres". "La verdad", dice Bonhoeffer, es una palabra impopular nada moderna, pero es la palabra más revolucionaria y no está hecha para las masas. Con vivacidad y ardor va presentando a los sorprendentes "caballeros de la verdad": el niño, que dijo la verdad del rey que todos veían desnudo y nadie se atrevía a decirlo; el bufón loco, que es el único al que se permite decir las verdades en la corte; y el crucificado, maltratado, humillado y coronado de espinas que proclama que él mismo es la verdad. Invita Bonhoeffer a perder el miedo ante la verdad, que es el miedo ante Dios porque al quedar sin velos, en la desnudez del último día, se descubrirá a los archimentirosos. La verdad crucificada se dirigirá a quienes habiéndose sobrevalorado se creían el Dios, la fuente de la verdad, el centro del mundo, cuando sólo llegan a la muerte y al odio y no a la verdad y a la libertad. Quien, libre de sí mismo, se decide a amar, a vivir en la verdad de Dios, se convierte en el mayor revolucionario.
Frente al slogan nazi "Un caudillo, un pueblo, un reino" Bonhoeffer contrapone: "Un Señor, una fe, un bautismo". Precisamente cuando tras la victoria de los "Cristianos alemanes" nacionalistas, L.Müller asume ser nombrado "obispo del Reich" en obediencia a Hitler. Vemos que las declaraciones de Bonhoeffer son tanto una descarga de la propia vivencia personal como una superación de ésta por el compromiso ante la situación concreta de la Iglesia en esos decisivos momentos históricos.
c. Activista en el movimiento ecuménico
En esta época Bonhoeffer entra de lleno en distintas organizaciones ecuménicas. Participa en las reuniones como organizador, como ponente o como interpelante, animando al compromiso de los cristianos en temas de la paz internacional, la economía, la política, la ética, contra el nacionalsocialismo y contra el bolchevismo. Fue nombrado secretario alemán de la juventud de la "Federación Mundial", y participó activamente en "Vida y Trabajo", no tanto en "Fe y Orden", y poco en la "Asociación Cristiana de Jóvenes" y la "Asociación Alemana de Jóvenes Cristianos". En dos años intervino en las reuniones de Cambridge, Londres, Epsom, Berlín, Westerburg, Ciernonorské, Gland, Basilea y Sofía. Sus intervenciones son siempre fogosas:
"No hay que acostumbrarse a perder en la agradable sensación de la amistad internacional el tiempo que se precisa para trabajar en serio".
"!Queridos amigos¡ 'La Iglesia ha muerto', me decía hace poco un alemán formal. "No os queda más que emplear vuestra diligencia, seriedad y sentimiento en preparar a la Iglesia unas dignas pompas fúnebres".
"Amigos, os pregunto en conciencia y honradamente ¿quién ignorará el miedo de que todo cuanto emprendemos aquí como acción eclesial no sea demasiado tarde, sin sentido, puro juego?".
Pero el creyente, sigue Bonhoeffer, "cree sólo en Dios", ve la realidad como es y cree contra ella, en lo imposible. El Ecumenismo debiera ser "el lugar del diálogo fraterno sincero y abierto" y no una forma determinada de Iglesia, no un grupo de intereses o una sociedad de arregladores del mundo.
d. La lucha por la Iglesia en Alemania
La ascensión del nazismo trae las leyes antijudías de 1933, de tan grave repercusión política y eclesial. Frente a la adhesión o la pasividad de las masas y surgen pequeños grupos de oposición. Bonhoeffer milita como encarnizado opositor a partir de mayo de 1933 en los "Jóvenes Reformadores" y desde su fundación, en la "Federación Provisional de Párrocos" de Berlín que forma parte luego del "Consejo de Hermanos" junto con otras asociaciones que impulsarán la "Iglesia Confesante" en contra de la "Iglesia del Reich" de los "Cristianos alemanes" nazis.
Vamos a exponer algunas muestras del activismo de Bonhoeffer en los inicios de la lucha por la Iglesia, que era lucha por la humanidad. Los seis meses que van de mayo hasta octubre de 1933 son de una intensidad febril, y señalan el comienzo de un proceso que llevó a Alemania, a Europa y al mundo hasta el paroxismo más agónico hasta hoy alcanzado por la humanidad. Entonces era evitable. En esta lid empeñó y dejó su vida Dietrich Bonhoeffer.
Circulares, pampletos, conferencias, sermones, artículos, convocatorias, manifiestos, reuniones, de todo se vale Bonhoeffer y en toda iniciativa de agitación está metido durante la primavera y el verano de 1933, mostrándose como un activista febril. Pero todo era como soplar para apagar el fuego del bosque, gritar en el desierto:
"Conscientes de la responsabilidad de la hora presente".
"Como servicio a la verdad con todas sus consecuencias".
