
- Introducción
- Origen y excavación de las cuevas, 1930-39
- Centro de Alerta K de la Defensa Civil, (Estación R)
- Puesto de Ayuda Médica, 1941-42
- Hospital de Emergencias Quirúrgicas de la Capital, 1944-45
- El estado de sitio en Budapest: Diciembre de 1944 – Febrero de 1945
- La Cruz Flechada
- Héroes
- La vida durante el estado de sitio
- El Instituto de Investigaciones y Desarrollo de Vacunas “Virus”, 1945-49
- La Dictadura Comunista, 1950-55
- El Hospital Revolucionario, 1956
- La Guerra Fría y el Tratado Nuclear, 1958-1962
- Hospital Secreto de Defensa Civil y Búnker Nuclear, 1960-2002
- Epílogo
- Plano
- Galería fotográfica
- Vídeos
- Fuentes
1. Introducción
El "Sziklakórház Atombunker Múzeum", o "Museo del Búnker Atómico y del Hospital en la Roca" de Budapest, es uno de los monumentos históricos de Hungría más auténticos y fascinantes que se conservan del siglo XX.
El hospital-búnker, construido en el interior de unas cuevas naturales bajo el Castillo de la Colina de Buda, jugó un destacado papel durante la Segunda Guerra Mundial, la Revolución de 1956 y la Guerra Fría, principalmente.
Durante esta época oscura del siglo XX, y hasta no hace muchos años, fue una construcción de Defensa Civil cuya existencia fue clasificada como “top secret” hasta después de la Guerra Fría y cuya localización les era desconocida incluso a los propios habitantes de Budapest.
Encontramos perfectamente recreados todos los ambientes y salas del complejo con cerca de 100 maniquíes de cera y aparatos médicos de la época que nos retrotraen fielmente al día a día de la vida en el hospital durante la guerra, así como al claustrofóbico ambiente de la etapa como búnker en la época de la Guerra Fría y la paranoia nuclear. Sobra decir que el simple hecho de imaginarse internado en semejante lugar ya da escalofríos.

La visita guiada, (en húngaro o inglés), dura aproximadamente una hora y se puede realizar todos los días de 10:00 a 20:00 horas por unos 13 euros. Si se presenta la tarjeta Budapest Card o se acredita que se es sanitario o militar también hay una importante rebaja en el precio, (detalle que mi mujer y yo desconocíamos y no pudimos aprovechar).
El recorrido comienza con el visionado de un cortometraje introductorio y seguidamente comienza el tour por las diferentes salas y túneles: el quirófano, las letrinas, los camastros donde se apilaban los heridos hasta de tres en tres, la sala de Rayos X, e incluso al final del recorrido por el hospital se puede ver una camioneta Gaz 69 rusa y un helicóptero polaco Mi-2 que tuvo que ser introducido desmontado y reconstruido otra vez dentro.


Visitaremos salas de comunicación, intendencia, despachos… así como las salas de generadores, depósitos de combustible y los cuartos del sistema de filtrado y purificación del agua y del aire necesarios para sobrevivir en el interior del búnker. Estos sistemas de ventilación aún funcionan hoy en día.
La visita termina donde empieza, en la entrada y tienda de suvenires, muchos de estos son piezas originales del búnker nuclear soviético, como uniformes, máscaras antigás, material médico e incluso pasaportes soviéticos de la época de la Guerra Fría, por cierto a unos precios muy asequibles, las máscaras de gas, por ejemplo, costaban unos 6 euros.
En este artículo conoceremos la historia del lugar y de algunos de los personajes más destacados que allí desarrollaron su labor durante estos difíciles años del siglo XX, así como algunas de sus experiencias personales.


2. Origen y excavación de las cuevas, 1930-39
Las cuevas naturales de toba calcárea bajo el Castillo de la Colina de Buda, formadas por la acción de las aguas termales subterráneas que dan fama a la ciudad, han sido utilizadas como refugios naturales y depósitos desde tiempos antiguos. Con la construcción del castillo, a finales del siglo XIII y comienzos del XIV, las áreas subterráneas fueron parcialmente conectadas, facilitando el movimiento y la defensa durante las invasiones.


La red de cuevas alcanza una longitud de unos diez kilómetros, aunque las zonas acondicionadas y usadas como hospital y búnker, que son las que actualmente se pueden visitar, miden aproximadamente un kilómetro.

