Bajo 2 banderas

La estrepitosa caída de la bolsa de valores en 1929 marcó el comienzo de un período de diez años de inestabilidad económica mundial. En 1933, el desempleo en los Estados Unidos había alcanzado un veinticinco por ciento.
En julio de 1929 18.087 personas trabajaban en Muskegon, tres años más tarde, sólo 6.314 residentes tenían algún puesto de trabajo estable.
Años más tarde, Joe recordaría las largas filas que hacía junto a su familia para recibir ayuda del gobierno.
Sus dos hermanos mayores consiguieron empleo en un programa del gobierno para jóvenes desempleados, pero, incapaces de pagar su hipoteca, los Beyrles fueron desalojados de su vivienda, afortunadamente, la abuela de Joe recibió a los nueve miembros de la familia en su casa. Para ayudar con algo de dinero a su familia, Joe consiguió un empleo barriendo en una barbería local, pero, decididos a ver al menos a uno de sus hijos graduado, sus padres lo obligaron a permanecer en la escuela y obtener su diploma.
Joseph Beyrle se graduó en la Escuela Secundaria San José el 7 de junio de 1942, fue elegido como el Mejor Informado, el de Mejor Temperamento, el Mejor de la Clase y el Mejor Vestido. Joe también era un dotado atleta que sobresalió en béisbol y atletismo. Podía correr una milla en menos de cinco minutos, una hazaña que llamó la atención de los reclutadores universitarios, se le ofreció una beca de la Universidad de Notre Dame en South Bend, Indiana, para jugar béisbol para los Fighting Irish. Si bien esta era una oportunidad increíble, Beyrle decidió rechazar la beca para presentarse como voluntario al Ejército de los Estados Unidos.

En el centro de reclutamiento, Joe tuvo que admitir en su solicitud un problema que arrastraba desde su niñez: era daltónico. Este era un problema potencialmente serio para un paracaidista, en el interior del avión de transporte hay dos luces: una luz roja, que indica a los paracaidistas que se preparen, y una luz verde que les ordena saltar desde el avión.
Joe le preguntó al sargento de reclutamiento si su problema de visión lo excluiría de la aerotransportada. El sargento le preguntó si alguna vez había recibido una multa por pasarse una luz roja, Joseph respondió: "No", "Entonces no se preocupe Beyrle", dijo el sargento, "Una docena de chicos lo empujarán hacia afuera cuando la luz cambie" y estampó un sello de aprobación en su solicitud.
Después de una breve estadía en el Campamento Custer, en Michigan, Beyrle y una docena de reclutas fueron asignados al 506º Regimiento de Infantería Paracaidista, de la 101ª División Aerotransportada. A partir de allí subieron a un tren con destino a Toccoa, Georgia, donde iban a recibir entrenamiento aerotransportado. Después de tres días de viaje, Beyrle y el resto de los reclutas llegaron a un flamante campamento del Ejército en una hermosa pero remota área en el noreste de Georgia. El campamento estaba ubicado en la base de una montaña llamada Currahee, que en cherokee significaba "estamos solos". Aquellos que, como Beyrle, sirvieron en el 506º eran conocidos como "Currahees".

Un día, después de un largo período de ejercicios de entrenamiento, Beyrle y sus compañeros se dirigieron al comedor, allí los esperaba una cena especial: albóndigas y espaguetis con queso parmesano, y de postre, pastel de fresas. Era un lujo que muchos de los hombres que crecieron durante la Gran Depresión nunca habían experimentado. Justo cuando estaban terminando de comer, el Coronel Sink, el comandante del regimiento, y otros oficiales irrumpieron en el comedor para dar una orden sorpresiva: tres millas arriba, tres millas abajo por el monte Currahee a paso redoblado. El mensaje era claro: estar siempre en guardia y esperar lo inesperado.
Como muchos de sus compañeros tenían miedo de sufrir un esguince de tobillo o romperse una pierna en un salto y quedarse fuera de la unidad antes de entrar en acción, solían darle cinco dólares para mostrarse y hacer el salto en su nombre. Así que hizo muchos saltos con nombres falsos durante el entrenamiento, lo que le valió su apodo: "Jumpin" Joe.
Después de casi un año de formación, los Currahees fueron transportados al Campamento Shanks, en Nueva York, donde se prepararían para su despliegue en el extranjero.
Joseph Beyrle había sido asignado a la 1ª Compañía, 3er Batallón del 506º Regimiento. Se había especializado en comunicaciones y demolición alcanzando el grado de sargento.
El 17 de septiembre de 1943, el 506º PIR llegó a Liverpool, Inglaterra, a bordo de un antiguo crucero de lujo británico, el HMS Samaria, después de un relativamente tranquilo viaje en convoy. Hacía exactamente un año desde que Joseph Beyrle se había unido al Ejército. Desde allí partieron hacia Ramsbury, que sería su hogar por los siguientes 9 meses.