Con Franz Hildebrandt clava Bonhoeffer por los árboles de Wittenberg, donde se está celebrando el Sínodo Nacional a finales de septiembre, un manifiesto firmado por otros veinte párrocos más en nombre de otros dos mil, animando a "hablar claramente por la verdad" ya que ésta se halla desde hace unos meses bajo la violencia de un grupo, denunciando las nuevas leyes nazis que contradicen la confesión y limitan el Evangelio, protestando contra la opresión y persecución a que está sometido el ministerio eclesial, proponiendo "obedecer a Dios antes que a los hombres":
"Ante la seriedad del momento, que nos obliga por necesidad grave de conciencia a expresar esta protesta, prometemos ante Dios empeñar todas nuestras fuerzas en la proclamación pura y sincera del Evangelio de Salvación como la Revelación del Dios vivo en Cristo".
"Bajo una violenta opresión se han reunido los que quieren atenerse firmemente a la Confesión de la verdadera Iglesia para formar una Federación de Hermanos que se oponga con la máxima resistencia a semejante quebranto del Evangelio, y para protestar contra toda violación de la conciencia".
Bonhoeffer participa en acciones de solidaridad concreta contra represaliados como M.Niemöller, G.Dehn o K.Barth, pero el compromiso con su "hermano" en el ministerio hijo de madre judía, Franz Hildebrandt, es el símbolo real que motiva la lucha de Bonhoeffer hasta la muerte contra el nazismo estatal y eclesial.
e. Un período crítico de la historia
De la etapa de discípulo Bonhoeffer ha pasado a la de profesor y de pastor, predicador, ecumenista y activista en política interna, abriéndose al horizonte de la política internacional europea. En esta situación de lucha surgieron temas como la actualización de la teología, de la ética, la iglesia, y "el seguimiento de Jesús", que será la réplica cristiana al "caudillismo" de Hitler.
A la distancia de medio siglo es asombroso comprobar la lucidez de Bonhoeffer en el diagnóstico del momento histórico concreto que estaba viviendo, así como la coherencia de su compromiso y la tenacidad en mantenerlo.
Advirtió en los círculos eclesiales sobre la importancia del momento: "Nos hallamos ante enormes cambios en la historia mundial". "Nos enfrentamos a una decisión urgente". Denunció la precariedad de la situación eclesial: "Cristo está muerto", "La Iglesia está muerta", "La agonía de la Iglesia en el mundo", "La gran agonía del Cristianismo". De aquí nace el interrogante: "¿Se acabó nuestro tiempo?" y la búsqueda de salida: "Tal vez otros hombres". Pensaba en Oriente, en la India.
En esta coyuntura exhortó a la vigilancia:
"Vigilar significa ver el mundo tal como es ante Dios, sin juzgar. Vigilar significa estar abierto, estar dispuesto para mirar de frente al futuro y no temer".
Animó contra la cobardía:
"Tenemos miedo ante la verdad y ese miedo en el fondo es que tenemos miedo ante Dios".
"¿Porqué somos tan miedosos?"
En la época de las masas Bonhoeffer refuerza el valor de la persona. La individualidad, contra el individualismo, permite pensar y actuar con libertad e impulsa a actuar con decisión solidaria y responsable por los demás. Y es que el hombre, para el buen luterano Bonhoeffer está en relación directa con Dios. El individuo decide sólo ante Dios. La solidaridad le llevó a la soledad en lo académico y en lo eclesial, y no menos en lo ecuménico y en lo político. El individuo ante la verdad, ante Dios, consciente y libre en la hora presente, asume su responsabilidad y se compromete en la configuración de la Iglesia y de la sociedad, decía por entonces.
Es arriesgado precisar todo el alcance de la expresión "En el límite de nuestra Iglesia", pero sin duda se ha de situar en este contexto el proceso que se desencadena a partir de junio de 1933. En la reunión del día 30 Bonhoeffer había planteado la disyuntiva de unidad o cisma, posteriormente insiste en que la clave del problema está en que no se puede excluir a nadie de la Iglesia por motivos que no sean eclesiales, y que será más bien quien apruebe estas leyes contra los nos arios quien se separa de la comunidad de la Iglesia.
Pero a él y a los que rechazan leyes tan discriminatorias no les va a quedar más remedio que realizar el definitivo acto de solidaridad con su Iglesia: "la salida", salirse de la Iglesia a la que únicamente con la verdad entera con todas sus consecuencias se puede servir: dimitir del ministerio que se ha convertido en un privilegio para los no arios, según su propia formulación. Una parroquia retirada, el extranjero o la Iglesia libre eran las vías abiertas. Se irá a Inglaterra. Esta derrota deja a Bonhoeffer al margen de la vida como profesor, como ministro eclesial, como cristiano, como ecumenista, como alemán.
