Durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes habían producido lanchas rápidas impulsadas por motores de aviación. En base a esa experiencia, una de las conclusiones a las que llegaron los marinos alemanes fue que la próxima generación de lanchas torpederas sería impulsada por motores diésel. Aunque eran más costosos que los motores de gasolina, eran más estables y económicos en el consumo.
La industria se abocó a desarrollar los motores diesel marinos y tras muchas pruebas y algunos fracasos, pudieron finalmente entregar lo que estas embarcaciones necesitaban. Hacia fines de 1933, entró en servicio la primera lancha con motores diésel, la S-6. Estos eran los MAN de siete cilindros y cuatro tiempos. La Kriegsmarine sometió a estos motores y a los desarrollados por Daimler-Benz a extensas pruebas de resistencia y comparación. Los últimos, con mejoras se convertirían en los motores estándar de las lanchas. Este sería uno de los secretos de su éxito.
En 1935, la Kriegsmarine adoptó el motor Mercedes Benz MB 502 de 16 cilindros dispuestos en V y 1.320 HP. Las características principales de esta planta propulsora eran su peso ligero, compacto, y fácil de reparar. Poco antes de comenzar la guerra, el motor adoptado para las nuevas series de lanchas era el más avanzado Mercedes MB 501 de 20 cilindros en V y capaz de entregar 2.000 HP. A partir de 1943, estos motores fueron modificados con super-cargadores mecánicos que aumentaron su potencia a 2.500 HP. Con estas modificaciones los motores pasaron a designarse respectivamente MB 512 y MB 511.
Las lanchas S estaban propulsadas por tres motores lo que le daba una potencia total de 6.000 o 7.500 HP, según el modelo. Cada motor hacia girar una hélice. Las series S 38 y S 100 podían alcanzar una velocidad de 42 nudos con la carga para combate. Se pondera la decisión alemana de emplear motores diésel. La misma se sustenta en la opinión que eran más estables, disminuían el riesgo de incendio y permitían extender el radio de acción. Para aproximarse en la oscuridad a un blanco, contaban con un motor auxiliar de 100 HP conectado al eje central que les permitía acercarse silenciosamente a una velocidad de 6 nudos.

La capacidad de combustible era de 7.500 litros contenidos en 6 tanques que le daban una autonomía de aproximadamente 400 millas náuticas a máxima velocidad, 700 a 35 nudos y 800 a una velocidad de 20 nudos. A medida que se adquiría experiencia en combate, el diseño original fue sufriendo modificaciones sobre todo respecto de la protección para la tripulación. A partir de la lancha S-26, las tripulaciones pudieron disfrutar de completa cobertura contra los elementos en una posición de comando totalmente cerrada, lo que lo convirtió en un verdadero ‘puente’. Éste estaba construido con materiales livianos, pero debido al incremento de los ataques aéreos y las consecuentes bajas infligidas al personal, se instaló un puente blindado en todas las lanchas a partir de la primavera de 1943.
E. Armamento
La batería principal de las Lanchas S estaba constituida por dos tubos lanzatorpedos de 21 pulgadas (53,3 cm) instalados a proa. Podían también llevar dos torpedos en cubierta sobre rieles justo detrás de los tubos para permitir una rápida recarga. Los torpedos eran el modelo estándar de la Kriegsmarine, los G7a, que también usaban los submarinos. Estos artefactos median 7.2 metros de longitud y pesaban alrededor de 1.530 kilos.
La cabeza explosiva era de 280 kg. Estaban propulsados por un motor de vapor y aire comprimido (energía térmica) y podía alcanzar una velocidad de 44 nudos con un radio de 6.000 metros. Recién hacia el fin de la guerra se pudo emplear sin problemas a esa velocidad. A 30 nudos, el alcance del arma era 12.500 metros.