Entonces, el 5 de junio de 1944, después de días de la planificación, preparación y de tensa espera en sus barracones, los paracaidistas finalmente recibieron la orden de alistarse para la tan esperada invasión a la "Festung Europa". El objetivo: "Normandía", a Joe se le dibujó una nerviosa sonrisa, era el lugar donde él ya había estado 2 veces, pero no podía revelárselo a sus compañeros.

"Llevábamos volando aproximadamente noventa minutos desde Inglaterra cuando llegamos a la península de Normandía. Comenzamos a recibir fuego de Artillería Antiaérea y fuego desde tierra, volando a unos 700 pies. Varios aviones fueron alcanzados y explotaron o se estrellaron. Nos dieron la orden de engancharnos, luz roja, luz verde y nos lanzamos desde unos 400 pies y yo aterricé en el techo de la iglesia de Saint-Come-du-Mont, me dispararon desde el campanario, me deslicé hacia abajo y me abrí paso a través de un cementerio que rodeaba la iglesia, salté sobre una pared y me dirigí hacia nuestro objetivo, que era dos puentes de madera sobre el río Douave, detrás de la playa Utah. Los alemanes habían incendiado una casa en la zona donde salté y disparaban a los aviones que nos siguieron. Balas trazadoras cruzaban el cielo. Muchos soldados fueron alcanzados antes de aterrizar."

Tiempo después, cuando el sargento Beyrle y otros prisioneros de guerra marchaban hacia la ciudad de Carentan, quedaron bajo el fuego de artillería de unidades avanzadas americanas. Durante el bombardeo, Joe fue alcanzado por metralla en su nalga izquierda y arrojado en una zanja cercana. Al recuperar la conciencia, proporcionó los primeros auxilios a dos desafortunados prisioneros que tenían sus piernas arrancadas. Al ver una patrulla alemana que se dirigía a recuperar a los heridos, Joe y otros dos prisioneros decidieron escapar corriendo. Como buen atleta que era, Joe pronto perdió de vista a los alemanes pero también a sus compañeros de fuga, deambuló por los setos de Normandía durante horas intentando hallar tropas aliadas hasta que fue capturado nuevamente por los alemanes.
Ésta vez, el sargento Beyrle y otros prisioneros de guerra estadounidenses fueron enviados a la ciudad de St. Lô. El convoy en el que viajaban fue ametrallado por cazas americanos, pero afortunadamente no hubo víctimas. Más tarde esa noche, St. Lô fue bombardeado por la Fuerza Aérea americana, dejando la mayor parte de la ciudad en ruinas.
Sorprendentemente, ni una sola bomba cayó en la zona donde estaban los prisioneros de guerra. Al día siguiente, Beyrle y sus compañeros, marcharon hasta el pueblo de Tessy Sur Vire. Cerca de allí había un monasterio, que los alemanes convirtieron en un centro de detención que se apodaría "La colina del hambre".
Cuando los interrogadores alemanes descubrieron que Beyrle era de ascendencia alemana, fueron muy duros con él:
"Me interrogaron 20-24 horas al día; estuvieron haciéndome todas las preguntas habituales ¿Por qué yo, un alemán, estaba luchando por los judíos, Roosevelt y Morganthau, contra mi propia gente?. En algún momento durante el interrogatorio le dije a un oficial alemán que era un hijo de puta y me desperté varios días después en un hospital con una tremenda jaqueca y con la cabeza lastimada y más tarde me llevaron de nuevo al monasterio "
Durante las siguientes semanas, el sargento Beyrle y otros prisioneros, fueron obligados por los alemanes a reconstruir las vías férreas dañadas en el norte de Francia, que eran continuamente bombardeadas por aviones aliados. Más tarde fue trasladado a un almacén cerca de París, donde él y otros prisioneros sobrevivieron durante dos semanas con poca comida y agua. Después de una marcha agotadora por las calles de París, fueron embarcados en un tren que transportaba prisioneros de guerra con rumbo al este. Los vagones estaban abarrotados y las condiciones a bordo eran insalubres, durante el viaje, aviones aliados atacaron el tren, acribillando los vagones, en el interior del furgón de Joe, varios prisioneros murieron y dos docenas resultaron heridos. Pero el tren no se detuvo, y los prisioneros permanecieron encerrados durante cinco días que se hicieron eternos, hasta llegar a su destino final.
Cuando el tren finalmente se detuvo y se abrieron las puertas, los prisioneros se encontraron en el Stalag XIIA en Limburg, Alemania. Allí, el sargento Beyrle fue fichado, pudo al fin tomar una ducha, afeitarse, y escribir a su familia. Unos días más tarde, los alemanes comenzaron a mover los prisioneros más hacia el este.