Dietrich Bonhoeffer con su hermana gemela Sabine en Londres, poco después de su regreso de América y antes de su regreso definitivo a Alemania, julio 1939
f. La lucha desde el otro lado del canal: Londres
Dieciocho meses aguantó Bonhoeffer este autoexilio en Londres- Forest Hill. En su ida no quiere que se vean implicaciones políticas y despeja tanto el rumor sobre su internamiento en una campo de concentración, como el posible malentendido de tomarlo por un emisario de los Cristianos Alemanes pronazis. Está decepcionado ante las tímidas acciones del movimiento de oposición eclesial y decide "retirarse al desierto" junto con su hermano judío en el ministerio, Franz, antes que "navegar bajo falsa bandera".
Bonhoeffer pide excedencia de seis meses en la Universidad. Al concluir, pedirá una prórroga y otra más que le será ya denegada. La situación en el extranjero le va a permitir a Bonhoeffer mayor libertad de maniobra para sus iniciativas en la lucha eclesial pues salvaba la distancia con frecuentes visitas, llamadas telefónicas a diario y abundante correspondencia. Bien pronto el Ministerio de Exteriores de la Iglesia Alemana puso trabas a su actividad pero Bonhoeffer instigó contra la Iglesia pronazi logrando ganar a los otros capellanes de las comunidades alemanas en Inglaterra para que negaran obediencia a la Iglesia del Reich.
Fijó su residencia londinense en la calle Manor Mount de Forest Hill desde donde se dirigía a la Iglesia de Sydenham y a la cercana comunidad de St. Paul. En Sydendam predicó cada quince días "no sin esfuerzo", decía él, y desempeñó sus actividades con niños, jóvenes, comerciantes, diplomáticos y obreros, y comenzó a organizar la ayuda a los fugitivos que escapaban de la opresión nacionalsocialista.
En varios sermones habla de vencer el miedo, la desorientación y la desesperación sigue presente como en las predicaciones de Berlín, de la lucha con Dios, y el consiguiente testimonio por la verdad de quien se siente agarrado por Dios y no se puede librar de El, de la vocación: oír la imperiosa invitación a seguir el camino de Dios, escuchar la llamada de Jesús y responder de modo entusiasta.
Londres supone para Bonhoeffer una plataforma de la lucha por la Iglesia. Implica en ella a los ecumenistas y pastores alemanes de la emigración a quienes anima para rebelarse contra la jerarquía oficial del Gobierno Eclesial del Reich. Por estas fechas se va configurando el nombre del movimiento de oposición eclesial: "lucha eclesial", "disputa eclesial", "lucha de Iglesia", "lucha de fe". En Bonhoeffer se dan todas esas vertientes: eclesial, eclesiástica, teológica, política y personal.
La relación, entre el alemán Bonhoeffer y el inglés obispo de Chichester G.A.K.Bell, antes, durante y hasta después de la guerra constituye una de los gestos más conmovedores de amistad, de cristianismo, de ecumenismo, de solidaridad internacional. La íntima amistad Bonhoeffer-Bell y Bonhoeffer-Franz Hildebrandt es el símbolo de la convivencia posible entre los pueblos. Con los dos colaboró en este período de Londres. Por su mediación el obispo inglés "en el nombre de la cristiandad en Europa" descalificó oficialmente la tendencia nacionalsocialista. Y al unísono con Franz proclama:
"Ahora mismo tenemos que ser radicales en todos los puntos y por tanto también en el párrafo sobre los arios, y no retraernos ante las consecuencias que pueda acarrearnos. Si desertamos ahora, desacreditamos toda nuestra lucha del verano. Haga de verdad el favor de que todo discurra con claridad, valentía y dignidad".
Hildebrandt retornará a Alemania para sustituir en la Iglesia de Dahlem-Berlín al depuesto M.Niemöller. Desde Berlín Hildebrandt intervendrá para que Bonhoeffer vuelva a Alemania y asuma la dirección de uno de los seminarios organizados por la Iglesia Confesante. Juntos seguirán luchando por la Iglesia hasta que Hildebrandt se vea forzado a emigrar definitivamente a Inglaterra en 1937.
Bonhoeffer está en Inglaterra cuando se celebran en 1934 los Sínodos Confesionales de Barmen y Dahlem por los que se configura la oposición eclesial como "la única Iglesia Evangélica en Alemania, legitimada teológica y legalmente", esto es, la Iglesia Confesante frente a la Iglesia del Reich. Bonhoeffer será un acérrimo defensor hasta el final de las conclusiones tomadas en éstos y en sucesivos Sínodos de la Iglesia Confesante.