3. Centro de Alerta K de la Defensa Civil, (Estación R)
Los tratados de paz dictados al final de la Primera Guerra Mundial ya advertían sobre una nueva guerra. En la segunda mitad de 1930 las ambiciones militares de los países que habían perdido territorios, sobre todo Alemania y Hungría, eran obvias. El terror a un ataque aéreo con gases venenosos sobre las ciudades era algo muy presente en toda Europa. La preparación de un sistema eficaz de defensa civil era primordial. Para ello se ejecutaron trabajos bajo la supervisión del Real Ministerio Húngaro del Interior, con la colaboración de civiles y profesionales especializados. Se realizaron costosos ejercicios de defensa y refugios para la población, así como un complejo sistema de alerta con alarmas interconectadas y una red de telefonía para la evacuación civil ante posibles ataques aéreos.
La Estación de Alerta K fue la primera edificación en el área de lo que luego sería el hospital, operando las sirenas del Distrito del Castillo entre 1937 y 1945. La estación de alerta fue construida con ladrillos a una profundidad de 15 metros con una capa de hormigón para protegerla. Las sirenas se controlaban desde un puesto en las cuevas, bajo la Calle Úri, conectado al sistema de la Plaza Széna.
4. Puesto de Ayuda Médica, 1941-42
Con el comienzo de la guerra en 1939, una gran parte del sistema de cuevas fue reforzado y convertido en refugio contra ataques aéreos. El Castillo funcionó como el Distrito del Gobierno de ese momento y por ello era necesario crear un puesto de ayuda para los civiles y oficiales de la zona. Por razones económicas el lugar escogido fue la sección excavada previamente bajo la Calle Úri, donde el edificio de la estación de alerta fue ampliado. La entrada se abrió desde la Alcaldía del Primer Distrito.

A través de un decreto del Ministerio de Defensa, el alcalde de Budapest, Károly Szendy, ordenó la construcción del hospital. La obra costó el equivalente a un millón de euros, siendo el anteriormente mencionado Ottokár Kadíc el supervisor de los trabajos. Ottokár protestó enérgicamente por la destrucción de muchas de las hermosas formaciones en las áreas naturales de las cuevas, que desaparecieron tras las reformas.

5. Hospital de Emergencias Quirúrgicas de la Capital, 1944-45
El invierno de 1942-43 estuvo marcado por la batalla de Stalingrado y la eliminación de la 2ª Armada Húngara en el Río Don. El alcalde Szendy era consciente del peligro que representaba para la ciudad un posible ataque aéreo, por lo que ordenó la aceleración en la construcción del hospital antibombas. Los ataques aéreos paralizaban el trabajo médico y hacían casi imposible el traslado seguro de los pacientes hacia los refugios, donde proseguir con las operaciones y los tratamientos sanitarios, además de que el hospital más cercano al Castillo estaba a varios kilómetros de distancia.
La construcción estuvo encabezada por el ingeniero László Péchy y supervisada por Defensa Civil y el Departamento de Construcción de la Oficina del Alcalde. Los planos del proyecto corrieron a cargo del ingeniero Dr. László Mészáros. Las secciones entre las calles Lovas, Szentháromság y Úri fueron reforzadas con hormigón y destinadas al hospital. El transporte de tierra y materiales se realizó con maquinaria y vagones especiales de transporte de minería.

Originalmente el hospital fue diseñado para unas 60 personas, con tres salas, un quirófano y sala de tratamiento utilizando el sistema de tuberías del puesto de ayuda. Posteriormente se amplió la capacidad a 120 camas con la instalación de literas. El equipo era el más avanzado de la época, incluyendo dos motores Ganz-Jendrassik unidas a generadores eléctricos Bosch, sistemas de ventilación y máquinas de Rayos X, así como tanques de agua potable y camas de madera para convalecientes. A pesar de todo este material, la instalación se quedaría pequeña ante el horror que estaba por venir.





Los doctores Ottó Gratz, Itsván Pesthy y György Takács fueron asignados como personal permanente. Otros doctores llegaron al hospital durante el estado de sitio como voluntarios o como pacientes. Es el caso del Dr. Gyula Steinert, que llegó como paciente y, tras su recuperación, colaboró trabajando en el hospital varios meses. Además, otros ocho doctores cumplían condena de trabajos forzados, aunque fueron tratados por el Dr. Kovács como unos colegas más.


Las camas de madera de emergencia comenzaban a llenarse y tanto heridos leves como familiares colaboraban en lo que podían, sirviendo comidas y agua o ayudando a los pacientes.
Gracias a las habilidades organizativas y a las influencias del Dr. Kovác, el hospital disponía de alimentos de los pueblos vecinos e incluso buen vino. A pesar de las dificultades, hasta diciembre de 1944 la municipalidad y el Hospital Szent János fueron capaces de proveer de los medios técnicos y financieros para la operatividad del complejo.

6. El estado de sitio en Budapest: diciembre de 1944 – febrero de 1945
Con el asedio a Budapest, todo se vino abajo. Cuatro hombres firmaron la sentencia de muerte de la capital: Hitler, Stalin, Ferenc Szálasi, líder del partido pro nazi de la Cruz Flechada y Primer Ministro de Hungría, y Karl Pfeffer-Wildenbruch, comandante alemán de Budapest.
Hitler declaró la capital como “Festung Budapest” o “Fuerte Budapest”. Cuando la ciudad fue rodeada por las tropas soviéticas en la Navidad de 1944, había varias posibilidades para una salida. Una gran operación de liberación podría haber causado el retiro de las tropas enemigas y evitar la destrucción de la capital. Esto se planeó, pero Hitler aprobó sólo movimientos de tropas reducidas, bajo el nombre en clave “Konrad”.
Todas estas operaciones demandaron más recursos que el plan original: las tropas estaban esparcidas en tiempo y espacio y, aunque pudieron retrasar el avance soviético en el Transdanubio, no llegaron hasta la capital. El resguardo de Viena era más importante para los alemanes, y muchos líderes militares húngaros esperaban que si mantenían a raya a los soviéticos, las tropas británicas entrarían en el país. Debido a la situación del frente, ambas expectativas eran irreales.
En el otoño de 1944, Stalin y sus generales planeaban celebrar el aniversario de la Revolución Socialista del 7 de noviembre con un desfile en Budapest.
El 28 de octubre de 1944, Stalin discutió por teléfono con el General Rodion Malinovsky, comandante del 2º Frente Ucraniano, un estado de sitio que durase de tres a cuatros días.