Como todo grupo de prisioneros pasó poco tiempo antes que comenzaran a haber intentos de fuga, todos frustrados por los alemanes. Joe se unió al grupo encargado de planear y organizar las fugas. Sospecharon que los fracasos se debían a que los alemanes eran alertados por una fuente interna. Con el fin de averiguar la identidad del topo, el comité plantó información falsa y halló al responsable. Después un tribunal militar de prisioneros juzgó al sospechoso que fue encontrado culpable y ejecutado por traición, más tarde se descubrió que el sospechoso no era ciudadano americano sino un alemán infiltrado.
El sargento Beyrle había ganado recientemente sesenta paquetes de cigarrillos en un juego de dados, mientras hablaba con dos compañeros sobre la forma de escapar, se les ocurrió una idea única.
"Después de una charla se nos ocurrió un plan que llevamos a la Comisión de Fuga. Era bastante simple. Yo le ofrecería a uno de los guardias que caminaban fuera del alambre de púas, diez paquetes de cigarrillos si nos dejaba cortar el alambre mientras él caminaba por el lugar y luego nosotros pasariamos cuando patrullara su reemplazo. Después de varias conversaciones a través del alambre con él, se acordó que obtendría cinco paquetes antes y cinco paquetes después de que escapáramos "
Una noche, Joe Beyrle y sus dos compañeros cruzaron a través de la alambrada después de entregar los cigarrillos acordados al guardia cómplice. Una vez fuera del recinto, se abrieron paso hasta un patio de ferrocarril situado justo al sur del campamento. Todas las noches, de nueve a once, un tren atravesaba el lugar, de acuerdo con una de sus fuentes, los llevaría al este a través de Polonia. Una vez que el tren se detuviera, saltarían al mismo y una vez en Polonia en algún momento lograrían hacer contacto con la resistencia polaca o las tropas rusas que avanzaban desde el este. Beyrle y sus compañeros Brewer y Quinn, se colaron en un tren de carga alemán y, después de unas horas, llegaron a una parada, al asomarse, se horrorizaron al ver que el tren les había llevado a Berlín, la capital de la Alemania nazi.
Los frustrados fugitivos se quedaron en el vagón de carga todo el día hasta que se hizo de noche. Esa noche, los bombarderos de la RAF atacaron la ciudad causando estragos y confusión, mientras se movían a través del patio de ferrocarril, los hombres se cruzaron con un viejo trabajador ferroviario. Beyrle le explicó su situación y le ofreció unos paquetes de cigarrillos a cambio de su ayuda. Después de tensos minutos, el anciano accedió a ayudarles, los escondió en un refugio improvisado y les consiguió algo de comida y cerveza. La noche siguiente, el viejo trabajador ocultó a los fugitivos en su carro y los llevó a reunirse con miembros de la resistencia alemana. Beryle, Brewer y Quinn se reunieron con varios alemanes que se comprometieron a ayudarlos a escapar hacia el oeste.
A la mañana siguiente, mientras se hallaban escondidos en el sótano de una casa de la resistencia, se sorprendieron al escuchar disparos y gritos desde arriba. Un grupo de alemanes armados irrumpieron en el edificio y se precipitaron al sótano, eran de la Gestapo.
"En los siguientes siete a diez días nos enteramos de todo lo que habíamos oído hablar de la Gestapo era cierto. Fuimos interrogados, torturados, pateados, golpeados por todo el cuerpo, pisoteados, colgados por los brazos hacia atrás, golpeados con látigos, palos y culatas de rifle. Cuando pensabas que no podían hacerte nada más, ellos hallaban otras formas de torturarte. Cuando caías en un estado de semi-conciencia, comenzaban de nuevo. Esto se prolongó durante días a todas horas y luego te arrojaban en una celda fría, oscura, sin instalaciones sanitarias y sucia de un ocupante anterior".