Por las iniciativas en Inglaterra Bonhoeffer fue acusado de traidor a su patria, especialmente por informaciones sobre la situación alemana aparecidas en "The Times" y L.Müller, el obispo del Reich, envió al Ministro eclesiástico de exteriores, Th.Heckel, para reconducir la subversión de los cuatro pastores londinenses que esperaban con una borrador de declaración contra la ley del 11/07/1933, contra el empleo de la fuerza en la Iglesia, contra Müller, contra los Cristianos Alemanes y contra la "ofrenda" de la juventud alemana a Hitler y que finalmente, por instigación de Bonhoeffer, se separaron de la Iglesia del Reich. Otro hecho que prueba la iniciativa y decisión de Bonhoeffer en la lucha por la Iglesia desde Londres fue la publicación que hicieron del escrito enviado al Presidente del Reich Hindenburg, comunicado al Canciller del Reich, al Ministro del Reich y al Obispo del Reich, en el que advierten que la postura de éste, Müller, provocaría la división de la Iglesia. Una semana antes habían mandado los pastores alemanes en Inglaterra un telegrama a las máximas autoridades alemanas negando la confianza a Müller y solidarizándose con la declaración de la Federación Provisional del 07/01/1934 en protesta contra el Decreto de la Mordaza.
Predicando sobre 1Cor 13:
"¿Le da lo mismo [al amor] la justicia que la injusticia? No, no se alegra de la injusticia sino que se alegra con la verdad. Quiere ver las cosas tal como son y prefiere ver claramente el odio, la injusticia y la mentira, antes que cualquier fantochada de amabilidad que tan sólo esconde el odio y la hace más odiosa. El amor quiere crear y ver relaciones claras, se alegra con la verdad, pues sólo en la verdad puede nuevamente amar".
Y al obispo Ammundsen de Dinamarca escribía el 08/08/1934:
"Puede parecernos terriblemente duro y difícil, pero tenemos que arremeter hacia adelante, hablando abiertamente en cristiano y sin diplomacia. En la oración común daremos con el camino. Tenía yo ganas de decir esto.
Pienso que hay que tomar una resolución, pues eludirla no servirá de nada. Y si la Federación Mundial en Alemania resulta disuelta, pues muy bien, señal de que éramos culpables. Mejor que seguir vegetando insinceramente. Lo único que vale es la total verdad y sinceridad. Bien sé que algunos de mis amigos alemanes piensan distinto. Pero le ruego encarecidamente que comprenda estos pensamientos".
El informe del curso 1934/35, sobre la comunidad de Londres, escrito ya desde Alemania, comienza con 2Cor 13,8: "No podemos hacer nada contra la verdad, sino por la verdad" y resume así su labor en la comunidad:
"Somos conscientes de que no debíamos callar"... "Por el Evangelio y por nuestra conciencia, teníamos que expresar nuestra solidaridad con nuestros hermanos que luchan y sufren en la patria"... "No debemos preocuparnos [por las imprevisibles consecuencias] sino por nuestra responsabilidad evangélica como cristianos y como alemanes".
Este período de la vida de Bonhoeffer se resume con la reflexión que hizo sobre 2Cor 12,9:
"La naturaleza humana es proclive a relegar los problemas que nos hacen sentir incómodos. Preferimos dejar tales cuestiones en nuestro subconsciente antes de afrontarlas con una actitud intelectual clara y responsable. Pero Dios no quiere que metamos la cabeza en la arena como avestruces, sino que nos manda hacer frente a la realidad y tomar una decisión radical y sincera".
En la catequesis de confirmación en Wedding, zona norte entonces proletaria de Berlín, y en el centro juvenil en el barrio de Charlottenburg, "interconfesional y apartidista" desarrolla su acción pastoral y social. Incluso consiguió un terreno para dar expansión en el tiempo libre a confirmandos, jóvenes trabajadores, parados y universitarios.
En agosto de 1933, en un lenguaje exigente y nada adulador de la juventud, redacta Bonhoeffer ocho tesis como resumen de su experiencia y su postura en la pastoral universitaria. Denuncia que ha faltado objetividad para decir que el espíritu de la juventud no es el Espíritu Santo, que el futuro de la Iglesia no se identifica con la juventud, que no se trata de declarar los derechos que tiene la juventud, pues en la Iglesia no tiene privilegio alguno, que lo que conviene es discernir el auténtico puesto de la juventud en la Iglesia. La crítica, el radicalismo y la modernidad de la juventud no se identifican con la crítica, radicalidad y modernidad de la exigencia de Dios al hombre. Ese tono de un joven con 26 años resultaba en el Berlín de 1933 menos moderno aún que ahora. Lo moderno estaba definido por dos ideologías que invadirían el mundo: el nacionalsocialismo y el internacional socialismo.
b. Cursos y conferencias
Bonhoeffer es ordenado finalmente con la edad requerida el 15.11.31 en la Iglesia de S. Mateo en Berlín y recibe los "derechos del estado eclesiástico" en la Iglesia Evangélica Alemana. Inicia su actividad docente en la Universidad de Berlín, enseñando sobre la teología actual, ética y antropología. En el curso sobre Cristo dice que quien se dirige a Jesús preguntándole "¿Quién eres tú, Cristo o idiota?" recibe como respuesta la contrapregunta "¿Quién eres tú, hombre?" a la que sólo puede responder el hombre desde Dios. Es una refutación permanente del "moderno arrianismo" que ve a Cristo como héroe o genio. Pero para eso parecía servir mejor otro "genio" del momento. Son los días de la toma del poder por Adolf Hitler. En una alocución por la radio Bonhoeffer advierte sobre la degradación de "Führer" en "Verführer": el "conductor" se convierte en "seductor" si no recuerda al conducido que la responsabilidad sigue siendo del individuo y si no hace referencia permanente del servicio debido a la autoridad última que es la de Dios. En definitiva el individuo es sólo responsable ante Dios. En este punto le cortaron la emisión radiada, pero luego consiguió publicarla completa en forma de conferencia.