Llegados a este momento, la capitulación húngara podría forzarse con un fuerte cerco que agotase las defensas, pero en vez de eso 80.000 soldados del Ejército Rojo murieron y otros 240.000 fueron heridos en la Batalla de Budapest.

Al no ser evacuados, 800.000 civiles quedaron atrapados en la ciudad. Cuando el General Gerhard Schmidhuber, comandante de la 13ª División Armada Wehrmacht y Pest, supo que el Partido de la Cruz Flechada planeaba exterminar el gueto de Budapest en enero, ordenó hacer guardia para impedirlo. Aun así no se evitó la matanza de miles de judíos arrojándolos al Danubio.

El SS Obergruppenführer Karl Pfeffer-Wildenbruch comandaba el “Fuerte Budapest”. Pfeffer tenía experiencia en burocracia pero no en la defensa de una gran ciudad y, cuando aún podía romper el cerco ruso dudó. En una demostración de cobardía, pasó los 108 días del estado de sitio refugiado en las cuevas del castillo. Finalmente, el 11 de febrero de 1945, ordenó la ruptura del sitio.



7. La Cruz Flechada
El Partido de la Cruz Flechada contaba con más de 300.000 miembros en 1941 y ya antes, en 1939, ganó el 15 % de los votos.
Al fin, el partido tomó el poder el 15 de octubre de 1944, liderado por Ferenc Szálasi y asistido por los alemanes, comenzando así el capítulo más oscuro de la guerra y de la historia en Hungría.
Los judíos y otras naciones consideradas como indeseadas, así como pensadores alternativos o presos políticos, habían sido encerrados en guetos, deportados y asesinados durante el mandato nazi. Aún entonces, la situación en el hospital había sido tolerable.
Los miembros del partido fueron buenos aprendices que incluso superaron a sus maestros. Siendo el número de judíos similar en Alemania y en Hungría, mientras los alemanes asesinaron a un 25 % de la población semita, los húngaros llegaron al 69 %.
“Últimamente he sido informado que al respecto más ha pasado aquí que en Alemania, y a veces de una manera tan brutal e inhumana como nunca fue visto con los alemanes”.
(Memorándum de Miklós Horthy a Sztójay en junio de 1944).

El poeta Miklós Radnóti fue asesinado en un campo de concentración.

Por la importancia de su función en la compañía, las autoridades permiten a Gedeon trabajar como consultor y, en agosto de 1944, incluso se le exime de las provisiones de las leyes raciales.
El Consejo de Administración de la compañía dimite poco después de la ocupación alemana, y los directores técnicos toman la dirección de la compañía. A pesar de tener pasaporte suizo, Gedeon Richter se niega a abandonar el país.
Pasa a estar bajo protección sueca cuando el partido pro nazi Flecha Cruzada llega al poder pero, a finales de diciembre de 1944, un destacamento del partido reúne a Richter y otros, les dispara y lanza sus cuerpos al Danubio.


Antal fue deportado a un campo de concentración a finales de 1944. El 27 de enero de 1945 fue golpeado hasta la muerte con la culata de un fusil.
Antal escribió: “La libertad no sólo concierne a una nación, sino a toda la humanidad”.

El personal del hospital arriesgó su vida más de una vez para salvar a todos los demás. Muchos otros hospitales fueron quemados y sus pacientes y enfermeras ejecutados, como fue el caso del Hospital Judío de la Calle Maros.
Llevó un tiempo que la gente decente se diera cuenta de que el programa de gobierno del Partido de la Cruz Flechada era una demagogia sin sentido.
8. Héroes
Como en otros muchos momentos a lo largo de la historia, en medio de la maldad y lo inhumano también hubo valentía y buena voluntad que lograron conquistar el miedo. Ejemplo de ello son personajes como Raoul Wallenberg, Carl Lutz o el español Ángel Sanz Briz, “El Ángel de Budapest”.