En enero de 1945, el incorregible sargento Beyrle una vez más estaba buscando escaparse. Los prisioneros guardaban secretamente una radio en sus barracas, que los mantenía al tanto de la guerra. La información más reciente era que el Ejército Rojo avanzaba rápidamente a través de Polonia. El 12 de enero de 1945, el Ejército Rojo lanzó una ofensiva masiva desde el río Vístula en Polonia Central hacia el río Oder en el este de Alemania. Varsovia cayó en manos de los rusos el 17 de enero, seguido de Cracovia y Lodz el 18 de enero. En pocos días las tropas soviéticas se encontrarían en territorio alemán. Beyrle llegó a la conclusión de que su mejor esperanza de libertad era hacer contacto con los rusos que avanzaban.
Después de muchas discusiones, Beyrle, Brewer y Quinn elaboraron otro audaz plan para escapar. Cuando estuvieran en el patio de ejercicios, uno de ellos fingiría una indisposición y los otros buscarían una camilla. Los tres se dirigirían al dispensario, mientras que los otros prisioneros en el patio iniciarían una pelea para distraer a los guardias. El plan se desarrolló casi a la perfección ya que los alemanes fueron distraídos por la conmoción en el patio. Llevando a Quinn en la camilla, Beyrle y Brewer atravesaron la puerta del dispensario, pero una vez fuera de la vista, se escondieron en el interior de barriles que estaban en un vagón de suministros. A las afueras del campamento, el carro se volcó después de pisar una piedra y hacer un giro brusco, los tres polizones cayeron cuando los barriles rodaron por el suelo. Cuando los fugados intentaron correr a esconderse, los guardias abrieron fuego, abatiendo a Brewer y Quinn. Los alemanes soltaron a sus perros guardianes, pero Beyrle alcanzó a meterse en un arroyo cercano, donde los perros perdieron su rastro. Habiendo escapado de su cautiverio, Joe comenzó a caminar hacia el este con la esperanza de llegar a las líneas rusas.
Durante los siguientes tres días, el sargento Beyrle se movió cuidadosamente a través de territorio alemán, guiado por los sonidos de artillería y disparos se dirigió hacia la línea del frente. Durante un día de intensos combates entre las tropas de la Wehrmacht y el Ejército Rojo, Joe buscó refugio en un granero. Después de un tiempo pudo oír voces fuera del establo, hablaban en ruso, cautelosamente observó desde su escondite. Desde allí pudo ver como los soldados soviéticos sacaban de la casa adyacente a la pareja de ancianos dueña de la granja. Sin miramientos los mataron a ambos y arrojaron los cuerpos a sus cerdos. Durante la noche, Joe escuchó ruido de tanques que se estacionaban en las cercanías, por las dudas, se escondió más profundamente en el pajar. Eran elementos avanzados del 1er Ejército de Tanques de la Guardia que habían alcanzado su posición. Al amanecer Beyrle salió con las manos en alto, caminando con cautela hacia los rusos que tenían sus armas apuntándole. Levantó un paquete de cigarrillos Lucky Strike y gritó las únicas palabras que conocía en ruso: Amercanski tovarish! (camarada americano!), las había aprendido de los prisioneros rusos a los que compartía su alimento a escondidas de los alemanes. Amercanski tovarish! repitió varias veces agitando el paquete de cigarrillos, naturalmente, los soldados ruso desconfiaron del extraño, vestido con un harapiento uniforme desconocido, pero después de unos momentos de tensión, decidieron llevarlo ante su oficial político.
El sargento Beyrle se sorprendió al ver que esta unidad estaba operando tanques americanos M 4 Sherman entregados a la Unión Soviética como parte del Programa de Préstamo y Arriendo, eran elementos avanzados del 1er Ejército de Tanques de la Guardia que habían alcanzado su posición. Por fortuna el comisario político comprendía el inglés y lo llevó frente al comandante de la unidad blindada. Joe se sorprendió aún más al descubrir que el comandante ruso era una joven mujer, de cautivadora sonrisa, altamente condecorada y muy respetada por su tropa. No entendió o no retuvo su nombre, solo la conoció como "Mayor" (probablemente era la Mayor Aleksandra Samusenko, que moriría trágicamente poco tiempo después, en marzo de 1945, aplastada por las orugas de uno de sus propios tanques). La intención de la comandante era la de mandar a Beyrle a retaguardia y pedir que sea repatriado, pero no era esa la intención de Joe:
"Le dije que yo era un prisionero de guerra de EE.UU. y nosotros éramos aliados de los rusos y quería unirse a ellos e ir juntos a Berlín y matar nazis. Después de muchas consultas entre la comandante y el comisario soviético, se me permitió unirme a ellos y me dieron una ametralladora rusa con un tambor redondo. A la mañana siguiente, después de un nutrido fuego de saturación de artillería pesada en nuestra zona, dejamos la granja y nos dirigimos al oeste. Allí estaba yo, un estadounidense escapado de un campo de prisioneros alemán en un tanque Sherman americano, con un comandante de tanque mujer!".