El detonador del torpedo era de contacto y al igual que en los Estados Unidos, los alemanes tuvieron problemas con ese mecanismo que recién pudieron resolver hacia 1942. Con posterioridad se emplearon detonadores magnéticos. El sistema de puntería lo constituía un director de puntería de torpedo que era una computadora de ataque analógica mecánica que fijaba los ángulos de ataque.
Para la defensa, las primeras lanchas contaron con un armamento secundario de un cañón de 20 mm y ametralladoras ligeras MG 34 de 7.92 mm. El aumento de los ataques aéreos y los frecuentes combates con las lanchas cañoneras británicas obligó a potenciar el armamento. Para proveer de capacidad de fuego a proa, a partir del verano de 1941 se instaló un cañón Rheinmetall MG C/38 de 20 mm en un pozo en la cubierta de proa. Más tarde se emplazó en la popa un montaje doble de 20 mm que luego fue reemplazado por una pieza pesada antiaérea de 37 mm Rheinmetall-Borsig Flak M42 o Bofors Flak 28 de 40 mm.
Con posterioridad, las lanchas de la Clase S 100 reintrodujeron también el montaje doble de 20 mm en la mitad de la eslora de la lancha. Las lanchas contaban también con un equipo muy sensible de hidrófonos, con capacidad de escucha de hasta 18 kilómetros. El problema era que el aumento de la velocidad volvía a este equipo inútil. En cuanto al radar, las lanchas alemanas no contaban con las mismas ventajas que sus contrincantes debido a que la ciencia alemana estaba más atrasada que la de los aliados. Esto fue una gran debilidad durante toda la guerra. Hacia el final de la guerra en algunas pocas unidades llegaron a tener instalado un equipo confiable de radar.
También montaron detectores de radar que informaban a sus tripulantes de la presencia de actividad electrónica dirigida hacia ellos. Muchas veces, los comandantes debían decidir entre poner en funcionamiento el instrumento que no era muy confiable, o no levantar otra antena que sobresaliera e hiciera más visible su nave ante los ojos electrónicos del enemigo.
Del análisis de las operaciones en los Narrow Seas algunos concluyen que las lanchas no eran robustas. Esta es una característica general de todas las unidades ligeras porque debían sacrificar la protección del blindaje por velocidad. Por lo tanto, los daños en batalla eran ocurrencias comunes. En segundo lugar, un gran número de lanchas colisionaron entre sí, causándoles daños suficientes como para necesitar abrir sus esclusas para auto hundirse y así evitar caer en manos del enemigo. Este es también un peligro constante en las operaciones con lanchas rápidas debido a la naturaleza de los combates a alta velocidad: confusión, naves enemigas en persecución y disparos de munición trazadora por todas partes.
F. Minado en Aguas Costeras
Una operación en la que las lanchas S estuvieron activas constantemente fue la del sembrado de minas cerca de la costa enemiga. Antes de la guerra se habían realizado experimentos para probar la capacidad de las lanchas para esta tarea. Como resultado de los mismos, la Kriegsmarine empleó las lanchas S como minadores rápidos desde muy temprano en el conflicto.
Las lanchas realizaban estas operaciones cuando el tiempo era favorable o las condiciones para realizar ataques con torpedos eran desfavorables como las noches de luna llena. Para tener éxito, era importante sembrar las minas en el paso de los convoyes costeros. La tarea no era fácil debido a las fuertes corrientes y a las casi inexistentes ayudas para la navegación. Además, era esencial que el enemigo no los detectara para que no cambiara la ruta del convoy o enviara unidades para combatirlas.

La operación de minado era extenuante desde el punto de vista psicológico debido a la pericia que exigía en la navegación y el constante peligro de ser emboscados por el enemigo mientras se estaba en plena actividad o teniendo a bordo la carga completa de minas. No se observaban los resultados tal como ocurría en los ataques torpederos y tampoco se reportaban los éxitos o eran muy difíciles de precisar. A pesar de todo, se considera que las Lanchas S obtuvieron sus mayores triunfos en el sembrado de minas. Para tener una idea de las proporciones pueden verse las cifras de los últimos cinco meses de la guerra. En ese período, las Lanchas S hundieron con torpedos seis buques aliados que sumaron 12.972 toneladas. En el mismo lapso las minas también hundieron 25 buques que totalizaron 75.999 toneladas.