Las condiciones no eran sencillas, prueba de ello es la tarjeta de membresía del Dr. Kovács en el Partido de la Cruz Flechada. Afortunadamente Kovács recuperó la cordura y renunció del partido en febrero de 1941, cinco meses después de darse de alta como miembro.
Kovács trató a sus colegas y pacientes con el mayor respeto y humanidad, en ocasiones dando refugio a otros doctores condenados a trabajos forzados y a sus familias. Esto se comprueba en declaraciones escritas de los doctores condenados, al igual que en otros documentos y memorias de testigos. Tuvo el valor de expulsar a los acosadores del Partido de la Cruz Flechada del hospital y rescató a soldados húngaros heridos en los combates contra las tropas soviéticas. El valor y humanidad de Born y Kovács son un ejemplo hasta hoy en día.
Uno de los doctores condenados a trabajos testificó ante el Comité de Revisión de 1945 exculpando al Dr. Kovács y certificando que su trato había sido respetuoso y humano.

9. La vida durante el estado de sitio
En la Navidad de 1944 los soviéticos cortaron la línea de suministros desde el Hospital Szent János. De esta manera hubo que construir una cocina en el hospital de las cuevas, que comenzaba a convertirse en una verdadera ciudad subterránea.
Al sur del hospital había un búnker para el Consejo Supremo de Guerra y refugios civiles. Próximo a estos estaba el refugio de los Ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores y más al sur el hospital militar de los alemanes, (Lazareto).
El número de víctimas creció de forma tan dramática y la escasez de médicos era tan severa que cualquiera que tuviera algún conocimiento médico fue puesto a trabajar. En 1945, entre 200 y 300 pacientes se hacinaban en un hospital diseñado para 120. Las camillas llenaban los pasillos.
A continuación veremos algunos ejemplos y testimonios de la vida en el hospital.
El teniente Pál Dongó se fracturó una costilla, que le atravesó el pecho, durante un bombardeo el 12 de enero de 1945. Tras la operación acudía diariamente al hospital a recibir tratamiento. Posteriormente tomaría parte en la revolución de 1956 contra la ocupación comunista.
Anna Boom, asistenta holandesa de Raoul Wallenberg, no pudo permanecer con él debido al estado de sitio. Gracias a la invitación del Dr. Otto Gratz, Anna ingresó en el Hospital en la Roca como asistenta de enfermería en enero de 1945. Sus memorias son estremecedoras:
“Yo no soportaba la sangre, si veía una herida, aunque fuera una pequeña, mi estómago se volcaba, peor en el hospital me acostumbré lentamente. Resbalaba en charcos de sangre. Nunca antes me sentí tan desolada.
El Hospital en la Roca consistía en un conjunto de pasillos subterráneos interconectados. En los lugares más grandes cavados en la roca se encontraban las salas, la cocina o los cuartos de tratamientos. Los pacientes estaban sentados o acostados por todas partes, en camas, camillas o en el suelo. El aire era caliente y sofocante, el olor impregnaba mi cabello. El hospital ya no tenía ni vendas limpias, ni iodina, ni penicilina o calmantes. Yo estaba corriendo de arriba a abajo con bacinillas en mis manos o trayendo agua a los pacientes, si había alguna, pero muchas veces no podía hacer nada más que sentarme junto al paciente y sostener su mano. Por las noches escuchaba a hombres adultos llorando y llamando a sus madres.
En febrero de 1945 el agua era cada vez más escasa en el hospital. A veces, durante el cese del fuego, salía con otras enfermeras por la salida de emergencia de la Calle Szentháromság para traer cubetas de agua de una cisterna que se llenaba con la lluvia cerca de la Iglesia de Matías. Desde allí veía Buda de este lado y Pest al otro lado del Danubio. Tan lejos como podía ver, todo estaba en ruinas, los puentes caídos dentro del río y los edificios destruidos. Y aún no había terminado”.

Encontré a la madre en el jardín de una casa. Debía estar seriamente herida pues parecía que estaba muriendo. La pequeña que tenía cerca, de unos dos años, estaba sentada a su lado, ilesa. No encontré la forma de ayudar a la madre pero tenía que salvar a la niña. Rápidamente tomé a la niña en mis brazos y me dispuse a regresar al hospital. Mientras intentaba salir de la Calle Lovas comenzaron los disparos de nuevo. Me tiré al suelo y escuché un golpe a mi lado, una granada tal vez. Me arrastré hacia los edificios. Allí todo se calmó. Entonces la vi, la niña estaba herida en la cabeza, estaba sangrando, pero ¿cómo era posible?, ¿por qué la hirieron a ella y no a mí?. Yo quería protegerla. La abracé y no sé por cuanto tiempo estuve allí. Todo estaba en silencio a mi alrededor. Miré a la niña y ella me miraba sólo a mí. Primero vi sorpresa en sus ojos azules, luego nada más”.