"Los rusos tenían algunos panes de explosivo plástico americano que no sabían cómo hacer explotar. Me propuse demostrarles cómo funcionaban abriendo la gran caja fuerte de la oficina y los rusos estuvieron muy interesados en las cámaras, relojes, anillos y rublos rusos que allí había. Yo liberé la mayor parte de los dólares americanos y vales aliados, así como dólares canadienses, libras esterlinas y francos franceses. Tenía una mochila tan grande como un sillón de 3 cuerpos lleno de dinero, que até en la parte posterior de nuestro tanque. También pude obtener mi ficha de prisionero y mi fotografía que pude llevar a casa "
Después de liberar el Stalag IIIC, la unidad soviética de la que ahora pertenecía el sargento americano siguió rumbo a Berlín, librando feroces combates con las tropas alemanas que, siempre en inferioridad numérica y material, defendían con increíble tenacidad su madre patria.
Una mañana a principios de febrero, Beyrle iba montado en un Sherman que integraba una columna de unidades blindadas a unas pocas millas de Berlín, cuando de repente fue atacada por un grupo de bombarderos en picado Stuka de la Luftwaffe. Durante el caos que siguió, Joe fue gravemente herido en la ingle y perdió gran cantidad de sangre mientras era atendido por un sanitario sobre la cubierta del motor de su blindado.Fue llevado a un hospital militar soviético en Landsberg an der Warthe, Alemania (hoy Gorzow, Polonia).
Un día, el hospital fue honrado con una visita sorpresa. El sargento Beyrle vió que muchos de los pacientes estaban intentando ponerse de pie, por lo que él también se incorporó. Joe estaba impresionada cuando vio que el ilustre visitante era el Mariscal Georgi Zhukov, el comandante militar más condecorado en la historia de la Unión Soviética.
Un médico acompañaba al Mariscal Zhukov y le indicaba las heridas que cada hombre había recibido, el Mariscal agradecía a cada uno por su sacrificio para derrotar a los nazis. Cuando llegó ante nuestro héroe, se sorprendió al encontrarse con un estadounidense. A través de un intérprete, Beyrle explicó a Zhukov quién era, de dónde venía, y la forma en que terminó luchando con el Ejército Rojo. Su historia fascinó al general ruso, que se comprometió a ayudarlo a volver a casa.