G. Las Tripulaciones
De las naciones en guerra que produjeron lanchas rápidas durante los años 40, Alemania se destacó porque estableció una fuerza costera que no solo empleó tecnología avanzada sino que atrajo también a los mejores oficiales jóvenes de su Armada. El historiador James Tent sostiene que al principio de la guerra los británicos subestimaron a las lanchas torpederas alemanas al considerarlas en la misma categoría que las nuevas lanchas torpederas, designadas MTB, que constituían la columna vertebral de sus recientemente constituidas Fuerzas Costeras (Coastal Forces).
En sus inicios esta joven fuerza llegó a ser apodada como “Farsas Costosas” (Costly Farces) por el personal regular de la Royal Navy. La observación es interesante porque demostraría que éstos no tenían todavía claro el importante papel que desempeñaría esta fuerza durante el conflicto. Esta percepción se vio reforzada cuando los británicos y estadounidenses asignaron a sus fuerzas ligeras personal de la reserva. Por el contrario, los alemanes construyeron sus fuerzas costeras asignándoles personal naval regular de alta calidad. Para una armada con un limitado número de unidades, el servicio de lanchas torpederas constituyó un destino donde se formaban los futuros oficiales de la flota.

Para el Almirante Günther Lütjens, en tiempo de paz las lanchas torpederas tenían un valor intrínseco inestimable: ayudar al entrenamiento de los oficiales jóvenes. Desde un principio, la armada alemana puso a las flotillas de lanchas torpederas bajo el comando de oficiales regulares respetados y que mostraban potencial. Ellos desarrollaron las tácticas, exploraron las capacidades de las nuevas lanchas y ayudaron también a formar a la siguiente generación de oficiales que ejercieron con éxito el comando en la Schnellbootewaffe durante la guerra. Un ejemplo del respeto con el que contaban las fuerzas costeras es que uno de los hijos del Almirante Karl Doenitz eligió servir en estas lanchas.
En el comando de una Lancha S los oficiales se veían sometidos a grandes presiones físicas y mentales. Por ello eran necesarias ciertas cualidades. Debían ser jóvenes (entre 20 y 25 años), inteligentes, con reacciones rápidas y capaces de tomar decisiones instantáneas bajo la tensión del combate nocturno. Además era esencial que poseyeran una aguda visión nocturna, contextura física robusta y una naturaleza imperturbable. Por último, deberían tener una personalidad lo suficientemente atractiva como para ejercer un liderazgo que inspirara a las tripulaciones a hacer lo mejor a pesar de las condiciones difíciles.
Las mejores tripulaciones llegaban a constituir familias muy unidas alrededor de sus comandantes. Se observa que estas características eran también compartidas con los comandantes de escuadrón de la Luftwaffe.
Para los británicos, los tripulantes de estas embarcaciones pertenecían a un grupo especial de individuos, los yachtsmen: “
Los hombres que se enfrentaban en las lanchas ligeras, tanto británicos como alemanes, eran en muchos casos yachtsmen antes de la guerra que competían juntos en regatas oceánicas. Los alemanes no son una nación marítima como nosotros, pero su atención en los detalles hicieron de ellos unos oponentes formidables tanto en los combates nocturnos como en una carrera de veleros”.
En el combate cerrado en el que tomaban parte las lanchas, no sólo eran exigidos los motores. El conducir una lancha rápida a alta velocidad, bajo una lluvia constante de fuego de cañón y trazadora demandaba la clase de aplomo y capacidad para tomar decisiones en una fracción de segundos similar a la de los pilotos de caza. Pero lo diferente para el comandante de la lancha era que sólo contaba con pocos (a lo sumo dos o cuatro) costosos torpedos. Cuando se ataca a un blanco pequeño siempre existe la tentación de lanzar solo un torpedo con la expectativa de encontrar un blanco mayor más tarde. El problema es que las posibilidades de dar en el blanco aumentan cuando se lanzan más torpedos. Por lo tanto, esa no fue nunca una decisión fácil.