Edit Soltész, enfermera de 18 años escribió:
“El hospital estaba separado del resto de las cuevas por una puerta que estaba siempre abierta. En algunas zonas las condiciones eran paralizantes, con camastros improvisados sobre lechos de cenizas. Las operaciones se hacían con muy poca luz y muchos pacientes murieron. Después, trabajando en el hospital, me daban una botella de agua al día para llevar a casa. Aún después de muchos años recuerdo espantada a los innumerables pacientes que veían mi tesoro y me gritaban suplicando por agua. Yo la escondía, pues era todo lo que podía traerle a mi familia”.
El Dr. István Kovács también vivió su pesadilla personal:
“Cuando el lado del castillo fue bombardeado, los soldados enterrados durante el día fueron impactados por las bombas, así, los cuerpos enterrados por la mañana emergieron de la tierra por la noche”.
Los problemas en el hospital no cesaron con el final de los combates y los trabajadores del hospital arriesgaban a menudo su vida por ayudar a las víctimas. Durante el saqueo de las tropas soviéticas, el personal también fue despojado de los objetos de valor que les quedaban, incluyendo sus relojes, pero sus vidas fueron perdonadas.
Muchas víctimas fueron llegaron al hospital después del asedio, entre ellas un adolescente llamado Mihály Bogárdi que fue herido por una mina en el rostro el 15 de febrero de 1945. El Hospital en la Roca era prácticamente el único lugar que disponía de una máquina de Rayos X operativa, gracias a su planta eléctrica autónoma. Los padres del muchacho fueron asesinados y él mismo acudió por sus medios al hospital. Mihály recuerda:
“Pareció transcurrir una eternidad antes de llegar a la Calle Lovas. En ese camino desolado había cadáveres yacentes, caballos muertos y tramos calcinados. Un numeroso grupo de alemanes prisioneros estaban siendo escoltados a través de las Puertas de Bécs. Cuando llegué al Hospital en la Roca tenía a Dante en mi mente, pues era como estar pasando a través de las puertas del infierno.
Había literas improvisadas a lo largo del pasillo con dos o tres hombres desnudos en cada una. Vi cabezas, brazos y piernas cubiertas con vendas y muchas caras de sufrimiento. El calor era extraordinario. Los doctores operaban en el pasillo. Sólo unos pasos más allá, la comida se servía desde un caldero. Congestión y premura, sufrimiento, hedor, olor a sudor y químicos por todas partes. Pero los rayos X funcionaron perfectamente”.
Años más tarde Mihály se convertiría en doctor.
El hospital fue equipado con la última tecnología para la época, reflejando los avances de la ingeniería y jugando un rol significativo no sólo durante el estado de sitio.
La mayoría de los hospitales en la superficie fueron destruidos con los bombardeos. Sabemos por reportes de la época que gran parte del equipo que no se dañó fue confiscado por los soviéticos, como ocurrió en los hospitales de Szent János y Szent Margit.
Gracias a la brillante idea del Dr. Kovács y de Friedrich Born de renombrar al hospital como “Hospital Internacional de la Cruz Roja”, los soviéticos respetaron la institución, el personal podía moverse libremente y los pacientes y el equipo fueron salvados.
El gran número de bajas sufridas por los soviéticos fueron excusadas ante Stalin duplicando el número real de efectivos del ejército defensor, que en realidad era de 70.000 hombres. Sin embargo, el número de prisioneros de guerra no justificaba esta cifra. Por esta razón un total de 130.000 personas entre civiles y militares fueron llevados como prisioneros a la Unión Soviética y asignados a campos de trabajo a manera de retaliación, pero explicado como carencia de mano de obra, para el conocido como “malenky robot” o “trabajo pequeño”.
Sólo el 60 % regresó después de 3 ó 5 años. Mientras estuvieron en los campos no pudieron comunicarse con nadie en el exterior.
Los juicios contra los miembros del Partido de la Cruz Flechada comenzaron inmediatamente. Ferenc Pompor, vigilante del hospital, era un miembro activo del partido. Ferenc delató a la enfermera jefe, la Condesa Ilona Andrássy, quien no tenía intenciones de rendir lealtad a Szálasi. Por culpa de su denuncia, dos doctores fueron hechos prisioneros.
Pompor fue arrestado en abril de 1945, golpeado por agentes comunistas y llevado a prisión. Su esposa, que estaba embarazada, abortó espontáneamente a causa del estrés.
El hospital siguió funcionando hasta junio de 1945, cuando fue cerrado a pesar de las solicitudes de varias organizaciones. Un nuevo plan de utilización estaba ya en el horizonte.
10. El Instituto de Investigaciones y Desarrollo de Vacunas “Virus”, 1945-49
El Dr. Lajos Thanhoffer y el Dr. Elek Farkas planeaban fundar un instituto para producir una vacuna para la prevención y el tratamiento de la fiebre tifoidea. El Dr. József Born, médico militar, y su amigo suizo delegado de la Cruz Roja, Friedrich Born tomaron para sí este proyecto.
El Hospital en la Roca fue escogido como hogar de este instituto e inaugurado en noviembre de 1945 en presencia de los representantes de la Municipalidad de Budapest.
Había una gran incidencia de fiebre tifoidea en Hungría, así que la vacuna fue usada dentro del país y también exportada hacia Yugoslavia.
Las condesas Ilona Andrássy y Alice Cziráky continuaban trabajando allí.