Lo mismo pasa con el ideal del "reino" ("Reich" en alemán). Bonhoeffer clama en una conferencia: "¡Venga tu reino!", pero "ya no creemos en el Reino de Dios", dice, el verdadero Reino, que es de Dios y es de esta tierra. Es una farsa tanto ampararse en Dios para escapar del mundo como atrincherarse tras los ídolos de la tierra, utopías, programas e ideologías, para escapar de Dios. El Reino de Cristo está oculto, pero es fidelidad y solidaridad, es seriedad y sinceridad, es el Reino establecido en la tierra por la Resurrección de Cristo y no tiene que avergonzarse ni que acobardarse ante la situación presente. Las masas prefirieron entonces el III Reich al Reich de Dios.
La tercera conferencia, aún más comprometida, es sobre "La Iglesia ante la cuestión judía" en la que dice abiertamente que la creación de una legislación aparte para los judíos supone una intromisión del Estado en la Iglesia, que se ve obligada a actuar acusando al Estado, ayudando a los judíos, o frenando con las propias manos la rueda que aplasta la víctima. No sólo las manos, la vida entera pondrá en juego Bonhoeffer para refrendar esta afirmación. Pero en 1933 no había aún los millones de víctimas del exterminio judío ni de la Guerra Mundial. Pero ¿quién era este joven que supo ver y prever la dinámica histórica? ¿No es esto ser un profeta? Por desgracia, fue profeta.
Los sermones no son menos comprometidos. Escogemos el que comenta "La verdad os hará libres". "La verdad", dice Bonhoeffer, es una palabra impopular nada moderna, pero es la palabra más revolucionaria y no está hecha para las masas. Con vivacidad y ardor va presentando a los sorprendentes "caballeros de la verdad": el niño, que dijo la verdad del rey que todos veían desnudo y nadie se atrevía a decirlo; el bufón loco, que es el único al que se permite decir las verdades en la corte; y el crucificado, maltratado, humillado y coronado de espinas que proclama que él mismo es la verdad. Invita Bonhoeffer a perder el miedo ante la verdad, que es el miedo ante Dios porque al quedar sin velos, en la desnudez del último día, se descubrirá a los archimentirosos. La verdad crucificada se dirigirá a quienes habiéndose sobrevalorado se creían el Dios, la fuente de la verdad, el centro del mundo, cuando sólo llegan a la muerte y al odio y no a la verdad y a la libertad. Quien, libre de sí mismo, se decide a amar, a vivir en la verdad de Dios, se convierte en el mayor revolucionario.
Frente al slogan nazi "Un caudillo, un pueblo, un reino" Bonhoeffer contrapone: "Un Señor, una fe, un bautismo". Precisamente cuando tras la victoria de los "Cristianos alemanes" nacionalistas, L.Müller asume ser nombrado "obispo del Reich" en obediencia a Hitler. Vemos que las declaraciones de Bonhoeffer son tanto una descarga de la propia vivencia personal como una superación de ésta por el compromiso ante la situación concreta de la Iglesia en esos decisivos momentos históricos.
c. Activista en el movimiento ecuménico
En esta época Bonhoeffer entra de lleno en distintas organizaciones ecuménicas. Participa en las reuniones como organizador, como ponente o como interpelante, animando al compromiso de los cristianos en temas de la paz internacional, la economía, la política, la ética, contra el nacionalsocialismo y contra el bolchevismo. Fue nombrado secretario alemán de la juventud de la "Federación Mundial", y participó activamente en "Vida y Trabajo", no tanto en "Fe y Orden", y poco en la "Asociación Cristiana de Jóvenes" y la "Asociación Alemana de Jóvenes Cristianos". En dos años intervino en las reuniones de Cambridge, Londres, Epsom, Berlín, Westerburg, Ciernonorské, Gland, Basilea y Sofía. Sus intervenciones son siempre fogosas:
"No hay que acostumbrarse a perder en la agradable sensación de la amistad internacional el tiempo que se precisa para trabajar en serio".
"!Queridos amigos¡ 'La Iglesia ha muerto', me decía hace poco un alemán formal. "No os queda más que emplear vuestra diligencia, seriedad y sentimiento en preparar a la Iglesia unas dignas pompas fúnebres".
"Amigos, os pregunto en conciencia y honradamente ¿quién ignorará el miedo de que todo cuanto emprendemos aquí como acción eclesial no sea demasiado tarde, sin sentido, puro juego?".