En los interrogatorios a prisioneros tripulantes de las lanchas S se observó que se consideraban a sí mismos como miembros de una fuerza de élite con alta moral. Sin embargo, a medida que la guerra progresaba se hacía más difícil la adecuada formación y entrenamiento de comandantes y tripulantes. En esos tiempos no había tiempo para un entrenamiento largo e intensivo. En ese caso, lo que se podía hacer era enseñar las reglas básicas para operar la embarcación y el armamento.
Se esperaba que la experiencia marinera se fuera adquiriendo a medida que se navegaba. Esto era complicado porque se trataba de una nación sin tradición marítima. Por lo tanto, “
el entrenamiento continuó siendo un remiendo […] pero en tiempos de guerra no podía hacerse otra cosa”. No obstante ello, otros especialistas afirman que debido a que el entrenamiento y el equipamiento para desempeñarse en ataques nocturnos eran de importancia vital, la Kriegsmarine mantuvo estándares altos. El veterano comandante de torpederas británicas, Peter Scott, tiene palabras de reconocimiento para las tripulaciones enemigas “
No sólo sería injusto […] sino también extremadamente imprudente, subestimar o disminuir los logros de las flotillas de Lanchas E. Muchas de ellas fueron hábilmente conducidas y produjeron una gran destrucción a nuestro tráfico marítimo, con una destreza que no puede dejar de impresionar a los miembros de nuestras Fuerzas Costeras que conocen muy bien los problemas a los que se enfrentaban […]”.
H. Empleo Táctico y Operacional
En 1920 a 1921, el entonces Teniente Friedrich Ruge elaboró un cuidadoso estudio sobre las lanchas torpederas que fue la base sobre la que se desarrolló el concepto, definió su rol y sirvió para justificar la existencia de estas embarcaciones como una clase de buques. Luego de analizar las experiencias de las armadas británica, italiana y alemana durante la guerra pasada, Ruge estableció las bases sobre las que operarían las fuerzas costeras alemanas. Sus predicciones fueron probadas en los ejercicios navales realizados en los veranos de 1925 y 1926.
Para el programa de buques menores a 200 toneladas permitido por el tratado, Ruge propuso que mejor sería completar el total autorizado construyendo lanchas rápidas torpederas, que cada una desplazara la mitad de las toneladas máximas autorizadas y que se aprovechara la experiencia adquirida en la Primera Guerra Mundial.
La función de las lanchas torpederas sería el ataque a unidades navales enemigas en aguas restringidas o zonas costeras. Las nuevas lanchas por construirse debían estar impulsadas por más de un motor, preferentemente diésel, el diseño de su casco plano y armadas con tubos lanzatorpedos recargables. Además, en los ejercicios se demostró que la silueta de la embarcación debía ser baja, estar camuflada con pintura de color claro, contar con un motor para aproximación silenciosa, y para alcanzar los mejores resultados debía atacar de noche y en grupos.
Los estudios y ejercicios llevados a cabo durante la década de 1920, y especialmente a partir de 1935 con grupos de lanchas operando en flotillas sirvieron para que la Kriegsmarine contara con la doctrina de empleo de las fuerzas costeras más desarrollada y madura de todos los combatientes. En mayo y julio de 1937 y en mayo de 1938 se probaron el desempeño y la resistencia de las lanchas, motores y tripulaciones en una serie de navegaciones de larga distancias, sin escalas hasta el máximo del radio de acción. Ello permitió encontrar puntos vulnerables en el diseño del casco y establecer a los motores Daimler-Benz como los únicos propulsores de estas embarcaciones.