11. La Dictadura Comunista, 1950-55
El Ministro de Estado Ernö Gerö, con doble nacionalidad húngara y soviética, firmó en 1950 una resolución clasificada del Consejo Administrativo, (nombre dado al Consejo de Defensa para confundir sobre sus propósitos), con el fin de poner de nuevo en funcionamiento el Hospital en la Roca.
Debido a su pasado, Gerö fue conocido como “El verdugo de Barcelona” y también tendría luego responsabilidad directa en los eventos de 1956.

Los planos fueron realizados por la empresa de ingeniería civil y de infraestructuras Fömterv, aún activa hoy en día, y la financiación corrió a cargo del Consejo de Cuidad, bajo la supervisión del Departamento de Desarrollo de la Defensa Civil de la Capitalidad.
El equipo médico y mecánico fue actualizado y se planearon extensiones a nuevos pasadizos de las cuevas, aunque no llegaron a materializarse debido a la falta de fondos y al cambio de regularización. El nuevo y bien equipado hospital prestó servicio en la revolución de 1956.
12. El Hospital Revolucionario, 1956
El Hospital en la Roca fue abierto inmediatamente tras el comienzo de la revolución contra la ocupación comunista, a finales de octubre de 1956. El Dr. András Máthé fue nombrado jefe de cirugía.
Revolucionarios, civiles y miembros de las tropas soviéticas fueron atendidos en el hospital sin distinciones. Máthé llevó a cabo las más delicadas operaciones con éxito y con infatigable tesón, a pesar de ser forzado a cooperar con la Agencia de Seguridad del Estado, lo que le hizo sentirse chantajeado.

El Dr. András Seibriger, subdirector del Departamento de Cirugía en 1944-45, trabajó como asistente de Máthé, pero al mismo tiempo planeaba emigrar con su familia a la primera oportunidad dadas las difíciles circunstancias.
El contacto entre pacientes húngaros y soviéticos comenzó a mostrar a estos últimos que en realidad no estaban luchando contra fanáticos fascistas, tal y como decía la versión oficial de sus altos rangos.
En el día a día se producían situaciones de toda índole.
Un soldado soviético estaba fumando a pesar de haber recibido un disparo en el pulmón. Los demás pacientes se horrorizaron al ver el humo saliendo a través del vendaje que cubría su pecho.
Un Mayor soviético fue llevado con escolta por miedo a ser envenenado, tras recibir un disparo accidental en la garganta por parte de un subordinado. Después sería trasladado a la Unión Soviética en avión.
También hubo nacimientos dentro del hospital, al menos cuatro niños y una niña que, ya de adulta en 2008, regresó con su madre a visitar el lugar.
György Balogh vivía en el boulevard Attila. Caminaba desde la casa de sus padres al pie de la colina Gellért el 5 de noviembre de 1956 en ropa de civil y desarmado. Cuando cruzaba lo que hoy es la Plaza Szarvas recibió un impacto de bala en el estómago. Afortunadamente fue trasladado al hospital en un camión y una vez allí fue operado inmediatamente por el doctor Máthé. Al mismo tiempo el doctor Endre Kelemen operó su muñeca, por donde la bala atravesó antes de entrar en su estómago.
Balogh fue introducido en la congestionada sala nº5, junto a él había otro paciente al que el Dr. Máthé le extrajo una bala de la cabeza. A Balogh le fue pedido que conversara con este otro paciente para que los doctores pudieran evaluar su daño cerebral. El paciente finalmente se recuperó.
Balogh dejó el hospital en noviembre justo antes de que comenzaran las represalias al final de ese mes. Para la Agencia de Seguridad del Estado todo el que tuviera una herida era sospechoso, por lo que todos los que pudieron abandonaron el hospital antes de ser inspeccionados.
Endre Bácskai fue herido gravemente en una rodilla, cerca del edificio de la Radio Húngara el 24 de octubre de 1956. Tenía que esconderse porque la policía del Ministerio del interior arrestaba a los pacientes que podían moverse y escapar. Se libró de ser deportado del hospital y se marchó a principios de diciembre.
Otros no fueron tan afortunados y acabaron en prisión hasta la amnistía de 1963.