Pero el creyente, sigue Bonhoeffer, "cree sólo en Dios", ve la realidad como es y cree contra ella, en lo imposible. El Ecumenismo debiera ser "el lugar del diálogo fraterno sincero y abierto" y no una forma determinada de Iglesia, no un grupo de intereses o una sociedad de arregladores del mundo.
d. La lucha por la Iglesia en Alemania
La ascensión del nazismo trae las leyes antijudías de 1933, de tan grave repercusión política y eclesial. Frente a la adhesión o la pasividad de las masas y surgen pequeños grupos de oposición. Bonhoeffer milita como encarnizado opositor a partir de mayo de 1933 en los "Jóvenes Reformadores" y desde su fundación, en la "Federación Provisional de Párrocos" de Berlín que forma parte luego del "Consejo de Hermanos" junto con otras asociaciones que impulsarán la "Iglesia Confesante" en contra de la "Iglesia del Reich" de los "Cristianos alemanes" nazis.
Vamos a exponer algunas muestras del activismo de Bonhoeffer en los inicios de la lucha por la Iglesia, que era lucha por la humanidad. Los seis meses que van de mayo hasta octubre de 1933 son de una intensidad febril, y señalan el comienzo de un proceso que llevó a Alemania, a Europa y al mundo hasta el paroxismo más agónico hasta hoy alcanzado por la humanidad. Entonces era evitable. En esta lid empeñó y dejó su vida Dietrich Bonhoeffer.
Circulares, pampletos, conferencias, sermones, artículos, convocatorias, manifiestos, reuniones, de todo se vale Bonhoeffer y en toda iniciativa de agitación está metido durante la primavera y el verano de 1933, mostrándose como un activista febril. Pero todo era como soplar para apagar el fuego del bosque, gritar en el desierto:
"Conscientes de la responsabilidad de la hora presente".
"Como servicio a la verdad con todas sus consecuencias".
Con Franz Hildebrandt clava Bonhoeffer por los árboles de Wittenberg, donde se está celebrando el Sínodo Nacional a finales de septiembre, un manifiesto firmado por otros veinte párrocos más en nombre de otros dos mil, animando a "hablar claramente por la verdad" ya que ésta se halla desde hace unos meses bajo la violencia de un grupo, denunciando las nuevas leyes nazis que contradicen la confesión y limitan el Evangelio, protestando contra la opresión y persecución a que está sometido el ministerio eclesial, proponiendo "obedecer a Dios antes que a los hombres":
"Ante la seriedad del momento, que nos obliga por necesidad grave de conciencia a expresar esta protesta, prometemos ante Dios empeñar todas nuestras fuerzas en la proclamación pura y sincera del Evangelio de Salvación como la Revelación del Dios vivo en Cristo".
"Bajo una violenta opresión se han reunido los que quieren atenerse firmemente a la Confesión de la verdadera Iglesia para formar una Federación de Hermanos que se oponga con la máxima resistencia a semejante quebranto del Evangelio, y para protestar contra toda violación de la conciencia".
Bonhoeffer participa en acciones de solidaridad concreta contra represaliados como M.Niemöller, G.Dehn o K.Barth, pero el compromiso con su "hermano" en el ministerio hijo de madre judía, Franz Hildebrandt, es el símbolo real que motiva la lucha de Bonhoeffer hasta la muerte contra el nazismo estatal y eclesial.
e. Un período crítico de la historia
De la etapa de discípulo Bonhoeffer ha pasado a la de profesor y de pastor, predicador, ecumenista y activista en política interna, abriéndose al horizonte de la política internacional europea. En esta situación de lucha surgieron temas como la actualización de la teología, de la ética, la iglesia, y "el seguimiento de Jesús", que será la réplica cristiana al "caudillismo" de Hitler.
A la distancia de medio siglo es asombroso comprobar la lucidez de Bonhoeffer en el diagnóstico del momento histórico concreto que estaba viviendo, así como la coherencia de su compromiso y la tenacidad en mantenerlo.
Advirtió en los círculos eclesiales sobre la importancia del momento: "Nos hallamos ante enormes cambios en la historia mundial". "Nos enfrentamos a una decisión urgente". Denunció la precariedad de la situación eclesial: "Cristo está muerto", "La Iglesia está muerta", "La agonía de la Iglesia en el mundo", "La gran agonía del Cristianismo". De aquí nace el interrogante: "¿Se acabó nuestro tiempo?" y la búsqueda de salida: "Tal vez otros hombres". Pensaba en Oriente, en la India.
En esta coyuntura exhortó a la vigilancia:
"Vigilar significa ver el mundo tal como es ante Dios, sin juzgar. Vigilar significa estar abierto, estar dispuesto para mirar de frente al futuro y no temer".
Animó contra la cobardía:
"Tenemos miedo ante la verdad y ese miedo en el fondo es que tenemos miedo ante Dios".