De este modo, los alemanes habían tomado la iniciativa y desarrollaron los métodos básicos de ataque que fueron ajustando a medida que la guerra progresaba. Esto marcó una gran diferencia con las fuerzas oponentes que aún en la primavera de 1940 se quejaban de que carecían de una embarcación adecuada así como también sufrían de la falta de entrenamiento y del descuido de los años de preguerra en preparar las tácticas para emplear mejor sus MTB-94. No obstante la preparación, al inicio de la guerra, la Kriegsmarine aún no tenía una idea clara de cómo emplear mejor la fuerza de Lanchas S. Después de la campaña de Polonia persistían las dudas en el Alto Mando.
Muchas horas de navegación se gastaron en patrullas antisubmarinas o navegaciones que requerían baja velocidad. Ello impuso un desgaste importante sobre el personal y los motores, sin que se tuvieran resultados positivos visibles. El ataque exitoso al destructor HMS Kelly en mayo de 1940 demostró las capacidades de las lanchas cuando se empleaban correctamente. Eso llevó a los británicos a reconocer que “
A pesar de todo, las dos flotillas de botes E estaban en un estado razonablemente bueno para ir a la guerra. Las lanchas habían sido plenamente probadas, las tripulaciones entrenadas y habían adquirido algún conocimiento de las tácticas que probarían luego ser exitosas. Esto era un contraste muy marcado respecto de la situación existente en Gran Bretaña”.
Para fines de junio de 1940, Alemania obtuvo el control de las costas de los Países Bajos, Bélgica y Francia. Ello la puso en una posición favorable para atacar al tráfico marítimo en las aguas conocidas como el Narrow Sea y los enfrentamientos contra unidades británicas se multiplicaron. Al mismo tiempo, que se facilitaba el cumplir con el principio de atacar la líneas de comunicación enemigas también se expandió el área que requería protección contra las incursiones enemigas. Como consecuencia de la magnitud que alcanzaron las operaciones contra la costa británica, el mando naval alemán se modificó.
Hasta abril de 1942, las operaciones de las Lanchas S estuvieron bajo el mando del Comandante de los Barcos Torpederos (Führer der Torpedoboot, FdT). En abril de 1942, este comando fue absorbido por el Comando de Destructores (Führer der Zerstörer, FdZ). La fuerza de Lanchas S se independizó bajo un comando propio denominado Comando de Lanchas S (Führer der Schnellboot, FdS) a cargo de un Kommodore.
Bajo este nuevo comando, las lanchas deberían continuar las operaciones ofensivas en un teatro que se extendió del Canal de la Mancha al Mar del Norte. Por su parte, los destructores y buques torpederos continuarían como buques defensivos, custodiando la costa. Este comando tuvo mucha independencia y era también responsable de coordinar el programa de construcción con los astilleros y del desarrollo de nuevo armamento y nuevas tácticas, junto con los comandantes de flotillas.
Cuando las lanchas alemanas comenzaron a operar contra las costas al sur y al este de las Islas Británicas, los mandos navales ingleses fueron tan sorprendidos que sobreestimaron el número y la capacidad operativa del enemigo. Creían que enfrentaban a una formidable fuerza compuesta por 50 lanchas, cuando el número real era de aproximadamente 10 a 15 unidades. A partir de 1941 los británicos reaccionarían para corregir esa situación. Mejoraron la protección de los convoyes elaborando un sistema integrado de aviones, hidroaviones, lanchas cañoneras (MGB), destructores especialmente preparados para combatir a las lanchas S y estaciones de radar terrestres.

Durante 1942 estas contramedidas comenzaron a dificultar las operaciones de las lanchas y para noviembre de 1943 en la Schnellbootewaffe se hablaba de una situación de crisis que se reflejó en la cantidad de la relación daño sufrido contra daño producido. En ese año se hundió un total de 26.000 toneladas de buques aliados, mientras que en el año anterior el total había sido de 43.000 toneladas.