“Recuerdo un bus llegando lleno de heridos. Entre ellos había un chico de 12 años con sus piernas destrozadas por su propia bomba “Molotov”, que le explotó mientras intentaba atacar un tanque T-34. Otros habían recibido balazos en el pulmón, en los hombros o en el estómago. El Dr. Máthé llevaba una bala atada a su cuello que él mismo extrajo de la cabeza de un paciente”.
Después de la revolución, el hospital fue evacuado y cerrado en diciembre de 1956. Los agentes de Seguridad del Estado estaban interesados en los eventos sucedidos luego de la revolución y continuaron interrogando a Máthé hasta 1959.
13. La Guerra Fría y el Tratado Nuclear, 1958-1962
La Guerra Fría tuvo su clímax con la Crisis de los Misiles Cubanos en 1962. La guerra nuclear amenazaba al mundo.
El Hospital en la Roca fue ampliado y reabierto pocos meses antes de la crisis. Los ingenieros a cargo del proyecto fueron I. Bakonyi y R. Ullrich, que incrementaron el área en un 30 % y dotaron al hospital de moderna maquinaria para el tratamiento ante posibles ataques químicos y nucleares.
Se construyó un tanque de agua de 25 m3 y un aljibe bajo la Calle Fö, cerca del Danubio, así como un sistema de ventilación interna con filtrado de los posibles contaminantes químicos.
Se instalaron dos motores diésel Ganz con generadores eléctricos Bosch alimentados desde dos depósitos de 8.000 litros de combustible secretamente ocultos bajo los jardines del Castillo de Buda. Las renovaciones entre 1958 y 1962 costaron el equivalente a 5,2 millones de euros de la actualidad.
En medio de la Guerra Fría y la amenaza nuclear global, muchos se sintieron tranquilizados con tener un hospital a prueba de bombas en la ciudad, pero la mayoría habría utilizado el dinero para otras cosas.
14. Hospital Secreto de Defensa Civil y Búnker Nuclear, 1960-2002
El hospital pasó a formar parte de la estructura de Defensa Civil y fue clasificado como “top secret”. Sólo miembros del Hospital János fueron asignados como personal y acudían para hacer prácticas bajo estricto secreto. El nivel de seguridad se clasificó en nivel IV, aunque carecía de algunos elementos necesarios.
Teóricamente las instalaciones eran capaces de soportar un ataque nuclear si la explosión ocurriese a una distancia mínima de entre 1 y 3 km y dependiendo de su fuerza.
El mayor efecto de un arma nuclear es la onda expansiva que sigue a su explosión. El calor y la radiación crean tormentas ígneas que el hospital podía soportar en caso de impacto indirecto. Sin embargo el efecto terremoto de la explosión hubiese producido daños en la estructura del hospital.
Combatir la radiación sería una tarea más difícil. Con una bomba menor como las arrojadas sobre Hiroshima, (15 kilotones), o Nagasaki, (21 kilotones), la mayoría de la radiación se absorbería a 15 metros de profundidad contando con una capa de hormigón de 0,5 metros de espesor. Sin embargo el Castillo hubiese sido borrado de la faz de la tierra.
En el caso de un arma de medio alcance, (mayor de 100 kilotones), una pequeña cantidad de radiación hubiese entrado al edificio, pero las enfermedades resultantes hubiesen podido tratarse con los medios disponibles.
La gente dentro del hospital habría podido sobrevivir tres días después del ataque en absoluta cuarentena, Luego, de acuerdo con el plan, se instauraría una cuarentena parcial de 2 a 3 semanas durante las cuales entre el 20 y el 30 % del aire habría entrado filtrado a través del sistema de depuración. El aljibe proveería de agua al complejo, previo tratamiento interno. La radiación persistente y la cotidianidad habrían sido los mayores retos.

Las apocalípticas condiciones en la superficie producirían intentos de entrada masivos al hospital, como ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que la sobrevivencia y el funcionamiento continuo no hubiesen sido posibles.
Los más afortunados podrían huir al interior del país huyendo de la radiación.
De acuerdo con los reportes, no existían repuestos para los filtros de aire y el equipo estaba muy por debajo de los estándares requeridos, aun así la supervivencia en el interior del hospital hubiese sido mucho más fácil que fuera.
Al no cumplirse los apocalípticos presagios, la vida en el hospital fue realmente tranquila. La familia Szabó vivió en su interior realizando labores de conserjería y mantenimiento, siendo periódicamente inspeccionado por las autoridades. Más tarde el hospital se usó como almacén.
Uno de los acontecimientos más dramáticos fue la muerte del perro guardián llamado Pajtás, (Amigo), en 1961, que provocó serios procesos administrativos.