"¿Porqué somos tan miedosos?"
En la época de las masas Bonhoeffer refuerza el valor de la persona. La individualidad, contra el individualismo, permite pensar y actuar con libertad e impulsa a actuar con decisión solidaria y responsable por los demás. Y es que el hombre, para el buen luterano Bonhoeffer está en relación directa con Dios. El individuo decide sólo ante Dios. La solidaridad le llevó a la soledad en lo académico y en lo eclesial, y no menos en lo ecuménico y en lo político. El individuo ante la verdad, ante Dios, consciente y libre en la hora presente, asume su responsabilidad y se compromete en la configuración de la Iglesia y de la sociedad, decía por entonces.
Es arriesgado precisar todo el alcance de la expresión "En el límite de nuestra Iglesia", pero sin duda se ha de situar en este contexto el proceso que se desencadena a partir de junio de 1933. En la reunión del día 30 Bonhoeffer había planteado la disyuntiva de unidad o cisma, posteriormente insiste en que la clave del problema está en que no se puede excluir a nadie de la Iglesia por motivos que no sean eclesiales, y que será más bien quien apruebe estas leyes contra los nos arios quien se separa de la comunidad de la Iglesia.
Pero a él y a los que rechazan leyes tan discriminatorias no les va a quedar más remedio que realizar el definitivo acto de solidaridad con su Iglesia: "la salida", salirse de la Iglesia a la que únicamente con la verdad entera con todas sus consecuencias se puede servir: dimitir del ministerio que se ha convertido en un privilegio para los no arios, según su propia formulación. Una parroquia retirada, el extranjero o la Iglesia libre eran las vías abiertas. Se irá a Inglaterra. Esta derrota deja a Bonhoeffer al margen de la vida como profesor, como ministro eclesial, como cristiano, como ecumenista, como alemán.

f. La lucha desde el otro lado del canal: Londres
Dieciocho meses aguantó Bonhoeffer este autoexilio en Londres- Forest Hill. En su ida no quiere que se vean implicaciones políticas y despeja tanto el rumor sobre su internamiento en una campo de concentración, como el posible malentendido de tomarlo por un emisario de los Cristianos Alemanes pronazis. Está decepcionado ante las tímidas acciones del movimiento de oposición eclesial y decide "retirarse al desierto" junto con su hermano judío en el ministerio, Franz, antes que "navegar bajo falsa bandera".
Bonhoeffer pide excedencia de seis meses en la Universidad. Al concluir, pedirá una prórroga y otra más que le será ya denegada. La situación en el extranjero le va a permitir a Bonhoeffer mayor libertad de maniobra para sus iniciativas en la lucha eclesial pues salvaba la distancia con frecuentes visitas, llamadas telefónicas a diario y abundante correspondencia. Bien pronto el Ministerio de Exteriores de la Iglesia Alemana puso trabas a su actividad pero Bonhoeffer instigó contra la Iglesia pronazi logrando ganar a los otros capellanes de las comunidades alemanas en Inglaterra para que negaran obediencia a la Iglesia del Reich.
Fijó su residencia londinense en la calle Manor Mount de Forest Hill desde donde se dirigía a la Iglesia de Sydenham y a la cercana comunidad de St. Paul. En Sydendam predicó cada quince días "no sin esfuerzo", decía él, y desempeñó sus actividades con niños, jóvenes, comerciantes, diplomáticos y obreros, y comenzó a organizar la ayuda a los fugitivos que escapaban de la opresión nacionalsocialista.
En varios sermones habla de vencer el miedo, la desorientación y la desesperación sigue presente como en las predicaciones de Berlín, de la lucha con Dios, y el consiguiente testimonio por la verdad de quien se siente agarrado por Dios y no se puede librar de El, de la vocación: oír la imperiosa invitación a seguir el camino de Dios, escuchar la llamada de Jesús y responder de modo entusiasta.
Londres supone para Bonhoeffer una plataforma de la lucha por la Iglesia. Implica en ella a los ecumenistas y pastores alemanes de la emigración a quienes anima para rebelarse contra la jerarquía oficial del Gobierno Eclesial del Reich. Por estas fechas se va configurando el nombre del movimiento de oposición eclesial: "lucha eclesial", "disputa eclesial", "lucha de Iglesia", "lucha de fe". En Bonhoeffer se dan todas esas vertientes: eclesial, eclesiástica, teológica, política y personal.
La relación, entre el alemán Bonhoeffer y el inglés obispo de Chichester G.A.K.Bell, antes, durante y hasta después de la guerra constituye una de los gestos más conmovedores de amistad, de cristianismo, de ecumenismo, de solidaridad internacional. La íntima amistad Bonhoeffer-Bell y Bonhoeffer-Franz Hildebrandt es el símbolo de la convivencia posible entre los pueblos. Con los dos colaboró en este período de Londres. Por su mediación el obispo inglés "en el nombre de la cristiandad en Europa" descalificó oficialmente la tendencia nacionalsocialista. Y al unísono con Franz proclama:
"Ahora mismo tenemos que ser radicales en todos los puntos y por tanto también en el párrafo sobre los arios, y no retraernos ante las consecuencias que pueda acarrearnos. Si desertamos ahora, desacreditamos toda nuestra lucha del verano. Haga de verdad el favor de que todo discurra con claridad, valentía y dignidad".