Las lanchas hundidas por todas las causas en la zona occidental fueron 3 en 1942 y ascendió a 13 en 1943. El descenso en los éxitos alemanes puede explicarse también porque los británicos comenzaron a desarrollar su ofensiva contra el tráfico costero alemán y, por lo tanto, se produjo una inversión de las posturas en donde los últimos pasaron a estar a la defensiva. Lo que implicaba emplear las unidades en misiones de protección.
Los alemanes respondieron cambiando las tácticas y construyendo unidades con mayor blindaje y armamento y motores más poderosos. De este modo, los alemanes pudieron mantener las perdidas en un nivel relativamente bajo. Por ejemplo, en las aguas costeras británicas, entre el 1 de enero de 1944 hasta la invasión de Normandía, los aliados hundieron sólo a dos lanchas de un total de 36 misiones que sumaron 315 salidas individuales.
Pero a partir del desembarco aliado en Normandía, la Schnellbootewaffe sufrió las peores pérdidas hasta ese momento, de las cuales ya no pudo recuperarse. Al inicio de Overlord había 34 lanchas operativas y cinco en reparaciones. Los constantes ataque a la formidable flota aliada y los bombardeos aéreos realizados por el Comando de Bombarderos sobre las bases de las lanchas en puertos franceses, logró reducir su número en forma significativa.
En septiembre las últimas 13 lanchas evacuaron los puertos del Canal y se concentraron en Holanda, desde donde operarían hasta el final de la guerra. Desde allí y hasta la rendición final continuaron atacando o realizando operaciones de minado contra el tráfico aliado hacia la zona del Scheldt. Aún el 1 de mayo de 1945, los británicos informaban que en los últimos tres meses había habido un incremento en los ataques de lanchas torpederas a sus convoyes y que a pesar de que se encontraban en inferioridad numérica continuaban “representando una amenaza constante a nuestro tráfico marítimo”.
Sobre el empleo táctico de las lanchas, es interesante comentar que a partir de los resultados de algunos encuentros en los que los alemanes rehuyeron el enfrentamiento, los británicos dedujeron que éstos tenían miedo de entrar en combate a pesar de que contaban con lanchas mejor armadas.
Es cierto que a menudo los alemanes preferían retirarse si se enfrentaban con las cañoneras británicas, pero eso no se debía a que carecían de valor o capacidad marinera sino que tenían estrictas órdenes de evitar el combate con las unidades de guerra siempre que fuera posible. Para el Alto Mando, las lanchas brindaban un mejor servicio cuando atacaban buques de carga y, además, su número era muy exiguo como para arriesgarlas en combates contra sus contrincantes.
La decisión de ser cuidadosos con quien se trababan en combate benefició a la Schnellbootwaffe, dado que las pérdidas se mantuvieron relativamente bajas a lo largo de casi toda la guerra. Por ejemplo, desde el inicio de las hostilidades hasta fines de 1943 se habían perdido por todas las causas 31 lanchas. La mayoría de éstas no se debieron a la acción enemiga sino al choque con minas, colisiones nocturnas con otras lanchas, o a varaduras. Las pérdidas de lanchas aumentaron conforme se incrementaron los teatros de operaciones en los que operaban.
I. Resultados
Las lanchas rápidas alemanas combatieron desde el primer hasta el último día de la guerra, rindiéndose finalmente el 13 de mayo de 1945. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial la Kriegsmarine contaba con 18 Lanchas S en servicio organizadas en dos flotillas y con diez más en construcción. En su momento de máximo esplendor la fuerza contó con diez flotillas. Al término de la guerra sólo veintiséis estaban en condiciones operativas en sus bases de Holanda. Otras se hallaban operando en el Báltico, o yacían inertes sin combustible o carente de repuestos o a la espera de nuevas tripulaciones. Casi un centenar de lanchas se rindió al enemigo.
