
La oferta más llamativa del local consiste en la "Fiesta en prisión", donde, vestidos con camisetas de rayas blancas y negras, y acompañados de los respectivos carceleros, los visitantes disfrutan de una jornada como auténticos presos de la Segunda Guerra Mundial.
Por el módico precio de 44 euros, todo aquel que se decida a hospedarse en el Stadt Hameln podrá disfrutar de un menú especial "del encarcelado", junto con "bebida y pasta del prisionero", según recoge El Mundo.
La denominada "fiesta del prisionero" obliga a los asistentes a presentarse sobrios y limpios, formando una fila, puesto que son dirigidos por los carceleros hacia la celda común.
Edificio histórico
El histórico edificio fue construido en 1827, y desde los inicios fue pensado para albergar una cárcel, función que estuvo desempeñando desde 1935, cuando las fuerzas nazis lo ocuparon con la intención de crear un lugar donde encarcelar y torturar a sus prisioneros. Posteriormente, las tropas británicas también lo utilizaron con fines similares.
Se calcula que alrededor de unas 474 personas perdieron la vida entre sus paredes, no todas por haber sido víctimas de torturas, también por hambre, frío, exceso de trabajo y escasa atención médica, explica el historiador Bernhard Gelderblom al Spiegel. El cambio definitivo a hotel fue en 1993, cuando se restauró. Sin embargo la web del hotel ha eliminado de la historia del edificio las referencias a esa etapa concreta de su existencia.
Desde la propia dirección del hotel afirman que su actividad es totalmente legítima. "No estamos dañando a nadie en nuestro hotel", explica la directora, Güse. Por su parte, grupos de familiares de víctimas del holocausto han afirmado sentirse ofendidos por la utilización del sufrimiento de las personas fallecidas.