Después de unos días de viajar en un traqueteante convoy de camiones a través de la Polonia desgarrada por la guerra, abordó un tren hospital que lo llevó a la Unión Soviética. Al llegar a las afueras de Moscú, Beyrle fue escoltado por un coronel ruso a través de la ciudad hasta la embajada de EE.UU. cerca de la histórica Plaza Roja, en el último retén de la NKVD su salvoconducto le fue retirado porque "ya no lo necesitaría más", "Lástima,- pensó Joe- me hubiera gustado conservarlo, fue un hombre muy atento". La alegría de estar entre los suyos rápidamente se transformó en incredulidad cuando Joe fue conducido a una habitación donde dos oficiales del Ejército de EE.UU. lo interrogaron con un Marine armado de pie junto a él. Cuando Joe les preguntó por qué había un marine armado con ellos, manifestaron que, según sus registros, Joseph R. Beyrle había muerto en acción el 10 de junio de 1944.
Cuando el sargento Beyrle fue capturado el Día D, un soldado alemán tomó sus placas de identificación. Más tarde, las tropas estadounidenses descubrieron las placas en un cuerpo irreconocible en el campo en Normandía. Por lo tanto, el ejército había enviado un telegrama a sus padres informándoles de que estaba muerto y enterraron lo que pensaban que era su cuerpo en una tumba militar en Sainte-Mère-Église, y sus padres hicieron una misa y una ceremonia fúnebre en su memoria. No es hasta que recibieron la postal de Joe desde Stalag XIIA en Limburg que se dieron cuenta de que su hijo estaba todavía vivo. Después de unos días de tensa espera, donde el sargento Beyrle pensó seriamente en reducir a su custodio y unirse a los rusos, gracias a sus huellas digitales, la embajada de EE.UU. en Moscú confirmó la identidad del soldado en su custodia como el sargento Joseph R. Beyrle.
Después de una interesante estadía en Moscú, el sargento Beyrle y una docena de prisioneros recién liberados se dirigieron a la ciudad portuaria soviética de Odessa en Ucrania. Desde allí, se embarcaron en un barco que los llevó a través del Mar Negro a Estambul, Turquía y, a continuación, a Port Said, en Egipto. Después de una breve estancia en el lugar, los soldados fueron transferidos al HMS Samaria, el mismo viejo vapor británico que había llevado a Joe a Inglaterra y de allí a su increíble aventura. Desde Egipto, el ex prisionero de guerra viajó a Nápoles, Italia, donde se sometió a una cirugía en un hospital militar para eliminar la metralla que aún tenía en su cuerpo. El 1 de abril de 1945, Joe salió de Italia para el largo viaje de regreso a los Estados Unidos. El 21 de abril, el sargento Beyrle finalmente llegó a su casa en Muskegon, donde finalmente pudo reunirse con sus padres. Para él, el increíble viaje había terminado.

Nunca contó nada de sus aventuras en la guerra, solo dijo que sirvió como paracaidista, como muchos ex-combatientes él no se consideraba un héroe, ese honor solo les corresponde a los que murieron y quedaron allí, en el campo de batalla, y pagaron con su vida el precio de la victoria.
Su hijo John escuchó el relato de las aventuras de boca de su padre en febrero de 1979, en Moscú, durante una conversación con el corresponsal ruso Yuri Zarahovichem, "¡Nunca me contaste nada!"- Dijo John, "Nunca me lo pediste" - Respondió Joseph con una sonrisa.
Joseph Beyrle es la única persona conocida que ha luchado por los Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. El 6 de junio de 1994, durante el 50 aniversario del Día D, Joe fue invitado a una ceremonia especial en la Casa Blanca, donde fue condecorado por el presidente EE.UU., Bill Clinton, y el presidente ruso Boris Yeltsin.
Joseph hizo cinco viajes a Rusia, de 1979 a 2004, con la esperanza de encontrar algunos compañeros de guerra rusos, entre ellos la "Major".
En mayo de 2004, fue invitado a asistir al Desfile de la Victoria en Moscú, fue el único americano entre 15.000 soldados rusos, se dice que el General Kalashnikov le regaló un AK-47 especialmente dedicado.
El 12 de diciembre de 2004, Joseph Beyrle había ido a visitar Toccoa, Georgia, donde se formó como paracaidista, para relatar sus experiencias ante 1.100 estudiantes. Mientras dormía, nuestro eterno paracaidista ascendió a los cielos, murió de insuficiencia cardíaca a la edad de ochenta y un años. Fue enterrado en el cementerio nacional de Arlington, Virginia con honores militares. En 2005, una placa fue colocada en su honor en la iglesia de Saint-Come-du-Mont, Francia, donde aterrizó durante el Día-D. En 2010, una exposición itinerante dedicada a la vida de Joe Beyrle recorrió varias ciudades de Rusia, incluyendo Moscú y San Petersburgo. Hoy en día, el Museo USS Silversides en Muskegon, Michigan, cuenta con una exposición permanente dedicada a él.
Imágenes:










Fuentes:
The Simple Sounds of Freedom. Thomas H. Taylor. Random House. 2002. ISBN: 0375507868
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https://www.warhistoryonline.com
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https://gubernia.pskovregion.org/
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