De las 239 (100%) lanchas operativas empleadas por la Kriegsmarine, 127 (55%) se perdieron; 99 sobrevivieron y, posteriormente, fueron distribuidas entre los vencedores. A modo de comparación, el 8 de mayo de 1945, los británicos tenían en servicio 422 lanchas torpederas (MTBs) y 21 cañoneras a vapor (Steam Gun Boat o SGB). A ellas se les agregaban 143 lanchas de los Estados Unidos. Las pérdidas totales de las Coastal Forces sumaron 115 torpederas, 28 cañoneras y 1 SGB. En la Schnellbootwaffe sirvieron 7500 hombres. De ese total, 5700 (147 oficiales, 860 suboficiales y 4693 marineros) participaron en operaciones en el frente occidental. 767 murieron o desaparecieron, 620 heridos y 322 capturados.
Las tripulaciones de estas embarcaciones recibieron 23 Cruces de Caballero (Ritter Kreuz) (de los cuales más tarde ocho recibieron las Hojas de Roble), y 112 fueron distinguidos con la Cruz Alemana de Oro (Goldene Deutsches Kreuz).

Los daños que infligieron las Lanchas S pueden contabilizarse del siguiente modo: total de buques mercantes hundidos en todos los teatros de operaciones fue 99 que sumaron 229.676 toneladas. En total se le adjudican a las Lanchas S el hundimiento de los siguientes buques de guerra: 12 destructores, 11 barreminas, 8 buques de desembarco, 6 lanchas torpederas, 2 cañoneras, 1 minador, y 1 submarino. En tanto infligieron averías a 2 cruceros, 5 destructores, 2 fragatas, 3 buques de desembarco, un buque de reparaciones y un remolcador naval. Además, se calcula que las minas sembradas por las lanchas hundieron 108 mercantes (281.207 toneladas), un destructor, dos barreminas y cuatro buques de desembarco. Se estima que del total de 21.570.720 toneladas de mercantes Aliados hundidos por todas las causas en todos los teatros, las Lanchas S fueron responsables del 2,4 por ciento. Ésta no parece una cifra muy grande, pero es significativa si se piensa que fue fundamentalmente de mercantes costeros. Las fuerzas costeras aliadas en las aguas occidentales tuvieron como tarea principal la protección de las costas y del tráfico mercante costero, y también atacar al tráfico costero del Eje. Pero esta última tarea no alcanzó las dimensiones de la primera dado que el enemigo no tenía un volumen de tráfico similar.
La magnitud de los recursos asignados como contramedidas es difícil de contabilizar. Un indicador que puede ayudar a tener una idea de cuánto significó el esfuerzo es observar el enorme incremento de las fuerzas costeras aliadas en las aguas metropolitanas. A fines de 1940 las fuerzas costeras británicas sumaban 16 MTBs y 11 destructores.
A finales de 1942, la Royal Navy había desplegado para proteger el tráfico comercial a lo largo de las costas este y sur de las islas 32 destructores, 7 corbetas, 55 MTBs y 60 MGBs.
En enero de 1944 en las aguas metropolitanas los británicos desplegaban 92 MTBs, 56 MGBs, 67 MGB/MTBs y 162 ML123. Para octubre de ese año, el comando encargado de la protección de los espacios marítimos entre la costa holandesa y las islas Británicas tenía asignados 35 destructores, 15 fragatas, 19 corbetas, 60 MTBs, y 60 MGBs.
En mayo de 1945, las fuerzas costeras aliadas habían crecido hasta alcanzar a 422 MTBs, 21 SGBs, 940 MLs y HDMLs. A ello se le sumaban 143 unidades ligeras de los Estados Unidos. A este esfuerzo hay que sumarle los escuadrones de aviones asignados a la tarea específica de combatir las Lanchas S y las innumerables operaciones de bombardeo estratégico realizadas por el Comando de Bombardeo británico dirigidas contra los puertos y los refugios de concreto donde se protegían las lanchas.
En abril de 1945 sólo quince Lanchas S estaban operativas para enfrentar a los aliados occidentales y el día 16 de ese mes realizaron la última operación de la guerra.