Hildebrandt retornará a Alemania para sustituir en la Iglesia de Dahlem-Berlín al depuesto M.Niemöller. Desde Berlín Hildebrandt intervendrá para que Bonhoeffer vuelva a Alemania y asuma la dirección de uno de los seminarios organizados por la Iglesia Confesante. Juntos seguirán luchando por la Iglesia hasta que Hildebrandt se vea forzado a emigrar definitivamente a Inglaterra en 1937.
Bonhoeffer está en Inglaterra cuando se celebran en 1934 los Sínodos Confesionales de Barmen y Dahlem por los que se configura la oposición eclesial como "la única Iglesia Evangélica en Alemania, legitimada teológica y legalmente", esto es, la Iglesia Confesante frente a la Iglesia del Reich. Bonhoeffer será un acérrimo defensor hasta el final de las conclusiones tomadas en éstos y en sucesivos Sínodos de la Iglesia Confesante.
Por las iniciativas en Inglaterra Bonhoeffer fue acusado de traidor a su patria, especialmente por informaciones sobre la situación alemana aparecidas en "The Times" y L.Müller, el obispo del Reich, envió al Ministro eclesiástico de exteriores, Th.Heckel, para reconducir la subversión de los cuatro pastores londinenses que esperaban con una borrador de declaración contra la ley del 11/07/1933, contra el empleo de la fuerza en la Iglesia, contra Müller, contra los Cristianos Alemanes y contra la "ofrenda" de la juventud alemana a Hitler y que finalmente, por instigación de Bonhoeffer, se separaron de la Iglesia del Reich. Otro hecho que prueba la iniciativa y decisión de Bonhoeffer en la lucha por la Iglesia desde Londres fue la publicación que hicieron del escrito enviado al Presidente del Reich Hindenburg, comunicado al Canciller del Reich, al Ministro del Reich y al Obispo del Reich, en el que advierten que la postura de éste, Müller, provocaría la división de la Iglesia. Una semana antes habían mandado los pastores alemanes en Inglaterra un telegrama a las máximas autoridades alemanas negando la confianza a Müller y solidarizándose con la declaración de la Federación Provisional del 07/01/1934 en protesta contra el Decreto de la Mordaza.
Predicando sobre 1Cor 13:
"¿Le da lo mismo [al amor] la justicia que la injusticia? No, no se alegra de la injusticia sino que se alegra con la verdad. Quiere ver las cosas tal como son y prefiere ver claramente el odio, la injusticia y la mentira, antes que cualquier fantochada de amabilidad que tan sólo esconde el odio y la hace más odiosa. El amor quiere crear y ver relaciones claras, se alegra con la verdad, pues sólo en la verdad puede nuevamente amar".
Y al obispo Ammundsen de Dinamarca escribía el 08/08/1934:
"Puede parecernos terriblemente duro y difícil, pero tenemos que arremeter hacia adelante, hablando abiertamente en cristiano y sin diplomacia. En la oración común daremos con el camino. Tenía yo ganas de decir esto.
Pienso que hay que tomar una resolución, pues eludirla no servirá de nada. Y si la Federación Mundial en Alemania resulta disuelta, pues muy bien, señal de que éramos culpables. Mejor que seguir vegetando insinceramente. Lo único que vale es la total verdad y sinceridad. Bien sé que algunos de mis amigos alemanes piensan distinto. Pero le ruego encarecidamente que comprenda estos pensamientos".
El informe del curso 1934/35, sobre la comunidad de Londres, escrito ya desde Alemania, comienza con 2Cor 13,8: "No podemos hacer nada contra la verdad, sino por la verdad" y resume así su labor en la comunidad:
"Somos conscientes de que no debíamos callar"... "Por el Evangelio y por nuestra conciencia, teníamos que expresar nuestra solidaridad con nuestros hermanos que luchan y sufren en la patria"... "No debemos preocuparnos [por las imprevisibles consecuencias] sino por nuestra responsabilidad evangélica como cristianos y como alemanes".
Este período de la vida de Bonhoeffer se resume con la reflexión que hizo sobre 2Cor 12,9:
"La naturaleza humana es proclive a relegar los problemas que nos hacen sentir incómodos. Preferimos dejar tales cuestiones en nuestro subconsciente antes de afrontarlas con una actitud intelectual clara y responsable. Pero Dios no quiere que metamos la cabeza en la arena como avestruces, sino que nos manda hacer frente a la realidad y tomar una decisión radical y sincera".