Con la invención de la aún más potente bomba de neutrones en los años 70, el hospital perdió importancia pero el gobierno del Partido Socialista siguió manteniendo su mantenimiento en secreto, ocultando los costos en el presupuesto del Hospital Janós. Estos recursos fueron suspendidos tras el cambio de gobierno en 1989. La clasificación de “top secret” fue retirada en 2002 y la familia Mohácsi tuvo que mudarse.
El destino del hospital estaba casi sellado, hasta que en 2007 comenzaron los trabajos de restauración y adecuación que dieron lugar a este magnífico museo que podemos disfrutar en la actualidad.
15. Epílogo
El jefe de cirugía István Kovács fue acosado durante años después de la guerra, aunque pudo probar que no cooperó con los nazis.
Finalmente fue reincorporado y en 1956 llegó a ser director del hospital de Kaposvár pero, temiendo represalias, huyó con su familia a través de Viena y Londres hasta Canadá.
En Hungría goza de un enorme respeto a nivel personal y profesional y sus colegas le pidieron en ocasiones que regresara, pero a sus 60 años ya tenía su vida asentada en Canadá. Hasta 1962 no se le reconoció su nivel académico y sólo pudo trabajar como auxiliar en un hospital de Winnipeg, a pesar de que había sido un cirujano militar con una grandísima experiencia en el frente oriental.
Con su profesionalidad y humanidad se ganó un gran respeto también en Canadá y antes de morir, a sus 92 años, recibió de Hungría el Diploma de Diamante, lo que le hizo muy feliz.
La jefa de enfermería Condesa Ilona Andrássy no escapó hacia Liechtenstein, donde vivía su familia. Los visitó en 1946 y 47 pero no regresó a su casa natal. “No todos podemos irnos, yo me quedaré para molestarlos”, dijo refiriéndose a los comunistas.
En 1952 fue expulsada por las autoridades y obligada a trabajar como ganadera en la llanura húngara.
Posteriormente fue condenada por traición a 4 años de prisión por financiar a estudiantes del seminario. Compartió celda en Kalocsa con Maria Wittner, hoy en día miembro del Parlamento.
Fue liberada en 1964 y trabajó como asistente de laboratorio. Su esposo, un famoso doctor, fue obligado a divorciarse de ella y su archivo de seguridad del estado contiene reportes hasta 1987.
Vivió para ver al Primer Ministro József Antall y al Vicecanciller de Austria Alois Mock besar su mano. Este fue el único reconocimiento que recibió. La clasificación de “top secret” de su archivo no fue retirada hasta después de su muerte en 1990, a los 73 años.
Friedrich Born fue expulsado de Hungría por los soviéticos en 1945. A través de Rumanía y Turquía llegó a su país con grandes dificultades. Allí fue vilipendiado debido a que el objetivo de la Cruz Roja de acuerdo a las políticas de la época no era el involucrarse en operaciones de rescate. Esto fue tratado como asunto interno.
Al igual que Carl Lutz Born, tuvo que aclarar porqué tramitó salvoconductos a gente que no trabajaba en la Cruz Roja. Como resultado de la intensa presión se retiró de la vida pública y regresó a su profesión civil, manteniendo sus logros para sí sin esperar ninguna recompensa.
Murió en 1963 a los 60 años.
En 1987 fue nombrado “Justo entre las Naciones” a título póstumo por salvar la vida a 15.00 personas.
En 2010 el Consejo de la Ciudad de Budapest acordó unánimemente nombrar una sección del paseo del Danubio en Buda con su nombre.
La viuda de Itsván Horthy, la Condesa Ilona Edelsheim-Gyulai, fue al exilio con su familia a Portugal, después de ser liberada por la Gestapo. Desde el cambio de régimen volvió a Hungría regularmente. En 2010 visitó el Hospital en la Roca, reviviendo sus memorias y encontrándose con otros testigos de la época.
16. Plano

17. Galería fotográfica
Fotografías tomadas durante mi visita, salvo las pertenecientes a 1944 y 2002, así como la de las salas de hospitalización y de filtrado de aire. Las fotografías están tomadas con teléfono móvil, por lo que no son de muy buena calidad.



Curiosamente aquí no se cocinaba, simplemente se recalentaba la comida procedente de otros hospitales, como el de Szent János.























18. Vídeos
19. Fuentes
Folleto adquirido en el museo:
“La breve historia del Hospital en la Roca”. Autor: Gábor Miklós Tatai, (Director del Museo Hospital en la Roca de Budapest). Editorial Sziklakórház, 2012 - ISBN: 978-963-89952-0-9
Páginas web:
http://www.thewotme.com/2015/02/hospita ... -budapest/
http://www.fotonazos.es/2012/11/el-hosp ... -budapest/
http://kirandulastervezo.hu/sites/defau ... rhaz_6.jpg
http://utolsopercek.blog.hu/2015/01/03/ ... _hetfo_765
http://www.royalparkboutiquehotel.hu/wp ... 3%81Z1.jpg
http://budapest.varosom.hu/upload_pic/b ... terem1.jpg
https://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia ... lo2701.jpg
http://www.vgfszaklap.hu/kepek/12_04/a- ... ete/0n.jpg
http://collections.ushmm.org/search/catalog/pa1170530
http://sarmasi-zoli.lapunk.hu/tarhely/s ... nelkul.jpg
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http://1.kerulet.ittlakunk.hu/holmi/kul ... haz-muzeum
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http://rokica.blog.hu/page/3
http://bebudapest.hu/wp-content/uploads ... _Rock4.jpg
http://joanerges.livejournal.com/1652707.html
http://www.sziklakorhaz.eu/userfiles/fo ... f127bc.jpg
http://www.bibl.u-szeged.hu/bibl/mil/ww ... alasi.html
http://3.bp.blogspot.com/-kbZVEC-arQw/U ... zalazi.jpg
http://www.allposters.com/-sp/Rodion-Ya ... 56645_.htm
http://keptar.oszk.hu/html/kepoldal/ind ... ?id=010412
http://www.europakiado.hu/szerzo/radnoti-miklos
http://www.omikk.bme.hu/archivum/angol/ ... hter_g.htm
http://konyvkultura.kello.hu/egypercese ... o-visszaut
http://pushkinpress.com/author/antal-szerb/
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http://www.euuzlet.hu/arckepcsarnok/#.VUa8WsscQyU
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http://kep.cdn.index.hu/1/0/487/4876/48 ... 2b_wm.jugo